20.

Cuando llegaron a la casa de Zara, la señora Jones preparó bocadillos de maiz para los invitados. Los gemelos habían llegado mucho antes que Keitlyn y estaban comiendo mientras veían una película, ambos vestían formal, pero no vestían iguales. Eiden vestía una camisa y pantalón a juego color celeste, Ethan en cambio llevaba un pantalón azul oscuro, una camisa blanca y una corbata medio amarrada.

Zara apenas abrió la puerta metió a Keitlyn dentro de la casa y la llevó directo a su habitación.

-Llegas tarde. Y además llegas así. ¿Acaso es que trajiste lo que te vas a poner?

-Así voy a ir al baile. -Zara miró a Keitlyn como si de un mapache sucio se tratara.

-Ni de broma vas a ir así -dijo mientras abría el armario y le mostraba distintos estilos de vestidos de gala.

-No gracias, me gusta como me veo.

Zara iba a refutar pero Keitlyn dio media vuelta y se marchó dejando a su amiga con las palabras en la boca.

Unos pocos minutos después zara anunció que estaba lista y se podían marchar. Los gemelos apagaron la televisión y se dirigieron hasta el auto.

***

Llegaron al colegio ya de noche, tuvieron que hacer varias paradas en el viaje que los atrasaron bastante. Recogieron a otro chico pálido que no habló por más que Keitlyn trató de ser amistosa. Llegaron con casi dos horas de retraso.

-Les juro que no puedo creer que llegáramos tan tarde. -dijo Zara saliendo del auto hecha una furia y con el cabello hecho un desastre.

Las miradas estaban puestas en ellos. Era un grupo muy particular, tres sobrenaturales y una cazadora; todos lo sabían a leguas y no fue hasta que les colocaron los brazaletes que Keitlyn comprendió porqué los miraban.

En aquel lugar hacían distinción entre las razas, cada quien tenía un brazalete de color diferente, que al instante en que se lo colocaron sintió un frío quemar su piel justo en la zona donde debían encontrase su tatuaje de cazadora que le brindaba protección. En el caso de los gemelos Keitlyn creyó ver que sus ojos cambiaron de color solo por un instante y Zara hasta los cerró con fuerza y apretó la mandíbula

-Conque tenemos otro cazador por aquí. Bienvenida al infierno querida. -le dijo una chica de piel escamosa y ojos morados que no le permitió seguir viendo a Zara.

—Tu... -Keitlyn iba a lanzarse sobre la chica cuando esta intentó tocarla pero Zara se interpuso entre ellas y le ofreció un manoseo suyo a la chica, la cual arrugó el rostro y se marchó decepcionada.

-Era una... -empezó Keitlyn pero Zara la tomó del brazo hasta hacerle daño.

-Si estarás así toda la noche deberías irte. Pensé que querías cambiar de ambiente. ¿Acaso es que tienes impulsos de sacar tus armas y hacer lo mismo que tus ancestros? Pensé que sabias a lo que venias. -dijo Zara con enfado.

Keitlyn trató de aflojar el agarre y Zara la soltó de golpe empezando a reír.

—Estas en Santa Lucía cariño. Si quieres que te maten adelante, pero yo hoy vengo a jugar con alguna sirena.

Zara dio vueltas en sí misma con los brazos extendidos, su vestido largo se revolvió como un pétalo en una ventisca.

-¿Y ahora que? -preguntó Eiden apareciendo entre la multitud. Los gemelos se habían quedado coqueteando con un par ninfas en la entrada mientras ella y Zara habían hablado.

Ahora todos estaban justo en la puerta del gimnasio donde se encontraba el gran escándalo y de donde salían luces, gases y otras cosas que la misma Keitlyn no quería saber qué eran.

-Pues a disfrutar -dijo Zara ya con una copa en la mano, Eiden la sostuvo de la muñeca.

-Deberías tener un poco más de calma Zara. -dijo Eiden quitandole la bebida.

-Ay por favor. Soy lo suficientemente grande. -dijo mientras sus ojos cambiaron de color y se soltaba del agarre de Eiden. Él solo hizo señas de que la iba a vigilar y ambos se metieron al gimnasio.

-Somos tú y yo. -dijo Keitlyn. Ethan solo le contestó con una sonrisa de lado muy poco convencido.

Keitlyn mas que "disfrutar de la fiesta" como había dicho Zara, tenía una meta que cumplir aquella noche: Debía encontrarse con Talia y saber sobre ella. Tenia tantas cosas que quería preguntarle que desde el momento que se subió al auto sintió un frío recorrer su espalda.
Ambos empezaron a buscar a su amiga.

-A lo mejor ni siquiera está aquí. -le dijo Keitlyn a Ethan. Él seguía sin decirle ni una sola palabra y solo asentía o se hacia el indiferente.

