☪ Capítulo 26: Aquel próximo lugar ☪



Morir.

Jimin, antes del último año, jamás pensó en la muerte con profundidad. "Es solo algo que pasará cuando sea un anciano" creía. Pero cuando la vio de cerca al perder a sus padres —dos personas que estaban lejos de llamarse ancianos—, entendió que nunca estuvo preparado para afrontar algo tan doloroso.

Y por la misma razón, tampoco lo estuvo para enterarse de su propia muerte.

Su rostro, tan pálido como la nieve, encontró importancia en la insignificante nada, mientras su mente revoloteaba en la idea de morir. Siempre fue una persona saludable, nada más que gripas anuales y algún que otro golpe o rasguño, sin embargo, ahora contemplaba el hecho de que algo en él no quería que siguiese respirando.

¿A caso algo de lo que Taehyung decía tenía sentido? ¿Una reencarnación? ¿Alma de omega?

Jannie puso su mano en el hombro de Jimin cuando pareció que se derrumbaría en el suelo—. ¿Estas bien?

—Jimin —la voz gruesa de Taehyung hizo que su cuerpo temblara, precipitándose hacia adelanta, con suerte se daría un buen golpe en la cabeza y a la mañana siguiente pensaría que todo fue un sueño, pero el alfa lo atrapó, arrodillándose para sostenerlo sobre sus muslos—. Ey, estoy aquí —arrulló—. No dejare que nada te pase.

—Y-yo... voy a morir.

—No, no, eso no sucederá, iremos con los Eun-ui y ellos te ayudaran.

Jannie hizo un sonido bajo con su garganta para llamar la atención del menor y entonces comentó—. Tal vez deberías de decirles quienes son, yo tampoco confiaría mi vida a extraños.

En el estado catatónico en el que se encontraba Jimin, no podía hablarle de forma brusca y si decía información de más terminaría haciéndole un nido en la cabeza.

Jimin, concentrado en la marca intrincada en su muñeca, no notó cuando Jannie abandonó la habitación unos minutos para regresar con una caja cuadrada de madera. Taehyung entonces lo acomodó en el sofá, tomando asiento junto a él y manteniendo pegado a su pecho, buscando que la cercanía lo reconfortara.

—Aunque todo esto me sigue pareciendo inverosímil, hay algo que es real —colocó la caja sobre sus piernas mientras acercaba una vela a la chimenea, encendiendo la pequeña llama y abriendo el objeto de madera con la mano libre.

Las cuatro paredes de esta cayeron a los lados, dejando libre un pequeño circulo en donde posicionó la vela, volviendo a cerrar la caja cuando estuvo bien puesta.

—Observa —le pidió Taehyung.

—Por el tiempo que has estado aquí, supongo que sabrás lo que hay que saber de nosotros los licántropos, pero hemos decidido esconder algo de forma deliberada —comenzó Jannie, girando la caja sobre su eje para que proyectara una luz hacia el techo bajo de la cabaña; era un lobo y un humano bajo lo que Jimin entendió era la luna.

《 De nuestros inicios se ha ocultado mucho, nacimos bajo la luz de la diosa luna. Lobos que fueron transformados en humanos para cuidar de los bosques, con la suficiente inteligencia para llevar a cabo tan misión. De entre ellos siempre hubo una tribu especial; los Eun-ui, licántropos bañados por el poder de la luna que conferían poderes especiales, curar, proteger y crear —la caja volvió a girar y entonces se mostró una mano sujetando otra con una marca de garra en el dorso—. Entonces los salvajes llegaron; los llamaron betas. No podía convertirse en lobos, ni percibir la esencia de los licántropos, tampoco tenían sentidos desarrollados y contaban con una extraña cultura destructiva. Al principio los licántropos y los betas convivieron pacíficamente, separando sus territorios para que no hubiese discordia, pero era inevitable que algunos comenzaran a mezclarse. Licántropos dando a luz a betas y betas haciendo nacer a licántropos, fue un desastre que los Eun-ui tuvieron que reparar 》

En otro giro la imagen cambió, mostrando a una persona con oreja de lobo en medio de un humano y un lobo.

—Ellos eran tan especiales, que podían volver totalmente un humano a un licántropo y viceversa —narró Taehyung esta vez—. Así que eso hicieron, colocando una nueva leí y era que un lobo no podía estar con un beta.

—Entonces... ¿Por qué ya no hacen parte de ustedes?

—Oh, lo siguen siendo, para ya no están entre nosotros —respondió Jannie, volviendo a cambiar a la última imagen, en donde 3 lobos de alejaban de una manada—. Cuando los betas conocieron las capacidades de los Eun-ui, se acercaron peligrosamente a los licántropos para encontrar alguna forma de tenerlo, debido a eso la relación entre ambos bandos comenzó a ser delicada y desagradable.

