Veintinueve
La señora Jungnan entro al hospital con una radiante sonrisa. Todo le estaba saliendo según lo planeado y muy pronto se libraría por completo del problema. Se sentía tan ansiosa por que ese día llegara y no había ni un solo rastro de arrepentimiento en su ser, o bueno, si lo había. Se sentía arrepentida de no haber actuado antes, de esa forma tanto ella como su familia se habrían ahorrado tantos malos ratos. De hecho, justo ese mañana había decidido en apresurar las cosas, lamentablemente las gotas que estaba usado no las pudo encontrar en ninguna farmacia.
Pensó en comprar unas gotas contenían una fórmula parecida. Aunque parecía una buena opción, decidió no comprarlas, era necesario utilizar las mismas gotas que había utilizado en su hijo cuando era un niño. Ya tenía comprobada su eficiencia. Las buscaría al día siguiente.
Se detuvo justo enfrente de la puerta de la habitación de Eun-ji, mentalizándose de que tendría que ser buena con ella por unos minutos más. Solo tenía que entrar, saludar, preguntarle como se sentía, para después llevar a su hijo a casa para que ambos descansarán, ya que esa noche le tocaba a su esposo cuidar a Eun-ji. Pero eso le costaba mucho esfuerzo.
No le gustaba fingir ser buena ni tener que hacer cosas por ella, además de que le salía pésimo, asta su esposo se había dado cuenta de ello y se atrevió a pedirle que dejara de esforzarse porque solo quedaba en ridículo. Sin embargo, necesitaba mantener esa fachada, debía hacerles creer a su hijo y esposo que, aunque fuera un desastre, se esforzaba para acercarse a Eun-ji. De esa forma, nadie sospecharía de ella cuando la chica por fin muriera.
—Hola, chicos. Perdón, por tardar tanto, estuve toda la tarde buscando las gotas de farmacia en farmacia, pero…
Eun-ji y Jungkook pararon abruptamente su conversación. Ninguno de los dos miro a la mujer que acababa de entrar, más bien sus miradas permanecieron conectadas y la chica tomo la mano de su medio hermano con tanta fuerza como le fue posible. A ella le pareció extraño que el rostro de ambos jóvenes estuvieran contraídos de miedo. Segundos después su giro su cabeza para observarla, su respiración era agitada, y su mandíbula se encontraba tensa, mirando a su madre con una molestia que no pensaba contener.
—¿Pasa algo? ¿Acaso Eun-ji empeoro? —trato de parecer preocupada.
Igual que las veces anteriores se había escuchado tan falsa. Su sorpresa y desconcierto fue tan grande cuando escucho una risa cargada de ironía de parte su hijo.
—Madre, eres tan mala actriz tratando de fingir que ella te preocupa.
—Jungkook, no —le susurro Eun-ji. Intento usar más fuerza para tratar de calmar a Jungkook.
A él le había afectado mucho lo que su madre hizo cuando él era un niño y lo que le estaba haciendo a Eun-ji. Se había sentido tan triste y de alguna forma traicionado, pero ahora todo lo que quedaba en su pecho era un profundo enojo que su media hermana sabía que si no calmaba terminarían en una situación más complicada.
—¿Fingir? —Ella rio tratando de parecer calmada ante esa acusación—. ¿Pero de qué estás hablando? Mi preocupación por ella es genuina.
—¡No mientas! —Eun-ji e incluso su madre soltaron un respingo por la sorpresa de su grito—. No sigas con esa farsa porque ya sé toda la verdad.
La menor no le soltó la mano y volvió a rogarle en voz baja que se calmara. Mientras tanto, la señora frente a ellos no dejaba de verlos confundida por las palabras de su hijo, pero por dentro la inquietud se apoderaba poco a poco de su ser. De nuevo actuó desentendida ante las palabras de su hijo, el cual no lo soporto más y jalando de su brazo para que Eun-ji lo soltara, se puso de pie para comenzar un fuerte reclamo hacia la mujer que le había dado la vida y la misma que intento quitársela.
—¿Segura que no sabes? Pues yo te refresco la memoria. —Jungkook saco del bolsillo de sus jeans las gotas. Se acercó a su madre y se las mostró muy cercas de su rostro—. ¿Recuerdas estas gotas? ¿Las que le das a Eun-ji para que mejore de su misteriosa enfermedad? ¿Adivina qué? ¡Que estas cosas son las causantes de que ella esté tan grave de salud!
Le grito aventando el gotero a los pies de su madre. La señora retrocedió sorprendida, sus ojos y boca permanecían abiertos por haber sido descubierto el verdadero propósito del medicamento.
—Y además, son las mismas que usaste conmigo —su voz se quebró—. Son las mismas jodidas gotas que me diste para matarme.
—Claro que no —balbuceo tratando de mantener la calma—. Estás diciendo tonterías ¿Cómo puedes creer que yo aria algo como eso?
