56.


5

9:45 am Andalucía. Salón de juegos.

--¿En verdad pasaron toda la noche aquí? ¿Pero qué es esto?

No tuvo respuesta alguna. Todos estaban dormidos como troncos.
A Cherokee le sorprendió ver algunos de sus acompañantes más jóvenes sin algunas prendas esenciales, y restos de comida por todo el suelo y los muebles.

--Estos jóvenes de hoy. No los entiendo.

***

11:45 am, mismo lugar.

--¿Alguno está despierto? -la voz salió apagada y arrastrada de la boca de Jane. Recibió algunas quejas y gruñidos.

--Yo no sé si lo estoy. -confirmó Talia.

--Yo estoy igual.

--Y eso que no hubo ni una gota de alcohol.

--Todos sabemos que a nadie le haría efecto idiota.

--No si son son cócteles fuertes.

--Como con los que me drogaron la última vez. -afirmó Talía.

--Esos fueron obras maestras -dijo Edi sonriente.

--Pues yo no lo sentí de esa forma.

--¿Te divertiste, no?

--Claro que no. Ni siquiera recuerdo muy bien lo que pasó. -las mejillas de Nayan empezaron a tomar un llamativo color tomate.

--Pues yo sí lo recuerdo, y te veías muy alegre. -insistió Edi.

--Idiotas ¿Qué hora es?

Todos empezaron a buscar algún reloj o forma de averiguar la hora.

--Son las... -Hilary empezó a hablar, pero casi se ahoga cuando miró la hora --Es medio día. -terminó medio tociendo.

--¿Qué! -todos dieron un salto y empezaron a caminar como locos.

--El auto de Cherokee nos va dejar.

--Pero...

--Todos abajo, ya no hay tiempo. -demandó Talía pasándose las manos por el pelo.

Bajaron las escaleras corriendo, intentando no dar una pisada en falso y rodar por las escaleras; Jane no lo logró y cayó sobre Jhonny que iba delante de ella. Ambos cayeron al suelo.

--¿Están bien? -preguntó Talia extendiendo les una mano a cada uno.

--Sí, todo bien.

--Perdón -dijo Jane después de que se habían puesto en pie.

--No importa, acabas de hacer que despertara completamente. -dijo Jhonny. Jane rió incómoda.

Todos escucharon una bocina de un auto fuera del hotel y recordaron que aún debían irse.

Cuando salieron del hotel, Cherokee los esperaba recostado al auto.

--Llegan tarde.

--Lo sabemos. -aclaró Talia de mala forma.

--Tú no. -dijo Cherokee poniéndole una mano en el pecho y deteniendola --Viveka dice que es mejor que hoy vayas a buscar un vestido.

--¿Pero...?

--No me mires así. No tengo idea de que le sucede a esa mujer, ayer...

--Creo que se enojó conmigo.

--¿Se puede saber por qué?

El auto que los llevaba al campo con Viveka ya se había ido.

--Porque sus métodos...

--Talia ¿Estás consciente que ella nunca ha entrenado a un Lycan, no?

--Sí, y exactamente eso es lo que me molesta. ¿Por qué solo a mí me provoca tanto daño?

--Tal...

--No. Cherokee. Déjame terminar -Talia levantó su mano para continuar hablando --¿Te enteraste que ayer me quemó los ojos? Pasé todo el día con un dolor insoportable, me explotó los ojos, Cherokee ¿Qué tipo de entrenamiento es ese?

Talia estaba histérica mientras daba vueltas.

--Y eso no es todo -empezó a contar con sus dedos --Me tragó la tierra, quería que peleara con cada uno de mis amigos sin tener al menos una pausa, ah -abrió los ojos y levantó las manos --Y no mencionemos los endemoniados grilletes, esas cosas me queman la piel con solo un medio roce, y Viveka los aprieta hasta que me corta la carne y me salen ampollas, esas cosas me debilitan, su material me hace sentir débil, sin fuerza y cansada, pero aún así ella me trata como si eso no fuera suficiente y yo debiera ser invencible. Pero mira que curioso ¡No lo soy! Por amor a Dios ¡No soy inmortal y todo eso me duele y daña!

--Lo entiendo, pero yo no soy Viveka.

