OO1O.

Cómo hubiese querido tener un jodido diccionario en ese momento... Sí, Luffy deseaba la última versión de un diccionario ilustrado, porque sabía que en la palabra sexy, encontraría la linda foto de Nami mordiendo su labio y esperando por una respuesta a sus palabras.

Se sentó al borde de la cama y sonrió triunfal, sus ojos destellando ante la imagen de la pelinaranja.

Ja, toma esa Stelly Idiota Sabo.

Nami consideró estar perdiendo la cordura, seguramente se había golpeado en la cabeza sin darse cuenta o quizá necesitaba recuperar horas de sueño, porque ella jamás en su vida de buenas decisiones y respeto por las normas, se hubiese creído que estaría parada frente a un chico que sonreía con burla ante su declaración... O que siquiera iba a estar declarándose.

Espera... No me estoy declarando...

Pensó irritada y con vergüenza; tal vez Barry Allen realmente se había puesto a hacer idioteces y nuevamente había jodido la línea temporal...

Sí, eso era... Estaba todo más claro ahora; no es que perdiera su cordura, todo era culpa de Flash...

—Di algo, idiota... —susurró con sus manos empuñadas, sus mejillas ardiendo ante la mirada de Luffy.

—Presidenta... ¿Yo te gusto?

Nami respiró profundamente. —Dios... No puedo creer que esté acá frente a un retrasado...

—Bueno, Presidenta... Es que en verdad tus palabras son bastante confusas—. Fingió burlarse, pero realmente quería volver a escucharla. Quería conquistar esa cumbre más difícil y peligrosa que el Everest y clavar su bandera. — ¿Entonces?

—Yo... Yo dije que Sabo...

Luffy rodó los ojos al escuchar ese nombre. —Bien, Presidenta, fue lindo verte hoy, cierra al salir, adiós.

Nami se sorprendió, Luffy la volvía a ignorar vilmente mientras se encontraba ahí parada, luchando contra su propia humillación por querer algo prohibido... Bueno, no prohibido, pero sí muy malo. — ¿No vas a decir algo más?

—Nop.

—Pero dije que...

—Si... —Luffy bufó. —Dijiste que amas al Gabo ése y que quieres que yo te toque —. Estiró uno de sus dedos y lo hundió en su brazo, como si estuviese picando un animal muerto con un palo. — Listo, tocada.

—Monkey... ¿Sabes qué? Olvídalo, eres tan idiota que ¡Hey!

Cerró sus ojos esperando caer, pero la suave superficie de la cama la recibió amortiguando el golpe y quedando bajo Luffy. Abrió uno de sus ojos para analizar la situación; el pelinegro mantenía sus manos como apoyo y la miraba fijamente con esa sonrisa idiota que sólo ponía cuando estaba divirtiéndose a sus expensas, su cuerpo estaba convenientemente ubicado entre sus piernas porque...

¿En qué momento había separado sus piernas como si fuese una posición súper cómoda? Bueno, no importaba... Porque ahora estaba ahí, lamiendo su labio compulsivamente y esperando a que Luffy se dignara a decir algo en vez de sólo reír.

—Me calientas.

Frunció el ceño. —Vaya... Qué tierno...

—Y yo te caliento a ti, cuál es la diferencia. No tengo que ser tierno, sólo honesto.

No existía diferencia, Nami lo sabía. Sus sentimientos por ese chico pasaban por una escala de "Te odio estúpido" a "Me calientas maldito", saltándose el resto de cosas lindas que se supone sentía por Sabo.

Cuando Luffy se acercó con lentitud a su rostro, contuvo la respiración y esperó lo inevitable, mas nada pasó.

Oh, la decepción era un sentimiento tan doloroso...

—Idiota... —murmuró avergonzada de haber caído en eso otra vez, porque aunque doliera aceptarlo, deseaba demasiado volver a besar a Luffy aunque fuese una vez... Bueno, quizá muchas más... — Mejor... Mejor me voy.

—Seguro, deja que te ayude, Presidenta.

—No es necesa...

Sus palabras se cortaron contra los labios de Luffy, que haciendo gala de su reputación, comenzó a besarla con controlada lujuria, deslizando su lengua por el labio inferior de la pelinaranja mientras Nami le permitía adentrarse en su boca para explorar cual Dora.

Una de las manos de Luffy sostuvo una de sus piernas, alzándola con habilidad para enredarla alrededor de su cintura, empujando sus caderas y embistiendo en falso para crear fricción. El gemido que escapó de la pelinaranja lo hizo sonreír contra sus labios, orgulloso de poder lograr aquello en la molesta chica que besaba increíblemente bien.

Succionó su labio para luego morder suavemente, alejándose apenas para seguir besando su mandíbula, recorriendo lentamente hasta llegar al lóbulo y tirar de él.

