60.
Justo en el instante en que Jane abrió la puerta, empujada por Talía quien ya no soportaba estar encerrada en aquel pequeño auto Talía empezó a correr sin rumbo. Gracias al cielo era un gran terreno lejos de la vista de cualquier curioso ya que en un momento una niebla café envolvió completamente a Talía y cuando la niebla se disipó ya no estaba ella, aquel lobo gigante que todos habían visto antes, estaba ahí, mirándolos con unos ojos violetas y grandes.
El lobo dio varios pasos hacia atrás, pero chocó contra un fuerte muro de tierra que hace unos segundos no estaba ahí.
--Me imagino que esa debe ser la hermosa Talía. -un hombre de cabellos azulados y piercings en la cara se acercaba a ellos, llevaba la mano levantada, cuando notó que el lobo se detuvo bajó el brazo y la pared se derrumbó.
Otro hombre igual iba detrás, solo que este traía consigo un balde con gomitas de colores.
Nayan se acercó a ellos. Les preocupaba el gran lobo si, pero este, como si los entendiera, cosa que hacía por primera vez, se había sentado sobre sus dos patas traseras sin quitarle la vista a los hombres iguales.
--Arturo ¿Qué haces tú aquí?
El hombre igual que venía con el tazón de gomitas sonrió de lado.
--No soy una de las fotocopias. Me llamo Gerald Rodríguez, soy un amigo de ambos.
--Está cubriendo a mi hermano mientras él está de vacaciones en Dubai. -dijo el hombre con piercings.
--Si, y Marietta le dijo que no podía ir, que necesitaba más tiempo de calidad con su fotocopia.
--Me encantan las reuniones familiares, se los juro -Hilary se había acercado a ellos mientras hablaban tranquilamente --Pero me temo que no es el mejor momento.
--Tienes razón. -dijo Gerald.
--Me encanta la nueva mascota, pelirrojo. -el lobo le bufó con enfado y él volvió a retroceder.
Nayan se rascó la barbilla, todos lo habían vuelto a ver, esperaban la respuesta del chico de ojos claros. Luego sus mejillas se sonrojaron .
--Este...es...pues...Es mi novia. -pudo decir Nayan entre balbuceos y con la cara roja. A los demás casi se les cae la mandíbula al ver a Nayan comportarse de esa forma; parecía un niño regañado.
La sonrisa de Gerald se volvió una mueca de disgusto.
--Oh. -dijo mientras vislumbraba al lobo que también le miraba fijamente --Muy linda.
El lobo le gruñó y luego volvió su cabeza a otro lado.
--¿Nos entiende? -el lobo asintió aún sin volver su cabeza.
--Pues eso parece -dijo Jane. Ella y Cherokee no habían puesto mucha atención a la conversación, habían estado sumergidos en sus propias cosas.
--Talia -la nombrada volteó la cabeza --¿Estás bien? -asintió con la cabeza y ladró estrepitosamente.
--Nosotros no te entendemos -grito Andrew tapándose los oídos --Por si tratabas de decir algo. -el lobo rojizo se tumbó en el suelo.
--¿Y ahora que? No es como que tengamos tanto espacio como para criar a un lobo gigante. -bufó Calel.
--No será un lobo por siempre. Solo fue una reacción defensiva de su cuerpo. -contestó Cherokee con neutralidad.
--¿Defensiva? ¿Acaso los atacaron antes de venir? -Calel empezó a mirar en todas partes.
--No. -Cherokee no dijo nada más y se acercó al lobo hasta tocar su cabeza --Puedes volver a la normalidad, solo concéntrate.
El lobo movió su cabeza y la metió entre sus patas.
--Bueno ¿Alguno tiene hambre? Estábamos comiendo cuando llegaron. -Gerald parecía acostumbrado a este tipo de situaciones, su preocupación más grande parecía comer.
Fabián quien había permanecido apartado y en silencio, siguió a Gerald hasta el interior de la casa.
--Dejenla aquí, necesita tomarse un tiempo a solas. -dijo Cherokee viendo que nadie se movía.
Todos, a excepción de Hilary, entraron a la casa.
--Yo me quedaré con ella. -dijo Hilary mientras se acostaba junto a Talía y se apoyaba en el hombro del lobo.
Cherokee asintió y también se fue.
