Capítulo 5: Perdóname

Gray Fullbuster

Abrí los ojos para encontrarme acurrucado en el pecho de Natsu, pensé que si el tiempo pudiese pararse, éste sería el momento en que querría que lo hiciera, estando con Natsu, siendo rodeado por sus brazos, estando tan cerca de su pecho, notando el calor que desprendía el Dragon Slayer ¡Era la escena perfecta que siempre querría recordar!

Me habría encantado poder decirle a Natsu todo lo que me sucedía, pero no podía, no tenía el valor para hacerlo, además, él mismo lo había dicho, tener sexo cuando eras niño era de depravados ¿entonces yo lo era? Quizá yo no quería, pero lo había hecho, yo no era ese niño inocente y puro que Natsu relataba en sus historias, era un niño manchado y asqueroso que no merecía estar entre sus brazos, sólo le iba a traer dolor y sufrimiento ¡ya lo estaba haciendo! Ya se habían fijado en él.

Creyó que estaba celoso cuando sólo intentaba protegerle, volví a ponerme de blanco para que le dejaran a él, pero... ¿qué más daba ya? Mejor a mí que a él, yo ya estaba marcado, ya no tenía nada que perder, no quería que Natsu pasara por lo mismo, él era diferente a mí, él caía bien a todo el mundo, a todos les gustaba su sonrisa, todos querían estar siempre cerca suyo y hacer misiones junto a él ¡Él tenía una vida! Quizá si conseguían lo que quería, si yo volvía con ellos, a lo mejor se olvidaban de Natsu y eso es lo único que quería, que Natsu estuviera a salvo.

Me concentré en sus brazos ¡Se sentía tan bien estar entre ellos! Hacía ya demasiado tiempo que no me abrazaban ¡ni siquiera recordaba la última vez antes de que Natsu lo hiciera! Quizá lo echaba de menos. Me encantaría estar toda la vida con él, pero le estaba mintiendo una y otra vez, tenía que decirle que no era virgen como él creía, tenía que hacerle ver que yo no era lo que él buscaba. Me costaba mucho decidirme a hacerlo, porque me dejaría y no quería que lo hiciera.

Sus brazos se aferraron con mayor fuerza y supe que se había despertado. Es más, notaba su erección rozando mi pierna, demasiado cerca de mi miembro, pero no le dije nada, supongo que me gustaba saber que podía excitar a alguien aún, aunque estuviera marcado. Su mano estaba acariciando mi espalda y me encantaba que lo hiciera, me relajaba. La otra mano que tenía libre apartó un poco mi flequillo para repasar con sus dedos la cicatriz de mi frente, podía escucharle sonreír. Me agarré a su camiseta indicándole que estaba despierto y me miró directamente a los ojos.

~ Has dormido del tirón – me dijo – ni gritos, ni pesadillas, nada – yo le sonreí.

~ Estabas cuidándome – le comenté – si estás conmigo, puedo dormir tranquilo. ¿Tú no me harás daño, verdad?

~ No, yo nunca te haría daño. Te protegeré.

~ ¿Aunque no pueda luchar? – le pregunté

~ Si no puedes luchar, te protegeré el doble – me dijo muy seguro – yo lo haré por ti.

Notaba aún el miembro de Natsu en mi pierna, no sé si él lo notaba o no, pero desde luego no hizo el mínimo amago de apartarse y en parte, pensaba que sería bueno practicar el sexo con él, pero me daba miedo, sólo aquellos tipos me habían tocado y dolía mucho, dolía demasiado, no quería estropear los maravillosos recuerdos con Natsu tapándolos de dolor, pero me habría gustado que él pudiera borrar todas aquellas lascivas caricias, que tocase cada centímetro de mi piel y quitase la esencia de aquellos tipos de mi cuerpo, que sólo tuviera el recuerdo de Natsu, porque él me cuidaría ¡o eso quería creer! Natsu era bueno, demasiado bueno para alguien como yo.

Como decirle que quería algo más que un abrazo, algo más que un simple beso ¿Él querría algo conmigo? Porque llevaba ya dos días diciéndome que no le gustaban los chicos, pero luego me besaba, así que me tenía confundido, ya no sabía si querría tener sexo conmigo o no. Quizá si yo empezaba... él me seguiría o lo ahuyentaría, quien sabe. Tenía que armarme de valor para hacer esto, yo nunca había hecho esto, así que bajé la mano con cuidado y la metí bajo su camiseta ante la sorpresa de Natsu.