--Lo sé.... Lo siento, es que hablar con Viveka.

--Es complicado.

--Exacto, ella no es como tú, al menos tú me escuchas.

--Lo sé, tengo muchos más años que tú de conocerla.

--Es incluso más fácil hablar con Jerez. Siempre creí que sus entrenamientos eran más efectivos.

--Viveka se centra más en la fuerza.

--La fuerza bruta.

--Jerez es más dinámico.

--Él es como la Tía Ingrid, tiene un balance.

--Cierto. Tú estudiaste algún tiempo con Ingrid.

--Si, ella me enseñó casi todo lo que sé. -Talia sonrió, tenía mucho que agradecerle a esa mujer.

--Lo había olvidado. -Cherokee se quedó pensando unos largos minutos en aquella ruda mujer de Durstain. Recordarla le traía recuerdos de su juventud, cuando ella solía  perder el control y él la cuidaba para que siempre regresara sana y salva, la cuidaba como a su hija, un tesoro que no deseaba perder; sentimientos no muy diferentes presionaban su pecho cuando miraba a la joven Lycan que tenía enfrente. Le recordaba a su protegida de antaño.

--¿Cherokee? -el nombrado meneó su cabeza un par de veces para despejar su mente
--Lo siento, me quedé pensando...

--En el pasado -Talia se cruzó de brazos y Cherokee asintió --¿Al menos fue un buen tiempo?

--Uno de los mejores. -ambos sonrieron tímidamente.

--¿Quieres que vayamos por tu nuevo vestido?

--¿Vayamos?

--¿Prefieres ir sola?

--¿Puedo hacerlo? -Cherokee se lo pensó varios segundos. Él sabía que ya no había nada que hacer, pasarían mucho tiempo ahí y tendría que dejarla ir.
Cherokee asintió con la cabeza, pero Talía ladeó la suya.

--Vamonos, veamos si eres mejor que Nayan para las compras.

--Bueno, en ese caso me pregunto si querrás pasar primero a otro lugar. -Talia arrugó las cejas.

Cherokee sacó de su bolsillo un teléfono celular, busco algo en él y luego se lo dio a Talía para que mirara una fotografía.

--Está aquí cerca, no sabía si era tu estilo pero tu querido pelirrojo me dijo que ésta te gustaría.

--¿Tú la compraste? -Cherokee se encogió de hombros.

--Sé que te gustan mucho, y como vamos a estar aquí un tiempo...

--Si...

--¿Vamos?

--¿Quieres irte caminando o pido un auto?

--Caminando está bien. Así continuamos la conversación.

--¿De qué quieres hablar?

--Te quería comentar algo, pero ... -Talia se sentía insegura de decirlo en voz alta, cada vez que eso pasaba por su cabeza empezaba a tener horribles dolores de cráneo --No sé si...

--Vamos dilo. ¿Acaso no me tienes confianza?

--No, no. No es eso, es solo que no es algo con lo que haya hablado aún con alguien y...

Talia se detuvo, dejó de caminar, respiro hondo y luego... Se volvió a echar para atrás. Puso sus manos en la cara y nada más dijo.

--¿Recuerdas lo que sucedió el día de la luna llena? Cuando íbamos de camino a aquel bosque.

--¿Te refieres al momento en que nos detuvieron y el policía no nos miró?

Talía asintió y luego miró sorprendida a Cherokee, ella espera una expresión de confusión, sorpresa o algo parecido, pero no, Cherokee la miraba sonriente, como si hubiera estado esperando todo este tiempo esta misma conversación.

--Tú....

--Sí, sé que fuiste tú ¿Lo que no sé es, cómo lo hiciste?

--Para serte completamente sincera yo tampoco, pero sobre eso era lo que quería comentarte.

--Dime.

--Me dijiste que el poder de Elizabeth... -Cherokee arrugó el rostro, pero Talia siguió hablando --Era detener el tiempo, y que tal si...

--Talia -Cherokee la miró a la cara --Lo que me estás queriendo decir es que lo que sea que hiciste ese día es tu habilidad.

Talía apretó los labios mientras se miraba las uñas.

--Me temo que sí.

--¿Por qué lo dices de esa forma?