--¿Te sucedió aquello que me habías dicho, no? -empezó Hilary cuando todos habían entrado a la casa.
El lobo levantó su cabeza y Hilary tuvo que moverse para no ser aplastada.
--No puedes contestar, lo sé. -ella estaba sentada en la tierra con las piernas cruzadas viendo al lobo que también estaba intentando sentarse.
***
Unas horas más tarde cuando la noche ya había caído y el cielo se había inundado de luces, alguien toca la puerta de la casa.
--Yo abro -dijo Gerald. Ya había vuelto a su apariencia real, un hombre rubio, alto, moreno y grueso --Debe ser el repartidor de pizza.
Talía y Hilary se encontraban al otro lado de la puerta, esperando poder entrar. Gerald se hizo a un lado y las dejó pasar.
--Gerald, un gusto. -le extendió la mano a Talía y le besó la palma de la mano.
--Talia, igualmente. -Talia miró de reojo a su amiga, ésta se encogió de hombros.
--De todas las formas del mundo te ves preciosa. -Talia tomó un mechón de pelo y lo acomodó detrás de su oreja.
--Gracias. A pesar de que me dijiste mascota.
Se escuchó donde Jhonny y Ketai se ahogaban con sus bebidas. Keitlyn le gritó a Ketai por escupirle encima.
--Perdon por eso. No era mi intención. -Gerald no apartaba la mirada del rostro de Talía.
--Dejala ya. Nayan va a pensar que le estás echando el cuento a su novia. -ahora fue Jane quien escupió un trozo de pizza ante las palabras de Calel.
--¿Cómo estás Calel? -Talia le dio un abrazo y un beso en la mejilla.
--Por aquí todo es aburrido. Pero estoy muy bien. -Calel se encogió de hombros mientras le tomaba de la mano y la llevaba hasta la sala donde estaban los demás.
Gerald hizo lo mismo con Hilary y todos empezaron a reír. Hilary hacia caras extrañas a espaldas de Gerald.
--¿Y Cherokee?
--¿El viejo gruñón? -Talia apretó los labios.
--Está arriba durmiendo. Dijo que no tenía ánimos de quedarse.
--Él no es de los que se quedan a conversar.
--Como sea. Tomen un pedazo -Jhonny les pasó una bandeja con pizza artesanal --Y yo les sirvo...
--Una Canadá Dry para ella -Keitlyn señaló a Talía --Y...
--Una Coca Cola para mí. -dijo con bajos ánimos Hilary. Andrew la aprisionó contra él mientras le extendía un vaso.
--¿Qué pasa? -le dijo en el oído.
--Nada. -Hilary negó con la cabeza varias veces.
Andrew no la soltó y tomó un pedazo de pizza.
Al final de comer todas las pizzas preparadas por Calel y Nayan, todos se sentaron en el sillón para ver una película.
--Veamos algo de terror. -dijo Edi desde la cocina. Estaba esperando las palomitas.
--¡Claro que no! -gritó Hilary.
--¿Por qué no? -inquirió Calel.
--No me gustan.
--Te dan miedo. -terminó Jhonny.
--Y a mí igual. -apoyó Talía.
Calel bajó la cabeza y dejó en su sitio los discos que iba a sacar.
--¿Netflix entonces?
--Igual no sabemos que vamos a ver. -dijo Talía rodeando los ojos.
--Pero podemos ver lo que hay solo apretando un botón -dijo Gerald.
--Touche -dijo Talía. Calel lanzó el control remoto al aire.
--Siempre tengo razón mi vida -Gerald le guiñó un ojo mientras atrapaba el control.
--Dejala en paz Gerald.
--No molestes Calel. Solo estoy siendo amigable.
Calel miró a Talía para comprobar si esto le molestaba y detenerlo.
Para sorpresa de todos, Talía, quien estaba acostada en el suelo se levantó, miro a Nayan de reojo y contestó.
--Si a Nayan no le importa a mí tampoco. -el silencio se apoderó de la habitación, y solo fue terminado por el microondas que indicaba que las palomitas estaban listas.
Todos miraban a Nayan, pero este veía a Talía sin parpadear, muchas cosas pasaban por su cabeza y no lo dejaban pensar con claridad.
