14
¿Y ahora que?
Talía sabía que en el cajón oculto de su motocicleta tenía un poco de dinero y cosas indispensables, pero eso no era nada.
—Debemos irnos a vivir a la casa del bosque -dijo la madre de Talía.
La casa del bosque era una gran casa de estilo colonial en la ciudad vecina. Iban ahí algunos fines de semana para salirse de la rutina y convivir un poco con la naturaleza. Todo era de su propiedad, y se podían quedar ahí todo el tiempo que fuera necesario.
—Nos vamos hoy mismo. -indico el padre de Talia.
En estos momentos Talia se encontraba dentro del auto de sus padres arrecostada en el asiento trasero con la cabeza en las nubes. Sus padres no habían comentado sobre el mensaje escrito en la pared, a pesar de estar segura que sí lo habían leído. ¿Creerían que habría sido una broma de mal gusto? O acaso que su hija se había involucrado con una pandilla peligrosa. Cualquiera que fuera el caso, debían estar conscientes que todos corrían peligro y debían marcharse de la ciudad.
—No nos podemos ir y ya. -dijo Talia entre sollozos.
—¿Por qué no? En la casa del bosque tenemos luz, agua y ropa. Podemos pasar por un supermercado de camino para comprar comida. -dijo el padre de Talia sentándose junto a su hija
—Tu madre tiene razón, los bomberos dijeron que fue pérdida total. Todo quedó hecho cenizas; al punto de no saber cómo la estructura aún sigue de pie. —dijo Jhonny dándole la razón a los padres de ella y también creyendo que salir de la ciudad sería lo mejor para Talia.
—Lo siento mucho chicos. Debemos irnos ya o no llegaremos antes que caiga la noche. -dijo el padre de Talía se despidiéndose de Keitlyn, Ethan y Jhonny.
Todos abrazaron a Talia uno por uno, siendo Jhonny el último y diciéndole que todo estaría bien.
—Nos vemos luego.-dijo Talía desde la ventanilla del auto y agitando su mano.
Y ahí, afuera de una casa quemada quedaron los tres amigos de una mujer lobo incapaz de poner sus pensamientos en orden.
—Creo que deberíamos irnos. -dijo Keitlyn apenas perdieron el auto de vista.
—Yo tengo unos pendientes, así que me voy -dijo Jhonny empezando a caminar lejos de ellos.
***
Talia no queria entrar a la casa y a su mamá le costó mucho tranquilizarla. Al día siguiente y después de muchos tranquilizantes e infusiones Talía se levantaba de su cama.
—¿Te sientes mejor? -dice la madre de Talía a su hija.
—No lo sé -se acercó a la cocina con su mamá. Aún no me entra en la cabeza que nuestra casa se quemara. Y mucho menos el hecho de vivir aquí; siempre he visto este lugar un poco solitario...y extraño.
—Va a ser duro para todos. Incluso tu padre y yo debemos buscar nuevos empleos, viajar hasta Chest Wood todos los día sería muy complicado.
—Espera, mamá ¿También debo cambiar de colegio? —los ojos de Talía amenazaban con salirse de sus cuencas.
—Si cariño, tu padre y yo ya hicimos los arreglos. La próxima semana irás al colegio regional de Durstain. Queda mucho más cerca y aquí en Durstain todas clases siguen con normalidad.
Talía seguía mareada, no se había puesto a pensar en eso. Empezaría de cero en todos los ámbitos de su vida.
—Creo que me volveré a recostar. -dijo Talia sin esperar la respuesta de su madre.
¿Como iba a hacer? Dejaría a Keitlyn, Ethan, Issac y todos sus amigos en un pueblo a cientos de kilómetros de distancia. Todas sus relaciones y notas en el colegio cambiarían y tendría que iniciar en Durstain una nueva vida.
Talia había perdido la noción del tiempo y para cuándo se había dado cuenta ya era de noche. Había revisado cada rincón de la habitación, recordando todo lo que tenía y apuntando las cosas que necesitaba para vivir ahí.
En eso recordó su motocicleta ¿Quién la tenía?
Bajó enseguida las escaleras.
—¡Mamá! ¿Donde está mi motocicleta?
—Le dejé las llaves a Keitlyn. Pero que ni se te ocurra ir hoy, ya es muy tarde. -dijo la mujer con una sonrisa en el rostro
—Iré mañana.
—Creo que tendrás que ir después, mañana todos iremos al centro de Durstain a hacer las gestiones de tu colegio.
—Pero... -Talia decidió callar cuando su madre la miró severa.
Talia bufó y se resignó a que aún no podría ir por su pertenecía más preciada.
***
Talía se despertó al caerse de la cama. Aún era de noche y todo estaba oscuro.
"Podría ir a dar un paseo. Nada me sucederá." Pensó Talia entre risas.
Abrió la ventana; midió como lanzarse y caer en uno de los árboles cercanos
Estando en el suelo pensó a donde ir. Podía adentrarse un poco en el bosque sin problema pues había notado que sus ojos la dejaban ver en la oscuridad. El único problema sería perderse.
