OO12.
Luffy iba por su cuarto cigarrillo ese día y las colillas iban amontonándose en su rincón especial; las clases habían comenzado hacía algo más de tres horas, pero lo que menos quería era ir a sentarse a ese horrible salón a escuchar esas aburridas clases, mientras inevitablemente sus ojos volaban cual protón buscando a su electrón hacia Nami.
Caló profundo el cigarro una vez más y buscó dentro del estanque vacío su botella de vodka; la observó unos segundos, idolatrándola como el hermoso paraíso líquido que era antes de destaparla y beber un largo sorbo.
Su garganta recibió gustosa el ardor, porque ya nada podía quemarlo ni lastimarlo más que el castaño.
—Te he dicho que dejes de beber y fumar en el Instituto, idiota.
La profunda voz de la tonta que menos deseaba cerca en ese momento lo obligó a bajar la botella, sus ojos fulminaron a la pelinaranja, sintiendo la molestia AKA celos, burbujear nuevamente en su interior ante el recuerdo de aquel casi beso que logró interrumpir.
—¿No tienes que estar jodiendo en clases o algo así?
—Estamos en receso.
—Yay, entonces ve a fastidiar a alguien más. Seguro encuentras a alguien botando latas donde van los vidrios o alguna mierda...
—Suelta esa botella.
—¿Y si no quiero?
Nami respiró profundamente, sintiendo la irritación comenzar a ganarle ante la actitud del pelinegro. —Luffy, basta.
—¿Te divertiste con Gabo?
—Su nombre es SABO y sí, me divierto mucho con él, te lo dije, ¿No?
Luffy rio. — ¿Me lo dijiste antes o después de tenerte chillando? No recuerdo...
—Eres... Un cerdo... Iré por mi abuelo para que de una vez por todas vea lo que hace su pobre e incomprendido alumno transferido mientras él deposita su confianza en ti.
Luffy bufó y dejó la botella a un lado, camino hacia Nami y sostuvo su brazo para evitar que se marchara; ladeó su cabeza al ver que la pelinaranja se sonrojaba e intentaba zafarse sin éxito. Chasqueó su lengua con enojo, apretando su agarre.
—¿Qué debo hacer entonces? ¿Te busco y hablamos como mejores amigos porque hicimos... ¿Cosas?
—¿Cosas? Eres una mojigata puritana.
—Yo no soy como tú; no me gusta que rompas reglas y definitivamente no me gusta que estés encerrado en un baño fumando y bebiendo alcohol como un delincuente. ¿No te das cuenta? Me desagrada cómo eres y por favor, no finjas porque sé que yo también te desagrado, deja de actuar como si estuvieses ofendido.
Luffy carcajeó, dejando escapar un sexy sonido nasal que hizo que Nami perdiera toda la compostura y riera bajo, captando la atención de Luffy.
—Presidenta, lo que dije fue en serio.
—Ya. Te caliento, muy lindo de tu parte... Oh, pero cierto, media escuela también logra ese efecto.
—Error. Sólo me tiro chicas; no raras, eres mi primera vez, Presidenta.
—Bueno, claramente tú no serás la mía. Lo siento.
Luffy la observó sin evitar sonreír, por alguna razón, aquella declaración moralista lo hizo sentir más ternura que ver videos de ese ship tan lindo en youtube. —Eres como Elizabeth Bennet...
Nami parpadeó sorprendida; su imagen de Luffy era la de un idiota descerebrado que lo único que pensaba era en sexo, alcohol y tabaco... Dudaba que en su cabeza hubiese una neurona totalmente funcional como para darle tiempo a la cultura, por lo que escuchar su referencia a literatura lo hizo fruncir el ceño...
¿En serio este subnormal sabía de lo que hablaba?
¿Monkey D. Luffy realmente no era lo que aparentaba?
—Monkey... ¿Yo te gusto? —preguntó curiosa.
—En términos generales, supongo que sí.
—Pero... Me dices tonta y todas esas cosas horribles...
—Porque eres una tonta, obvio. Yo no miento, te lo dije.
Nami rodó los ojos. —Olvídalo, el receso terminó hace cinco minutos, debo volver a clases y tú debieras hacer lo mismo si no quieres que la próxima vez vuelva con mi abuelo, ¿Entendido?
La pelinaranja lo observó unos segundos, pero Luffy no parecía dispuesto a obedecer. Y eso era precisamente lo que más odiaba Nami del pelinegro; todo era una broma para él.
Por esa razón era que se volvía imposible pensar en él de otra forma...
Y no es que estuviese haciéndolo, claro que no...
—Presidenta, cuando salgas de acá, buscaré una chica a la que follarme así que no creo que llegue a clases.
Nami sintió sus músculos tensarse. —Haz lo que quieras, eres un cerdo libertino de todos modos y siempre lo he tenido claro.
—Pero preferiría que fueras tú, Presidenta.
La honorable Presidenta estudiantil contuvo la respiración ante esas palabras; tendría que hablar con su abuelo para indicarle que el aire acondicionado no estaba funcionado en ese rincón del tercer piso porque comenzó a sentir calor. Su rostro ardía y su respiración se volvió pesada...
En cualquier momento podría escuchar el bultaoreune porque prácticamente su cuerpo estaba en llamas.