--¡A comer palomitas! -Ketai entró dándole un tazón a cada uno seguido por Edi, que parecía incómodo con el momento.
***
--Compañero acéptalo. No te mereces tal angel celestial..-Nayan parpadeó un par de veces creyendo haberlo escuchado mal.
--Disculpa. Pero eso a ti no te incumbe. -Calel entró en la habitación y le puso una mano en el hombro.
--Y tú lo defiendes como si él no pudiera hacerlo solo -Gerald miraba a Nayan con una sonrisa torcida --¿Qué pasa? ¿Acaso no eres esa bestia salvaje que protegía a Marietta hasta quemarle el trasero a cualquiera?
--¿Cómo sabes eso? -dijo Nayan molesto. Eso sí lo había irritado.
Gerald se encogió de hombros y arrugó el rostro restándole toda la importancia del mundo.
--Eras leyenda amigo. El único Ignis de la familia. ¿A que no te sienta bien el poder?
--¿Tú le contaste? -Nayan miraba a Calel con ojos furiosos que parecían no importarle a ninguno de los otros dos.
--Ese no es el punto cabron. ¿Dime por qué parece que no la quieres? ¿Dijiste que era tu novia no? Pues demuestra lo.
Esta vez Calel se quedó callado y le dio la razón a su amigo.
--¿Qué pasó con aquel tortolito que me había hecho buscar por todo Madrid un anillo con una perla morada? -Calel se recostó en la pared.
--Violeta. -evadió el pelirrojo.
--¡Nayan! -el acusado levantó las manos entendiendo que no había escapatoria.
--¡Me voy a alejar de ella! -gritó, pero inmediatamente se tapó la boca temiendo que alguien fuera de la habitación le hubiere escuchado.
--No te preocupes, Marietta colocó bloqueadores de sonido en cada habitación. -las palabras de Calel no tranquilizaron a Nayan.
--¿Puedo preguntar por qué? -rescató Gerald.
--Veras...
--Solo habla si quieres. Eso no nos incumbe. Si fuera tu decisión podríamos sacar a todos de esta casa a patadas -Calel le puso las manos en el hombro --Por todo lo que he visto Talia es una buena chica, pero tú eres mi hermano. Eso no va a cambiar nunca, y aquí se hace lo que mande yo.
--Gracias.
Gerald se lanzó a la cama agotado, para él todo ese sentimentalismo masculino era una basura marica.
--Pero no te preocupes, si quiero contarles, incluso -Nayan dudó antes de continuar, ese era un tema que sí quería que Calel escuchara, pero que tenía dudas sobre que Gerald comentara --Ocupo una opinión.
--Excelente. -Gerald se frotó las manos y sacó la lengua --Soy un experto en eso.
--Eres un experto en meterte en la vida de los demás. -espetó Calel.
Calel miró a su amigo y luego a su primo, hizo una mueca de desaprobación y disgusto y luego agrego:
--¿Estás seguro de que quieres que escuche? -Nayan rió para sus adentros. Su primo lo conocía demasiado.
--¿Él es Gay no? -Gerald cayó de espalda como si le hubieran dado un tiro, e hizo toda una dramatización de que estaba muriendo.
Nayan y Calel empezaron a reirse de Gerald.
--Muy bien jugado. Muy bien jugado. -dijo Gerald luego de dejar de hacerse el herido --Mis respetos cabron.
--Bueno. Entonces habla, que no tengo toda la noche. -animó Calel mirándolos a ambos.
--Pues como pueden ver Talía no está muy feliz con sus propias -dudó en si decir que Talía era una Lycan; Calel lo suponía desde hace mucho tiempo, desde que habían hablado de irse para París por teléfono, pero Nayan no confiaba demasiado en Gerald como para contarle un secreto que no le pertenecía.
De hecho le sorprendió la forma de llamarle a su novia hace un rato.
“Angel celestial”
De esa forma la había llamado, y básicamente eso era Talía. Podía ser solo una coincidencia, o inclusive Calel pudo haberle comentado algo pero, no se fiaba del todo.
--¿Nayan?
--¿Te encuentras bien? -Calel movía sus manos enfrente de Nayan para ver si lo hacían reaccionar, se había quedado con la boca abierta mirando el infinito.
--Perdón, me quedé pensando. -Nayan empezó a frotarse la cara con las manos.
