Aquella Felicidad
Es gracioso como durante toda nuestra vida no apreciamos lo que tenemos o lo que vivimos, hay momentos malos. La vida de nadie es perfecta, incluso para aquellos que dice que los que tienen dinero son felices, es mentir, todos tienen algo que los detiene de ser completamente feliz.
Entonces por qué estaba allí, sentado en una camilla de hospital, él había sido feliz con lo que había tenido, incluso cuando perdió a la persona que más amó, sufrió y aún así lo aceptó, pero ahora estaba allí y había recibido una mala noticia, se sentía triste y quería aceptar lo que le habían dicho pero, no podía, no quería aceptarlo.
Con 60 años era más que claro que no estaba del todo bien pero, él no sé sentía mal, es verdad olvidaba ciertas cosas, como el lugar donde dejaba las llaves u otras cosas pero, incluso los jóvenes de hoy en día lo hacían, era una persona sumamente distraída, no había algo malo en ello o eso pensó hasta que, no supo cómo volver a su casa de la cafetería que solía frecuentar y por ello fue llevado al hospital.
— Alzheimer — la voz del doctor hizo un eco horrible en su cabeza, tenía esa enfermedad, olvidaría a todos los que amaba, olvidaría cada recuerdo de su vida, moriría sin poder recordar nada de su vida.
— ¿Hay alguna forma de curarlo? — la voz de su pequeña Lisa, su nieta de 23 años, sonaba triste y la entendía él mismo se sentía triste, pero, qué caso tenía sentir tristeza, pronto no sabría lo qué era aquello.
— Lo siento. Pero Jimin tiene en etapa 4, es riesgosa, lo que significa que no hay que se pueda hacer, los próximos 4 ù 8 años podrían ser… los últimos — terminó de decir el doctor, las lágrimas que derramó Lisa ese día eran dolorosas, Jimin quiso abrazarla y decirle que todo iría bien pero, no sé sentía lo suficientemente fuerte para ello.
Pero, había tenido una buena vida, se había enamorado y tenido hijos, los cuales le habían dado nietos preciosos, si bien no eran de su sangre los amaba como nunca, no quería olvidarlos. No quería irse sin poder recordar absolutamente nada, nada de sí mismo o de la felicidad que había tenido y de lo duro que había sido aceptar cada cosa en su vida.
Su esposo, Agust, había fallecido solo hace 3 años, tenía cáncer, había sido un terrible dolor y en ese momento sólo quiso morir pero, había salido de eso, lo recordaba y le dolía que lo olvidaría.
Justo en ese momento pensó en el color azul, ese también sería olvidado de su mente. Una vez Agust le dijo que el azul era el símbolo de la distancia y el olvido, ahora mismo se sentía en azul, estaba perdido.
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