☪ Capítulo 25: Una parte familiar ☪
Escapar se había convertido en algo más que una opción, su modo de vida. Huir de las miradas penosas que le daban sus compañeros al tener que abandonar sus estudios. Como lo miraban sus vecinos cuando llegaba a altas horas, cansado y pálido, solo para salir a trabajar de nuevo a la media hora. Escapar de Ong, de sus matones, de los lobos...
¿Llegaría el momento en el que solo tuviese que preocuparse por cosas mundanas? Como que tan cargado ha quedado el café o cuando llegará la hora de la merienda. Algo que no le hiciese entrar en bucle de pánico que nunca lo abandonaba.
Había estado al borde de la muerte más veces de las que podría contar con las manos y estaba exhausto, solo quería que todo se detuviese. Pero estaba él, Taehyung, volviendo su mundo más de cabeza, teniendo sentido y a la vez no.
—Alfa va a cuidar de ti —su voz, la volvió a escuchar después de largas noche sin oírla.
—No sé de cual alfa me hablas.
—El nuestro.
Si no fuese un sueño, si tan solo fuese real y ella no le hablase tan encrucijadamente. Tal vez, solo tal vez, encontraría una forma de poner orden a su vida.
Ella pareció murmurar algo más, pero Jimin no le escuchó, no porque lo haya dicho demasiado bajo y realmente pudiese ignorarla en sueños, sino porque el ardor en su mejilla le hizo despertar. Agarró la muñeca de quien fuera que lo tocaba, respirando agitado y conmocionado por abandonar repentinamente el sueño.
—¿Te lastimé? —por un momento creyó que seguía dormido, porque su voz femenina se confundía con la de la omega desconocida de sus sueños, pero al verla detenidamente, se dio cuenta de que era real. Cabello corto y negro, cayendo rizado hasta los hombros, junto a sus ojos oscuros oculto tras pestañas largas y delicadas. No tuvo que pensar dos veces para reconocer la piel olivácea y las facciones familiares. Era la hermana de Taehyung, casi una copia de él.
Jimin negó a su pregunta y luego se sentó, permitiéndole seguir revisando la herida causada por la flecha, debido al frio y la adrenalina no sintió nada en el momento, incluso había dormido con la sangre secándose en su piel, que vergüenza—. Tu eres... ¿Jenny?
Ella lo miró con recelo, nada más que cejas estrechas y los labios aplastados—. Jannie —corrigió, sin quitarla desconfianza de su rostro—. ¿Y tú...?
—Jimin —dijo, sin más, ni siquiera preocupándose por decir su apellido, de todas formas, nadie lo conocía, daba igual.
—Lindo nombre —comentó mientras continuaba limpiando su herida con lo que pensó era lana de oveja.
—Gracias —respondió, quedándose tan quiero como puso, intentando no reaccionar al ardor en su mejilla—. Ah, lo siento —ella no pareció entender—. Por irrumpir en tu casa, yo también habría disparado de ser tú.
—Bueno —sonrió con cierta diversión—. No es como si recibiera visitas muy seguido, mucho menos de un beta y mi hermano inconsciente.
Por supuesto que era su hermana, eran muy, pero muy parecidos.
Ella bufo cuando Jimin giró a ver al enorme lobo negro que seguía dormido junto a la chimenea encendida, su lomo subiendo y bajando suavemente con su respiración y el pelaje oscuro siendo acariciando por el calor del fuego. No pudo evitar sonreír, extendiendo su mano para darle un rápido mimo a sus orejas.
—¿Él está bien?
—Sí, solo hambriento, deshidratado y exhausto —respondió—. Gastó todas sus energías muy rápido y debió de desmayarse después.
"Tiene sentido" pensó. No habían comido nada la noche del celo, mucho menos el día siguiente cuando Yoongi y Namjoon fueron a verlos, además intuía que Taehyung no pudo dormir en absoluto por su fiebre. No sabía exactamente que había ocurrido cuando estuvo inconsciente, pero si estaba consciente de que corrió por horas y sin descanso cuando se alejaron del rio.
—Sé repondrá rápido cuando despierte —le comunicó, terminando por revisar su mejilla, untando alguna crema verduzca que le hizo sisear de dolor—. Ya está.
