44.
--¿Qué sucede? Te ves pálida desde el almuerzo.
--Solo estoy cansada.
--Como digas. Solo ten en cuenta que guardarse cosas que te incomodan solo hará más pesado el tiempo que estaremos aquí.
--Hablando de eso ¿Estás seguro de que quieres quedarte? Para serte sincera creo que....
--Talía. Por favor no continúes con eso. Ya te lo dije, aunque te vayas al polo norte yo te seguiré sin importar nada.
Ambos estaban en una misma habitación, solo que esta sí tenía dos camas, e incluso una sala. Nayan leía un libro mientras Talia guardaba sus cosas en los cajones del armario. Habían tenido un almuerzo muy peculiar con la pareja, ellos no dejaban de hacerle preguntas incomodas a Talia, por lo que sus humores no andaban muy alegres; a nadie le agrada que le hagan un interrogatorio de información muy personal que casi nadie sabe y debas contestar sí o sí.
--Cosa que no tienes por qué hacer. -Talía doblaba las camisas con habilidad, a pesar de sentirse como si un camión le hubiera pasado por encima.
--Tienes razón. Lo hago porque quiero -dijo Nayan en tono neutral mientras pasaba la página de su libro de tapa azul.
--Tú... -ella le iba a reprochar sus acciones, pero no se lo permitieron.
La puerta se abrió de golpe y Jerez entró por ella cargando varias cajas de plástico, al parecer ninguno de los adultos que conocían sabían que era la privacidad, nunca les enseñaron a tocar la puerta antes de entrar.
--Son cosas que según Viveka podrían necesitar. -las puso al lado del sillón en dónde se encontraba Nayan. --Ven, te ayudo con eso -dijo acercándose a Talia y ayudándola a doblar la ropa.
En ese momento Talia notó que el brazo de Jerez no se veía como piel normal, parecían escamas como de serpiente. Jerez notó la mirada de Talia fija en su brazo.
--Soy descendiente del Dragón de Lava. Son escamas. -Talia parpadeó varias veces, no creyó que Jerez pudiera notar que lo estaba mirando. Se sentía una tonta por no haber intentado disimular mejor.
--¿Del Dragón de Lava? -Nayan se había acercado a ellos, curioso, eso no era algo que escucharas todos los días.
--Si, desde hace unas generaciones evolucionamos, ahora tenemos apariencia más humana. -explicó el hombre con una sonrisa en la cara, Talia creyó que ese hombre ya tenía gravada una sonrisa muy gentil en su cara, no lo conocía mucho pero no parecía ser un hombre que soliera tener una expresión seria, o que algo en verdad le molestara; ni siquiera cuando Talia había sido mal educada con él y se le había quedado viendo sin disimulo.
--Asombroso. Para serte sincero, yo creí que los dragones se habían extinguido. -confesó Nayan. Según lo que él sabía, los dragones habían desaparecido desde hace algunos siglos, incluso muchos investigadores afirmaban que habían sido enviados a una dimensión diferente, donde estas majestuosas criaturas podrían vivir sin ser cazados y temidos.
--Eso es lo que creen todos, pero no, a causa de nuestras persecuciones y mala reputación tuvimos que ocultarnos, muchos murieron y se perdió la mayor parte de nuestra población, pero algunos pudimos sobrevivir evolucionando y asemejándonos más a los humanos, es como un camuflaje. –Nayan abrió la boca con asombro, esto era algo único.
--Asombroso. -dijo Talía sin quitar la mirada del brazo de Jerez, a la percepción de ella, sus escamas se movían solas.
--Sí chico. La verdad me agradas, y no solo por el hecho de que nuestros dones son similares. Hay algo en ti que me agrada. -Jerez puso una mano en su hombro.
--Gracias señor. -Nayan le sonrió gentilmente, aún estaba asombrado por la revelación que aquel hombre les había dado.
--No seas tan formal. Detesto que me digan señor, siempre voy a ser el más viejo. -Jerez era todo lo contrario a su esposa, él se veía más joven y fresco, incluso mucho más alegre y simpático.
--Chicos. -ambos lo miraron --¿Qué me dicen de salir un rato? -Jerez volvió a sonreír con entusiasmo.
--Pero... -empezó Nayan. Él aún recordaba las palabras de Cherokee.
"No busquen problemas innecesarios"
--Estoy consciente que Cherokee no les tiene permitido salir, pero no creo que suceda nada si estamos en los alrededores.
--A mí me parece una gran idea. -aclaró Talia --Ambos iremos. -tomó a Nayan del brazo y básicamente le obligó a que dijera que sí.
Nayan no podía decirle que no a Talia cuando ésta se veía tan emocionada por algo, aunque fuera una locura y realmente no fuera lo mejor.
