☪ Capítulo 23: Un destino incierto ☪





Hyongseo fue demandante cuando se puso entre los recién llegados y su compañera, clavando una mirada llena de amenazas y gruñendo por lo bajo como una primera advertencia. No habían tenido que pasar por tanto para que sus vidas se vinieran abajo en ese momento. Huyendo de lo que condenaba a Jessi a una vida de miserable y ardua entrega, algo tan ancestral y absoluto que no podría ser irrevocable incluso si todos los líderes de manada alzaran su voz en negativa, porque no es algo a lo que tengan derecho.

—Espera —es Yoongi quien tuvo que calmar la tensión palpable en segundos.

—Creí... —la voz de Ahn salió casi quebrada, cargada de algo que nadie puede reconocer—. Creí que ya no existían —admitió, con una mano en la boca.

Jessi tomó la mano empuñada de Hyongseo, calmándola de cualquier intención peligrosa.

—¿Quién más viene hacia aquí? —preguntó con contundencia.

—Nadie —aseguró Namjoon—. Solo fui a por Ahn, nadie más sabe dónde estamos.

—Es solo cuestión para que alguno los olfatee hasta acá —después de todo, que dos miembros del consejo estén en la cabaña de aquellas brujas renegadas no es algo para tomar a la ligera, su relación con la manada es tan delgada como un cabello, solo pendiendo de la tranquilidad que les da el saber que no hacen nada más que vivir en paz. Ni siquiera cazan su comida, viviendo de frutas cercanas al rio y sus hierbas extrañas. Nadie de la manada se acerca a ellas, ni al revés,

Parece que ignorarse mutuamente es lo que los ha mantenido en paz.

—Date prisa.

Jessi asintió, actuando precipitadamente cuando usó lo primero con filo que encontró para cortar una de sus finas trenzas plateadas. Jimin aún se sentía en la inconsciencia, sin comprender donde estaban o que estaba ocurriendo, pero el dolor en su cuello se había marchado y se encontraba más tranquilo junto a Taehyung, quien no se apartaba de él, combinando la atención entre Jessi y la conversación baja que tienen los omegas.

—Escucha —le pidió al alfa menor, moviendo sus dedos ágilmente para convertir la trenza en un pequeño lazo alrededor de la muñeca de Jimin—. La marca es implacable, se ha roto la promesa que ha hecho su antecesor y eso le hará mucho daño. El aconitum ayudará a que la marca no avancé por su cuerpo cuando se active, pero es solo algo temporal, con el paso del tiempo el chico perderá fuerzas y ni siquiera el aconitum podrá ayudarlo.

>>Yo no puedo hacer más que esto —cuando la trenza fue atada a la muñeca de Jimin está poco a poco perdió su color, volviendo al castaño oscuro de su dueña, pero dejando un trozo plateado aun a la vista—. Es un guía —informó—. Yo ya no poseo ningún don ligado a mi casta, pero sé que el templo de los Eun-ui tendrán lo que él necesita, una manera de romper la marca.

—Ellos... —Taehyung sintió que la información volaba sobre su cabeza sin tomar sentido absoluto.

—Son los únicos que pueden ayudaros en este momento, nadie además de nosotras conoce la localización del templo, pero con esto podrán llegar hasta allí —señaló la trenza—. Cuídenlo bien, no permitas que se lo quite en ningún momento o terminará hecho cenizas.

—¿Cómo sabremos que hemos llegado al lugar correcto?

—Lo entenderán cuando estén allí, no puedo decir nada más.

Taehyung solo asiente, ordenando las indicaciones en su mente lo mejor posible, si llegaba a olvidar algo esto afectaria a Jimin y es lo que menos quiere.

—Gracias —murmuró—. En serio, gracias.

Una sonrisa es lo que recibe a cambio.

Ahn estaba estupefacta, todos esos años, cada libro, cada viaje buscando a la antigua tribu de Eun-ai y nunca supo que tenía a una delante de su nariz. Tantas respuestas a preguntas hechas siglos atrás y tanta información valiosa que puede obtener de ellos. Todo guardado en una simple pulsera.

—Son unas egoístas —arremetió, ante la atención completa de Hyongseo—. Todo ese conocimiento antiguo ¿Y para qué? Guardado para sí mismos en un lugar desconocido.

—Eso no es asunto suyo.

Yoongi dio una rápida mirada a Namjoon, ambos atentos a cualquier movimiento peligroso. Fue el líder quien silenciosamente apuntó a la puerta abierta con la cabeza y él sabía lo que iba a ocurrir, así que obedeció, escurriéndose por su lado y marchándose de la cabaña.

—Es una gran responsabilidad salvaguardar esos antiguos saberes y hay una buena razón por la que se ocultan del resto de manadas —contestó Jessi.

