Cuarenta
Había dejado de llorar, pero aún tenía un horrible y oscuro sentimiento en su pecho. Respirar incluso era complicado y apenas soportaba estar en su propia piel. Volvió a levantar el brazo e hizo el intento por llamar a la puerta de su hermana, se arrepintió casi al instante.
Los padres de Jungkook le hicieron mucho daño y él estaba tan avergonzado por ese hecho que no tenía el valor para mostrarle la cara a Eun-ji. Cargaba una culpa que no era suya, se sentía en gran parte responsable de todo lo que le había sucedido a su hermana y eso le impedía entrar en la habitación de su hermana.
—Oh, hola, ¿se te ofrece algo?
La puerta se abrió de repente, un chico mayo que él estaba por salir. Jungkook frunció las cejas y se preguntó si acaso se había equivocado de habitación. Se asomó un poco y entonces la vio, no se había equivocado. Su hermana estaba más sana, con su piel menos pálida y ya no estaba tan delgada, había recuperado algo de los kilos que perdió gracias a la intoxicación. Se sintió aliviado de verla casi por completo sana.
Eun-ji levantó la mirada al notar que Hoseok no salía de la habitación y sus ojos se conectaron con los de Jungkook. El rostro de la joven se iluminó con una alegría que el chico no creyó que fuera por él. Sin embargo, les permitió a las comisuras de sus labios levantarse un poco, porque estaba contento de ver a su hermana con mejor salud y más feliz.
—¡Jungkook! —grito Eun-ji con júbilo.
Se quitó las mantas e intento ponerse de pie. Aquellos cuatro días para Eun-ji pasaron con una desesperante lentitud. La policía le daba noticias sobre la búsqueda de su hermano de vez en vez, sin ningún resultado asta el momento. Cada que los policías salían de su cuarto rompía en llanto. Cada día que no recibía noticias de Jungkook el vacío se hacía más y más grande. Rogaba que él estuviera bien, aún conservaba la esperanza de que esa mujer no le hiciera daño y sus ruegos habían sido escuchados.
Estaba tan feliz de verlo bien, tan alegre que se olvidó de lo débil que se encontraba y quiso ponerse de pie y abrazarlo. Hoseok y Jungkook corrieron para evitarlo. Hoseok le reprendió diciendo que debía tener más cuidado, pero no lo escucho. Solo rodeo a Jungkook con sus brazos y se aferró a él cuál koala.
Al principio Jungkook se sintió incómodo, no estaba acostumbrado a ese tipo de muestras de afecto tan efusivas. Además de que nunca había tenido ese tipo de acercamientos con ella, ni de ese tipo ni de ningún otro. Su relación apenas comenzaba a estrecharse.
—Me alegra verte bien, estaba tan asustada. Llegué a creer que te iba a perder —hablo con algunas lágrimas callendo por sus mejillas.
Se alejó de él para examinarlo rápidamente, tenía varias marcas en los brazos y también en su rostro. La mirada de Eun-ji se contrajo por la tristeza, reconocía perfectamente la mirada en el rostro de Jungkook. Era la de un chico roto que recién había sido liberado del infierno, un lugar en el que ella apenas había escapado con vida.
—Esto no es nada —dijo rápidamente—. Estoy bien, no tienes por qué preocuparte por mí.
—Te equivocas, tengo mucho por lo que preocuparme. Mira nada más todo lo que te hizo.
Esa declaración lo sorprendió bastante ¿Después de todo lo que le pasó por su culpa y la de sus padres, ella de verdad se sentía de esa forma? Su madre la golpeó, su padre intento matarla y él la había tratado como todo menos como su hermana. No se sentía merecedor de su preocupación, tampoco de su abrazo que aún no correspondía.
—¿D-de verdad? ¿Acaso no me odias?
Esas preguntas salieron de su boca de forma automática y confundieron a su hermana.
—Por supuesto que no —le ofendió que Jungkook pensara de esa forma—. Estaba muy preocupada por ti, temía que ella cumpliera con su palabra y…
Un gemido de tristeza fue toda la respuesta que recibido Eun-ji. Lo siguiente que sintió fue como Jungkook la abrazaba y la apretaba con mucha fuerza, era un poco complicado respirar, pero no se quejó.
—Lo siento —su voz era delgada debido al llanto—. Lamento mucho todo lo que mi familia y yo te hemos hecho. No merecías lo que mi madre te hizo y tampoco lo de mi padre.
Eun-ji estaba sorprendida. Creía que los policías se iban a quedar callados y no le contarían nada al respecto. Ella hubiera preferido guardarse el secreto, al menos asta que se recuperará de lo que tuvo que vivir encerrado con aquella mujer. No debía ser fácil para Jungkook enterarse de lo que su padre estuvo a punto de hacer, si para ella era difícil para él debía ser el doble de complicado.