Cerré los ojos, no quería ver cómo me rechazaba, pero no lo hizo, mi mano llegó hasta su pecho, rocé con aquel temblor en mis manos por el miedo sus pezones y no me dijo nada. Abrí los ojos para mirarle, se había sonrojado un poco y supe que estaba haciendo algo mal, así que aparté la mano con rapidez y la saqué de su camiseta.

~ Lo siento – le dije cerrando los ojos, pero su respuesta no llegó.

Sus labios cogieron los míos con fiereza, hasta su cuerpo se estaba moviendo, se estaba colocando encima de mí sin dejar de besarme ¡Quizá sí quería! El que no se esperaba la reacción era yo, su fuerza, sentirme debajo, notar cómo me dominaba por completo, hizo que mi mente volviera a aquella celda, que volviera a sentir miedo conociendo el dolor, me aterraba ese dolor, no quería volver a sentirlo ¡creía que había superado el miedo, pero el trauma seguía ahí y salía en el peor momento!

~ Nat... Natsu – le llamé entre beso y beso tratando de hacerle ver que no podía seguir. Se dio cuenta cuando una lágrima resbaló por mi mejilla.

~ ¿Gray? – me preguntó.

~ Lo siento Natsu – me disculpé – yo... te he mentido, no soy virgen Natsu – le comenté – no puedo hacerlo, tengo miedo – solté la bomba de golpe y miraba los ojos de mi amigo, estaba intentando asimilar lo que le decía.

~ ¿Con...con quién? – preguntó en estado de Shock - ¿Era alguien del gremio?

~ No - le dije.

~ Pero... si tú no sabías besar.

~ No me besaron – le aclaré – sólo fue sexo, sólo fue dolor – le dije – Lo siento Natsu, no quería hacerte esto, lo siento.

~ Si no puedes hacerlo, no te preocupes – me aclaró – puedo esperar, no hace falta hacerlo ahora.

~ ¿No estás enfadado conmigo? – le pregunté.

~ No Gray, las cosas del pasado, deben quedarse en el pasado, de ti quiero tu futuro.

~ ¿Por qué tienes que ser así? – le pregunté - ¿por qué tienes que ser tan bueno? Yo no puedo estar a tú altura, no puedo alcanzarte, yo los maté, soy un monstruo – empecé a llorar.

~ No lo eres, Gray. Deja de culparte, no fue tu culpa lo de tu familia, ni lo de Ur, son accidentes. Ur lo hizo voluntariamente.

~ Si yo muriera voluntariamente por ti, ¿te lo perdonarías?

Natsu se calló de golpe, no sabía que contestarme, en realidad sí lo sabía, iba a decirme que no se lo perdonaría, pero no podía decírmelo porque le había pillado con mi pregunta, intentaba quitarme una culpa que no podía quitarse. Natsu sólo pudo abrazarme, estrecharme con fuerza hacia él y acariciarme el pelo como si fuera un niño pequeño ¡No pensaba quejarme! Me gustaba que aquellos brazos fuertes y cálidos me abrazasen, que me abrazasen tan fuerte como pudiera y no me soltase jamás.

~ Voy a ir al gremio a devolver esta misión, ¿Vale? – me preguntó y yo asentí - ¿Puedo dejarte sólo un rato?

~ Sí – le dije – claro que sí, no necesito niñera – le dije ofendido.

Siempre había estado solo y estaba bien, no sé porque ahora tenía tanta preocupación por mí. Yo sabía cuidarme. Natsu no tardó en irme, se vistió con rapidez y me comentó que no tardaría en volver. Me quedé allí, en mi solitaria casa, sin nada qué hacer, así que me tiré en el sofá y miré el techo ¿Debía decirle a Natsu todo lo que sentía por él? Yo nunca había sido muy abierto con mis sentimientos, me costaba abrirme a los demás y no sabía cómo decírselo Supongo que estábamos bien así, ¿no?, venia de vez en cuando y podía disfrutar de sus besos, eso debía significar algo, sino no estaría besándome. La puerta sonó y sonreí ¡Natsu ya se había olvidado algo! Seguramente el dichoso cartel de la misión que yo cogí anoche.