Nami se dejó llevar, enredando sus dedos en el cabello de Luffy para acercarlo todavía más y arqueando su espalda para permitir que el roce de sus cuerpos fuese mayor. Sus propias caderas se movían en busca del cuerpo de Luffy, ansiosa por sentir todo lo que el pelinegro despertaba. Tampoco se negó cuando, más rápido de lo que hubiese pensado, su camiseta voló de su cuerpo en dirección desconocida y la lengua del pelinegro fue bajando por sus clavículas hasta detenerse sobre uno de sus pezones, lamiendo lentamente antes de morder. Ahogó el grito de dolor y tiró su cabello con fuerza para alejarlo.

—Eso duele subnormal...

—Si gimes no cuenta —Luffy dijo deslizando suavemente su lengua por la sensible zona.

—Yo no ge... —Nami gimió, mordiendo su labio para evitarlo de forma infructuosa. —Idio... Idiota...

Luffy rió, siguiendo con su trabajo diligentemente sobre el cuerpo de la pelinaranja; sus manos volaron hasta el short de Nami y enganchando sus dedos, tiró todo —ropa interior incluida—, desnudando por completo a Nami, por primera vez. Nami se relamió su labio, quitando ansiosamente la ropa de su compañero hasta que quedaron en igualdad de condiciones.

En verdad no... Porque el cuerpo de Luffy era malditamente bien tonificado, con los músculos marcándose ante el menor esfuerzo y tan lamible que Nami se vio a sí misma queriendo probar aquella barra de chocolate que... Ah, sí... las descripciones; y Nami era... Delicada y linda, finamente marcada en los lugares precisos para mantener toda su belleza etérea, pero con una proporción corporal elegante.

Luffy gimió al darse cuenta de que estaba muy, muy, MUY caliente sólo ante la imagen de la pelinaranja bajo él. Realmente le gustaba lo que veía y eso claramente atentaba contra sus valores.

—Mierda... Adiós valores, Presidenta; estás jodidamente buena...

La escuchó reír totalmente relajada, en plena confianza en aquella situación y su corazón se aceleró al darse cuenta de que realmente estaba pasando. —No te rías en un momento así...

—Es que es en serio... Me siento súper wow. Luffy's seal of approval, shishishi.

Nami rió ante el nombre. — ¿Luffy's?

Luffy medio sonrió y volvió a besarla, su lengua moviéndose lentamente para enredarse con la de Nami, pero esta vez, bajando su mano hasta tomar una de sus piernas y comenzar a masturbar su centro con ritmo lento, escuchando sus gemidos y sintiendo su espalda arquearse en busca de cercanía. Sus caderas moviéndose contra su mano, entregada al cien por ciento.

Ambos sabían a donde iba eso; sobretodo luego de que Luffy volviera a jugar a Bob el constructor contra las caderas de Nami, clavando una y otra vez sus caderas con embestidas tentativas; entonces, la pelinaranja abrió sus ojos que hasta el momento se mantenían cerrados, al borde del ataque de pánico por lo que sucedería.

¿Podían hacerlo? Mierda que sí podían... Iba camino a la adultez.

Dejaría de ser una chica pura y casta. Entregaría su bien más preciado.

Su flor iba a ser arrancada.

Su... En palabras simples, iban a follarla por primera vez. Iba a dejar que Luffy hiciera eso.

—¡Espera! —dijo sosteniendo las manos de Luffy, deteniendo cada movimiento y sintiendo su labio temblar.

—¿Qué? —Luffy se separó, liberando sus manos para seguir moviéndolas sobre el cuerpo de Nami, haciendo que ella gimiera sin poder controlarse.

—Yo... D-Deja de... Yo nunca...

— ¿Nunca has follado? MIerda...

Nami frunció el ceño ante su reacción.

¿Mierda?

¿Estaba mal haberse guardado para alguien especial?

Bien, bien... Luffy ciertamente no era ése alguien especial, pero el punto era que... ¿Mierda?

¿Mierda, eres virgen, qué asco?

¿Mierda, eres virgen, súper loser?

¿En serio no había encontrado algo mejor que decir que un "Mierda"?

—Voy a vestirme.

Dijo por fin, resignada a dejar su primera vez en una pseudo primera vez, para seguir guardándose cual tesoro. Ya llegaría su real Roger a buscar su One Piece en el GrandLine de su virginidad.

—¿Estas enferma? —Luffy habló horrorizado. —Mi Luffy está despierto.

—Pero...

Luffy suspiró y comenzó a bajar, besando su cuerpo y succionando suavemente hasta quedar entre sus piernas, alzó la mirada y relamió sus labios; las dudas esfumándose rápidamente.

—No debe ser muy distinto, supongo...

—¿Distinto?

Que hacérselo a cualquier chica. Iba a responder.

Tenía la respuesta más inteligente de la vida en la punta de la lengua, pero la punta de la lengua de Luffy tenía mejores planes...

