57.

Talía iba tarde, Cherokee y ella habían pasado tanto tiempo sumidos en resolver los problemas de su cabeza que no notaron el tiempo pasar.

Talía agradecía infinitamente a su novio por haber comprado un vestido para ella hace unos pocos días, ya que ni siquiera recordaron comprar uno.
El vestido era largo y color rosa pálido, se ajustaba a su cintura y largos lazos caían de ella.

Iba saltando de techo en techo a toda velocidad, creyó que era la forma más fácil y rápida de llegar; saltar en los techos de las casas le pareció incluso divertido, se sentía casi volando, el vestido se elevaba y agitaba tal y como un cometa en el cielo siendo llevado por el aire; cualquiera que por alguna razón mirara en su dirección solo vería un destello rosa flotando en la noche.

Cuando la tarjeta que Rea le había dado para guiarla se quedó quieta, supo que estaba justo sobre el restaurante donde debía estar esperándola.

Buscó algún callejón oscuro o menos transitado para bajar y no lanzarse del edificio con las miradas curiosas de todos fijas en ella, no sería muy común que alguien bajara del último piso de un salto.

Cuando vio la fachada del lugar se sorprendió, ya entendía porqué Rea le había dicho que debía ir formal, el lugar estaba lleno de personas elegantes y ricas, las limosinas y autos de lujo lo demostraban. Era un edificio amenazante y grande, lleno de ventanales y luces de colores brillantes. Casi como estar viendo la entrada de algún estreno de película en Hollywood, con alfombra roja y todo.

Al paso de unos segundos Talía pudo ver a Rea salir de un gran auto negro, se acercó con paso firme hasta ella, intentando pasar lo más desapercibida posible.

--Buenas noches. -dijo colocándose al lado de la mujer de cabellos negros y vestido de mismo color, su piel era lo único claro en todo su ser.

--Pensé que no ibas a venir, llegas tarde. -le reprochó sin siquiera mirarla.

--Tu acabas de llegar -espetó Talía en tono muy bajo.

--Solo estaba esperando que aparecieras, son las 6:15pm

--Lo siento, me entretuve un poco.

La expresión de Rea cambió, la seriedad rígida fue sustituida por una sonrisa burlona.

--Lo sé, Cherokee me llamó. -Talia la miró consternada.

Entraron al gran edificio lleno de mesas, comida y muchas personas; se escuchaba una leve música proveniente de un costado del lugar, una banda en vivo tocaba, un piano y un violín, maravillaban a todos con el arte que provocaban sus dedos, el lugar se movía a su son.

Ambas se sentaron en una mesa lejos del bullicio del salón.

--Te ves bien a pesar de que pareces un clavel. -Talia frunció el ceño sin comprender sus palabras.

--¿Acaso el clavel no es una flor hermosa y pura?

--Exacto -Rea movió su mano para intentar quitarle importancia a su propio comentario --Olvídalo, fue solo un pensamiento. Te ves muy bella. Pura e inocente, te queda bien. -se encogió de hombros.

Un hombre pasó a su lado, Talía creyó que era un camarero y venía a tomar su orden o algo así, pero este pasó junto a ellas sin prestarles atención.

--Y bueno ¿Por donde empezamos? 

--No lo sé, tú eres la que tiene la información, no yo. -Rea sonrió con malicia.

--Empecemos por tu propio pedido. El templo Lycan y la fuente de Samael. -Talia levantó las cejas inconscientemente.

--Adelante habla. -apresuró Talia, desde anoche muchas ideas locas aparecían en su cabeza con la intención de ser respondidas en este mismo instante.

--Tus amigo y tú sí que tienen esa mala costumbre de hablar cuando no deben.

Las mejillas de Talía se tornaron de un rosa semejante al de su vestido.

--El templo Lycan, la visita que les dije ayer es cierta, yo no pude entrar, pero estuve justo en frente de la entrada principal -Rea bebió de un líquido rojo que tenían unas copas frente a ellas --Debajo del Louvre.

Talía abrió la boca para decir algo pero inmediatamente recordó que era mejor dejarla terminar, volvió a cerrarla con disimulo.

--Entrar es complicado de noche, debe ser de día, cuando hay humanos cerca, ya que al parecer estos son esenciales para la abertura de la puerta -notando la expresión de impresión de Talía agregó --Yo tampoco tengo idea del porqué. -Talia asintió.