Abrí la puerta cuando una mano se cerró en mi boca y me empujaron dentro. Fue ver aquel cabello rubio y mi cuerpo se tensó de tal forma, que era incapaz de moverme. Mis piernas estaban temblando y tras su último empujón que me empotró en la pared del fondo, escuché sus risas mientras el moreno cerraba la puerta tras él.

~ Vaya Gray, si que te escondiste bien – me dijo con una sonrisa – fíjate, ya tienes 19 años, pero sigues teniendo el trasero que me gusta – comentó tocando mi culo con agresividad y posesión.

Me moví intentando alejarle de mí pero era imposible. Coloqué mis manos encima de su brazo que seguía tapando mi boca con la intención de congelarle, pero él viendo mi intención, me congeló a mí con sus palabras.

~ Yo de ti no haría eso a menos que quieras que busquemos a tú amigo –me dijo - ¿Cómo se llamaba ese pequeño dragón? – le preguntó a su compañero.

~ Natsu, Natsu Dragneel – comentó el moreno con una gran sonrisa, las lágrimas empezaron a salir.

~ Oh mírale – exclamó el rubio con ironía – le gusta el dragón, que calladito y quietecito se ha quedado – dijo mientras lamía una de mis lágrimas restregando toda su asquerosa lengua por mi mejilla - ¿Ya le has dado tu culo a ese chico? – me preguntó – claro que no ¿Sabes por qué? Porque tú me perteneces – me susurró en el oído y no pude hacer nada más que llorar.

Era verdad, tanto me había afectado aquel suceso de mi infancia que ni siquiera con Natsu podía tener sexo, ¿Tenía este tipo razón? ¿Yo sólo podría ser de él? No quería ser suyo, no quería volver con él, quería a Natsu. Tenía que pensar algo o acabarían violándome en mi propia casa, no quería volver a tenerles cerca pero ellos ya estaban bajando mi bragueta mientras comentaban que querían ver mi polla. ¡Vamos piensa en algo! ¡Natsu! Él dijo que volvería pronto, sólo tenía que retrasarles hasta que llegase, si veían a alguien más quizá se marcharían, como siempre hacían.

Agarré mis manos al brazo del tipo sacando toda la fuerza de voluntad que me quedaba escondida y activando mi magia los empujé fuera de mi casa. Rompieron la puerta saliendo hasta la calle golpeándose contra los adoquines y convertí la casa en hielo cerrando todas las aperturas con el muro más grueso que pude crear. Sólo tenía que esperar que Natsu o alguien del gremio llegase. Les vi a través del hielo de la puerta acercarse ¡Estaban hablando! Me acerqué para escucharles.

~ Buen truco Gray, piensa en esto, vuelve con nosotros, obedéceme en todo lo que quiera y no tocaremos a tu dragoncito – me amenazó – te prometo dejarle en paz, tú a cambio de él. Búscame si deseas salvarle. Tienes hasta mañana para pensarlo, te esperaré en el cauce, donde el otro día, a la misma hora.

Caminaron apartándose del hielo y no podía verles si habían desaparecido o no, por si acaso no quise quitar la barrera, me senté al otro extremo de la sala, con la espalda pegada a aquel frio hielo de la pared más alejada de la puerta y esperé mientras cerraba la bragueta. Lloré por la amenaza ¿Qué tenía que hacer? No podía dejar que le hicieran lo mismo que me hicieron a mí a Natsu, tenía que protegerle pero tampoco podía decírselo. Natsu era impulsivo, decírselo haría que entrase en aquel gremio cabreado y se lo estaría sirviendo en bandeja de plata a aquellos tipos. Tenía que mantenerle lejos de ellos ¡Tenía que entregarme yo!

Notaba como mi poder mágico abandonaba mi cuerpo con rapidez debido a estar manteniendo la barrera tanto rato, pero no quería quitarla hasta que no viera a alguien que pudiera ayudarme, me acurruqué en el suelo sintiéndome débil, cada vez más débil. Obedecerle en todo, pensaba en aquellas palabras, volver a mi tormento, a mi tortura, volvería a sentir dolor, eran así, eran sádicos, sólo querían verme sufrir, sólo querían como bien había dicho él, mi trasero. Me costaba mantener los ojos abiertos, ya ni siquiera estaba notando poder mágico fluir por mi cuerpo, pronto la coraza desaparecería y volvería a estar vulnerable frente a ellos, esta vez sin puerta de por medio para bloquearles un mínimo el camino.