Comenzó a lamer su ahí y toda racionalidad en la presidenta desapareció. Su lengua envolvía suavemente y su humedad hizo que su piel ardiera. Gimió y buscó apoyo en las sábanas que eran jodidamente suaves.

¿De cuántos hilos serían?

No, eso no... ¡OU EM GI! ¡Estaba recibiendo su primer oral!

Era una pizca menos virgen gracias al chico que más odiaba, no sabía cómo sentirse y respecto a eso, pero daba igual porque su boca se sentía celestial.

Sus caderas tomaron ritmo propio, embistiendo contra la boca de Luffy, gimiendo muy alto y mordiendo su labio para contenerse en algo; ese idiota ahí abajo estaba haciendo maravillas y ella sólo podía pensar en lo bien que se sentía ser tocada por Luffy. Estuvo sin saber cuánto tiempo pasó sintiendo las succiones y lamidas en su parte más íntima, pero supo reconocer aquella sensación abrumante apoderarse de ella y demasiado rápido, un violento espasmo la hizo liberar todo contra la boca de Luffy.

Jadeaba intentando recuperarse, viendo cómo Luffy hacía una mueca que no supo reconocer antes de que tragara su...

SANTO DIOS... SE TRAGÓ MI... MI...

—Lo... Lo siento...

—Sabe raro —dijo al terminar de tragar, intentando asociar el sabor con algo que hubiese comido antes; pero la verdad es que ni la textura algo espesa que se mezclaba con su propia saliva ni el sabor salino se parecía a algo que hubiese saboreado. Miró a Nami, que seguía murmurando disculpas por haberse corrido en su boca y sonrió. —Te toca.

—¿Qué?

—Eso Presidenta, es tu turno.

Parpadeó un par de veces y vio a Luffy separarse de la cama, tirando de su brazo para levantarla y ponerla frente a él. Vio a Luffy con algo de miedo, aquella cosa no entraría en su boca, estaba segura de eso. Incluso, estaba segura que moriría asfixiada y odió imaginarse los titulares de aquellos diarios...

—Vamos, dijiste que era promedio, ¿No?

Jodido animal... Se está riendo de mí.

Mordió su labio y sin ganas de perder ante el maldito y sexy Monkey D. Luffy, se puso manos a la obra... O boca.

Deseó entonces haber aceptado las propuestas de Carrot de ver videos educativos de aquel chico con nombre ruso y apellido gris; o incluso, haberse quedado en esa maratón de Bible Black en vez de correr cual nena virginal asustada de esos hombres con cosita...

Incluso, hasta Khal Drogo había tenido más acción con Daenaerys de la tormenta y toda esa mierda que no memorizaría ni amarrada, antes de morir de una infección.

Pff... El gran Khal Drogo muerto por una infección... ¿Había algo más poco rudo? Quizá debería dejar de desconcentrarse...

Así que ahí estaba, intentando que el no muy promedio pedazo de carne entrara en su boca, mientras lagrimeaba por no poder respirar...

Pero como bien decía aquel dicho que su hermana siempre repetía, sin arcada no hay mam... ¿Por qué Nojiko decía esas cosas?

—Sigue así, bebé—. Nami se detuvo ante aquel horrible, horrible apodo y se separó con indignación.

—DIOS, dime que no tengo que responderte...

—Debía intentar—. Se encogió de hombros antes de que Nami volviera a lo suyo y como el macho alfa conquistador que era, sostuvo su cabello y comenzó a penetrar la tierna boca de la pelinaranja sin preocuparse mucho del pequeño detalle de estar asfixiándola.

Siguió con su ritmo de pornstar hasta que un profundo gemido escapó de su garganta, sosteniendo la cabeza de Nami hasta que su pequeño terminara de vaciarse.

La ayudó a separarse y mientras la pelinaranja intentaba recuperar el aire, un hilo de saliva mezclada con sus fluidos escapaba de la comisura de sus labios; y no iba a mentir, porque podía ser libertino, cerdo, licencioso y todos esos adjetivos asesinos que Nami le soltaba, pero mentiroso nunca, y era la escena más excitante que hubiese visto alguna vez.

Más que la película de la chica flexible.

Luffy volvió a la cama y tiró a Nami de la cintura para acostarse junto a ella. La Presidenta frunció el ceño confundida ante esto, pero se dejó estar, porque no todos los días recibía el mejor sexo oral de la historia —mentira, no tenía cómo comparar—, ni un chico lindo e idiota la abrazaba.

—Presidenta, creo que mi porcentaje de estrella porno se fue en picada contigo.

Nami bufó ante esa declaración tan obvia; aunque en verdad no le sorprendía, Monkey D. Luffy seguía siendo un idiota.

Gracias Luffy por

¡Mucho amor para ustedes!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top