Ethan tomó a Keitlyn de la muñeca y la sacó del gimnasio. Ya le estaba empezando a doler el brazo de tantos agarres inesperados y bruscos; hacia muchos años que se había acostumbrado a la protección del cazador. Que inútiles en verdad eran los humanos.

-Debo decirte algo. Solo vine aquí para verla al igual que tú. Pero también quiero confesarle algo... -Keitlyn lo miraba expectante sin entender cuál era el punto. Pero Ethan se veía inquieto y estaba empapado en sudor -Necesito expresarlé mis sentimientos.

-Lo sé. -dijo Keitlyn sin saber si podia empezar a reir o debia quedarse seria. Ethan quedó pálido pero continuó hablando.

-Pero no sé que pudo haber sucedido aquí. Y eso me preocupa mucho. Amo a la tierna y dedicada Talia que conocí y que era ajena a cualquier vestigio de...nuestro mundo...y aquí...no sé si ya ella...

-¿De que hablas? -dijo Keitlyn. Ethan ladeó la cabeza y se restregó el rostro con la mano.

-¿Eres tonta o qué? ¿Acaso no lo viste desde que entramos? -Ethan buscó una forma de explicar lo que quería decir. Se tomó su tiempo y Keitlynhabia empezado a molestarse, el ambiente y el ruido la estaban fastidiando -Talia siempe fue tratada como humana, nunca supo nada y ahora, en este lugar...es el colegio Santa Lucía...

-¿Que tiene este colegio que todos lo conocen menos yo! -le gritó Keitlyn hasta intentar empujarlo aunque fue en vano.

-¿Enserio te consideras cazadora? -le contestó Ethan mientras su rostro se mostraba oscurecido.

Keitlyn se frustró
¿Acaso era tan malo no haber puesto atención a todo lo que sus padres le habían enseñado de pequeña?

Ethan antes de responder vió algo detrás del hombro de Keitlyn y al ver que sus ojos se habian perdido, Keitlyn se dio la vuelta y se encontró a una Talía con un vestido largo turquesa y rosa pálido que resaltaba su cabello suelto como enredaderas que parecían tener vida propia.

Keitlyn no pensó y corrió hacia Talía para abrazarla pero la forma en que ésta otra la recibió la asombró bastante. Talía se quedó helada en su sitio y no se movió ni para responder el abrazo. Keitlyn sintió que abrazaba una estatua.

-Me alegra demasiado verte. -dijo Keitlyn cuando Talia salió de su estupor y miró el rostro de su amiga. Talia le dedicó una pequeña sonrisa, aunque no tan grande como la que Keitlyn esperaba.

-¿Keitlyn...? -empezó a decir Talia pero la nombrada no escuchó nada y siguió hablando.

-Han pasado demasiadas cosas y te extrañaba de verdad. Cuando Jhonny me dijo... -Keitlyn no pudo terminar de hablar al ver como el rostro de Talía se transformaba en una mueca de disgusto que pocas veces le había visto. Keitlyn se volteó para mirar que había sucedido y se encontró con una Zara Jones que venía hacia ellos con una copa levantada y una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Keitlyn, tu la trajiste? -preguntó Talia frunciendo el ceño cuando Zara la saludó con un movimiento de mano.

-Este...sí. —contestó Keitlyn confundida.

Hasta ese momento Keitlyn sintió que había sido una mala idea y no tuvo que girarse para ver a Talia para saber que ésta debía tener cara de pocos amigos.

-Claro que sí. Ahora somos súper amiguis. ¿No es así Keity? -Zara colocó un brazo alrededor de los hombros de Keitlyn y Talia se apartó de ellas.

Talía cerró los ojos y río nerviosamente, Keitlyn pudo ver como Talia se recogia las mangas del vestido lista para hacer algo cuando las bocinas de todo el colegio empezaron a sonar dando un mensaje especial.

-Grandiosas noticias queridos compañeros e invitados. Nos han informado que la gran Zara Jones, el Alpha de Durstain vino a pasar la noche con nosotros. Querida Alpha, ven y sube al escenario para ser coronada como la reina que eres. -Una voz de chica sarcástica y juguetona resonaba por todos lados como una canción pegadiza y estridente.

Luego otra chica tomó el puesto y dijo:

-Lo sentimos Hale y Adeen. Fue idea del director y la entrenadora Wood.

-Lo siento chicos, creo que me llaman por allá. -dijo Zara llendo hacía donde la esperaba una corona de rubi.

-No puedo creerlo. -dijo Talia apretando los puños -Aunque debí imaginarlo, claro.

-¿De que hablas? -preguntó Keitlyn sin pensar, aunque luego se mordió la lengua.

