Once
Dos semanas habían pasado y Hoseok ya no había vuelto a encontrarse con la chica que amaba el color azul. En todo ese tiempo no había dejado de sentirse preocupado por ella, por como discutieron y también por el asunto de los rasguños en su mejilla y esas marcas en su cuello. Era obvio que algo malo le estaba pasando, pero él tampoco debió insistir de aquella forma. Si sus sospechas eran ciertas, debió entender que ella sentía miedo de hablar por miedo a posibles represalias, o quizás sus pocos encuentros aún no le daban la confianza necesaria para hablar.
Pero, ¿quién se atrevería a hacerle daño a una chica tan linda como ella? Le parecía estúpido que alguien quisiera dañarla. Era en exceso adorable, y al menos él se sentía muy cómodo con su tímida compañía.
Y en otros temas, Hoseok por fin había conseguido empleo. Sí, por fin, lo había logrado. Solo que debía caminar a una parada diferente y tomar otro autobús. El trayecto era más corto, así que la puntualidad no fue un problema. Lo que sí le molestaba eran los clientes que llegaban a la cafetería y las malas condiciones de esta.
La máquina para preparar el café ya era demasiado vieja y se demoraba mucho en preparar las bebidas calientes, el azulejo del piso estaba roto y había tropezado varias veces debido a eso; algunas tazas estaban despostilladas y en fin, era un caos. Pero al menos la paga era buena y le permitía seguir estudiando. Eso ya era suficiente para que Hoseok se quedara a trabajar en ese lugar.
Por fin, Hoseok había llegado a su destino. Ya que ese era su día libre, quería aprovechar la tarde para estudiar y adelantar trabajos. Después iría a casa, se prepararía alguna de las sopas instantáneas que tenía guardadas en la alacena y vería televisión.
Entro saludando a la señora de mediana edad que trabajaba en la biblioteca, la señora Choi y muy buena amiga de Hoseok. En varias ocasiones le ayudo cuando olvidaba regresar algunos libros o incluso llegó a cerrar un poco más tarde la biblioteca porque él todavía no terminaba sus tareas. Una señora realmente agradable.
Después de una pequeña conversación con ella, se dirijo hacia una de tantas repisas para buscar el libro que necesitaba. Se detuvo enfrente y analizo cada uno de los lomos de los libros.
—Ya casi, ya casi —esos susurros llamaron su atención—. Solo un poquito más.
Giro su mirada y pudo ver como una chica muy bajita intentaba alcanzar un libro que estaba muy en lo alto. Se estiraba y daba pequeños saltos para intentar alcanzarlo. Después de varios intentos fallidos, se detuvo a analizar mejor su situación y planificar como alcanzarlo. Su rostro reflejaba concentración pura. Ahí fue cuando Hoseok logró reconocer a la amante del color azul, que como ya era costumbre, su suéter de lana era de este color junto con una blusa blanca y falda del mismo color.
Por un momento la mirada del chico se quedó quieta en las largas y delgadas piernas de la chica, no pudo evitar distraerse con eso. Sus cejas se fruncieron ante tal pensamiento y sacudió la cabeza.
Ahora ella estaba intentando subir con la punta de los pies sobre el mueble. Hoseok negó. Era una muy mala idea y por eso se acercó a la chica y se colocó tras ella, quien aún no se percataba de la presencia de Hoseok. Se estiró un poco más asta que por fin alcanzó su cometido, pero la chica resbaló.
Hoseok alcanzó a detenerla antes de que cayera de espaldas contra el suelo. El chico terminó abrazando por la espalda a la amante del color azul, la mantenía levantada un poco del suelo.
—¿No te han dicho antes que eres muy torpe? —le hablo Hoseok, levantándola un poco más para que su boca quedara cercas del oído de Eun-ji.
Ella movió inquieta su cabeza tratando de encontrar una forma de poder verle el rostro.
—¿Hoseok?
