XX

🌙 Pisadas en la Luna 🌙

          Las puertas se abrieron deprisa. Una mujer sobre una camilla se retorcía de dolor, perseguida por tres personas más, además de los enfermeros que abrían el paso y la empujaban. Se encontraba en los momentos cruciales antes del parto, y para una mujer de su edad, era algo de riesgo.

          —Necesito que se queden aquí fuera —dijo una doctora, deteniendo a los acompañantes.

          —Pero... ¡Doctora!

          — ¿Es usted el marido?

          El hombre se quedó callado. No. No era su marido. Nunca llegaron a casarse, ni a tener una relación oficial, pero sí eran algo. Y sí se querían. Y sí, era el padre del bebé que venía en camino.

          —Sí, es su marido —dijo el chico joven que lo acompañaba.

          —Vale, señor, debe esperar aquí un momento hasta que estabilicemos a su mujer. Después podrá entrar.

          —Doctora, ella me necesita ahora...

          —Lo que su mujer necesita ahora es tranquilidad. No se preocupe, señor, el parto no empezará sin usted.

          La doctora se marchó rápida hacia la habitación que habían preparado. Realmente, estaba sufriendo, debía ser muy doloroso. El hombre se echó las manos a la cabeza y empezó a andar en círculos.

          —Mulder, por favor, tranquilízate —pidió la joven pelirroja.

          — ¡Sí, me estás poniendo de los nervios! —añadió el joven.

          —Perdonad, chicos...

          La chica, Einstein, lo miró con tranquilidad.

          —Todo va a salir bien.

          Mulder se sentó a su lado y suspiró. Pero siguió moviendo frenéticamente la pierna. Era un movimiento que ponía nervioso a todo aquel que no lo sufría, pero por una vez, lo dejaron pasar.

          —Vamos a llamarla Sam. Como mi hermana —contó, tratando de relajarse.

          —Entonces, ¿será una niña? —preguntó Einstein con emoción.

          —Sí. Mi niña.

          —Me alegro, Mulder —añadió el joven agente Miller.

          El teléfono de Einstein sonó en su bolsillo, sobresaltándolos. La chica se disculpó un momento y se separó de ellos para poder contestar. Salió al pasillo aún con el teléfono sonando y una vez estuvo a solas, descolgó:

          —Agente Einstein.

          —Hola, agente, soy la doctora de Stone, de Casper, Wyoming.

          —Ah, sí. ¿Qué puedo hacer por usted, doctora Stone?

          —En realidad... Más bien soy yo quien va a ayudarla, agente. Me dijo que si pasaba algo raro, que la llamara, ¿recuerda? Pues ha pasado. Y eso no es todo...

           — ¿Qué ha pasado?

           —Creo que he encontrado a los chicos que anda buscando.

          La agente Einstein sintió algo fuerte dentro. Después de varias semanas sin noticias, por fin tenían algo, una pista fresca, muy posiblemente. 

          — ¿Los ha visto?

          —Eh... Pues, ¡sí! Los vi merodeando la escena del crimen. 

          —Un momento, ¿qué escena del crimen?

          —Agente Einstein, creo que debería venir aquí... 

          Liz miró por los cristales de la puerta a la sala de espera. Una doctora se había acercado a Mulder y Miller, estuvo hablando con ellos unos segundos, para que Mulder y ella se marcharan juntos por un pasillo. Miller miró hacia donde la joven federal se encontraba, pero no se movió.

          — ¿Agente?

          —Está bien. Estaré allí cuanto antes. Mientras, no le quite los ojos de encima a esa chica, ¿entendido?

           — ¿Y qué hay del chico?

           —Con ese tenga cuidado. Es... Algo extraño y difícil de explicar.

          —Entendido. Nos vemos.

           Liz colgó el teléfono y respiró hondo. No podían perder la pista de Maison y el chico raro que la acompañaba. Pero sabiendo de lo que era capaz... Bueno, no, en realidad no tenía ni idea. Solo recordaba a ese tal Jack, criado con los Winchester, asesinos, y sus ojos, tiñéndose de dorado y brillando, literalmente brillando, para después apagarse y desaparecer por arte de magia de la calle. Las cosas sobrenaturales existían. Habían visto el cuerpo de Maison, muerta en un callejón al que los llevó un chico misterioso. Un minuto después, ninguno de los dos estaba allí, habían desaparecido. Aún tenían la esperanza de encontrar a Maison con vida, al menos ella.