¡Dolor a cambio de salvar a Natsu! Era lo único que pensaba y una lágrima cayó por mi mejilla rodando, congelándose al momento de caer en el suelo helado que había creado. Cerré los ojos escuchando la voz de Natsu llamarme con preocupación.

~ Nat... Natsu

Fue lo único que pude decir antes de verle arrodillado frente a mí, colocando su rostro cerca del mío, diciéndome que aguantase, pidiéndome casi a modo de súplica que deshiciera el escudo, que él estaba aquí. Veía al fondo la puerta, había abierto el hielo con su fuego para entrar, así que deshice la magia del resto de la casa.

~ Gray ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

~ Estoy... cansado –le dije – sólo... déjame dormir un poco – fue lo último que conseguí decir antes de dormirme.

Pensé que quizá con Natsu allí, por lo menos hoy dormiría tranquilo, él podría protegerme aunque sólo fuera hoy. ¿Sería capaz de perdonarme? ¿Sería capaz de hacerlo cuando me marchase? ¿Podría alguna vez perdonar que le traicioné para salvarle? Porque era en lo único que pensaba, porque sucedería mañana mismo y no tenía más escapatoria ¡no podía dejar que le tocasen a él! No a Natsu. Quizá pudiera escudarme en el lema del gremio "Protegemos a nuestros compañeros", no iba a permitir que le hicieran daño a él.

Cuando me desperté estaba en un lugar que no conocía, por la ventana veía árboles frondosos por lo que supuse estábamos fuera de la ciudad, había una sala, no muy grande y estaba tumbado en una cama. ¡No reconocía el sitio! Era pequeño y estaba sucio y desordenado, sin apenas muebles. Todo estaba tirado de cualquier manera y entonces vi a Natsu con Happy intentando recoger las cosas antes de que despertase.

Seguí observando el lugar sin querer molestarle ni interrumpirle, supongo que no quería que viera su casa desordenada. Miré la gran pared del fondo, estaba llena de hojas de misiones que había hecho y encima de cada una, ponía notas él mismo, tenía la primera misión que hizo con Lucy pero me extrañó ver la de la isla Galuna, porque en la nota hacía referencia a mí. Ahora sólo podía pensar en cómo iba a alejar de mí al chico de mi vida, como hacerle daño para que no quisiera venir tras de mí cuando desapareciese, para mantenerle lejos de esos tipos.

~ ¿Gray? – Escuché la voz de Natsu primero y después sus pasos correr en mi dirección y sentarse en una esquina de mi cama - ¿Estás bien?

~ Sí, sí, siento haberte preocupado – le dije – estoy bien – le repetí para que se calmase.

~ ¿Qué ha pasado? – preguntó.

~ Ha vuelto – le dije sabiendo que esto iba a dolerle – ha vuelto el chico del que me enamoré, yo... voy a irme con él, Natsu.

Natsu se quedó en el sitio paralizado con mis palabras y yo intenté aparentar fuerte, no podía parar ahora, no podía echarme atrás ¡Lo siento Natsu, pero era lo mejor para ti! Puede que no llegase nunca a entenderme, puede que a partir de este momento me odiase, que viera en mí a una persona que le había manipulado, que había jugado con él para luego abandonarle como a un perro callejero, pero tenía a todo el gremio, ellos le ayudarían a superarlo y mejor superar una desilusión amorosa que el trauma que aquellos tipos podían causarle.

~ Me has usado – dijo casi en susurro - ¿Cómo te atreves a utilizarme Gray? – me chilló – ¿ahora que aparece tu gran amor me abandonas? ¿Te largas de Fairy Tail? ¿Así sin más?

~ Si Natsu, tú y yo somos incompatibles, siempre lo fuimos – le dije esta vez chillando yo – somos hielo y fuego, somos opuestos Natsu, no podemos convivir, sólo eras un juguete para mí, un entretenimiento pasajero.