--Te lo menciono ahora solo por esto. -Talia se acercó a un poste de luz y luego puso sus rodillas en el suelo, Cherokee la siguió en silencio.
Cuando Talía tocó el poste de luz se escuchó en toda la calle un pequeño chirrido por solo unos segundos. Luego todas las casas de ese lugar se quedaron a oscuras, ya no había electricidad.

Cherokee miraba a Talía con los ojos abiertos, su cuerpo se veía exactamente igual a simple vista pero si lo mirabas con atención podías notar pequeñas chispas amarillas salir del él.

Unos minutos después todo volvió a como había estado antes.
Talía se puso de nuevo en pie, ya no tenía chispones saliendo de sus palmas o cuerpo.

--¿Tú hiciste eso?

--¿Qué viste?

--¿Cómo?

--Dime lo que viste.

--Tu fuiste hasta aquel poste de luz y luego toda la electricidad de aquellas casas...

Cuando Cherokee se giró para enseñarle a Talía las casas que había visto sin luz, se quedó sin aire, ya no estaban. Ni tampoco estaban los niños que segundos antes habían estado jugando en media calle.

--¿Cómo..? -Cherokee no pudo terminar su pregunta cuando vió a Talía vomitando solo a unos metros de él, su cuerpo se contorcionaba cada vez que expulsaba una masa oscura de su boca.

Después de unos segundos Talía se irguió mientras limpiaba su boca con el dorso de su mano.

--Es asqueroso.

--¿Qué sucedió?

--Creo que es un efecto secundario.

--¿De qué?

Talía se volvió a poner una mano en la boca y Cherokee creyó que volvería a vomitar, pero Talía pudo contenerse y volver su postura.

--¿Fue una ilusión? -Talia negó con la cabeza --¿Entonces...?

--Manipulación mental.

--No creo qué...

--Dime mi nombre. -Cherokee la miró confundido, como se le ocurría preguntarle algo tan simple como...

--Tu nombre... -balbuceó --Te llamas... -una gota de sudor frío salió de la frente de Cherokee, luego la miró a ella y a pesar de que la chica de ojos miel estaba pálida, se encontraba ahí frente a él, con los brazos cruzados.

--Por Dios. Esto es asombroso.

--No te ilusiones.

--¿Por qué...?

--Como notaste hace unos segundos, esto me hace daño. Bueno, al menos cuando lo hago consciente.

--¿Consiente? -habian vuelto a caminar de nuevo, ahora iban cruzando la calle.

--Si. Creo que algunas veces lo he hecho sin darme cuenta.

Cherokee la miraba atento, analizando todo lo que decía con sumo cuidado.

--O... -ella empezó a jugar con sus manos --Cuando me lo hacía yo misma.

--¿Cómo la araña gigante? -ella rió, cuando recordó la peluda araña negra que la amenazaba con lanzarse le encima.

--Exactamente, como la araña gigante, y muchas otras cosas más.

--¿Por qué parece que esto te preocupa más de lo que debería?

--Porque sí me preocupa. No es algo de lo que...

--No es algo de lo que deberías sentirte mal.

--¡Claro que sí! He modificado mis propias memorias sin haberme dado cuenta.

--¿Cómo...?

--Ayer... Ayer hablé con Nayan y... -Talia no lloraba, estaba sería a pesar de que por dentro se sentía destruida.
Cherokee puso sus manos en los hombros de Talía, él parecía más preocupado y alterado que ella.

--Sea lo que sea no te preocupes, eso tiene arreglo y yo mismo puedo ayudarte a controlarlo.

--¿Enserio?

--Claro que sí. La mente, así como tú misma lo has comprobado, es maleable, cualquiera la puede manipular con facilidad, lo único complicado es lograr que sea permanente o -Cherokee dudó antes de decirlo --Que sea tan realista.

--No me des ánimos Cherokee.

--Lo siento. Pero no te preocupes, siempre hay una solución.

--Eso espero.

--Es aquí. -dijo Cherokee después de un rato, señalando una gran venta de autos, el edificio tenía unos vidrios gigantes que mostraban autos grandes y lujosos.

--¿Es esa? -Cherokee asintió mientras un hombre traía rodando una motocicleta violeta hacia ellos.
Talía no esperó a que el hombre llegara, corrió hacia él y le dijo que la dejara, luego se montó y fue hasta Cherokee. Estaba muy emocionada, se podía notar en la gran sonrisa que tenía en el rostro.