          —Liz, ¿qué pasa? —La chica se sobresaltó al escuchar la voz de Miller a su lado— ¡Tranquila! ¿Estás bien?

          —Miller... —suspiró—Sí, sí. Estoy bien. Tenemos que irnos a Casper.

          — ¿A Casper? Pero si venimos de allí—replicó el joven, pero su compañera ya había empezado a caminar hacia la puerta de salida.

          —Lo sé, ¡vamos!

          Los dos salieron del hospital y subieron al coche con prisa. Miller no terminaba de entender qué estaban haciendo, pero no reprochó más. Einstein le dijo que mandara un mensaje a Mulder y Scully, disculpándose y diciéndoles a dónde se dirigían.

          — ¿Se puede saber qué bicho te ha picado?

          — ¿Recuerdas el cadáver que apareció allí? Al final sí que era algo más que un asesinato. Hay un nuevo cadáver, y la forense con la que trabajamos ha visto a dos adolescentes que encajan con la descripción de Maison y ese otro, Jack.

           — ¿Perdona? ¿Es que seguimos buscando a esos dos después de lo que pasó?

           Liz le miró confusa.

           — ¿Y a qué creías tú que estábamos haciendo?

           — ¡Seguir a los Winchester!

           —Bueno, en parte, sí, también los buscamos a ellos. Por eso, si encontramos a Maison y Jack, los encontraremos a ellos, ¿no te parece?

           —Lo que me parece es que estamos dando palos de ciego. ¡Tú también lo viste! Maison estaba muerta, y dudo mucho que haya revivido.

            Liz volvió a mirarle, esta vez, más que confusa, lo miró incrédula.

            — ¿En serio me estás diciendo esto? ¿Tú?

            —Es complicado. Yo... Ya no sé qué pensar. Hasta ahora, siempre he creído en todas estas cosas, pero nunca las había visto tan claras... Dos hermanos que por más veces que los maten, siguen volviendo. Una chica que parece haber heredado lo que sea que esa familia tenga. Y ahora un chico que puede teletransportarse...—se llevó las manos a la cabeza.

          Einstein miró de reojo a Miller con pesadumbre. Sí que era extraño que él, que creía en todas esas cosas, se viera superado por la situación. Aunque, la verdad es que no había por dónde cogerlo. Cuando se topaban con un Expediente X, Miller sabía antes de salir de la oficina a qué clase de ser se estaban enfrentando. Pero ahora, nada de lo que pensaba tenía sentido. Y aún no sabían que la cosa iba a ir a peor...

§

          Un llanto sonaba a lo lejos. Era el llanto de un recién nacido. Scully estaba tumbada, intentaba incorporarse y abrir los ojos, pero por alguna razón era incapaz de moverse. Los ojos, en cambio, podía abrirlos solo un poquito, lo bastante como para saber que estaba en una habitación, en una casa y que estaba sola. Fuera estaba pasando algo. Ella se sacudía asustada, preocupada. No quería que tocaran a su bebé. Pero, ¿por qué? No sabía de qué se trataba eso, por una parte, parecía totalmente un sueño, pero sus sentimientos eran reales. El temor de perder a alguien estaba ahí, vivo.

          Alguien abrió la puerta de golpe y ella se sobresaltó. Negó con la cabeza, intentó moverse, levantarse de la cama y coger a su bebé, pero estaba pegada al colchón, su cuerpo no respondía, parecía estar muerto...

          —No... No... Mi bebé —balbuceaba —No... No. ¡William! —exclamó.

          Se despertó en ese instante, incorporándose de golpe y siendo frenada por una mano que se posó en su vientre.

          —Scully —era la voz de Mulder. La mujer se giró a mirarlo. Estaba ahí, a su lado, en una habitación de hospital. Sí. Había sido un sueño...

          —Mulder... ¿Qué ha pasado...?

          —Has tenido una pesadilla, pero ya está. Tranquila —susurraba, sentándose al borde de la cama.

