48.

En alguna casa de Chest Wood

Keitlyn jugaba a la ruleta rusa con varios adolescentes de su edad. Ella no disfrutaba del todo su compañía, pero esa era casi la única forma de mantener contentos a sus padres ahora que no sabían en dónde rayos se encontraba Talia, tenía que relacionarse con personas de su clase. Ella no podía pensar en otra forma de engañarles mas que no estando en casa.

--Uy, Argent y Madison. Esto será interesante. -dijo un chico de cabello rizado sentado en un círculo. Keitlyn levantó la vista de su teléfono solo para ver como una daga iba en su dirección, solo tubo que pegar su espalda contra el suelo y esquivar la daga, luego se volvió a levantar y envío otra daga igual, hacia la chica llamada Madison, ésta no tuvo tanta suerte y un mechón de su cabello fue cortado.

--Idiota. -dijo Madison con desprecio mientras tocaba su cabello.

Se pudieron escuchar algunos aplausos y whoas en la habitación, Keitlyn no les prestaba mucha atención. En estos momentos su teléfono le era más importante que aquellas personas.

--No seas tan amargada. -susurró una voz en su oído derecho, justo antes de que un chico de cabellos negros azulados le diera un rápido beso y se sentara junto a ella.

--Bienvenido -dijo la misma chica que ahora le faltaba un mechón de su cabello. Ni el chico ni Keitlyn le prestaron la mínima atención.

--No soy amargada, solo no tengo ganas de lanzar cuchillos. -el chico saludaba al resto, sin mirar a Madison, quién lanzaba miradas asesinas de Keitlyn al chico nuevo.

--Te entiendo, por eso llegué tarde. -él se encogió de hombros restándole importancia.

--Y no me dijiste. -Keitlyn sonaba enojada a pesar de no estarlo realmente, no estaba enojado si no aburrida.

--¿Nos vamos? -preguntó él.

--Pero acabas de llegar...

El chico de cabello azulado tomó la mano de Keitlyn y se la llevó de ahí.

...

--Vamos, no te enojes conmigo. -el chico la miraba con una cara de perrito triste.

--¿Y por qué no? Me hiciste pasar tiempo con esos tarados. -Keitlyn sonreía, la expresión del chico le recordaba a Andrew, y a la vez se maldecía por ello, ella solo quería dejarlo en el pasado -sabes que no puedes, lo aprecias demasiado, por no decir otra cosa-

Desde el día que le dijo a Andrew que no sentía nada por él una vocecita irritante y molesta, había aparecido en su cabeza. Ella estaba a favor de Andrew, y todo lo que hacia, o no hacia se lo reprochaba, incluso cuando no tenía nada que ver con él.

--No son tan malos... -Keitlyn enarcó una ceja --Por ahora es lo único que te ofrezco querida -él rodeó los ojos. -es un idiota-

Obviamente la voz estaba en contra del otro chico.

--Lo sé. No tener amigos es duro. -dijo Keitlyn, el chico se encogió de hombros.

--Fuiste tú quien lo quiso de esa forma.

--Era lo mejor. -sabes que tú no piensas eso-

--¿Para quién?

--Como que estás filosófico hoy. -el chico se rió.

--Siempre lo soy. -le guiñó un ojo.

--Claro que no, siempre eres un tonto. -acertado-

--¿Por qué lo dices? Tú tampoco eres muy inteligente que digamos. -Keitlyn lo miró feo --Al menos no desde que te conozco.

--Yo... -touche- Desde que tú estás. Le dijo Keitlyn a su voz interior. -yo no soy la culpable- respondió esta.

El chico miraba como Keitlyn se había quedado muda e ida en sus pensamientos, creyó que era por culpa de que no podía contradecirle.

--Por favor Keitlyn, te conozco desde hace muy poco, anteriormente nunca te relacionaste con nosotros, los hijos de cazadores, a excepción del ogro de Jhonny, el cual al parecer ya ni le hablas. Ahora nunca te despegas de nosotros, y como que le tienes miedo a tu propia casa.

Keitlyn abrió la boca para hablar, pero el chico la tomó de la cintura y la calló con un beso.

--Déjame terminar -la soltó y la miró a los ojos --Además de que te haz acostado conmigo ya dos veces, y dices ser mi novia. Cosa que la verdad no me molesta pero, sí me extraña. -asqueroso- --¿Algún comentario? ¿O algo que haya hecho falta?

--No. Porque mis razones no tienen porqué importante. -ni tu opinión- le espetó a la voz.

--¿Tú crees? ¿Crees que no me importa lo que le pasa a la chica con la que me divierto? -¿no se supone que nosotros jugamos con él?- Cállate.

--¿Soy la chica con la que te diviertes? ¿No sé suponía que era al revés?

--Desde mi punto de vista no.

--Bueno... Entonces nos divertimos juntos. -Keitlyn tenía una sonrisa tonta en su rostro.

--No me cambies de tema Argent -Keitlyn la miró feo y él levantó los brazos en son de paz --Lo siento, aveces olvido que no te gusta que te diga así.

--Pues si, no me gusta que solo me relacionen por ser una Argent.

--Te entiendo, el apellido Collen tampoco es muy poco reconocido.

--Pero... Olvídalo, incluso yo me guié por ello.

--¿Lo dices enserio? -le quitó un mechón de su frente y le acarició la mejilla.

--Pues claro. Ser novia del hijo de uno de los más grandes miembros de los Lobos Asesinos, es la mejor forma de obtener información.

--Auch. -exageró dolor en su pecho.

--No te hagas el dolido.

--No puedo, eh de decir que yo también tenía mis propias intenciones. -tenia una sonrisa de oreja a oreja, achicando los ojos.

--Lo sé. -le dió un beso en el cuello --Lo ves, yo soy más inteligente que tú.

Ambos juntaron sus frentes y se quedaron así unos segundos hasta que el chico dijo:

--¿Al menos lo disfrutaste? -mantenía los ojos cerrados, buscando en su cabeza aquellos momentos en los que estuvo anteriormente con aquella oscura chica.

La voz se había ido, era en esos momentos en dónde Keitlyn volvía a disfrutar de su soledad, por eso le era tan gustoso estar con él.

--Solo algunos momentos. -contestó ella en un susurro apenas audible. Su cercanía no le molestaba, pero sentía que no era lo que ella deseaba.

--¿Quieres detenerme? -dijo él metiendo una mano por debajo de su blusa. A pesar de saber que ninguno tenía buenas intenciones con el otro, no dejarían de hacer, o al menos intentar, aparentar le al mundo, al menos hasta que algo inesperado sucediera.

--No. -contestó ella acariciando su rostro --No voy a detenerte si tú no me detienes.

--Jamás -contestó él tomandola de la cintura y levantándola para que quedaran a la misma altura.

Ambos se encontraban en un bosque, habían llegado ahí gracias a la velocidad de él, desde que salieron de la casa habían decidido irse lejos, sus conversaciones personales no debían ser escuchadas por nadie, mucho menos los hijos de cazadores.

***

--Créeme, ella tiene las respuestas, y a pesar de que te odia no podrá negarse.

***

Aveces los juegos se toman enserio.

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