-Tú trayendo a Zara y siendo las mejores amigas. ¿Debía esperarlo, no?

-No es como crees...

-Keitlyn no voy a decir que siempre lo arruinas todo porque no estamos en una novela de ese tipo pero, ¿Acaso alguna vez te pones a pensar en algo más que en ti misma? Siempre las personas a tu alrededor salen perjuficadas por tu propia ignorancia. -Talia sintió vibrar su muñeca -Aunque sea irónico que yo lo diga. Adiós, amiga.

Estaban casi en la entrada del gimnasio cuando Talía se disponía a irse pero cuando estaba por dirigirse al estacionamiento ocurrió algo que nadie esperaba y que hasta muchos años después sería recordado en Santa Lucía como una noche de tragedia y traición.

Varios cazadores armados hasta los dientes apuntaban a un solo objetivo, Talía. Las personas alrededor estaban sorprendidas y creyeron que el ataque era hacia todos hasta que:

-Talia Hale. Te necesitamos muerta. Los demás por favor retirarse y no saldrán lastimados. —anunció un hombre fornido que cargaba un arma más grande que él mismo.

—Debes estar de coña amigo. Están en propiedad privada y ella es nuestra compañera. -gritó una chica morena de cabello corto y con un vestido negro.

En ese mismo momento una chica de cabellos rojizos le quitó un arma a uno de los cazadores y otro para defenderse la noqueó con un golpe en la nuca.

Así empezó el caos, entre todos los que estaban fuera y los que estaban dentro volvieron el lugar en un verdadero campo de batalla. Nadie sabía lo que sucedía pero la disputa y malos tratos entre los cazadores y los sobrenaturales era muy marcada en ese lugar. A ningún estudiante le interesaba la razón verdadera de porqué esos asesinos se encontraban en la escuela, ellos solo querían cobrar venganza y sacar alguno que otro enojo. Además que debían haber tantas drogas y químicos que ya muchos debían haber perdido sus cincos sentidos.

Talia se había quitado los tacones y estaba dispuesta a golpear a un chico rubio que venía hacia ella cuando Keitlyn la tomó del brazo y la apartó.

-No dejaré que nada te suceda. Te voy a proteger. -Le dijo Keitlyn sacando un par de pistolas.

-¿De que hablas? Puedo cuidarme sola...

-Claro que no, ellos te quieren asesinar. -le respondió Keitlyn.

-Lo sé, lo dijeron frente a todos. -ahora un chico con una Katana los había intentado atacar y Talia solo lo golpeó en costado para dejarlo sin aire. Su muñeca volvió a vibrar y sintió un deseo de correr y salir de ahí. -Solo déjame en paz y vuelve a la vida que Zara y tú me arrebataste.

-Eso no... -empezó Keitlyn. Ella sentía una presión en el pecho que no podía explicar y cuando se dio cuenta tenia las mejillas mojadas.

-Me mentiste toda mi vida, dejaste que me hicieran daño y luego te aprovechaste de eso. Siempre te aprovechaste de mí y yo nunca lo noté, y ahora que quiero algo de verdad solo para mí vuelves; y tras de todo traes a una de las personas que más odio en este mundo para hacerme sentir que ya no me necesitas, que puedes reemplazarme en tan solo unos meses.

-Yo solo quería... -empezó Keitlyn tomándola de los codos pero al ver como a Talia se le erizaba la piel Ethan la apartó.

-¿Protegerme? -dijo Talia se quitándose el brazalete que llevaba y lo dejó en la mano de Keitlyn cerrandole el puño -Muchas gracias pero ahora no necesito ayuda, porque cuando la necesité solo te quedaste mirando el bosque.

-Pero... -Esta vez quien había abierto la boca era Ethan pero de un manotazo al aire Talia lo calló y gritó a todo pulmón.

-¡No pueden dejarme en paz? Acaso no entienden que quiero que me dejen. ¿Que les he hecho para merecer esto? -los ojos de Talía estaban rojos e hinchados y las lágrimas salían como cataratas.

Talía miró la hora en su teléfono y soltó un grito ahogado entre lagrimas y sollozos; se dió la vuelta y salió corriendo en dirección al estacionamiento. Keitlyn y Ethan se quedaron viendo como se perdía entre el mar de personas.

Keitlyn por fin le prestó atención a lo que Talia le había dejado. Era un brazalete que ella le había regalado en su primer cumpleaños como amigas, Keitlyn tenía uno igual pero el de ella estaba almacenando polvo en algún cajón de su cuarto. Talia en cambio lo llevaba siempre consigo, lo usaba como un amuleto para sentirse en casa.

-¿Y ahora qué?

***

Las despedidas son duras
¿Pero qué me dices de los reencuentro?

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