Una mujer pequeña y menuda dejó una bandeja llena de panecillos en su mesa.

--No hemos pedido nada. -dijo Talía después de que la mujer se fuera a otra mesa.

--Y no lo vamos a hacer, en este lugar el menú es predispuesto, comes lo que te pongan en frente.

Un "WOW" salió de la boca de Talía en apenas un susurro.

--Te digo que haber hablado con Cherokee sobre tu situación no me gustó, él es un hombre viejo y ha vivido tanto que se le olvida que no todos hemos vivido nuestra propia vida. Así que antes de continuar con la fuente te pregunto. ¿Cuál es tu propósito?

--¿Mi propósito? ¿Con la fuente?

--No -Rea la miraba con determinación, inspeccionando cada músculo y movimiento de la joven que tenía enfrente --Con tu vida.

¿El propósito con mi vida? Que quiero hacer con ella...

Talía no lo sabía.
Ya había terminado el colegio, si quisiera podría seguir estudiando, cosa que no le fascinaba ¿Trabajar? No lo sabia, había estado tan ensimismada con lo que le había sucedido recientemente que se había olvidado de sus planes a futuro.

Al ver la expresión tonta y perdida que Talía tenía, Rea siguió hablando, intentando ayudarla con su respuesta, la cual era crucial para Rea.

--¿Piensas tener una vida llena de trabajo y obligaciones comunes, como los humanos, o una vida sin saber que te espera al día siguiente, tal y como vivimos algunos?

--Bueno, la verdad es que yo... -no sabia que responder. No todos sabemos que queremos hacer con nuestras vidas, y tomar una decisión como esta no es algo facil, mucho menos para alguien que apenas y sabía que sucedería en su futuro inmediato.

--Mirame con atención Talía. Sé que apenas tienes unos cuantos meses de estar consciente del verdadero mundo que te rodea, te educaron como humana a pesar de que nunca lo fuiste, te ocultaron algo que te impactó justo en la cara y no te dieron tiempo de procesarlo, lo entiendo. Pero ahora debes tomar una decisión ¿No todo eso que te impactó fue malo verdad?

Muchos recuerdos de unos meses atrás pasaron por la cabeza de Talía, nunca hubiera conocido a Hilary ni a los gemelos Wood de no ser por la locura de su vida. Jamás hubiera viajado por Europa y conocido personas tan interesantes como Jerez o la misma Rea; pero su cabeza también era agujereada por recuerdos como Santa Lucía siendo destrozada, Nayan herido de gravedad, la desaparición de su madre, y ahora la de Jacob. Talía en esos momentos comprendió la razón de aquella pregunta.

--¿Qué hace en verdad la fuente?

--Hace lo que dice el libro. Lava los males que deseas, pero también se lleva consigo todo lo demás.

--¿A que te...?

--Hay dos opciones posibles, bueno en realidad tres pero nadie nunca espera la tercera.

Talia creyó sentir que todos a su alrededor se detenían, la musica dejó de sonar y el silencio era solo cortado por la voz de Rea.

--Te quedas como humana o pierdes tu alma y quedas vacía -dijo Rea con un tono serio --Solo pierdes tus habilidades Lycans y tu magia queda sellada, pero igualmente debes buscar alguna persona que cargue con lo que tú no quisiste o... -Rea apretó los ojos y meneó su cabeza --La tres ni siquiera la puedo decir, así que no la recomiendo -por supuesto, Talía no insistió.

Talía se asustó al escucharla decir todo aquello, no estaba tan acostumbrada a los pactos con lugares místicos ni las pagas que se deben realizar, ya había oído hablar a Cherokee sobre ello, pero cualquiera entendería que perder su alma no significaba nada bueno o agradable, o siquiera pasarle a alguien más toda esta tragedia, no se podia ser tan cruel.

--Pero hay algo más, algo por lo que ir a la fuente ni siquiera a mí me agrada. Como cualquier magia impura y sin restricción, hay un precio que pagar.

--¿Y cual es?

--Nadie lo sabe, varía dependiendo de la persona, y si lo pagas de todas formas solo tú lo sabrás. El trato es entre tú y la fuente, sin terceros.