Luego de pensarlo un poco decidió iría al lago que estaba cerca, se acordaba cómo llegar.
Se escuchaban solo sus pasos quebrar alguna que otra rama y sonidos de búho; eso brindaba mucha calma y paz.
Al llegar a su destino se impresionó de la belleza del lago. Sus aguas estaban quietas y la luna, solo con un trozo, se reflejaba como un reflector te plata. Era como estar en un sueño. Talia se sentó en la orilla a admirar lo que tenía a su alrededor.
—Tu sí que me vuelves loca ¿No es así? -decia mirando el reflejo de la luna —Si estuvieras completa perdería la razón, sería como...como...una bestia... contigo en tu más grande esplendor me convierto en un lobo llamando a su amada luna.
Entre sus propias fantasías, dejándose consumir por la magia del lugar Talia se sintió tan cómoda como para empezar a cantar una de sus canciones preferidas:
...Como un vicio que me duele. Quiero mirarte a los ojos. Luna, no me abandones más...
Su voz salía con calma y desesperación a la vez, un deseo en lo profundo de su ser la llamaba a expresar sus sentimientos y contárselos a aquel astro maravilloso. Le estaba contando sus más grandes temores y esperanzas a la luna.
...Que tiendo a recuperarme. En la cuna de tus cráteres...
—Increible, el mejor aullido que haya oído; yeso que he escuchado muchos. -Talia se paralizó. Alguien le hablaba a pesar de creer estar sola. Se puso alerta.
Talia se levantó de un salto y se puso a la defensiva, precaviendo algún ataque.
—¿Quien dijo eso? —dijo la mujer lobo mientras miraba hacia todas partes en busca de una respuesta.
—Pues yo -dijo un pequeño zorro saliendo de entre los arbustos.
Talía cayó al al suelo por la impresión de ver a un animal hablar.
—Oye ¿Por qué te asustas? ¿Acaso nunca habías visto a un Clyan? ¿O es que estoy muy despeinado para ti? -Talía estaba perpleja, había un zorro parlante.
El animal parecía tranquilo y se bamboleaba de un lado al otro animosamente. Cuando comprendió que Talia no respondía se acercó a ella y la olfateó; Talia estaba paralizada y dejó que el animal se subiera a sus regasos.
—¿Eres un lobo no? ¿Cómo es que no sabes que es un Clyan? Somos razas parecidas. Aunque no tengan las mismas habilidades. ¿No lo crees? —dijo el zorro al miraeñr a Talia a los ojos.
Ya no era miedo, era pavor. Talía creía que se iba a volver loca. No lograba asimilar que un animal pudiera hablar.
—Tú...hablas... —pudo decir Talia en apenas un susurro.
El zorro pareció molestarse y se alejó de Talia.
—Wow ¿Acaso eres familia de Einstein? Cariño, claro que hablo. —dijo el zorro con un tono molesto y fastidioso.
—¿Me estoy volviendo loca? Debí haber respirado algún quimico en el incendio; eso o en verdad los medicamentos que mi madre me hacen alusinar.
—¿Acaso eres tonta o qué? ¿Desde hace cuánto que ya no eres una humana inútil que no sabe reconocer a los sobrenaturales? Debe ser hace muy poco para que tu primera susto de estos haya sido alguien tan dócil como yo. Estarías muerta si hubieras entrado a nadar con las sirenas.
El zorro bufó y volvió a acercarse a Talia moviendo la cola. El regaño la había hecho reaccionar un poco.
—¿Al menos has pasado por tu primera luna llena?
—No voy a hablar de eso contigo, zorro. —dijo Talia de forma despectiva. No quería recordar ese día y mucho menos lo iba a hablar con un desconocido.
—Eso fue ofensivo. Soy un Clyan. Ni si te ocurra volverme a comparar con una criatura de la naturaleza tan simple e ingrata como esa; mi aspecto puede ser similar pero eso es una simple coincidencia de mal gusto.
—Ay perdón, señor Clyan.
—¿Tan viejo me ves? ¿Cuantos años tienes, unos 20, 21?
—¿Tengo 18. Y tu? -dijo Talia mientras el zorro reía para sus adentros.
Talia empezaba a tener calma, se sentía más tranquila a pesar que la presencia del zorro le incomodaba. Sin embargo, una parte de ella le decía que debía acostumbrarse a ese tipo de cosas.
"Ahora eres un ser sobrenatural, acostúmbrate a lo raro"
Se sentía mal al pensar así, pues siempre le había agradado vivir con su status quo.
Después de una corta e inusual conversación Talia decidió que era hora de volver a su casa.
—¡Nos vemos, quizá nos volvamos a encontrar! -gritó el zorro cuando Talia ya había empezado a caminar por el bosque.
—Mejor que no. -dijo Talía en un susurro.
¿Realmente se lo volvería a encontrar? Solo el tiempo se lo diría.
Ya en su habitación se volvió a meter a la cama a esperar que su madre la despertara para desayunar.
—Buenas noches Luna.
***
Recuerda,
Aveces no conseguir lo que quieres
Es un maravilloso golpe de suerte
Dalai lama
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