          — ¿Y dónde...? —iba a preguntar dónde estaban, pero entonces lo recordó. Estaba embarazada, se había puesto de parto, y no fue un parto fácil —Mulder... El bebé. ¿Dónde...? ¿Cómo está? —preguntaba ansiosa, desquiciada.

          —Scully, Scully —Mulder la agarraba por los hombros y la tumbó de nuevo, con suavidad —. Está bien. La han llevado a la incubadora, pero me han dicho que hoy mismo la traerán aquí.

          Ella sonrió.

          — ¿Está bien?

          —Sí, Scully. Nuestra hija está perfectamente —respondió él, con un cosquilleo en el estómago.

           Scully respiró profundamente aliviada. Miró al vacío pensando en el sueño que acababa de tener. Recordaba ese momento perfectamente, como si fuera ayer. Fue la noche que dio a luz a William, su pequeño milagro. Se podía decir que lo había superado, en cierto modo; había llegado a aceptar que William, por mucho que lo quisiera, nunca fue su hijo. Fue un experimento, y él no tenía culpa alguna, pero tras mucho dolor, quiso olvidar. Samantha sería su auténtico milagro, su hija—suya y de Mulder. Puede que eso fuera lo que más la emocionaba de todo. Al fin y al cabo, cuando descubrieron que William no era hijo de Fox, se sintió horriblemente mal, por él y por ella misma. Pero Samantha era indudablemente su hija y eso la llenaba de alegría: por fin podría formar una familia con el hombre que amaba.

           — ¿En qué soñabas?—preguntó Mulder.

           —Con el nacimiento de William...

            Mulder asintió. Scully sintió como su cuerpo entero se hundía en un suspiro profundo. Ella se incorporó en la camilla, colocando la almohada para apoyarse en ella. Agarró entonces su mano con suavidad.

            — ¿Y esa cara? Acabas de ser padre, Mulder, deberías estar eufórico—asomó una sonrisa dulce en su rostro.

            —Estoy muy feliz, Scully—Él puso su mano sobre la de la mujer e hicieron contacto visual, sin titubeos, sin incomodidad—. En serio.

             — ¿Y dónde está el pero?

             — ¿Piensas que William...? ¿Crees que está muerto de verdad?—Scully arrugó el ceño confusa.

           —Mulder, tú mismo lo viste morir. ¡Tú lo dijiste! ¿Recuerdas?

           —Sí, pero, ¿y si no fue más que otra ilusión de las suyas?

           —Su cuerpo no apareció, Mulder.

           — ¡Exacto! Scully. Cuando él vivía, tenías sueños raros a todas horas, y siempre él era el centro de atención. Acabas de soñar con su nacimiento, ¿no crees que intenta decirte algo?

           —Mulder, si he soñado con su nacimiento, es porque acabamos de pasar página. Ese episodio de nuestras vidas ha quedado atrás. Samantha es ahora mi mayor preocupación.

           Mulder sonrió y asintió. No tenía sentido pensar en cosas del pasado, pensar en William. Aunque no fuera hijo suyo al final, siempre lo sintió como tal, y siempre lo extrañaría, siempre lo querría de vuelta. Pero Scully tenía razón; ahora lo que importaba era Samantha, su pequeño milagro. Y por lo tanto, todo lo demás, carecía de sentido en su vida, la cual, ahora eran Samanta y Scully.

           — ¿Sabes? Creo que tienes razón... Ya nada más me importa, solo vosotras —reconoció acariciando el rostro de la mujer —. Y pienso dedicaros cada hora, minuto y segundo del día —Scully frunció el ceño, algo confusa, pero sonriente.

          — ¿Y eso qué significa?

          —Que ya está. Todo termina antes o después, ¿no? Pues yo he terminado. Es hora de pasar página. De Will, el Fumador, los alienígenas, los Expedientes X... —Ahora el rostro de Scully se tornó sorprendido —Lo dejo.

          —Mulder, éstas... ¿Hablando en serio?

          — ¡Totalmente! Además, esos dos chicos nuevos, sabrán mantenerlos con vida, los misterios raros y sobrenaturales estarán bien en sus manos.