Jimin se sentía inseguro de la situación, había mencionado que él era un beta, pero ¿Cómo lo sabía? Y no se refería a que no desprendiese las feromonas de un licántropo. La vio recoger las cosas con las que le curó, veía una caja de madera llena de vendajes de tela color crema, algunas pequeñas bolas más de lana, al igual que pequeños objetos de metal que supuso eran agujas, igual a las que usaba Jihyo para coser.
Y por supuesto, ella notó la atención en su mirada—. Si quieres preguntar algo hazlo ahora —arremetió, sonando un poco fría, pero Jimin no se sintió intimidado.
—Sabes que soy un beta —dijo, más como una afirmación que una pregunta.
—Por supuesto, Hyunjin me dijo sobre el peculiar beta que estaban protegiendo en Calliope cuando su caravana pasó cerca de aquí de regreso al norte hace una semana.
Jimin pensó que diría algo más, pero al no hacerlo fue él quien preguntó—. Entonces... ¿No me tienes miedo?
Yoongi le había contado, días atrás, que Namjoon nunca lo odió en realidad, solo tenía miedo de él, del prejuicio a los betas por todos los acontecimientos en el pasado.
—El miedo te vuelve estúpido, Jimin —dijo esa tarde de invierno—. Pero no está mal tener miedo, solo no debes dejarte dominar por él.
El pobre beta había tenido tantas ganas de llorar en ese momento, porque era una frase que su padre diría de estar vivo, siempre guiándolo por el camino correcto y hacerlo aprender de sus errores.
—¿Por qué crees que te disparé cuando entraste en mi territorio? —respondió como si fuese algo obvio—. Pude sentir el olor de Taehyung incluso con la nieve, pero no el tuyo, así que cuando te vi con él, arrastrándolo como un animal muerto, realmente me alteré —Jimin bajó la cabeza avergonzado, no era su culpa, pero seguía pensando en la penosa situación—. Pensé que le habías hecho algo —apuntó con el dedo de al alfa aún dormido.
Jimin puso un gesto ofendido, un poco más exagerado de como realmente se sintió—. Nunca sería capaz de lastimarlo.
—Ahora lo sé, incluso cuando pensaba romper tu cuello, seguiste pidiendo ayuda por él —sus labios rosas se curvaron en una pequeña sonrisa—. Calentaré un poco de avena para que comas, Tete tardará un rato más en despertar, siempre ha sido un perezoso —Jimin intentó no reírse ante eso.
—Muchas gracias —respondió antes de verla marchar.
Por alguna razón, todo lo que habían vivido estos últimos días seguía dando vueltas en su cabeza—. Parece que nunca dejaré de escapar —susurró para sí mismo.
Para cuando Taehyung por fin despertó, ya era pasada la media noche. Se levantó desorientado y alerta, viendo la chimenea encendida brindando calor y luz al salón vacío, notando la enorme manta sobre sus hombros desnudos y también sintiendo la alfombra rasposa bajo sus pies. Reconoció el lugar con solo echar un rápido vistazo, había venido de visitar un par de veces, aunque no recordaba cuanto hacía que no iba a ver a Jannie; su querida hermana mayor.
Estaba desnudo, hambriento y preocupado, habían logrado llegar, pero no recordaba cómo—. ¿Jimin? —murmuró, su voz rasposa y ahogada en un dolor de garganta incómodo.
No estaba en la habitación, así que el miedo se instalo profundo en él, como veneno recorriendo sus venas. Se alejó de la chimenea a paso rápido, sin importar que la manta quedase abandonada en el camino. la cabaña de su hermana no era muy grande, así que si estaba allí lo encontraría, pero ¿Y si no?
¿Y si Jimin no estaba allí? ¿Y si fue recogido de entre la tormenta por su hermana, pero no junto al beta? ¿Le había ocurrido algo? ¿Estaba herido?
Le había fallado, prometió protegerle y ante el menor síntoma de sobreesfuerzo se derrumbó dejándolo a la deriva. ¿Cómo podría perdonárselo?
—Jannie —balbuceo mientras recorría la primera planta, pero la desesperación aumentaba, igual que su adrenalina—. ¡Jannie! —gritó, luego un golpe seco, el chirriar de una puerta y luego pasos rápidos por el techo, terminando con su hermana en medio de la escalera, con solo un camisón hasta los muslos y el cabello igual de alborotado que el suyo.
—¡¿Qué te pasa, imbécil?! —disparó, con la nariz arrugada y el ceño estrecho.
