Realidad
KAGOME.
Un mes luego de la despedida de Inuyasha.
-Ya tengo tu regalo-cantó Bankotsu a lo lejos acercándose a mí. Sé que te lo debía hace tiempo, pero recién llegó el paquete.
-Quédatelo, no lo quiero
-Vamos nena, sabes que un regalo nunca se rechaza- negó con su cabeza -no empecemos con indirectas de nuevo, sabes mejor que nadie que odio que me lleven la contraria.
- Tu no me mandas.
-Error Sherlock, yo mando y tu obedeces.
-¡Yo no soy de tu propiedad! ¡Deja de tratarme como si te perteneciera!- ya no tenía paciencia, me estaba volviendo loca. Luego de mi encuentro con Inuyasha y Sango, Bankotsu se encargó de mantenerme encerrada por las tardes luego de salir del Instituto. Hasta me iba a dejar y retirar, y en todo ese tiempo mo dejaba de repetir que yo era sólo suya, que nadie más que no fuera él, podía poner un dedo sobre mí, y toda una sarta de barbaridades de las cuales ya estaba colmada hasta la coronilla - puedes quedarte con la casa, el dinero y toda la mierda que has tomado hasta ahora, pero yo no te pertenezco- escupí. La viva furia destilaba en sus ojos y por un leve momento temí por mí vida.
-Hiten- gritó en dirección al pasillo-¿Tienes lo que te dí?- él asintió sin mirar mi rostro. De manera que sabía que estaba jodida.
Hiten sacó un sobre blanco de su bolsillo y se la extendió a su amigo, quién la recibió con una sonrisa burlona en su rostro-sabes que eh sido paciente hasta ahora pequeña Kag, pero como todo buen hombre, mi paciencia tiene un limite- mientras hablaba, caminó hasta el mini refrigerador que había en el despacho y sacó una botella de agua mineral-Acercate-negué con mi cabeza, algo me decía que si hacia lo que pedía, sería mi fin. Él al ver mi negativa, arrojó con violencia todo lo que se encontraba sobre el escritorio y clavó la mirada una ves más en mí .
Un escalofrío me recorrió desde la punta de mi pié a todas las ramas de mi cuerpo, instalándose en mi espina dorsal-¡Qué te acérques demonios!-automaticamente mis pies se pusieron en movimiento situándose delante de el hombre de mis pesadillas- Así está mejor-Dijo acariciando mi mejilla. Su tacto era áspero para mí, como si me quemara. Y no de buena manera.
Del sobre que Hit le había dado, sacó dos pastillas, una azul y otra blanca, luego sonrió con autosuficiencia. Mi amigo estaba expectante a todo, pero allí no podía hacer nada por mí, y yo lo sabía.
-Bebe.
-Bankotsu, yo no creo que....
-¡Bébe!-salté sobrexaltada por la brusquedad de su tono. Sin pensarlo dos veces, arrebaté colérica las pastillas de su mano y las bebí de un sorbo.
-Ya está ¿contento?.
-Oh, no te imaginas cuanto. ¡Hiten!- exclamó.
-Dime -respondió el del otro lado de la puerta. Había salido para atender una llamada telefónica.
-Tengo un asunto que resolver. Voy a volver en una hora, quiero que se duche y que no salga del cuarto hasta mí regreso.
-Tengo hambre- solté sin pensar. Hace días no comía bien y hoy el estómago me pasaba factura.
- Lo siento por ti. Que no coma ni beba nada, ese será su castigo por intentar llevarme la contra.
-Pero...- nuevamente quiso intervenir por mí, pero como lo esperaba, el silencio era nuestro mejor aliado.
-Nada- le cortó - si no puedes atenerte a mi orden, le pediré a Renkotsu que tome tu lugar.
- No es necesario, haré lo que me has pedido.
-Asi está bien- él muy altanero tomó su chaqueta y luego se dirigió a mi persona-Nos vemos esta tarde nena- y presionando sus labios en los míos, se marchó.
Diez minutos.
Diez minutos eternos son los que le tomó en marcharse de una ves de la maldita casa.