~ Eres un cabrón asqueroso, sólo un maldito asesino manipulador, ¿Cómo puedes ser tan frío? ¿Cómo puedes herir tan fácil a la gente y no sentir nada? – me gritó y me dolió que me recordase lo de mi familia, me dolió que creyese que no tenía sentimientos, pero tenía que tragar con eso ¡Vamos Natsu, ódiame! ¡Aléjate de mí! – lárgate de mi casa, no debí haberte conocido nunca – me gritó – debiste haber muerto en lugar de tu maestra – gritó esta vez con mayor fuerza dándome un puñetazo que me tumbó en el suelo ¡Estaba sangrando!

Me puse en pie y caminé hacia la salida de su casa. Una vez fuera, pegó tal portazo que me sobrecogió el alma, pero ya estaba hecho ¡Natsu estaba a salvo! Sonreí, al menos había podido salvar a una persona en mi vida, a la más importante para mí. Tras mirar unos segundos su casa medio derruida y de mal aspecto, giré para empezar a correr por el camino en dirección a la ciudad. Estuve todo el día fuera de casa, comí fuera, paseé por el parque solo y me quedé sentado en la barandilla del puente que daba al río viendo lo que ya no volvería a ver, viendo el edificio del gremio al fondo, la catedral de Magnolia, la ciudad, el aire libre ¡Sólo una mazmorra de piedra y dolor es lo que me esperaba el resto de mi vida!

Miré mi reflejo en el agua, veía la marca de Fairy Tail en mi pecho y no supe si debía quitármela o dejarla. ¡No creo que el gremio quisiera a alguien como yo en él! Debería quitarla, pero me dolía el corazón cuando pensaba en hacerlo, era el único sitio al que pude llamar "casa", era el único sitio al que quería volver después de todo mi pasado, eran los únicos que me habían aceptado, que lloraban y reían conmigo, eran mi única familia.

~ ¿Qué haces aquí Gray? No te he visto en todo el día por el gremio – escuché a Laxus tras de mí que venía con Evergreen, con Freed y con Bicslow.

~ Estaba... mirando la ciudad – le dije con una sonrisa - ¿Dónde vais? – les pregunté al verles cargados con sus bolsas.

~ Al gremio de al lado – me dijo – una tontería, querían que recogiéramos un misión, volveremos mañana.

~ Suerte entonces – les dije – aunque vosotros no la necesitáis y gracias por lo de la otra vez.

Laxus sonrió con prepotencia dándome la razón y luego empezó a caminar cruzando el puente buscando la puerta de salida de la ciudad. Me quedé allí mirando a todo su grupo cruzar el puente y cuando había terminado de cruzarlo, me levantó la mano haciendo la señal de Fairy Tail. Sonreí, así eran ellos, fuertes, seguros de sí mismo, una familia que se apoyaban, que me apoyaban y yo les estaba traicionando, había hecho daño a Natsu y eso no sé si algún día podría perdonármelo.

Cuando llegué a mi casa, me di cuenta que la puerta seguía rota. No supe que hacer, por primera vez en mi vida no supe que hacer, dormir en mí casa a sabiendas que no tenía puerta, dormir en la calle sabiendo que podía pasarme cualquier cosa. Suspiré y finalmente entré en mi casa ¡ya daba todo igual! Podían entrar en mi casa, podían hacerme lo que quisieran, podían encontrarme en la ciudad, daba igual donde fuera, ellos me encontrarían estuviese donde estuviese y les daría igual las puertas que hubieran en el camino.

Pensé que Laxus, que aquella vez me había salvado, estaba fuera de la ciudad, que nadie más sabía donde vivía excepto Natsu y desde luego, él no vendría a ayudarme ¡Estaba perdido y tenía que asumirlo! Fue mi elección, yo a cambio de Natsu, una vida de servidumbre, convertirme en su esclavo sexual con tal de obtener la plena libertad de mi amigo. No había nadie en la calle y esperé allí fuera viendo la puerta rota, en realidad estaba esperando a que ellos vinieran y lo hicieron, escuché sus pasos venir por mi derecha, escuchaba sus sonrisas y supe que ya no podía escapar.

~ No creí que te decidieras tan rápido – sonrió el moreno acercándose a mí – perfecto Gray, vamos a divertirnos.

Mi vida acababa aquí ¡Adiós, Natsu!


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