—Tienes razón, nunca pensé capaz a mi madre de actuar de esa forma. No tienes idea de como me duele, saber que tienes el corazón hecho una mierda como para ser capaz de querer lastimar a Eun-ji.
—Jungkook, cállate, no sigas —le pidió su media hermana con voz débil.
La mirada de la señora Jungnan estaba cambiando con cada palabra de su hijo, se notaba lo mucho que le dolía escucharlo. Sin embargo, eso cambiaria muy pronto. Eun-ji sabia que ese tipo de discusiones alteraban tanto el estado de ánimo de la mujer, que una vez alcanzado cierto límite, ella se volvería una persona violenta que no controlaba sus acciones.
—¡Y sobre todo, lo mucho que me hiere saber que también me envenenabas!
—No, las cosas no son así… —Ella también estaba llorando—. Yo a ti nunca quise hacerte daño, nunca intente matarte. Lo que hice fue para que tu padre no nos dejara.
Jungkook maldijo por lo bajo y un fuerte sollozo escapo de sus labios. Por eso lo había hecho, enveneno a su hijo para que su padre tuviera una razón para no abandonarlos. Si su hijo estaba grave, él debía quedarse para atenderlo, o si no sería considerado como un maldito desgraciado.
—Y sobre ella. —La mujer la miro y mando todo al demonio.
La observo con todo el desprecio que su mirada podía expresar, Ya no le importaba revelar su plan que había estado maquinando por días. Su hijo ya conocía la verdad.
—Ella merece esto porque nos está arruinando. De alguna forma tenía que hacerla desaparecer antes de que por su culpa toda nuestra familia se desmorone. No podía quedarme cruzada de brazos mientras ella me roba toda mi felicidad.
—En eso estás muy equivocada porque ella no merece nada de esto. —La señora lo observo sorprendida—. Ella no tiene la culpa de que mi padre te haya sido infiel, no tiene la culpa de que tú y yo tengamos una vida tan amargada y por supuesto que no merece ninguno de los malditos castigo que le impusiste.
La señora estaba tan dolida, de todas las personas que podía esperar que lo traicionaran su hijo era la última en la que pensaría. Él había estado para ella, consolándola y escuchándola siempre que su padre la dejaba para irse con su amante. Recordándole que él siempre la apoyaría y no la dejaría como su padre hacía. Y ahora estaba actuando igual que él. Le estaba dando la espalda por culpa de Eun-ji.
—¡Maldita bastarda!
Jungkook fue empujado con tanta fuerza que termino cayendo al suelo. Fue un acto que lo tomo por sorpresa. Ahora su madre se dirigía a Eun-ji con mucha furia, culpándola de haber puesto a Jungkook en su contra. La chica, a pesar de sentirse débil, intento alejarse para evitar lo que fuera que aquella mujer planeaba hacer. No logro hacer mucho, pues entre su mal estado y lo pequeña que era la habitación lo único que hizo fue terminar arrinconada en una esquina.
Jungkook sé puso de pie y corrió para alejar a su madre de Eun-ji. En ese momento ella tenía sus manos en el cuello de la chica, gritándole y maldiciéndole de mil formas distintas. La pobre se asustó mucho, más cuando empezó a sentir demasiada presión en su cuello. La desesperación la invadía cuando el aire comenzó a faltarle, intento agitarse y rasguñar los brazos de la señora para poder liberarse. De nuevo su condición no le permitía hacer mucho.
—¡Tú eres la mala!, ¡tú eres la que deberías ser señalada, no yo!
La señora ejerció más fuerza en su agarre, encajando sus uñas en la piel de la chica. Parecía decidida a cumplir con su palabra porque el aire era cada vez más difícil de obtener y comenzaba a marearse.
—¡Detente!
Jungkook tomo los brazos de su madre, e intento que la soltera. Era una tarea difícil, jamás se imaginó que fuera poseedora de tanta fuerza. Se alejó para esta vez tomar a la mujer de la cintura y jalar hacia atrás, lejos de su media hermana. Esta vez lo logró, pero ella siguió pataleando y gritando como si fuera una niña haciendo rabietas.
—¡Suéltame!
—¡Trata de calmarte! Solo empeorarás las cosas.
Su madre se estaba moviendo mucho y ejerciendo mucha fuerza en sus movimientos para poder soltarse. Jungkook sentía que en cualquier momento ella se le soltaría y volvería a atacar a Eun-ji, así que le volvió a pedir calma. Le repitió que su actitud le traería más problemas y que terminaría rompiendo lo poco que quedaba de su familia.
—¿Ya estás contenta, maldita? Ahora mi hijo me odia por tu culpa. Mereces morir, ¡mereces morir!
La mujer hizo un movimiento brusco para poder librarse del agarre de su hijo, y cuando lo logro se dio la vuelta para golpearlo justo en la nariz.
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