Rea puso los brazos en la mesa y la miró fijamente, Talía quedó atrapada en un trance cuando miró el iris de sus ojos, profundo y sin fin, Rea miró en otra dirección, no le gustaba cuando eso sucedía.

--Señorita Talía, entiendo sus razones y acciones pero dígame algo ¿Qué es a lo que le teme? -eso le recordó a su hermana menor, cuando mese antes lee había preguntado algo similar.

--No le temo a nada. -algo dentro de ella le decía que eso no era cierto, pero su cabeza se lo repetía constantemente, ser una Lycan no había sido su decisión --Simplemente es que ser un Lycan no es para mí, yo simplemente quería tener una vida junto a mi familia y Nayan, sin tener que preocuparme constantemente porque sus vidas sean arrebatadas antes de tiempo.

--Únase a los Lycans, viva lejos de sus temores. -Rea tanteaba el terreno, provocandola para conocer sus reacciones, ante una respuesta favorable cualquiera podría caer por una tablilla suelta, su trabajo era no permitirlo si le era posible.

--¿Qué? -Talia parpadeó un par de veces sin comprenderla.

--No he dicho nada. -mintió Rea, levantó las manos con confusión --Solo te escuchaba.

--Pero... -al ver qué Rea no tenía intenciones de admitirlo, solo calló. Vivir con los Lycans no era una opción.

--Dime una cosa ¿Crees que ser una criatura mística le queda a alguien? Ser un Lycan está sobrevalorado, ellos se creen más de lo que son.

--Pero tu...

--Se lo que dije. Intentaba darte ánimos niña. -Talia bajó la cabeza, solo Cherokee la llamaba así.

--Te prometo algo, iremos a ese templo dentro de un año y medio, y ahí dentro, siendo llevada en los brazos de tu amado, encontraremos una solución para tus temores, verás que si el destino y el universo te eligieron para ser uno de los seres sobrenaturales más codiciados del mundo, fue por alguna razón. Veo un brillante futuro en ti. -Rea sonrió con amabilidad, por alguna razón hablar con aquella joven inocente le daba esa paz que muchos años atrás había perdido.

--Gracias -dijo no muy convencida Talía.

--Es eso o perder todo lo que tienes por un capricho. -Rea se encogió de hombros. A pesar de todo lo que dijera, quien tomaría la última palabra sería Talia, ella solo sería una guía, un maestro que le enseñaría sus trucos.

--¿Que...?

--¿Sabes que si dejas de ser un Lycan y te conviertes en humana tendrás que dejar a Nayan, no? -Talía negó con la cabeza --No sé qué tanto control tenga Nayan sobre si mimo pero de perderlo aunque sea solo por un segundo, te mataría al instante. Los Ignis son muy peligrosos, es magia que muy pocos controlan.

--No lo sabía. -los pensamientos de la joven Lycan habían quedado revueltos.

--¿Nunca te lo había dicho? -Talia negó con la cabeza y Rea arrugó los labios.

--Ni siquiera sabía que era un Ignis, creí qué...

--Era un simple mago especializado en un arte. -Talia asintió --Igual que mi hermana. -volvió a asentir. -Rea volvió a tomar de su bebida.

--Cosas que se me escapan de la boca. "Ups" lo siento. -Rea se tapó la boca con ambas manos, no parecía preocupada, sino más bien divertida.

La misma mujer bajita que había traído los pastelillos, ahora traía dos platos que había colocado en su mesa. Talía abrió los ojos con espanto cuando miró su contenido, parecían gusanos de tierra con alguna salsa roja y un polvo verde encima.

--No son gusanos. -aclaró Rea, pero luego su expresión no le dio buena espina a Talía --Son serpientes de río bañadas en salsa de moras dulces.

Talía volvió a ver el plato que tenía enfrente y casi sale corriendo de ahí cuando creyó ver que uno de sus "gusanos" se movía.

--Piensa que es un extraño spaghetti, sabe mejor de lo que se ve.

Talía se iba a vomitar, Rea había empezado a comer sus serpientes, miró alrededor y todos hacían lo mismo, enredaban el cuerpo sin vida de los pequeños reptiles como si fueran un hilo de masa y lo metían en su boca antes de ser digeridos.

--No seas cobarde, adelante.

Rea la miraba desafiante, con una sonrisa apretada y las cejas levantadas, deseaba ver a Talía probar un bocado de la exótica comida.

