Capítulo 2❀
Minseok esperó en el coche por un par de minutos. Sabía que llegaba tarde, siempre lo hacía, no importaban unos minutos de más, ¿verdad? En sus pensamientos era mucho más importante presentarse con una buena disculpa a llegar antes sin saber qué decir. En momentos como aquellos detestaba tanto no poder ser tan abierto, habiendo tirado siempre hacia el lado reservado y tímido.
¿Qué debería decir? Hablaba de Jongdae, el profesor de su hija. Ah, Jongdae, aquel nombre sonaba tan delicado y elegante, digno de una profesión tan admirable y dulce como lo era ser profesor de parvulario.
Deslizó un poco la manga de su chaqueta y camisa para revelar aquel refinado reloj plateado en su mano izquierda. Eran las cuatro y veinte. Decidió que ya era hora de salir, siendo él incapaz de desarrollar más sus disculpas. Se acomodó el traje azul marino y, tras asegurarse de que su peinado estaba igual de presentable que aquella mañana, salió del coche. Rodeó dicho auto de forma pausada, sus zapatos puntiagudos resonando con el suelo de la acera.
Aquella vez, a diferencia del día anterior, Minseok no corrió directo a la guardería. Avanzó lentamente, revisando una y otra vez sus palabras, asegurándose de no olvidar ninguna.
Cuando divisó a su pequeña, sentada en el mismo lugar del día anterior, no pudo centrar su atención en ella por mucho tiempo. Cuando quiso darse cuenta sus ojos ya estaban posados en la delgada figura que se sentaba a su lado. La respiración se le atragantó en sólo pensar en el nombre de aquel muchacho; Jongdae. Por alguna razón no había podido olvidarse de su nombre, incluso cuando su hija solo lo había nombrado una vez, este permaneció en su cabeza durante todo el día.
Se acercó y, como el día anterior, su pequeña corrió a sus brazos. Esta vez el mayor no la alzó, solo se colocó de cuclillas para poder estar a su altura y abrazarla. Después su mirada se desvió otra vez al chico, pudo observar cómo este sonreía abiertamente, aunque su característica sonrisa se desvaneció al notar la mirada del pelinegro. Antes de que el castaño pudiera levantarse, Minseok se separó de su pequeña, volviendo a alzarse y haciendo una rápida reverencia.
—Estoy muy arrepentido de mis acciones, por favor, discúlpame —dijo rápidamente sin pensar en que quizá no se entendían muy bien sus palabras. Ignoró la mirada confusa del muchacho y prosiguió hablando—: Lo siento, ayer me preocupé porque nunca le había visto y no sabía cuáles eran sus intenciones con mi hija. Youngmi me contó todo ayer, siento haber actuado tan instintivamente sin preguntar.
La confusión del rostro del castaño no tardó en desaparecer y cerró la boca —la cual había estado abierta durante todo el discurso— para formar una adorable sonrisa con sus finos labios. Se levantó y Minseok pudo comprobar que su altura era igual a la suya, después imitó las acciones del pelinegro e hizo una reverencia.
—Por favor, no te sientas culpable. —El hecho de que el chico hubiera usado "tú" en vez de "usted" le delató, revelando así que era mucho más joven que Minseok y que aún era un novato en cuánto a posiciones de respeto se refería. A Minseok no le importó—. Yo también hubiera actuado así si hubiera encontrado a mi... hija, con un hombre desconocido.
Hizo una pausa y añadió:
—Mi nombre es Kim Jongdae, soy el profesor tutor de Youngmi.
—Kim Minseok, no sé si hace falta que diga que soy su padre.
Jongdae dejó escapar una leve y tímida carcajada y el pelinegro no pudo evitar pensar en lo suave que había sonado aquella risa. Aquel pensamiento se esfumó cuando sintió como su hija separaba su pequeña mano de la suya y corrió a abrazar la pierna del profesor.
—¡Youngmi! —gritó el adulto inmediatamente, avergonzado del entusiasmo de su pequeña.