¿Le molestaba que su amado Instituto fuera usado de motel? Mierda que sí; era un templo sagrado del saber y debía respetarse como tal...
Pero Luffy lo mancillaba todos los días.
Sin embargo, Nami reconoció otro tipo de molestia que iba más allá de su amor por el orden.
¿Le molestaba que Luffy quisiera el récord Guinness sexual hasta con la señora que hacía el aseo?
Pues... Para qué mentir, sentir las manos de Luffy recorrerla como Picasso a un lienzo había sido interesante y placentero, por ese momento, había olvidado hasta como sumar dos más dos... Y no le gustaba imaginar que su brocha pintara otros lienzos.
Relamió sus labios y pensó lo que cualquier ser humano normal haría en su situación; preguntarse qué haría Buzz Lightyear... Y claro, la respuesta lo golpeó como si Saitama lo usara de Punching, porque todos sabían lo que Buzz haría...
—Al infinito y más allá...
Luffy rió divertido. — ¿Qué?
—¡DIJE QUE AL INFINITO Y MÁS ALLÁ, IMBÉCIL!
—¡TOY STORY!
Nami tragó saliva y sostuvo la camisa de Luffy para acercarlo y posar sus labios no tan virginales sobre la cloaca que eran los del pelinegro; mordió su labio, entre rabia y excitación, arrancando un gemido mezclado con una risa por parte de Luffy por su salvajismo recién liberado. Se separó luego de unos segundos y lo miró con seriedad.
—Escúchame, idiota... Vamos a terminar con esto antes de que me arrepienta.
Luffy sonrió, su mano deslizándose estratégicamente por la cintura de Nami. — ¿Puedo ser tu Woody?
—Dios... Eres un tarado...
Nami rió; por alguna razón, todo su estrés se desvanecía cuando pasaba el estado defensivo en el que se obligaba a estar con Luffy y se permitía aceptarlo tras sus muros.
—Presidenta, quitaremos tu linda ropa si no quieres que tu uniforme se transforme en un lindo disfraz de vaca.
—¿Por qué quedaría...? ¡OH POR DIOS! ¡ERES ASQUEROSO!
Luffy se alejó un poco y desabotonó la falda de Nami, quitándosela sin dejar de mirarla. Era obvio que la pelinaranja seguía nerviosa, pero le importó menos que Gohan a Gokú y siguió con su cometido. Cuando Nami se encontró semidesnuda, Luffy apoyó su espalda contra la poco salubre pared del baño y se deslizó hasta quedar sentado con Nami a horcajadas sobre él. La pelinaranja se sostuvo de Luffy, mordiendo su labio con fuerza.
—Presidenta... Tengo una serpiente y no precisamente en mi bota.
—Eres tan idiota —Sonrió, dejando que las manos de Luffy sujetaran sus caderas y comenzaran a moverla sobre su cuerpo de manera cadenciosa. Gimió bajo ante el roce, sosteniéndose con más fuerza de sus hombros para aumentar el ritmo, necesitando mucho más.
—Mierda, te follaría aquí mismo...
Nami hundió su rostro en la curva del cuello de Luffy y besó lentamente, succionando con torpeza la piel.
Presionó sus caderas contra la erección de Luffy y rió al hacerlo gemir.
—Ya siento tu serpiente, Woody...
—Entonces podría meterla hasta el infinito y más allá antes de que venga Andy...
—Subnormal. —Gimió cuando Luffy tiró de su ropa interior para comenzar a masturbarla al ritmo de sus movimientos que desde hace unos minutos ya corrían por cuenta propia, sin la ayuda del pelinegro.
Luffy gemía y con dificultad Nami se encargó de liberar al pobre Luffy de su prisión, imitando lo que Luffy hacía en su cuerpo. Su mano recorría toda la gran extensión del pelinegro, robando gemidos que morían contra su boca cuando Luffy la besaba.
—Nami... Un poco más rápido...
Nami asintió sin detenerse en el tierno detalle de no haber sido llamada tonta y dándole prioridad a los deseos de Woody, aceleró, sintiendo a Luffy darle un ritmo nuevo a su propia mano.
Luffy tenía manos tan habilidosas que era un pecado negarse...
La pelinaranja gimió cuando sintió su mano llenarse del tibio fluido mientras ella mismo terminaba de igual forma en la mano de Luffy. Jadeaba y lamía su labio intentando recuperarse, su corazón latiendo tan rápido por la situación. Nuevamente su encuentro cercano del tercer tipo había sido increíble y nuevamente se sintió una idiota por estar dejándose llevar como Anakin al lado oscuro.
Sabo era su Obi Wan y el maldito Monkey D. Luffy era el maldito Darth Sidious... Y sí, Nami Skywalker estaba encontrando la parte divertida de jugar cerca del lado oscuro y poco a poco comenzaba a olvidarse de las consecuencias.
Estar junto a él pasaba de molestas discusiones a sentirse tan bien, que ni siquiera Yoda podía convencerla de estar equivocada. Monkey Sidious había jugado bien sus cartas, porque Monkey D. Lufffy era como lava ardiendo y Nami estaba al borde de caer y carbonizarse por voluntad propia.
Oigan me da curiosidad, ¿por que o cómo empezaron a shippear a Nami y Luffy? jskdjs
¡Mucho amor para ustedes!
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