--Tuviste suerte de llegar tarde, la entrada era una crema de alma.

La boca de Talía se abrió unos centímetros, se quedó sin habla, nada pasaba por su cabeza, o más bien si, su imaginación se había atascado en una sola imagen, un tazón de sopa que contenía un líquido gris casi transparente, en el cual se reflejaba una persona pidiendo a gritos clemencia y desesperación.

La estruendosa carcajada de Rea pudo haber sido escuchada en todo el edificio, algunas personas a su alrededor las miraron con desaprobación, no era el lugar para ese tipo de gestos tan vulgares.

--Tu cara es como de pintura trágica, Edvard Munch se volvería demente si intentara plasmarla en un cuadro.

Talía cerró los ojos y apretó sus párpados intentando alejar esa horrible imagen de su cerebro.

--O sea, no bromeo, pero eso que te imaginas es demasiado paranoico. -Rea parecía querer seguir riendo y riendo, ver a Talía le prevocaba mucho humor.

--Pe.. ero.. tu...

--Si, dije crema de alma. Pero nadie devoró un alma de verdad, solo es el nombre de una sopa hecha con algún condimento Egipcio.

--¿Y...esto? -apenas y pudo señalar su plato con un dedo.

--Si son serpientes, pero esto hasta los humanos los comen, simplemente aquí se preparan diferente. No te vas a morir por probarlo, y si no te gusta, pues solo hablamos mientras yo sí me termino la cena, no vengo a este lugar muy a menudo.

Con todo el temor del mundo y una sensación de náuseas en el estómago, Talía enrolló con el tenedor, una sola serpiente, la miró una vez y se la metió a la boca, empezó a masticarla, y para su sorpresa la textura era suave, y a pesar de sentir algunas cosas que parecían ser mini espinas, se lo tragó todo.

Rea miraba expectante la reacción de Talía, había dejado de comer solo para no perderse ni un solo segundo del momento único.

--¿Y? -dijo después de ver que Talía tragaba.

--Pues... -Rea movía su cabeza esperando una respuesta --Estuvo bien.

--¿Te lo vas a comer? -señaló el resto del plato lleno de "fideos"

Iba a contestar que no, pero un recordatorio de su estómago le comentó que debía comer, tenía varias horas sin ingerir nada, y practicar con Cherokee había gastado mucho su energía.

--Supongo que si. Tengo hambre. -Rea golpeó la mesa con los cubiertos en sus manos, volvieron a recibir miradas de desaprobación, Rea les hizo una cara que expresaba "Si les molesta vayan busquen otro lugar"

Talía le sonrió y volvió a enrollar otro cuerpo sin vida. Comió sin mucho ánimo el resto de su cena.

--Y bueno, lo prometido es deuda.

La mesera le extendió a Rea un pergamino enrrollado con un lazo rojo sangre, parecía recién sellado.

--Aquí está la verdad acerca del chico Wood. -los ojos de Talía se abrieron como platos, dejó de comer y puso los brazos sobre la mesa mientras miraba a Rea abrir y leer el pergamino.

Reano quería demostrar ninguna expresión, mantuvo siempre una mirada seria mientras sus ojos se movían con rapidez sobre aquellas palabras casi inteligibles. No quería dar esperanzas anticipadas.

De un momento a otro, cuando Talía creyó que Rea había terminado de leer y le iba a pasar el pergamino, éste se convirtió en una lluvia de cenizas que cayeron sobre la copa de Rea, la cual al caer el último fragmento negro y diminuto, tomó un sorbo.

--Lastima, nada que no suponiera. -Talia estaba impactada. ¿Por qué lo incineró? ¿Y qué significaba que no era nada que no hubiera supuesto antes?

--¿Y entonces....? -necesitaba saber de qué estaba hablando aquella mujer, las ansias le estaban matando.

--Efectivamente, Jacob Wood fue visto aquí en Madrid, junto a algunos miembros de la orden roja.

--Pero él....

--Dejame terminar.

Rea la miró con severidad, pero justo antes de que abierta la boca, una chispa negra apareció en sus ojos, Talía volteó para ver lo que Rea miraba.

--¿Qué es eso? -preguntó curiosa.

Se había abierto una gran puerta de oro sólido, vislumbrando en su interior luces de infinitos colores.

