23.

Era las 2:15 pm y Andrew se encontraba tomando café con un amigo en una cafetería de Durstain. Habia pasado una noche terrible luego de que su padre lo hubiera enviado a una misión de rastreo donde su equipo tuvo que dormir a la interperie, y ahora seguían al objetivo mientras comia un sandwich vegetariano.

La persona que seguian era un sobrenatural no identificado que habia causado revuelo hace unos días en una de las sedes de los cazadores en Chest Wood. Anoche lo habian descubierto en el baile que se llevaba a cabo en Durstain y como habian encontrado discrepancias en su regitro pusieron a varios agentes a seguirlo y recolectar información.

Andrew vio como la amiga de Keitlyn habia entrado en el local, hizo lo posible para que ella no lo reconociera pero sus alarmas se encendieron cuando ella se sentó frente a su objetivo.

—¿Acaso esa chica no era la amiga con la cual tu novia iba a reconciliarse hoy? -dijo el amigo de Andrew levantando una ceja en su dirección.

—Primero que todo Keitlyn no es mi novia, y segundo, efectivamente eso debia suceder hoy según su plan de "mejores amigas"

Mientras hablaban pudieron ver como Talia salia junto al chico y disimuladamente se desviaban del camino, adentrandose al bosque.

Los cazadores salieron también para seguir a la pareja sin embargo cuando tomaron el mismo camino y pretendian seguirles el rastro, descubrieron que habian desaparecido como por arte de magia. Andrew se sentia alterado. Toda su vida habia sido cazador y seguido a objetivos altamente peligrosos y escurridizos y esta era la primera vez que se habia quedado sin rastro alguno; se sentía como un niño en medio de un inmenso bosque hubiendo sido engañado por un astuto zorro.

***

Estuvieron un par de horas peinando el bosque centimetro a centimetro sin tener exito en encontrarlos. El compañero ya habia notificado a la agencia que les habian perdido el rastro, sin embargo Andrew insistia en econtrarlos porque se preocupaba por Talia.

—No hay forma de hallarlos, pueden estar incluso en otra ciudad. -dijo el otro chico tomando aAndrew del brazo para que lo escuchara, sin embargo la expresión sin emociones del colocho lo hizo entender lo mucho que le importaba la seguridad de la chica.

—Tal vez ella...

Y como si la hubieran invocado, Talía salía de entre unos arboles con un aspecto terrible, tenía ramas y hojas por todas partes y se tambaleaba con cualquier paso que daba. También estaba el detalle de su cabello, que parecia haber sido teñido de distintos colores.
Ambos cazadores notaron que ella no transmitia ninguna presencia, de no ser porque sus ojos la estaban viendo, hubiera pasado desapercibida. Tuvieron recelo en bajar pues aquella misma particularidad les advertia de que tampoco podrian saber si el objetivo estaba cerca mirándolos.
Despues de ver a Talia caminar un rato sin rumbo alguno y descartar la posibilidad de que el otro chico estuviera cerca Andrew bajó del arbol y se acercó a Talia.

—¿Estás bien? -le dijo colocandose frente a ella, lo cual le provocó que se sorprendiera y cayera.

Talia estaba con la mirada perdidad y sus pupilas estaban demasiado dilatas.

—Parece estar drogada. Pero no sabia que existian drogas tan fuertes para dejar a un lobo en ese estado. -dijo su compañero cuando se habia colodado a su lado. Andrew la miró bien y a pesar de que a primera vista si parecia estar bajo los efectos de algún quimico, sus sentidos estaban alerta y no expedia ningun olor fuerte que caracterizaba las drogas sobrenaturales, en especial las ilegales.

Los ojos de Talía brillaban como focos, incluso más de lo normal en un lobo; tambien tenian la particularidad de que uno era morado y el otro rojo.

—Vamonos de aquí, este lugar me está empezando a dar escalofríos y su mirada no me dejará dormir en días. Llevemosla...

—La llevaré a su casa, tu puedes irte, no te preocupes. -dijo Andrew acercandose a Talia para levantarla pero ella no dejó que la tocara.

—Ni de coña te dejaré con eso solo. -dijo en el momento en que Talia se abalanzaba sobre Andrew con la boca abierta, como si se tratara de un pedazo de carne parlante. El compañero sacó una jeringa y luego de dejarla incosciente se la inyectó.

Con Talia solo como una carga immovil la llevaron hasta el auto y la dejaron en los asientos traseros.