--Pareces una niña con juguete nuevo. -la sonrisa, a pesar de que Cherokee lo creía imposible, se extendió aún más, mostraba los dientes y unas pequeñas arrugas en sus ojos la hacían notar aún más contenta.

--Nunca había visto a alguien tan feliz por una motocicleta. -Talia miró al hombre de reojo.

--Es el primer regalo que me dan en mucho tiempo, y ese hombre de ahí -señaló fervientemente a Cherokee con el dedo --Se a convertido en muy poco tiempo en alguien fundamental en mi vida. Jamás creí que pudiera regalarme algo, es muy tacaño por cierto. -el hombre se rió del comentario de Talía y Cherokee arrugó el rostro con molestia.

--Que linda forma de agradecerme.

--Es con cariño -Talia se bajó, le dio un beso en la mejilla y luego lo abrazó con fuerza, ahora lágrimas salían de sus ojos.

Cherokee también la abrazó, no sabía si esas lágrimas eran de felicidad o algo más, pero de algo estaba seguro tenía que apoyarla a toda costa, esa niña que lo abrazaba con fervor se había ganado su corazón, no le importaban sus rabietas y problemas existenciales que solía tener, porque a pesar de todo eso estaba ahí, junto a él, afrontadolo a como podía, sin que alguien le hubiera dado opción.

--Lo sé.

--¿Cherokee... -Talia se separó de él y lo miró a los ojos --Hoy es mi cumpleaños...?

--No lo sé. -dijo con sinceridad --Digamos que sí, eso no tiene importancia en estos momentos.

Talia se montó de nuevo, tomó el casco que el hombre le extendía y luego miró a Cherokee.

--Te subes? -le dijo en tono retador, ella esperaba que le dijera que no.

Cherokee tomó el otro casco que tenía el hombre y subió con ella.

--No te preocupes por tu cabeza, yo tengo la solución.

Talía asintió y volvió a acelerar.

****

Viveka había cambiado un poco la rutina de hoy, estaba molesta, todos los demás lo sabían, no por su forma de hablarles, ya que esta siempre fue ruda y fuerte, sino por un tic que tenía su mano derecha, no podía dejar de golpear su puño cerrado contra cualquier cosa, normalmente era con su pierna cuando no tenía nada cerca, pero si acercaba a una mesa o un árbol, golpeaba el objeto con mucho empeño.

--Hoy practicaremos un poco el tiro, quiero ver qué tan bien se les da el uso de armas de fuego.

Más de uno se quedó confundido cuando llegaron a una habitación con una mesa repleta de armas de fuego de todos los tamaños y formas.

Edi se abalanzó sobre la mesa y empezó a sostener y cargar algunas; sin que nadie pudiera reaccionar y bajo la fuerte mirada de Viveka, disparó unas cuantas docenas de balas hacia las figuras de metal que se encontraban a algunos metros de distancia de ellos, todos justo en el centro de la cabeza, donde antes habías un pequeño círculo rojo.

--Esto es asombroso, hay muchas de estas que ni siquiera había visto -Edi parecía contento y entusiasmado mirando y tocando todas las pistolas --Miren ésta plateada, es de cañón doble y puntero automático. Es asombrosa.

--Si tú lo dices. -contestó Hilary perpleja y sin entender a lo que se refería su amigo, ella solo veía una pistola plateada con un bordado dorado.

Viveka se quedó callada por unos largos minutos que para los demás se hicieron eternos.

--¿Donde aprendiste a disparar así?

--Juego muchos videojuegos -Edi le contestaba sin prestarle mucha atención --Tambien me gusta jugar al paintball los fines de semana, mi tío tiene un equipo.

--Pero estas son armas de verdad hijo.

--Lo sé, y ahora puedo asegurar que se ven mejores que en una pantalla.

Viveka había quedado perpleja, quizá ni ella hubiera podido hacer lo que Edi había hecho hace solo unos minutos.

--De acuerdo -golpeó la mesa de metal logrando que Edi la mirara y dejara las pistolas en paz --Todos los demás, ahora tengo espectativas muy altas, quiero ver que tienen para mí.