--Confía en mi chico. No dejaré que nada les suceda. -Nayan agradeció las palabras de Jerez.
***
--Espero que estén listos. Hoy los destruiré a menos que me lo impidan. -Viveka apareció por el pasillo.
Talia y Nayan se encontraban en la sala de entrenamiento esperando a Cherokee. No esperaban encontrarse hoy con la mujer.
--¿Y Cherokee?
--Él no vendrá hoy. Salió temprano y no volverá hasta mañana. -Viveka dió un brinco de felicidad --Yo seré quién los entrene. Ese es mi trabajo. -Viveka sonreía como una niña.
Ambos adolescentes se miraron no muy convencidos, que esa mujer los entrenara no les daba muy buena espina, preferían que Cherokee lo hiciera.
De un momento a otro Viveka extendió los brazos hacia el frente y una gruesa pared de piedra se interpuso entre Nayan y Talía, separándolos.
--Ayer los vi y considero que de esta forma es mejor. Mucha menos distracción. -gritó con fuerza la mujer para que ambos la escucharan --Adelante. Intenten destruirla.
--Pero.... -empezó Nayan. Esto de la pared los tomó muy desprevenidos a ambos ¿Cuál era la idea del entrenamiento? ¿Destruir una pared irrompible?
--No es de Onix. Yo no puedo manipular un material más fuerte que yo. Adelante, probemos su fuerza.
Nayan empezó a enviar ráfagas de fuego contra la pared de color negro azulado. La pared no cedía a sus ataques, se resistía y mantenía intacta.
Con Talia la situación era diferente. Ella estaba frente a la pared sin saber muy bien que hacer, analizaba el cómo podría romperla, casi su única opción era la fuerza, pero no se sentía segura. Ayer había tenido el peor sueño de todos, había visto como por un arranque de ira, asesinaba a alguien, lo había asesinado solo presionándole la garganta.
--Vamos Talía. -Viveka la sacó de sus pensamientos --Si no empiezas no terminarás nunca, y no podrás salir hasta que lo hagas. Estarás ahí hasta mañana si es necesario.
Talía respiró profundamente y luego exhaló con calma. Sintió como su cuerpo se tensaba y sus ojos cambiaban de color. Sin saber por qué sonrió de lado, y así empezó a golpear la pared. Golpe tras golpe, ella tampoco tenía mucho éxito, la pared no parecía ser afectada por sus golpes por más fuerza que utilizara.
Pasaron ocho horas y ninguno de los dos había logrado su objetivo, ambas paredes seguían prácticamente igual.
Viveka exhaló con fuerza y se levantó del suelo, había dormido unas cuantas horas luego de haber ido a almorzar.
--Chicos escúchenme. -ambos, ya bastante cansados se detuvieron para escucharla --Les daré una pista -se acercó a ambas paredes y colocó una mano en cada una, derecha para Talia, izquierda para Nayan --Ambos utilizaron técnicas diferentes para destruir la pared, pero siempre utilizaron la misma, ¿Qué tal si esa no es la solución? Deberían cambiar su mentalidad un poco.
Talia estaba en el suelo, tumbada boca arriba mirando el techo. Ella pensaba en lo que Viveka acababa de decirles. ¿A qué se refería con cambiar de mentalidad?
Como si una bombilla se hubiera encendido en su cerebro Talia creyó encontrar la solución: Debía utilizar magia.
El único inconveniente era que ella no se sabía ningún hechizo, y aunque desde antes podía utilizar la magia, nunca se había propuesto aprender nada.
--¿Y ahora qué hago? No sé ningún hechizo. -ella golpeaba su cabeza contra la pared intentando pensar en algo.
Ya sin saber que hacer empezó a improvisar. Había visto algunas veces a sus amigos y otros estudiantes hacer magia, solo debía copiar sus movimientos y palabras, todo lo demás se haría solo ¿No?
Colocó su mano izquierda sobre la pared y extendió los dedos.
--Incendio. -dijo con fuerza, mas nada sucedió. Talia rodeó los ojos y volvió a pensar en otro "hechizo". Esto era más difícil de lo que pensaba ¿Cómo era que los demás lo hacían ver tan fácil?
Talia movió los brazos, las piernas, y prácticamente todo su cuerpo intentando recrear todos los hechizos, embrujos, encantamientos, y cuanta cosa mágica que recordaba, pero nada le funcionaba, se sentía ridícula.
Talia tenía hambre y su cuerpo se lo recordaba, estaba cansada y sus fuerzas agotadas, se volvió a tumbar en el suelo y se durmió. Necesitaba reiniciar su cerebro. Luego de un merecido descanso pensaría con más claridad y quizá podría salir de ahí.
***
Era la primera vez desde hacía algún tiempo que Talia dormía sin haber soñado nada.
Se asustó cuando se encontró sola en la oscuridad.