Diez minutos en los que al fin pude respirar sin miedo.
Diez minutos en los que el silencio reinó en el ambiente.
Los dos con preguntas sin respuesta. Cada uno sumergido en su propio pensamiento.
-Tienes que irte-dijo mi amigo con el semblante tenso- no voy a permitir que te haga daño- pude ver la preocupación en sus ojos. ¿De qué tenía tanto miedo?
Así que yo también hablé.
-¿Y dejarte aquí para que luego tu pagues las consecuencias? Ni de broma. Yo estoy metida en esto desde la muerte de mis padres.
¿Crees que tiraré todo tu esfuerzo por la borda? - lo dejé con la palabra en la boca y me dirigí a mi cuarto.
Necesitaba una buena ducha para despejar mis pensamientos.
Mientras subía a la segunda planta, pude sentir la presencia de mi amigo ir detrás de mí .
- No huiré a ningún lado- intenté bromear.
-Tsk- chasqueó su lengua- en este momento desearía que lo hicieras -yo también desearía tener el valor suficiente. De golpe, un repentino mareo me tomó por sorpresa, pero logré disimularlo.
- Me daré una ducha.
-Iré abajo por algo para que te alimente, me estás preocupado Luna-
《Luna》
Era la primera ves que alguien que no era mi padre, me ponía un apodo cariñoso.
Ojalá nos hubiéramos conocido en otras circunstancias.
Asentí a modo de respuesta.
Tomé la ropa del closet, junto con mis accesorios y eché un vistazo a mi celular, antes de adentrarme al baño.
Era la décima llamada de Sango durante el día.
La había echado de mi vida, pero la muy testaruda no daba brazo a torcer. ¡Por Dios! Había intentado seducir al chico del que ella gustaba para alejarla, pero ni eso dió resultado.
Ni siquiera sabiendo que él me dió cabida, además de su número telefónico.
《Miroku》
Devolví mi celular a su lugar y me metí de lleno bajo el agua.
La sensación de paz que me provocaba el agua, no me la daba nadie en el mundo.
Nadie aparte de esa personita de ojos dorados que se inmiscuía en cada unos de mis sueños. En cada partícula de mi ser.
Mi amado Yasha.
Él también había estado intentando ponerse en contacto conmigo, era tan persistente, que no tuve más opción que bloquearlo. Eso no quitaba las intimidades de mensajes que me dejaba y todos los e-mails que me enviaba a diario contándome lo que había sido de sus días allí. Lejos de mí.
El agua golpeaba con fuerzas mi rostro. El vapor inundaba mis fosas nasales y cada parte de mí cuerpo parecía estar más sensible de lo normal. ¿Qué rayos me sucedía?
Salí de la tina sin siquiera ponerme una toalla alrededor de mi cuerpo, e intenté llamar a Hiten mientras fallé al querer intentar subir a mi cama en mi estado.
Así que opté por cubrirse con la misma sábana.
-¡Kagome!- esa exclamación me hizo salir de mi ensimismamiento-¿Pero qué rayos te sucede?-lo ví venir corriendo en mi dirección y colocar suavemente su mano en mi frente.
-Tengo calor- gemí- demasiado calor.
- No tengo ropa que quitarte- intentó calmar el momento.
-¿Qué mierda me dió?- lo oí tragar grueso.
-Recién lo acabo de averiguar Kag.
-¿Tan malo es?
-Él te está drogando.
-Vale, dime algo que no sepa Hit.
-¿Sabes a dónde se pueden ir tu y tu sarcasmo ahora no Higurashiź?- una risa se escapó de mis labios, logrando que de la preocupación pase al enfado-¡Eres consciente de toda esta mierda!- explotó- Eso que te dio de tomar, es una droga llamada "gato", junto con una mezcla de Ketamina y Éxtasis. ¡¡Te estaba preparando para violarte!!
Y de golpe, toda la pesadez de la situación me calló encima.
Fué como si la colisión de un edificio completo, se hiciera sobre mí, reduciendomeen una fila de escombros.
Me iba a violar. Si eso realmente ocurría, no habría retorno.
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