"Para ti creo que nada"

Pensaron algunos de los adolescentes que miraban a la mujer canosa con disgusto.

Como era de esperar, ninguno atinó todos los objetivos, lanzar una bala no era tal y como en los videojuegos, necesitabas más que solo presionar un gatillo para que dieras en el centro, aquí no tienes un círculo que te dice cuando y cómo disparar. Además, de que cuando disparas un arma en la vida real, esta te cobra por usarla, cuando mueves tu dedo hacia atrás, un fuerte golpe recorre todo tu cuerpo, el impulso de la bala te presiona y si no lo controlas te puede hacer tanto daño como lo que salió por delante.

--No está tan mal. No es decente pero no esperaba mucho. -Jhonny tuvo que bajar con fuerza la mano de Hilary para que esta no la levantara y le apuntara a la mujer que hablaba.

--Pueden irse por hoy, los veo mañana.

***

--Fue una pérdida de tiempo, esa mujer no sirve para nada.

--No te pongas así, quizá solo es que sus métodos de enseñanza son...

--Por favor no me digas que anticuados.

--Te aseguro que no iba a decir anticuados sinó "diferentes" -dijo Jhonny asiendo comillas con las manos.

--Tú siempre tienes que ser tan recto con los entrenadores eh Gucci -Hilary pronunció la última palabra con un tono burlón.

--No seas así... -Andrew no pudo terminar su oración, se quedó con la boca abierta cuando creyó ver un fantasma rosa bajar por las escaleras.

--¿Qué hora es?

--Van a ser las seis ¿Por?

--Juro que acabado de ver a Talía bajar las escaleras y meterse a la cocina. -Andrew estaba preplejo.
Todos corrieron a la cocina para comprobar lo que había dicho.
Y si, efectivamente Talía se encontraba en el suelo de la cocina.

--Te tropezaste con el rodillo ¿no?
Talía miró a Andrew confundida, pero asintió con la cabeza.
Jhonny le ayudó a ponerse en pie.

--No deberías...?

--¡Sí, voy tarde con Rea! -gritó Talía mientras buscaba con impaciencia algo en el suelo.
Llevaba puesto un vestido largo color rosa claro.

--Voy tarde, los quiero. -les dio un beso en la mejilla a todos antes de irse como una mancha rosa, los otros solo escucharon el rugir de una motocicleta.

--¿Soy yo o Talía parecía más histérica de lo normal?

--Creo que estaba muy enérgica. Pero últimamente tiene ataques de ansiedad.

--Si, lo noté. Ayera encontré golpeando con impaciencia un árbol, y solo me dijo que necesitaba sacar energía.

--Todos estamos ansiosos y estresados, pero ella debe tener muchas cosas acumuladas.

--Claro, ella es la que está sufriendo esos cambios locos que Cherokee y Viveka mencionaron.

--Ustedes tres ¿De qué hablan? -preguntó Nayan incorporándose al grupo.

--De tu novia.

--Acaba de salir de aquí a la velocidad de la luz.

--¿Cómo? Creí que Cherokee se la había llevado hace como dos horas.

Todos se encogieron de hombros sin saber que decir.

--Te digo que la vimos aquí mismo, tropezó con algo y fue a dar al suelo de la cocina. -explicó Hilary.

--Quizá olvidó algo. -agregó Andrew.

--¿Alguno sabe en donde cenaremos hoy? No recuerdo que Vieja nos haya dicho algo.

--Que nos iba a estar diciendo nada, hoy parecía que nos quería arrancar la cabeza.

--Yo diría que más bien quería golpearlos la cabeza. -Edi y Ketai venían entrando a la cocina.

--Tu no puedes decir nada, la dejaste sin habla. -Edi se encogió de hombros restándole importancia.

--Yo supongo que podrías pedir algo de comer.

--¡Pizza! -gritó Ketai, Hilary lo secundó.

--¿Que tal sushi?

--Nunca he comido sushi -confesó Hilary dudosa.

--¿Enserio? Hasta yo que viví encerrado en Santa Lucía he comido sushi, a la Tía Ingrid le gustaba mucho.

--Debemos pedir sushi, debes probarlo.

***

Los adolescentes son
cabezas huecas

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