---Había olvidado que estaba aquí. –exclamó pasando una mano por su frente.
--Si, pensé que algo te había sucedido -dijo una voz detrás. El cuerpo de Talia se erizó al escucharla, jamás había escuchado esa voz seseante --Te recomiendo que continúes con el hechizo Treno, este destruirá la pared.
Talia miraba a su alrededor en busca del origen de aquella voz, pero por más que lo hiciera no lo conseguía. Era como estar escuchando una voz en su cabeza, o tal vez alguien invisible le hablaba desde las sombras.
--No conozco ese hechizo. -confesó ella indignada, ni siquiera había escuchado de él, así que no consideraba que realmente pudiera hacerlo.
--Yo te lo enseño -una sombra, una verdadera sombra rodeó a Talia y la condujo hasta la pared a destruir --Siéntate -Talia tenía miedo, ella sentía un frío contacto con su piel que le provocaba escalofríos, aquella sombra movía su propio cuerpo a voluntad y Talia no podía negarse --Excelente. Ahora piensa en él.
--¿Qué? -Talía no entendió bien lo que había dicho pero el sentimiento extraño que la hacía moverse sin siquiera pensarlo no la dejaba pensar con claridad.
--Eres excelente en esto -la sombra la ignoraba --Solo nos falta algo, enséñame esos ojos tan hermosos tuyos -y como si tuviera un interruptor, sus ojos cambiaron de color.
Talia cerró los ojos por unos minutos que para ella fueron eternos. Cuando los volvió a abrir se encontraba de nuevo tumbada en la misma posición que antes de quedarse dormida.
--¿Acaso fue otro sueño? -gritó ahogada. Sentía un frio en todo su cuerpo, como si volviera a sentir frio como un humano.
Cuando consiguió calmarse decidió volver a su misión, debía destruir aquella pared, su estómago necesitaba comida.
Se posó frente a la pared y recordó un hechizo que Nayan le había enseñado, hasta ahora lo recordaba. No debía decir nada, no debía hacer nada. Simplemente debía pensarlo e invocar aquella magia llameante.
Para cuando Talía volvió a abrir los ojos miró como en la pared se visualizaba una gran grieta, ya casi lo conseguía. Repitió el mismo procedimiento unas seis veces hasta que escuchó como una pared se rompía y derrumbaba.
Talia daba brinquitos de alegría. Su cabello subia y bajaba, revolviéndose en el aire.
--¡Lo logré! ¡Lo logré! -gritaba feliz y orgullosa. Viveka le aplaudía también orgullosa de ella.
--Ahora solo faltan unos minutos para que él logre lo mismo. –la mujer señaló la otra pared.
Talía se posicionó junto a Viveka y miró el lugar en donde debía encontrarse Nayan. La pared parecía a punto de caerse, temblaba ante los golpes producidos del otro lado, rápidos y certeros que no le daban descanso.
Luego de unos diez minutos que parecieron un instante, la pared cedió y se desmoronó, dando a luz a un Nayan lleno de polvo y con los nudillos llenos de sangre y vendados con su propia camisa.
Nayan los miraba feliz, sonreía mostrando los dientes, su rostro no se veía para nada cansado y completamente opuesto al resto de su cuerpo.
--Siento tardar tanto. Necesito ponerme en forma. -Nayan no parecía notar que su aspecto era deplorable, había polvo en todo su cabello y rostro, estaba sin camisa, ya que la había usado como vendajes en sus manos; pero no, él se veía tan feliz como un niño que se había ganado un premio. Era de esa felicidad contagiosa, Talia también sonrió por su triunfo.
Cuando los tres estuvieron juntos, Viveka los abrazó como si fueran dos niños pequeños y ella fuera una madre orgullosa.
--¡Lo lograron! Ambos lo hicieron. -gritaba. Talia se asustó, su voz salía como un rugido que le llenaba los oídos con un fuerte retumbar.
Jerez apareció por la puerta con un carrito lleno de comida. Talia apenas lo vio se abalanzó sobre él y devoró todo lo que pudo. Sus tripas le pedían a gritos energía, hoy había gastado mucho más de lo normal.
***
--¿Estás seguro de que puede estar ahí? –una mujer enfadada hablaba mientras tecleaba en una computadora.
--A estas alturas es lo único que se me ocurre.
--¿Y no crees que se fue con Talia y Nayan? –la verdad él si consideraba que algo malo le había sucedido, pero debían tener fe.
--No lo creo. No nos dijo nada.
--Pero....
--No. Mañana mismo tendré que ir, necesito respuestas lo antes posible.
--Yo no lo haría si fuera tú. Sabes que ellos no te valoran ni como insecto.
--Lo sé, mas no tengo otra opción.
***
¡Fuerza!
Nada es imposible y siempre hay una gran recompensa
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top