Algo en el semblante de Namjoon tras Ahn alertó no solo a las omegas sino también a Taehyung, quien había preferido permanecer alejado de la discusión, no era de su incumbencia y su único deber estaba con Jimin. Así que, estando lejos del radar de la omega, tomo a su pareja en brazos y retrocedió por la habitación, esquivando con lentitud algunos muebles en dirección a la puertecilla del muelle.

El beta, alejándose de la bruma mental, comenzaba a sentirse desorientado, agarrándose con fuerza y nerviosismo del cuello del alfa.

—Escucha —le susurró—. Cuando te diga, sujetaras mi pelo y hagas lo que hagas, no lo sueltes —indicó, solo obteniendo un casi imperceptible asentimiento

—¿Y cuál podría ser esa razón? —preguntó Ahn, con los hombros visiblemente tensos y la voz cargada de resentimiento.

—Negligencia.

Los ojos de la omega anciana brillaron de furia, razones internas para estar enojada la dominan. Ella ladró cuando su cuerpo rompió la ropa y se transformó, extendiendo las garras hacia ambas omegas. Pobre alma estúpida y ridícula, cegada de poder, buscando lo que nunca ha estado al alcance de sus manos. Pero su camino se vio interrumpido por Namjoon, quien sacó los dientes ante ella, evitando que llegase hasta las mujeres.

Taehyung gritó, logrando que Jimin obedeciera sus previas indicaciones, sujetándole el cabello de la nuca y sintiéndose en el aire cuando este lo soltó. La transformación ocurrió muy rápido, pelaje oscuro abriéndose paso entre la piel tostada y los grandes colmillos brillando amenazantes en su hocico.

—¡Fuera! —el ladrido de Namjoon no fue solamente para el menor, sino también para las omegas, quienes arrastraron consigo cualquier mueble mientras se convertian, abriéndose paso hasta la salida siguiendo a los menores.

—¿Qué está pasando? —Jimin solo se atrevió a preguntar cuando ya estaban fuera y sentía la nieve caer sobre el abrigo cubriendo sus hombros. Taehyung gruñó, pareció olvidar que no puede entenderle, así que el rubio optó por esperar a que todo se calme.

Cruzaron el rio por el muelle, casi chocando con la orilla por tener un peso extra sobre su cuerpo, pero no pasó lo mismo con Jessi y Hyongseo.

—¡Márchense! —les gritó el menor—. Tan lejos como puedan, hacia el oeste, ahí no las buscaran.

Hyongseo solo asintió y es Jessi quien ladró un agradecimiento. Jimin las vio perderse entre los árboles y la nieve blanquecina. Cuando despertó y prestó un poco de atención a su alrededor antes de que Taehyung lo sacase de la cabaña, había notado que una de las mujeres era la que semanas atrás le había lanzado agua al alfa, pero ¿Qué hacían allí? ¿Qué estaba ocurriendo?

Taehyung permaneció atento a la cabaña al otro lado y aunque el beta veía todo muy tranquilo, el alfa podía escuchar todo el desastre que ocasionaban ambos lobos dentro de esta. Los minutos pasaron lentos y tortuosos. Los labios del rubio castañeaban envuelto entre la sabana y el frondoso pelaje del lobo.

Él giró su cabeza un poco, aun con las orejas aun atentas y acaricia la mejilla de Jimin con su fría nariz—. Estoy bien, solo es el frio, esperaré todo lo que necesites —respondió al pequeño gesto.

Entonces algo ocurrió, robando por completo la atención de ambos; el fuego dominó las paredes de la cabaña y consumió el techo. Aquella casa ahora es un infierno ardiente, pero Taehyung no ve a nadie salir y eso lo desespera, comenzando a dar vueltas sobre la orilla, esperando algo que le de la seguridad que necesita.

Y como si fuese algún mensaje divino, logró divisar a Namjoon a un lado, alejándose velozmente de la cabaña en llamas y sacudiéndose el pelaje chamuscado con la nieve del suelo. Luego pudo ver a Yoongi, bajando por la colina con algo entre en el hocico. Frena junto a Namjoon y luego ambos saltaron desde el muelle hasta el otro lado le río.

—¿Qué pasó? —Taehyung fue contundente.

—Está muerta.

—Mierda —chilló Yoongi, soltando lo que tenía entre los dientes; un par de bolsos.

—Ha volcado el brasero para impedirme detenerla, pero si no lo hacía...

—Lo siento, sé que lo has hecho por nosotros.

El alfa líder asintió—. No habría ido a por ellas, sino por Jimin. Esa cosa en su muñeca es lo que necesitaba para conseguir lo que sea que buscaba.