《 Entonces llegó algo que fue imperdonable para los licántropos; el asesinato. Los betas comenzaron a saquear y asesinar manadas completas, aprovechando que no poseían esencia, engañaban para después atacar, todo con tal de hacerse con los dones de los Eun-ui, por esa razón los grandes lideres decidieron relegar sus puestos a otros, ocultándose tanto de su gente como de los betas, evitando que su mente fuera corrompida y sus poderes usados para algo indebido. Solo fue cuestión de tiempo para que todas las manadas decidieran ocultarse por su cuenta también, creando un muro que dividiese a los betas de nosotros. 》

—¿Y que pasó con ellos? Los Eun-ui.

—Se ocultaron durante siglos, evitando el contacto fuera de su propia manada para salvaguardar sus dones —respondió Taehyung, acariciando su hombro con delicadeza.

Jimin miró su muñeca, el tatuaje seguía ahí, cabello blanco y negro pintado en su piel. Taehyung le había dicho que era una brújula que los ayudaría a llegar hasta los licántropos ancestrales, pero ¿Y si ni ellos tenían la forma de ayudarlo? No ¿Y si se negaban? Después de todo él era un beta, su mayor enemigo, quienes destruyeron el orden y la paz que tenían siglos antes.

¿Él ayudaría a un enemigo que solo ha buscado dañarlo por tanto tiempo? ¿Sería capaz de perdonar a Ong?

No, por supuesto que no sería indulgente.

No le dijo a Taehyung sus preocupaciones, era más que obvio que moriría tarde o temprano. De alguno forma luchaba contra si mismo y su conciencia, una parte de él queriendo culpar a su pareja por la mordida, pero ninguno hubiese esperado ese resultado. Era solo cuestión de tiempo antes de que algo así ocurriese.

Jannie les pidió descansar, era tarde y tanto Jimin como el alfa menor necesitaban recuperar fuerzas para continuar con su camino. Le susurró algo a Taehyung que el beta no pudo escuchar y se marchó, dejando el cubo de madera aún encendido en la pequeña mesa del salón.

—Tu corazón late muy rápido —le dijo el alfa, aun atrapándolo entre sus brazos.

—Se calmará —respondió, todavía perdido en su propia guerra interna.

—Lo siento tanto —susurró, con la frente apoyada en su hombro y la respiración acariciándole el cuello—. Lo lamento tanto, todo es mi culpa, si no te hubiera mordido-

—Taehyung —interrumpió, buscando las palabras para evitarle sufrimiento, pero no encontró nada—. Te amo —dijo entonces, apretando uno de los brazos del menor entre los suyos, entrelazando los dedos y besándolos.

Le sintió llorar, como las lágrimas se escurrían por su espalda, y dejó que lo hiciera, frotando su mejilla contra el alborotado cabello.

—Encontraré la forma de remediar esto —murmuró—. Lo prometo, y-yo... n-no puedo perderte, no a ti.

Puede que Jimin no fuera del todo pernicioso, tampoco una santa paloma, pero algo que haría una y otra vez, sería elegir a Taehyung, incluso si eso significaba librarlo de culpabilidad y perder la vida. Solo llevaban un par de meses de conocerse y menos de uno de estar juntos ¿Tan rápido lo consideraba el amor de su vida? Tal vez sí, porque solo con él la tempestad en su interior se aplacaba. Los huracanes del pasado se desvanecían y el sol volvía a brillar.

Era como un paraíso, estar junto a Taehyung; sentado en un campo, con la brisa acariciando su cara y el olor a tierra inundando sus fosas. Cada vez que lo veía sonreír o no hacerlo, caminar o no hacerlo, respirar, comer, hablar.

Taehyung era ese lugar seguro que siempre necesitó. Creyó tener uno al lado de su familia, pero cuando este se derrumbó también su felicidad, todo lo que le daba sentido a su existir. Cuando escapó pensó que morir era solo uno de los muchos caminos y no sabía porque no lo había escogido. No era por Hoseok; en el mejor de los casos él habría seguido adelante, conseguir su propia familia y vivir de forma tranquila. Tampoco era por sí mismo; había olvidado lo que se sentía tener realmente una razón para hacer las cosas.

Pero ahora tenía una y ese era su alfa; Taehyung.

No le importaba ser un beta, tampoco el hecho de no poder dar hijos, mucho menos de que en realidad perteneciese a otro alfa.

Sí la opción era Taehyung, entonces la escogería una y otra vez.

Se quedó mirando el rostro del menor cuando volvió a caer dormido contra el espaldar del sofá, solo con un pantalón holgado y la piel del pecho bañada por el tenue fuego de la chimenea. Pasó los dedos por la línea de su mandíbula, limpiando los rastros de lagrimas que habían quedado y besó la comisura de sus labios—. No importa si muero —susurró—. Sí estoy junto a ti, habrá valido la pena llegar hasta aquí. 

Terminó acurrucado contra él, sintiendo su corazón latir contra su sien, como una canción de cuna.