Condujeron unos minutos y cuando estaban justo frente al pórtico notaron un movimiento inusual en la parte de atrás. Talia estaba despertando y a ambos se les erizó el vello de la nuca cuando miraron a la persona que estaba ahí. Talia los saludó con un movimiento de mano pero ellos no se lo respondieron.

—¿Eres Andrew, verdad? -dijo ella. El nombrado asintió con la cabeza y bajó del auto. Abrió la puerta para que Talia bajara sin decir una palabra.

Los padres de Talía abrieron la puerta y se encontraron a su hija sonriéndoles como una niña que se metió en problemas y un chico asustado que parecia sentir que estaba viviendo una pesadilla; y no era para menos, su hija tenía un aspecto salido de una película de terror, cabello rojo brillante, ojos de diferentes colores, uñas extrañamente largas y afiladas, su ropa estaba rasgada y llena de tierra, y podían haber rastros de sangre coagulada en su cuerpo.
Los dejaron pasar pero no pasó mucho tiempo antes de que se levantara una gran montaña de humo azul que al desvanecerse revelara una bestia gigante donde antes estaba Talia.

Estaban asustados, ni siquiera la madre de Talía que tenía más experiencia en lo sobrenatural sabía lo que sucedía. Cada uno dio un paso atrás cuando el lobo se acercó a ellos, el lobo parecía cada vez más peligroso, al encontrarse en un lugar tan pequeño el lobo queria salir pero la madre de Talia al intuir su reacción lanzó un hechizo que hizo que el lobo cayera al suelo, incosciente.

—Enserio tenemos un problema. -dijo el señor Hale para si mismo.

***

Algunas horas antes.

Talia se encontraba sentada frente a un chico zorro con forma de humano.

Cuando Talia lo miró a los ojos recordó una noche cuando, sin muchas ganas de dormir fue hasta el lago a tomar aire fresco. Oculta entre los arboles miró como del agua salía el zorro, su compañero nocturno. Ella se le quedó mirando sin que él notara su presencia. De la nada el zorro llegó a una pila de ropa y dió un brinco, girando tan rápido que el ojo humano sería incapaz de ver. El zorro se convirtió en una persona, en un hombre de cabello castaño largo que tomó el pantalón del suelo y se lo puso. Talia aún seguía hipnotizada mirándolo. Esa noche descubrió que aquel amigo suyo era más de lo que él le habia contado y por temor a ser descubierta, se retiró en el máximo silencio con la cabeza revuelta de ideas y con la imagen de un rostro que parecia tallado por angeles.

—Hola Talia. -dijo el chico frente a ella, haciendola reaccionar de golpe y devolviendola a la realidad.

—Te he visto en la escuela. Tú... ese llavero es mio. -balbuceó Talia.
Era un joven alto, con ojos verdes y cabello despeinado que llevaba atado en una coleta.

—En mi defensa tu lo olvidaste en "nuestro lugar". Esa vez que te fuiste muy apurada por algo.

¿Nuestro lugar? Era obvio que se referia al lago pero nunca lo habia visto como si fuera de ellos.

Su voz era suave y masculina, le erizaba la piel a Talia con cada palabra.

—¿Sabes quien soy? -preguntó él mientras llamaba a una mesera para pagar la cuenta —¿O ya te olvidaste del día en que me viste desnudo saliendo del lago?

A Talia se le coloraron las mejillas y contestó que no con la cabeza. El chico sonrió de lado y descansó su cabeza sobre sus manos.

—Es la primera vez que interactuamos así, como personas normales. Se siente lindo. -Talia no podia dejar de mirarlo y cada vez más encontraba similitudes en aquella persona con su amigo zorro. —Pero sigo creyendo que te ves más linda junto al reflejo del lago.

—¿Cómo es que...? -la sonrisa del chico se ensanchó y dejó las manos sobre la mesa, por reflejo Talia hizo lo mismo.

—Tú sí que siempre quieres saberlo todo. ¿Acaso no te puedo guardar ningun secreto? -el chico exhaló y miró sobre el hombro de Talia algo en especifico que lo hizo arrugar el rostro solo por un segundo —¿No quieres salir de aquí? Conozco un lugar más tranquilo donde podriamos hablar más a gusto, aquí hay muchas personas que hacen mucho ruido.

Talia lo aceptó sin pensar y olvidandose de la principal razón por la que habia llegado ahí lo siguió hasta el bosque mientras conversaban animadamente.