--Lo notamos. -dijeron los amigos al unísono.
--El punto es que Talía quiere volver a ser humana, y tiene esa estúpida idea de que puede lograrlo. Y aquí vienen los problemas. ¡No la apoyo de ninguna manera!
Ambos amigos miraban como Nayan explotaba, había empezado a caminar en círculos mientras les explicaba lo que según él sucedía. La habitación empezó a sentirse mucho más caliente, disimuladamente Calel se acercó al termómetro interno de la habitación y bajó la temperatura al máximo, de no ser así, Gerald quedaría como mantequilla derretida.
--Si usa la fuente debe pagar algún gran precio, y no quiero imaginarme siquiera lo que puede ser, así que desde ahí ya estamos mal. Ya que obviamente no será algo fácil, matar a alguien, dar su alma, hacer un trato infernal. Hay posibilidades infinitas. Luego imaginemos que paga y todo sale bien. Cosa muy poco probable, pero si existe algo fuera de lo común es esa chica. Entonces, según lo que ella desea, Talía se volvería una delicada humana ¡Ustedes saben que no podría volver a verla jamás! Nuestra relación terminaría y fin de la historia. No sabría como decirle que ya no podríamos estar juntos por culpe de eso. No entiendo porqué no puede solo aceptar que las cosas son así y solo hay que afrontarlo. Es díficil lo sé, lo viví de antemano, pero aquí estoy, viviendo lo mejor que puedo.
--Wow, enserio tenías mucho que descargar. -Gerald lo miraba como un padre orgulloso.
--¿Te sientes mejor? -Calel se sentó en la cama junto a su amigo.
--Como se sienta él no interesa. ¿Acaso le has dicho todo eso a la preciosidad que está ahí arriba?
Nayan lo miró desconcertado.
No, nunca se lo había dicho de esa forma. En algún momento lo había intentado insinuar pero Talía lo había callado y dejado sin palabras con un beso o algo de ese estilo, siempre evadia las conversaciones
--Y ahí está la cúspide de todos los malditos problemas de pareja. Nunca se dicen lo que el otro piensa. -Gerald parecía molesto.
--¿No seria que nunca se dice lo que uno piensa? -contradijo Nayan.
--Shhh. No corrijas a la mente sabía.
Calel solo miró a Nayan como diciéndole: "tú solo hazle caso"
Nayan iba a abrir la puerta y correr hasta la habitación de Talia para decirle todo.
--¿A donde vas? -lo detuvo Gerald tomándolo del brazo.
--A decirle a Talía ¿Acaso no fue ese tu consejo?
--Pues se lo dices mañana. Hoy ya debe estar durmiendo.
--Yo duermo con ella. -contestó Nayan con prisa.
--¿Qué? -dijeron los dos compañeros a la vez. Ambos tenían los ojos desorbitados.
--¿Ustedes duermen juntos? -preguntó Calel como si no entendiera sus propias palabras.
--¿Ya tuvieron sexo? -él no contestó verbalmente pero su cara y todo en él te afirmaba que así era.
--¿Nayan! -gritó el primo sintiendo como su cuerpo ardía.
Los dos tenían expresiones completamente diferentes. Calel parecía no entender lo que acababa de escuchar, había quedado en shock con una mueca de terror en el rostro; Gerald sin embargo sonreía con malicia, imaginando a esos dos haciendo el amor.
Calel le dio un golpe en el hombro a su primo y luego le pidió explicaciones.
--¿Cómo rayos tuviste sexo? No, mejor ¿Cómo no la incineraste en el proceso?
Nayan se puso tan rojo como su cabello. Lo había hecho, había estado durmiendo en la misma cama que su novia, una mujer que ante los ojos de cualquiera era la perfección en persona, y hasta ahorita caía en cuenta todo lo que eso significa.
Gerald río tan estrepitosamente que Calel creyó que había empezado convulsionar, cayó al suelo mientras golpeaba el aire.
Nayan seguía como estatua del jardín de medusa, con una cara de pánico insuperable.
Calel se relamía el labio mientras alternaba su mirada entre el maniático convulsionador y el tomate tieso.
--De lo que te enteras en una plática inofensiva.
***
Hacer las cosas sólos es fácil.
Decirlas al mundo ya no.
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