—No tengo nada que perdonarte, tú no me has hecho nada. —Reconforto mientras acariciaba su espalda.
—Claro que he hecho mucho. Eun-ji, te traté muy mal desde que llegaste a casa. Te dije cosas horribles y desquite todo mi enojo con la persona que menos lo merecía.
—¿Y eso qué? Ya no importa. —Eun-ji intento sonreír a pesar del llanto, quería demostrarle que no le guardaba rencor—. Todo eso quedó en el pasado. No voy a decirte que no me lastimaste porque estaría mintiendo, pero todo está olvidado.
Jungkook subió una de sus manos y acaricio la cabeza de Eun-ji.
—Eres tan buena que no te merezco. Aun después de todo estás dispuesta a perdonar.
Eso era porque Jungkook era el único además de Hoseok que de verdad la quería. Además de que Jungkook parecía realmente arrepentido y dispuesto a estrechar su vínculo de hermanos.
—Ya te dije que no tengo nada que perdonarte. Ahora lo que importa es que estamos bien, con heridas que aún no sanan, pero qué juntos podremos superar. Ya lo verás hermano, estaremos bien.
—¿Hermano? —esa palabra lo hizo llorar con más intensidad.
Eun-ji se sintió culpable al verlo en ese estado. Quizás no debió decirle así.
—Lo siento, es que… creí que…
—Está bien hermana, me gusta como suena eso.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos. Seguían llorando, pero ya no eran lágrimas de tristeza, ambos estaban felices y conmovidos asta el alma por el vínculo de hermandad que se estaba volviendo mucho más fuerte con el pasar del tiempo.
Quizás Jungkook había perdido a sus padres, pero ahora tenía una hermana muy fuerte y buena.
Volvieron a abrazarse por un largo rato. Había muchas cosas que ambos querían decir, sobre todo querían desahogarse y liberarse un poco de los sentimientos que tenían hacia las dos personas que los lastimaron. Pero ninguno dijo nada, estaban en un momento de calma que no querían arruinar conversando de temas tristes.
Permanecieron en silencio por un largo rato, uno muy cómodo en el que la presencia del otro fue suficiente para reconfortar al contrario.
—Se fue —susurro para sí misma Eun-ji—. Creo que lo incomodamos.
Sé concentraron tanto en el reencuentro que se olvidaron por completo del otro chico. Jungkook logró escuchar lo que su hermana dijo y aprovecho para preguntar de quién se trataba.
—Ese chico se llama Hoseok, lo conocí hace meses en el autobús. Es un buen... —hizo una pausa qué a Jungkook le pareció muy larga y sospechosa—. Amigo mío. Me ha ayudado bastante y estos días él me ha cuidado.
Jungkook frunció las cejas, nunca imagino que su hermana pudiera tener un amigo por lo extremadamente tímida qué demostraba ser. Aunque ya entendía por qué Eun-ji era más abierta y habladora con las personas. Ese cambio se debía a ese chico.
Eun-ji le contó más cosas sobre Hoseok, todo con un brillo bastante peculiar en sus ojos. Jungkook entrecerró los suyos sospechando que quizás ellos dos eran algo más que amigos.
—Es muy buena persona, como un rayito de sol. Gracias a él es que no me he deprimido tanto con lo que paso hace días. Estoy segura de que te agradará.
Jungkook permaneció callado. Parecía perdido en sus pensamientos. Eun-ji tuvo que tocar su hombro para llamar su atención.
—¿Pasa algo?
—No es nada, es que… —El joven se rascaba la nuca, evidenciando su desconfianza —. ¿Debería ponerme sobre protector?
Eso provocó que los ojos de Eun-ji se abrieran de par en par, solo para hacerla reír.
—Se nota que es un chico mayor que tú, y que hay mucha confianza entre ustedes —se explicó rápidamente—. ¿Quizás deba conversar con él?
Eun-ji no escuchó y parecía no tomar en serio las palabras de su hermano, ya que seguía riéndose.
—Deja de reír, es en serio. Eres mi hermana y debo cuidarte, ¿no?
—Lo sé, pero él es de completa confianza, no tienes por qué hacerle preguntas ni nada por el estilo. No hay de qué preocuparse.
—Pero… Y… ¿Y qué tal que en realidad no es quien aparenta ser? No, definitivamente debo hablar con él, no te dejaré estar con él si veo que no es adecuado para ti.
Habían iniciado el día cargados de tristeza, y ahora ambos estaban riendo de los intentos de Jungkook por ser un buen hermano. Para ambos era incluso emocionante el tratarse como verdaderos hermanos.
Sin duda las cosas estaban mejorando para ambos.
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