--Es por decir... -Rea buscaba las palabras indicadas --La discoteca del lugar. Puedes ir a bailar y beber un poco, te encontrarás todo tipo de entretenimiento fantástico, realmente recomendado si lo que quieres es perder la consciencia.

Talía no dejaba de ver ese lugar con fascinación. Muchos comensales del lugar se habían levantado de sus mesas y dirigidos a aquella mística habitación.

--¿Podemos ir? -unas mariposas incontrolables volaban en el estómago de Talía. No entendía la razón, ella no quería perder la consciencia, pero algo en su cabeza le decía que necesitaba ir con urgencia a ese lugar.

Rea se levantó de la mesa, la cena había terminado, era hora de irse, realmente no tenía pensado quedarse tan tarde, el informe se había atrasado un poco.

--Se supone que tú eres la responsable aquí así que... -Rea miró en todas direcciones, había perdido a Talía de vista --¿Talía?

Empezó a buscarla con desesperación, corrió en dirección a la puerta de luces neón de la que habían estado hablando.

Cuando llegó miró a todos a su alrededor y se lanzó enfrente de Talía, quien apenas había dado un pie dentro. Rea estiró sus brazos a ambos lados, como diciendo que no se acercaran a ellas.

Hasta ese momento Talía reaccionó completamente y miró a Rea sorprendida, luego miró a los demás en la habitación.

--Tanto tiempo Rea. Yo creí que moriría antes de volver a encontrarme contigo. -una voz grave y cortada retumbaba por todo el lugar. Todos habían hecho silencio por sus palabras.

--Bueno, tu sabes las vueltas que puede ocasionar el destino, no es así Asmodeus.

Rea hablaba muy tranquila, a pesar de que por dentro sus nervios y estrés la estaban matando, estaba tensa, no era el mejor lugar para estar con Talía. Cada uno de los individuos que se encontraban en aquella habitación eran de los contrabandistas más buscados en el mundo, en esos momentos Rea se arrepentía de haber elegido ese lugar.

--Veo que tienes un buen paquete, esos cabellos no se ven todos los días. -dijo Asmodeus mirando por encima del hombro de Rea a Talía, quien mantenía la mirada fija en él y en todos los demás presentes.

Talía jamás había visto tantas criaturas diferentes en toda su vida.

Había un hombre que más bien parecía casi una sombra, todo su cuerpo, negro y transparente le daban una apariencia casi fantasmagórica. Una mujer de piel verde limón miraba a Talía con fascinación en sus ojos amarillo neón; sin mencionar claro, al tal Asmodeus, un ser grande y delgado, con apariencia poco humana, dedos largos y esqueléticos, unos cuernos grandes de color rojo que sobresalían de su cabeza casi tocando el techo de la habitación.

--Quizá -Talia la miró aterrada, Rea tragó grueso --Pero eso no te concierna.

--Pero podrías ayudarnos un poco, no es lo mismo sin ti. -Rea seguía con los brazos extendidos, no dejaba de mirar al ser skeletico con una mirada desafiante, sin mostrar debilidad en algún momento.

--Lo dije y lo repetiré, no te concierne. -Asmodeus dio un paso adelante, Rea uno atrás, Talía lo intentó, mas no pudo hacerlo; no podía pasar por el marco de la puerta.

--Vamos bruja, es la Lycan que todos están buscando. No podrás dejartela para ti sola.

Un sudor frío recorría la espalda de Talía mientras miraba aún a la mujer verde.

Una mujer, que venía saliendo de las sombras se colocó detrás de Asmodeus y habló con un silbido.

--Ya no eres la de antes, la maldición de tu hermana te está afectando a ti. Déjame ayudarte con el trabajo. -la mujer tenía escamas en todo el cuerpo, su cabello parecía hecho de finas agujas de metal, y sus colmillos, semejantes a los de una serpiente, sobresalían de sus labios cuando cerraba la boca. Talía imaginó de esta misma forma a Jerez, asumiendo que ella también podría ser descendiente de algún dragón.

Rea giró levemente su muñeca cuando esta mujer de aspecto grotesco dejo de hablar.

Y todo sucedió como en cámara lenta.

La luz se volvió verde, un gas amarillo y espeso empezó a salir del cuerpo de la mujer.
Una burbuja gigante rodeó a Talía y Rea antes de que esta última se abalanzace sobre la otra y la burbuja disminuyera de tamaña hasta el punto que Talia creyó ser absorbida por ella.