—¿Sabes? Comienzo a sospechar que quizás sí sea tu ángel guardián. Aun así, ten más cuidado para la próxima. No siempre voy a llegar a tiempo para salvarte.
Ella bajo su mirada avergonzada, pero no parecía estarlo por la cercanía de Hoseok. Incluso parecía estar algo triste.
—¿Sucede algo?
—¿P-por qué hablas conmigo? —la pregunta tomo por sorpresa a Hoseok—. Creí que estabas molesto por… la discusión y que ya no querías verme. Como ya no te he visto en el autobús.
Suspiro. Ella estaba preocupada por perder la extraña amistad que habían formado cuando en realidad había algo mucho más grave a lo que debía ponerle atención.
—No voy a mentirte. Sí, me molesto mucho que actuaras de esa forma —hablaba muy suave—. Pero me sentí más dolido porque no me tienes confianza.
—Lo siento. No era mi intención hacerte sentir de esa manera y mucho menos molestarte. —Por fin levantó la mirada para verlo—. Es que no quería involucrarte en mis problemas.
—Tú discúlpame a mí, no debí insistir tanto. Solo logré ponerte mal en lugar de ayudar.
—No te preocupes, lo entiendo. Cuando me pongo terca soy muy molestas. —Eun-ji hizo una extraña mueca que hizo reír a Hoseok.
Estaban muy cercas, aún no la había soltado. Si Hoseok se inclinaba un poco más, sus narices podrían tocarse. Esa cercanía le permitió apreciar el rostro de la chica. A pesar de su apariencia adorable, sus facciones también eran muy finas, aquellos horribles rasguños de su mejilla casi desaparecían al igual que las marcas de su cuello. Su piel estaba ligeramente bronceada y por encima de su ceja derecha había un detalle que antes no había notado. Lunares. Había dos lunares apenas perceptibles para la vista. Por alguna razón ese detalle le atrapó.
—¿Hoseok?
La chica ladeó la cabeza como un cachorro curioso. Adorable.
—Lindos lunares —dijo rompiendo el silencio y mirándola con una sonrisa.
Eun-ji no tardó en avergonzarse y a moverse para que Hoseok la soltará. Una vez abajo, ella intentó hacer lo posible para esconder su rostro.
—Y… ¿Q-que haces aquí? —pregunto cambiando el tema.
El suspiro, quería seguir hablando sobre lo sucedido y que se aclararan sus dudas, pero otra vez el tema sería evadido. Así que él también hizo lo mismo, quizás y si había sido un accidente y por eso ahora se veía feliz y tranquila. Solo por ese día lo dejaría pasar, pero si volvía a ver algo extraño comenzaría a insistir asta que le dijera lo que pasaba.
—Vine para adelantar algunos trabajos de la universidad ¿Y tú?
—Vine a tratar de resolver algunas dudas sobre matemáticas. Es mi materia favorita, pero últimamente me está yendo muy mal.
—¿Enserió?
—Sí, pero es que tengo tantas cosas en la cabeza que me es imposible concentrarme y…
—No ¿Las matemáticas son tu materia favorita?
—Sí, ¿por qué te sorprende?
—¿Cómo que por qué? Son la peor materia del mundo. Un fastidio y a mi parecer algo innecesario. —La chica lo miraba sin poderse creer lo que estaba escuchando—. ¿Para qué diablos necesito saber calcular distancias o la masa de objetos?
Ese era un buen punto y la chica lo acepto. Pero aun así no dudo en darle muy buenas razones de como las matemáticas podían resultarle útiles, incluso las que él pensaría que no servían de nada. Hoseok no se quedó atrás, refutó cada uno de los argumentos que dio Eun-ji. Y así fue como ambos terminaron teniendo un debate un poco intenso sobre matemáticas.
La señora Choi al escuchar el alboroto de los dos jóvenes tuvo que ir a pedirles que guardarán silencio. No sin antes mirar con una sonrisa y cierta ternura a los dos chicos. Para ella, los dos jóvenes podían formar una muy bonita pareja.
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