La niña no hizo caso y escondió su rostro en la tela gris de los pantalones ajustados del joven. Minseok pensó en separarla del chico pero este se le adelantó y posó su mano en los cabellos de la niña, acariciando con cuidado su cabecita. El pelinegro aprovechó aquel momento para admirar la figura del joven. Aquel día llevaba una camisa gris y blanca perfectamente planchada, la parte superior de la camisa era del mismo tono grisáceo que el de sus pantalones, aunque estaba acababa cortado en un triángulo, haciendo que el resto de la camisa fuera blanca. Sus deportivas informales del día anterior habían sido sustituidas por unos zapatos negros y simples. El único detalle informal que Jongdae había conservado en su atuendo fue su peinado; su pelo castaño acaramelado se revolvía en mechones desordenados. El peinado dejaba ver en cierta medida su frente, solo siendo esta tapada por algunos mechones rebeldes. Una corriente de envidia le recorrió la columna a Minseok, pensando en lo bien que le quedaba a aquel chico ese peinado, cómo lo hacia ver tan formal e informal al mismo tiempo.
Después de analizar el atuendo del profesor, el pelinegro llevó a la conclusión de que independientemente de la edad que tuviera el muchacho, este sabía vestir.
—Venga Youngmi, ve con tu padre, ya es hora de irse a casa —dijo Jongdae con su voz calmante al mismo tiempo que separaba un poco a la pequeña y tomaba su mochila, entregándosela a Minseok—. Y no te olvides de hacer lo deberes, ¿sí?
La pequeña asintió y volvió al lado de su padre, agarrando de nuevo la mano de este.
—Muchas gracias —dijo Minseok volviendo a hacer una reverencia a modo de gratitud.
Jongdae sonrió y recogió su mochila, tomando el camino contrario a Minseok y su hija.
—¡Nos vemos mañana! —dijo Jongdae. Minseok nunca supo si aquellas palabras iban dirigidas a él o a su hija.
~❀~
Y así pasaron los días. Cada día, cuando Minseok por fin llegaba, ahí estaban Jongdae y Youngmi sentados en el banco que había delante de de la guardería. El adulto no pasó por alto el hecho de que la guardería cerraba sus puertas a las cuatro y cuarto, haciendo que el profesor y su hija tuvieran que esperar fuera. Tampoco tardó en darse cuenta de que, cuando llegaba, tan solo quedaban ellos dos. Pensó que en algún momento también aparecería algún otro niño cuyos padres también tardasen en recogerlos, pero aquello nunca ocurrió. La guardería era una pequeña, así que el número de niños no superaba los cien, aún así a Minseok le avergonzaba ser el único padre que no recogía a su niña a tiempo.
Pensaba a menudo en el hecho de que Jongdae se quedase siempre con su hija. Si fueran más niños, al menos tres, no se sentiría tan culpable, ¡pero era solo su hija! Por su puesto el pelinegro llegó a pensar en que sí aquel muchacho tenía segundas intenciones o simplemente era un alma altruista que adoraba a los niños y que no le importaba esperar media hora con una niña.
Por si acaso, un día Minseok se metió en la página web de la guardería y buscó toda la información posible del personal, queriéndose asegurarse de que sí que había un Kim Jongdae en aquella guardería.
No tardó en encontrarlo. Kim Jongdae, clase primero B. Al lado de su nombre se encontraba una foto de rostro, además de su dirección de correo electrónico y su número de teléfono. El pelinegro guardó aquel número entre sus contactos. “Por si acaso”, se dijo a sí mismo.
A pesar de que Minseok siempre intentaba llegar lo antes posible —el sentimiento de culpabilidad lo perseguía a todas horas— nunca conseguía llegar antes de las cuatro y media, encontrándose siempre con Youngmi y Jongdae sentados en aquel banco. Algunos días los encontraba jugando a las palmitas, en otras ocasiones Jongdae ayudaba a su hija con los deberes y en otras tantas se encontró a su hija jugando a juegos en el móvil del mayor.
Minseok se sentía un aprovechado. Él no era así, tenía que poner fin a aquella situación.
Fue a finales de octubre cuando Minseok tomó aquella decisión. En vez de agradecerle, tener una pequeña conversación con el joven —siempre banales y superficiales, sobre el tiempo o los avances de Youngmi en la escuela— y recoger sus cosas e irse, Minseok se sentó al lado del chico en el banco.
—No sabes lo agradecido que estoy por todo lo que estás haciendo —empezó a hablar. Su voz era débil, como si no fuera capaz de hablar más alto—. Tampoco sabes lo avergonzado que me siento en torno a esta situación. ¿Cómo es qué siempre llego tarde? Me siento tan mal.
Escuchó aquella suave risa y miró algo extrañado al joven, aquello que había dicho no era tan gracioso. Aunque no le dio gran importancia, gracias a las pequeñas conversaciones que a veces tenían, el hombre de negocios había descubierto que era muy fácil hacer reír al muchacho.