De un parpadeo a otro el ambiente en el que se encontraban había cambiado, ahora era un oscuro callejón bajo una lluvia casi torrencial. Rea la miraba desde el suelo con una expresión sombría, Talía vio como líneas negras salían de sus ojos y le cubrían casi toda la cara.

--Levantame, de aquí en adelante tendrás que cargarme.

Talía hizo lo que le dijo y empezó a buscar algún lugar reconocible.

--Sube a ese techo rojo.
-de un salto llegaron justo donde Rea señalaba, Talía la bajó y la puso sobre una silla vieja y destartalada que apenas y se mantenía en pie. Rea cerró los ojos y suspiró.

--¿Que fue eso? -preguntó Talía.

--¿Qué de todo? Sucedieron muchas cosas en menos de quince minutos. -Talia cerró la boca sin saber que contestar.

Rea empezó a reír, primero fue una risa ahogada, pero con el tiempo reía con euforia, su cuerpo se movía hacia delante y hacia atrás como si estuviera convulsionando.
Talía se asustó y se acercó para verificar que estuviera bien. Rea la detuvo con la mano.

--Estoy bien. -dijo mientras intentaba levantarse. Aquellas líneas negras en su rostro ya no estaban.

Talía no se confió de sus palabras y estaba alerta por si se desplomaba en cualquier segundo.

--¡Maldito Asmodeus! ¿Acaso no puede el señor de los demonios dejarme en paz? -Rea le gritaba al cielo a todo pulmón.
Talía creyó que todos en al menos dos calles la habían escuchado, iban a llamar demasiado la atención si seguía gritando de esa forma.

--Rea... -intentó empezar Talía con la voz un poco trabada, pero dio un respingo cuando Rea posó sus ojos sobre ella.
Era verdad, ya no tenía esas cosas negras en su rostro, ahora éste estaba completamente blanco, al igual que toda la piel de su cuerpo, pero sus ojos, la forma en la que estos le miraron la dejo sin aliento, el pavor empezó a desbordarse en la mente de Talía. Unos ojos platinados; un iris plateado que la miraba con intensidad, y una pupila que, no parecía siquiera existir.

Rea no parpadeaba, la mirada fija y el cuerpo estático; como una muñeca diabólica en una película de terror.
Talía retrocedió con cuidado, pero en ese paso hacia atrás, por pura suerte, la punta metálica de su tacón se rompió con un chasquido que le provocó tanto miedo que cayó de espaldas.

Rea cerró los ojos, y se levantó de la silla en socorro a Talía, quien por poco se cae del edificio. La tomó de la muñeca y jaló hacia ella, Talía cayó de frente, chocando las palmas de sus manos contra el duro metal del techo.
Cuando levantó la mirada, esperando encontrarse al demonio, la sacudió cuando vio una mirada de preocupación por parte de Rea.

--¿Te asusté? -tenía una mueca de disgusto y los labios apretados hacia un lado.
Aún en el suelo Talía respondió.

--Un poco.

--Lo siento -Rea le extendió una mano, la otra la tomó --Me enojé más de la cuenta.

Talía abría y cerraba la boca sin que sonido alguno saliera de esta, se había quedado muda.

Rea la miró y se encogió de hombros sin tampoco saber que decir.

--Asmodeus es un maldito, lástima que ya lo conociste. De no ser o por Cletra hubiéramos tenido problemas, literalmente ella nos dio una salida de escape.

Rea hablaba y hablaba como si le estuviera explicando a una gran multitud acerca de todo lo que sea que hubiera sucedido en solo aquellos minutos de conversación con aquellas interesantes personas de la habitación con puerta de oro.

--¿Tu los conoces? -intervino Talía cuando sintió que su voz regresaba y Rea no dejaba de hablar.

--Pues si. Ellos fueron los que me mostraron lo que Viveka nunca quiso. -una revelación de peso que Rea no recordaba nunca haber dicho en voz alta.

--Lo llamaste señor de los demonios.

--Si.

--Eso...

--Quiere decir que sí, efectivamente ese hombre que presenciaste el día de hoy, es un rey. El rey que maneja las sombras que están contra Dios.

***

Los favores pesan igual que la sangre.

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