Con tanto tiempo al lado de ellos, el beta hacia aprendido a diferenciar sus lobos, no solo por el color del pelo, sino también por su semblante, el imponente de Namjoon, el tranquilizador de Yoongi y el acechante de Taehyung. Por eso, cuando el omega se acercó, no tuvo el menor temor de abrazar su cabeza y sonreír ante las lamidas.

—¿Te encargaras de explicarle? —dijo Namjoon, concentrándose en el menor.

—Al menos merece saber por qué ya no vamos a regresar a casa.

—Esto se volverá un desastre, es mejor que ambos no estén aquí para cuando el resto del consejo se me eche al cuello.

Taehyung gruñó, no le echaría en cara que fue una mala idea acudir a Ahn, pero después de todos, ella era la más racional de todos los vejestorios en el pequeño consejo de manada, así que no se imaginaba que pudo haber pasado de ser otro el que estuvo en su lugar.

—Diles que fui yo.

Namjoon bufó sin realmente llegar a una risa—. ¿De que hablas?

—Diles que yo maté a Ahn e incendié la cabaña, que escape con Jimin y que Hyongseo y Jessi se marcharon sin dejar rastros. Sabes que no se molestaran en buscarlas y a mí tampoco.

—Taehyung, puedo decir que solo fue un accidente.

—No te creerán.

—No podrás regresar a casa, ni siquiera acercarte a las fronteras —soltó con pesar, quería evitar eso lo más posible—. Te clavaran los colmillos al cuello si te llegas a acercar.

—Pero puedes perder el liderazgo y es lo que menos querrá la manada.

—Tu solo cuida de él —habló, apuntando con el hocico al beta—. Ahora tienes un deber más importante —y Namjoon sabía, que de estar en el lugar de Taehyung, no dudaría un solo segundo y hacer lo que fuera por la seguridad y el bienestar de quien amaba.

El menor giró la cabeza, viendo que Yoongi en algún momento se había transformado y acariciaba el cabello de Jimin en medio del abrazo, susurrándole palabras de aliento y cariño, después de todo, probablemente no se volverían a ver en un largo tiempo. El rubio tenía tantas preguntas y comenzaba a ponerse más nervioso con cada palabra que le dedicaba su hyung.

—Tae te cuidará, por favor escúchale y no olvides que te quiero mucho —le escuchó decir y sabía, por su olor, que se estaba conteniendo estallar en llanto. Ambos se habían unido desde que el beta puso un pie en los terrenos de la manada y Jimin podía considerar a Yoongi incluso como un hermano mayor, algo que nunca tuvo.

Su lengua picaba por interrogarle, pero lo veía tan decidido a solo despedirse, que aceptó todos los buenos deseos y disfruto de tenerle cerca al menos una última vez.

—Empaqué lo más que pude, un poco de comida, algo abrigado y un par de prendas, no es mucho, pero los ayudará en el primer tramo —comunico al alfa menor, acariciando el pelaje negro de su cuello—. Por favor cuídense mucho.

—Te quiero, hyung —le soltó de repente entre suaves gorgojeos—. Estaremos bien, tu cuida de Nam, te va a necesitar ahora más que nunca.

La piel blanquecina del omega no ayudó cuando sus mejillas se tiñeron de un suave rosa, instándole a poner una pequeña sonrisa. Por supuesto que ambos se iban a necesitar el uno al otro. Todos iban a tener que apoyarse en sus compañeros más cercanos.

¿Qué Jimin seguía sin comprender la situación? Si ¿Sabía que era una despedida? Por supuesto ¿Tenía miedo? Era estúpido incluso preguntar cuando la respuesta estaba impresa en su cara.

¿Los iba a extrañar? Sí, porque nunca se había sentido tan en casa como con ellos.

Taehyung quiso decirle palabras finales antes de marcharse por fin, pero sus orejas se irguieron firme cuando capto un aullido, lejano, pero claro, luego otro y otro más. Jimin observó hacia donde sus ojos miraban, pero no había nada, así que supuso que escuchó algo que él no podía.

—Han visto el humo —dijo Yoongi.

—Y el olor —completó Namjoon gruñendo—. Váyanse ahora, en cualquier momento estarán aquí —ladró y Jimin estuvo a punto de caerse por los rápidos movimientos del lobo negro para agarrar los bolsos con el hocico y echar a correr.

El viento helado golpeó sus mejillas con fuerza. Quería mirar a donde se habían quedado Yoongi y Namjoon, pero solo pudo inclinarse en la espalda de Taehyung y ocultar el rostro entre el pelo.

Los últimos dos días pasaban por su mente como un recuerdo tortuoso de un cambio brusco.

Ahora, no había forma de regresar atrás. 



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