El nuevo día resultó prometedor a la mañana siguiente, mientras Taehyung guardaba toda sus ropas y alimentos, Jimin ponía la mesa y Jennie terminaba el desayuno. La tormenta se había detenido y el sol blanquecino iluminaba la cabaña a través de las ventanas abiertas, aunque el frio seguía siendo algo a lo que el beta no encontraría costumbre.

—No olvides esto —dijo Jannie, lanzándole un frasco de mermelada en el aire a su hermano—. Y esto también —esta vez, fueron dos hogazas de pan.

—¿No es demasiado? —preguntó Jimin—. Digo, no queremos dejarte a ti sin provisiones.

—Oh no te preocupes, beta, se apañármelas bien, además, la manada más cercana esta a muchas millas, si Tete no se queda dormido de nuevo podrán llegar en dos días.

El nombrado gruñó, algo que hizo reír a la alfa—. Y deja de decirme Tete, no tengo 9 años.

—¿Tete? Es un bonito apodo.

Taehyung pasó la atención de su hermana a Jimin, que vestía lo más abrigadamente posible—. ¿De verdad?

El rubio asintió, acercándose para revisar ambas mochilas.

—Puedes llamarse así cuando quieras.

Jannie se tapó la boca, pero aún así el alfa pudo escucharla reír—. No has cambiado nada, recuerdo que dejabas que mama te llamará así, pero a nosotros no —el menor pareció endurecerse ante sus palabras—. Supongo que ir a verlos no esta entre tus planes.

—¿Qué no es obvio?

—Tae-

—Basta, no hablaremos de eso.

Jimin fingió tener interés en el contenido de sus mochilas, percibía la incomodidad del mayor ante algo de lo que parecían entenderse él y su hermana, pero eso no le daba derecho a inmiscuirse, así que solo lo ignoró. La situación de Yugyeom y el rio le enseñaron a no andar de cotilla, si Taehyung quería decirle algo sobre su familia en el futuro, entonces lo aceptaría, por mientras no, sobre todo viéndolo tan disgustado.

—Jimin, creo que hay un par de botas extra en mi recamara ¿Podrías traérmelas? —pidió la mayor y tan pronto el rubio desapareció tras las escaleras fijo su atención en el alfa, cruzándose de brazos—. Debes de enfrentarlos, Taehyung, ellos-

—Noona, te respeto porque eres mi hermana mayor, pero ver a papa y mama no está a discusión.

—Sé que sigues enojado por lo que hicieron, pero eso fue hace años, creo que ya es momento de que se sienten a dialogar.

—Ellos no dialogaron conmigo cuando decidieron abandonarme.

—Ta-

—No —gruñó, cerrando bruscamente los cordeles de las mochilas y cargándoselas al hombro—. No necesito dialogar, mucho menos un sermón y tampoco los necesito a ellos. Ya no soy un cachorro y tengo mis propias preocupaciones, así que espero no toques este tema de nuevo y menos con Jimin presente.

La alfa se mordió el labio, caminó hasta él y lo abrazó sin preguntar, eran casi de la misma altura, ambos compartiendo casta—. Esta bien, lo siento, solo... —habló calmada—. Te quiero ¿Lo sabes? Y sé que ellos también.

Taehyung correspondió, disfrutando del olor a pino que desprendía su hermana.

Aún no estaba listo para enfrentar algo tan grande como lo eran sus padres.

Con el estomago lleno y las mochilas listas, ambos, beta y alfa, estuvieron listos para continuar su viaje mientras el sol aún estuviese en lo alto. 

—Muchas gracias, Jannie Noona —se despidió Jimin, dándole un rápido abrazo a la mujer.

—Eres mi cuñado ahora, es lo menos que podía hacer por ti y el cabeza hueca de mi hermano —Taehyung resopló en respuesta, el pelaje oscuro meciéndose cuando bajo del pórtico hacía la nieve blanca—. Griñón —comentó—. Ten buen viaje, Jimin, y cuídalo. Parece que por fin encontró el apoyo que necesitaba, no dejes que se pierda en si mismo.

—Sobre... —calló de inmediato—. Nada, solo, gracias por la ayuda.

—Sí regresan a salvo te enseñaré a usar la ballesta, eres uno de nosotros ahora.

Los ojos de Jimin se iluminaron. Uno de ellos, como había dicho Taehyung. Le regaló una brillante sonrisa antes de darle un rápido abrazo, sujetando bien el equipaje a su espalda para subirse al enorme lobo negro.

Las pisadas se escuchaban pesadas mientras se alejaban de la cabaña, el beta aún viendo la silueta de Jannie con los brazos alzados en una despedida silenciosa.

Tendrían un largo viaje y esperaba que todo saliese bien. Querían que saliese bien, por la vida de Jimin. Este ya estaba convencido de dejar que el tiempo decidiese su propio curso; vivir o morir. Pero algo tenía seguro y es que, si Taehyung no se rendía, entonces el tampoco lo haría. 



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