          Scully lo miró realmente estupefacta. Los Expedientes X y los alienígenas habían sido la vida entera de Mulder, además de la insaciable búsqueda de la verdad y de su hermana, aunque este último punto ya lo había superado. Pero, ¿dejar el trabajo de su vida? Aquel suponía un gran paso para él, para ella, incluso, pero en verdad, el paso no era de uno solo, era un paso que daba por su familia, así que, el gran paso lo estaban dando juntos. Ella también amaba su trabajo, y el tiempo que estuvo fuera de combate trabajando en un hospital con otros objetivos, aunque fue igual importante para ella, siempre extrañó corretear por ahí tras Mulder, haciéndole ver que la fantasía en la que creía, no era tan cierta, y sorprendiéndose a sí misma, viendo un vampiro, un monstruo de ojos amarillos, una nave espacial flotando sobre ellos... Habían tenido una vida apasionante, pero es posible que esa vida no les hubiera dejado del todo llegar a donde estaban ahora. Siempre habían sentido algo el uno por el otro, se palpaba en el ambiente desde bien pronto, y ahí estaban, con una hija en común, y un beso en los labios que quería despertarse.

           —Mi amor... —susurró.

           Y echándose el uno sobre el otro, se dieron ese beso que ambos querían. Sin embargo, una inoportuna llamada de teléfono les obligo a separarse. Aunque por un segundo, sin despegar los labios el uno del otro, se murmuraron, que lo dejaran pasar, ambos parecían estar de acuerdo, pero Mulder miró de reojo y vio que se trataba de Miller, así que, muy a su pesar lo cogió.

           —No sé si se puede ser más inoportuno que tú... —comentó nada más descolgar — ¿Qué pasa?

           —Nada bueno. Maison está viva.

           Mulder miró de pronto hacia Scully, con desconcierto, contagiándoselo a ella. Mulder se separó el teléfono de la oreja para ponerlo en manos libres sobre la cama.

           —Repite eso de que Maison está viva. Su cuerpo estaba ahí...

           —Sí y desapareció al instante —contestó con cierta ironía —. La cuestión es que han aparecido unos cuerpos, destrozados y apuñalados, y la forense vio a Maison y a otro chico merodeando por la escena del crimen. Hemos actuado deprisa y hemos preguntado a toda la gente que estuvo allí y hemos dado con un rastro fresco...

             — ¿La habéis encontrado? —preguntó Scully impaciente.

             —Sí, más o menos. Va de camino a Yellowstone. Tenemos también el modelo y matrícula de la camioneta en la que viaja así que, aunque no la cojamos ahora, ya no se nos escapa.

             —Entendido, id saliendo, en cuanto nos den el alta, saldremos hacia allí —mandó Scully con autoridad —. Informadnos de cualquier cosa.

             —Allí nos vemos. —colgó el teléfono.

            —Me pregunto por qué lo hace. ¿De qué estará huyendo y por qué no ha pedido ayuda? —añadió, un poco, pensando en voz alta —Todo este misterio es muy extraño... Estoy deseando saber de qué va toda esta historia de Maison Birthwistle, o Winchester, quien demonios sea...

             Mulder la miró con un poco de miedo y respeto.

             — ¿Un último caso? —le preguntó ella.

             —A por ella. Pero, una cosa... A veces me asustas. Solo a veces...

Holaaa a todos. Hace unos días que llegamos a los 10K y aún estoy flipando. Solo quería decir, además de gracias por esa cifra, que he subido un apartado que se llama MAISON SERIES, donde los lectores de BELIEVE comparten teorías, encontraréis facts, descripciones y curiosidades de personajes y los futuros crossovers...

Y, aunque ya lo he repetido cien mil veces (sorry). BELIEVE está nominada en los Strange Awards y si votarais por ella me haríais un favor enorme. Recuerdo a quienes ya lo saben que son máximo 5 votos al día, y pueden ser en la misma historia, aunque la verdad, está difícil, porque compiten conmigo historias realmente buenas...

Y por último, sé que he prometido tener dos capítulos antes del viernes, pero con los exámenes y tal, solo he podido acabar este, pero tranquilos que el siguiente está casi acabado y espero subirlo este fin de semana (y vuelve Maison!!).

CAMBIO Y CORTO.

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