Se metieron en el bosque con total normalidad mientras el chico le contaba sobre su vida.
Un momento después Talia notó que habian llegado al lago.

—¿Si que sientes un apego especial a este lugar, no? -dijo Talia, y el chico se cruzó de brazos y se encongió de hombros.

—Todo el camino estuviste preguntando cosas sobre mí y contesté con la mayor sinceridad posible -el chico se acercaba despacio a Talia mientras ella lo miraba detenidamente —Pero para saber realmente quien soy no puede faltar este lugar, pues sin él no soy nadie. Sin él no te habria conocido. Hey, No te rias de mí.

De repente el chico estaba a solo unos centímetros de Talía mientras la sostenía por la cintura, por la risa no se habia dado cuenta de ello y para cuando lo habia notado sus respiraciones se revolvian en el aire.

—Pero... -empezó diciendo Talia cuando el chico acercó su mano a el rostro de ella.

El chico la besó, pero en el acto también la empujó hacia atrás y ambos chocaron contra un árbol que casi se parte en dos. Talia lo empujó alejándolo de ella.

—Me llamo Harry, por cierto. -dijo él. Parecía tan feliz como un niño con juguete nuevo. Hasta ese momento Talia se dio cuenta que nunca habia preguntado su nombre y él, suponiendo sus pensamientos, se echó a reir.

Extasiado por el momento, se volvió a acercar a ella, pero esta vez fue Talia quién empezó el beso. Por alguna razón que no podia explicar en esos momentos, le había gustado la fuerza que había usado anteriormente; Talia no pensaba en nada mientras era hipnotozada por esas esmeraldas que la miraban como si ella fuera una presa indefensa. Nunca la habían tratado de esa forma y quería volver a repetirlo.

—Sé que tienes novio. -dijo él entre balbuceos mientras estaban arrecostados en una piedra. Desde que se habia convertido en un sobrenatural Talia nunca habia podido sentirse libre de perder el control sin temor a causarle daño a la otra persona, con él era diferente, ambos se causaban daño que nos le dolía y eso solo producía más adrenalina.

—Callate. -le espetó ella. Sus ojos ya no eran de color almendra, ahora eran violeta, y radiaban una luz intensa que solo era comparada con fuegos artificiales.

Estuvieron así unos minutos hasta que ambos escucharon algo, miraron en la dirección  donde provenía el sonido, expectantes, pero no tardó mucho tiempo cuando supieron quién era el que lo causaba. Una gran cierva y su cría caminaban sin preocupación pero cuando sus presencias se toparon, la cierva los miró y arremetió contra ellos, ambos de la impresión se separaron. Harry hizo el intento de atacar, o al menos asustar a la cierva, pero Talía lo detuvo.

—Nosotros somos quienes estamos de intrusos, mejor deberíamos irnos. -dijo empezando a caminar de nuevo hacia el lago, la cierva entendió el mensaje y también siguió su camino. Harry no estaba muy contento pero siguió a Talia de todas formas, aunque no sin antes hacer algo, espantó a la sierva.

—Siento lo de allá. Normalmente son ellos lo que tienen que irse. -dijo Harry, un poco disgustado.

—Vives la vida salvaje. -dijo ella entre risas.

—Exacto -dijo chasqueando los dedos —Y ahora podríamos continuar con lo de allá... Espera ¿a donde vas?

—Tengo cosas que hacer. -dijo Talia llendo en otra dirección.

Harry se acercó a ella y tomó su barbilla evitando que se fuera.

—Al menos uno más ¿Por favor? -ella solo rodeó los ojos mientras sonreía.

Tomando esa sonrisa como un sí, Harry juntó sus labios de nuevo, pero está vez fue diferente, la brusquedad con la que habían iniciado el beso había sido diferente, él le estaba haciendo daño de verdad.
Cuando Talia tartó de soltsrse y separase de él Harry mordió su labio y luego el de ella.
Despues de saborear un liquido con sabor metalico Talía también sintió cómo algo se incrustó en su cuello que le ardía y quemaba la piel. Harry le susurró algo al oído que Talía no pudo escuchar y el dolor que sentia estaba haciendo que perdiera la razón.

Mientras trataba de soltarse ella solo pudo escuchar una palabra: libertad.

Después de eso Talia no supo que pasó después, sus ojos se cerraron y se sintió transportada a un sueño irreal

***

Todos hacemos locuras en nombre del amor

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