—No le des tantas vueltas al asunto, me gusta pasar tiempo con Youngmi.
—Aún así —respondió Minseok—. Me siento un aprovechado, no deberías de estar haciendo esto —añadió, aun avergonzado de toda aquella situación—. Estoy... Estoy intentando buscar a alguien que pueda recogerla a tiempo. Esta semana enviaré a alguien, lo prometo.
Escuchó un pequeño sonido de sorpresa, por un momento pensó que provenía del propio Jongdae, mas cuando notó a su hija removerse en su regazo supo que ella había sido la causante.
—¡No! —chilló esta, sorprendiendo a ambos—. No quiero que mandes a nadie, yo quiero a Jongdae, me quiero quedar con Jongdae.
Minseok siseó abochornado por el humillante comportamiento de su hija. En vez de enfadarse, respiró profundamente y volvió a hablar, esta vez con un tono mucho más bajo y calmado:
—Cariño, entiéndelo, Jongdae no puede quedarse todas las tardes esperando contigo. Estoy seguro de que tiene muchas otras cosas que hacer. Enviaré a alguien, quizá a la abuela, ¿vale?
El rostro de Youngmi se volvió rojo y sus ojos se llenaron de lágrimas. Minseok sólo pudo susurrar un "no..." antes de que su hija hiciese aquel gran puchero.
Sin embargo, antes de que su hija tuviera tiempo de empezar con una escena, el adulto notó una cálida mano posarse en su hombro.
—Minseok —dijo el castaño—, a mí... a mí no me importa. De verdad, es sólo media hora, no es nada. No te preocupes por eso, en serio, no me importa quedarme con Youngmi. No tienes por qué enviar a nadie.
La niña asintió sonriente ante las palabras del joven, poniéndose de su lado. Empezó a mover sus brazos a modo de victoria y Jongdae no tuvo más remedio que entregarle su móvil para que se entretuviera y que él y Minseok pudieran tener una conversación. El pelinegro no pudo evitar suspirar derrotado, no sabía qué decir.
—Simplemente no se siente bien —murmuró tras unos segundos de silencio—. Te tengo atado a esta situación, siento como si te estuviera obligando a hacer esto.
—No me siento obligado.
—Soy el padre más irresponsable del mundo —dijo esta vez Minseok. No intentó responder a las palabras de Jongdae con aquello, más bien lo dijo para él mismo. Se sentía como el peor padre del mundo. Cerró los ojos e intento calmarse.
—Hey. —La voz de Jongdae sonó mucho más suave (si es que era posible), tranquilizando a Minseok—. No eres un padre irresponsable, ni siquiera pienses en eso. Estar solo a cargo de una niña es muy difícil y no te culpo por algo tan tonto como lo es no llegar a tiempo a recogerla de la guardería.
Minseok no pasó por alto el hecho de que Jongdae supiera que no tenía a nadie más con quién cuidar de Youngmi.
—¿Cómo... Cómo sabes qué soy padre soltero? —cuestionó extrañado y algo abrumado.
Jongdae abrió la boca y sus orejas se tiñieron de un leve rosa.
—T-todos los profesores tenemos una ficha con toda la información de los padres, por si hay alguna emergencia, ya sabes. No pude evitar fijarme en que sólo diste tus datos, lo siento, soy un cotilla.
Minseok dejó escapar una risotada, acabando con toda la tensión que aquella conversación había acumulado desde su comienzo. No obstante, después de aquello se volvió a encontrar otra vez sin palabras, no sabiendo qué decir.
—No eres irresponsable, solamente necesitas una pequeña ayuda, y yo estoy dispuesto a ayudarte. No quiero nada a cambio, únicamente quiero ayudar a un padre y a su hija.
Minseok no pudo evitar sonreír de forma amplia al oír aquellas dulces palabras, enseñándole a Jongdae su característica sonrisa.
—¿Trato? —susurró Jongdae acercando su mano al mayor.
—Trato —respondió este, estrechando su mano con una sonrisa.
ヽ(*・ω・)ノ
¡Holis! ¿Os ha gustado el capítulo? Espero que sí, yo estoy bastante satisfecha con él.
¡Jongdae y Minseok por fin se conocieron! A saber qué sale de ese trato ¬u¬
¡Gracias por leer! Hasta la próxima.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top