Taehyung prácticamente saltó hacia ella, sin nada puesto, además de la vergüenza—. Escucha, tenemos que salir a por él —la tomó de los hombros, sacudiéndola para que solo se enfocara en sus suplicas—. Lo perdí en el bosque, él... —estaba tratando de no romperse en llanto—. No se que pasó, estaba bien, solo tenia que llegar aquí y sin embargo yo... y-yo no recuerdo...
—Taehyung...
—¡No! Tenemos que ir a buscarlo.
Ella nunca lo había visto de esa forma, desorientado, desesperado y exasperado. A sus ojos seguía siendo un cachorro en crecimiento, pero
Tae-
—¡No! No pidas que me calme, yo... Por la Diosa ¿Qué he hecho? Lo dejé a su suerte, cuando prometí protegerlo-
—¡Kim Taehyung! —Jannie estuvo a punto de golpearlo, hacerlo reaccionar, pero fue detenida por los pequeños pasos del rubio detrás de ella.
—¿Tae? —el nombrado alzó la vista, encontrándose con Jimin medio adormilado, con la melena rubia hecho un nido y un pijama que supuso era de su hermana.
Su corazón se detuvo al verlo. Estaba vivo.
Jannie tuvo que pegarse a la pared contraria de la escalera para que Taehyung no se la llevase por delante cuando saltó la esquina del pasamanos y cubrió a Jimin con su cuerpo, aferrándose a él y acorralándole entre los escalones. El beta solamente alcanzó a soltar un grito ahogado antes de que el alfa se ciñese sobre sobre su menudo cuerpo y lo sujetase de la cintura, aferrándolo a su pecho. Estaba casi hiperventilando, con el cuerpo cálido y la respiración agitada, incluso podía sentir el latir de su corazón a flor de piel.
Debió de estar muy asustado.
La lagrimas del alfa se escurrieron hasta mojar su hombro, su respiración poco a poco se calmaba, pero no lo soltó en ningún momento, ni cuando lo escuchó sollozar, ni cuando levantó las manos para acariciar su frondoso cabello. ¿Era correcto sentirse tan... cohibido?, nadie lo había abrazado de esa manera, tan dominante, pero al mismo tiempo vulnerable, porque Taehyung era una mezcla extraña de los dos, viéndole como si fuese solo una pequeña rama a punto de romperse y al mismo tiempo resoplando como si Jimin fuese un reto demasiado difícil.
El nombre de Ong golpeó su cabeza tan fuerte que sintió sus piernas tambalearse, ¿Alguna vez él veló tan fuerte por la seguridad de Jimin como lo hacía el alfa? No, en realidad no. Ong era una basura, la cosa mas miserable del mundo, pero no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde. Jimin pensó, que, si las cosas se hubiesen dado de formas diferentes, nunca habría cruzado el muro, ni habría conocido a los licántropos, mucho menos enamorarse de uno.
Y bajo esa nube oscura de pensamientos, el beta estalló en lágrimas entre los brazos fuertes de su pareja—. ¡Tonto! —arremetió, intentando de alguna forma hacer que sus pequeños puños le hicieran algo—. ¡Imbécil! ¡Tenía tanto miedo! —lloriqueó.
Taehyung no respondió, solo enterrando la cara en su cuello y besando con suavidad el final de su mandíbula. Jimin se deshizo en llanto mientras el alfa acariciaba su piel descubierta y abandonaba cortas caricias en su rostro acongojado.
Se estaba disculpando y Jimin lo supo, sin palabras; era algo muy del menor.
Jannie no quiso interrumpir, así que se apoyó en el espaldar de un mueble y espero a que los tortolos terminasen de revisarse entre sí. Sonreía un poco enternecida, después de todo, ella era del tipo lobo solitario. El alfa entre sus caricias se constató que la trenza guía siguiese en la muñeca de Jimin, pero cuando le toco, solo había piel, piel manchada de marrón y blanco.
—¿Tae?
La guía se había fundido bajo la piel blanquecina de Jimin, dejándole la trenza marcada en esta, como un tatuaje. Pero seguía allí y sabía que la forma de salvarle aún existía.
—Así que... ¿Ahora me explicaras que esta pasando? —la voz de Jannie sonó demasiado áspera contra el silencio nocturno y el crepitar de la poca leña en la chimenea.
Taehyung la miró de reojo y luego se enfocó en su pareja—. Tenemos que hablar.
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