Capítulo 41: Derrota
Gray Fullbuster
Abrí los ojos como ya era una costumbre en esta fría enfermería que tanto odiaba, ya no aguantaba verla por más tiempo, quería largarme, quería morir si era necesario pero necesitaba dejar de abrir los ojos para ver este maldito lugar. ¿Por qué no me habían matado ya? ¿Por qué seguía teniendo mi magia cuando querían quitármela con tanta ansia antes? Eran cuestiones que no entendía, no entendía nada y encima estaba Natsu... que me hacía daño a cada palabra que salía de su boca.
¿Cómo habían podido hacerle algo así a Natsu? Él siempre fue un buen chico, Igneel le enseñó a ser respetuoso con los demás, a defender sus intereses y a sus amigos, pero ahora estaba este dragón horrible y asqueroso que no respondía a sus amigos, que se creía superior a todos. Este no era el Natsu del que yo me enamoré y sentía que a cada día que pasaba... a cada minuto... lo perdía más y más, se sumergía en su nueva personalidad, estaba a gusto en ella y si seguía así dejaríamos de importarle todos los que estuvimos con él en su vida, no respondería a nadie, no nos reconocería y eso me dolía.
Tampoco tener ya a mi padre me hacía sufrir el doble, porque aunque no nos hubiéramos llevado bien en el pasado, al menos mientras fue manipulado por los demonios, era mi padre, le quería, él me quería y era mi apoyo, el que intentaba también ayudarme. Me habría gustado tener a Natsu en estos momentos tan duros para mí, porque ya perdí una vez a mi familia y ahora la volvía a perder frente a mí sin poder hacer nada por ellos. Me hacía falta Natsu aquí conmigo, necesitaba de sus palabras dulces, de su comprensión, necesitaba sentir que tenía a alguien cerca que me quería, pero ahora mismo me sentía solo y abandonado, sin nada que hacer.
Era un fracasado, todo en mi vida era un fracaso total. Ahora mismo... sólo sentía la derrota sobre mis hombros, no había hecho nada bien en mi vida y ahora que Natsu me necesitaba, también le fallaba, le había fallado a todo el gremio, no había conseguido liberarle y eso era la peor carga que podía llevar sobre mis hombros, el sentirme inútil e inservible para ayudar a mis compañeros.
Lloré porque no aguanté más, no podía más con esto, no soportaba los desplantes de Natsu, ni los abusos, ni podía reconocer la muerte de mi padre, todo era un maldito desastre en mi vida, ya no quería seguir viviendo si esto iba a ser el resto de mi vida, ya no me quedaba nadie, no podía proteger a nadie, era un completo idiota si creía que algo cambiaría, no lo haría, siempre sería así.
Me levanté como pude y miré entre los cajones de aquellos armarios blancos de la enfermería buscando algo puntiagudo que pudiera cortar. Prácticamente habían limpiado la sala, sólo había vendas, agua oxigenada y medicamentos contra varias cosas.
Al final conseguí encontrar una aguja entre todos aquellos cajones y eso servía como un arma. Quise guardarla para cuando me hiciera falta pero escuché los pasos rápidos de alguien que se aproximaba por el pasillo, así que no me quedó más remedio que volver a dejarla en el sitio y tumbarme de nuevo en la camilla haciéndome el dormido, porque no me apetecía hablar con nadie.
El que entró fue Mard Geer con esa cara seria que siempre tenía, porque era ese rostro serio o esa sonrisa sádica, no tenía más caras que esas dos y ambas las odiaba, no me gustaba nada este tío, lo detestaba con todas mis fuerzas y más desde que me había arrebatado a la dos personas más importantes para mí, a Natsu y a mi padre, porque jamás volvería a ver a mi padre y aunque no me había hecho aún a la idea, lloraba solo de saber todo eso.
- ¿Qué tal te encuentras Gray?
- Como todos los anteriores días que me habéis tenido secuestrado aquí – le dije – hasta las narices de vosotros.
- Te has levantado hoy con ánimos parece. Debe ser que te sientes más fuerte con la magia de tu padre.
- No tiene nada que ver con eso, tú mataste a mi padre y no te lo perdonaré jamás.
- Yo no le maté, él quiso sacrificarse para salvarte a ti, supongo que le debo agradecer que lo hiciera, porque si no te habríamos perdido y no nos lo podemos permitir, aún te necesitamos para que controles a Natsu.
- Natsu es incontrolable y más ahora con lo que le habéis hecho. No vais a poder hacer nada con él, ya no se parece en nada al auténtico Natsu y él era fuerte por sus sentimientos, ahora que no los tiene se volverá más débil, no tiene nada por lo que vivir, nada a lo que defender, nadie a quien proteger, está solo – le dije.
- Tienes razón en algo... Natsu no volverá y espero que te hayas dado cuenta, por eso vengo a ofrecerte una oferta.
- ¿Ofertas? ¿Tú? ¿El que querías matarme vas a proponerme una oferta?
- Sí. En realidad no me hace gracia tener que matarte, eres útil para mis propósitos con esos dragones así que tengo que dejarte vivir. Me habría gustado quitarte esa maldita magia para evitar que pudieras defenderte, pero no tengo más remedio que mantenerte la magia para que sigas vivo. De todas formas... me gustaría ofrecerte que estés a mi servicio.
- ¿Tú servicio? Eso ya me lo propuso Jackal y no voy a ser ni su esclavo sexual ni mucho menos el tuyo.
- Eres muy cabezón con Natsu, él te matará y conmigo vivirás bien, prometo que no te tocará nadie más que yo.
- Sí, eso es lo que soléis decir para convencerme, pero sigue siendo un no. Yo jamás estaré con vosotros voluntariamente.
¿Por qué estaban todos tan obsesionados conmigo? No entendía el motivo que les llevaba a todos a estar de esta forma. Tampoco había tenido tiempo para hablar de estas cosas con mi padre así que no sé por qué habían estado buscándome, por qué precisamente a mí y al final...no pude más con la curiosidad y decidí preguntarlo.
- ¿Por qué yo? – Pregunté - ¿Por qué me buscabais a mí en concreto?
- Porque eres un Demon Slayer – me dijo Mard Geer.
- ¿Un qué? – pregunté otra vez ahora más sorprendido.
- Un Demon Slayer, un cazador de demonios.
- Yo no soy eso que dices.
- Sí lo eres, por eso tu padre te dio su poder, él era un Demon Slayer.
- Me quieres decir... ¿qué sólo queréis retenerme aquí porque puedo mataros? ¿Por qué no me matáis entonces?
- Lo intentamos cuando no tenías esa magia – me dijo – pero no es tan fácil matarte ahora que la tienes en tu poder, esa magia es demasiado dañina para nosotros, así que mientras no sepas utilizarla estará bien, no podrás matarnos, pero si lo intentas, tendremos que matarte por mucho que nos cueste. La verdad es que no es algo que me emocione, no querría matarte, me gustaría tenerte en mi cama todos los días Gray.
- Eso no pasará nunca – le dije – sólo quieres tenerme porque te da morbo follarte a un Demon Slayer, a alguien que puede matarte.
- Es posible, me excita saber que tendré dominado a alguien que puede matarme... porque nadie es capaz de hacerlo, soy demasiado bueno para tu estúpido gremio, aunque atacasen todos juntos. ¿No te sientes más útil al saber que sólo tú podrías matarme ahora? – me preguntó.
- No mucho, sigo sintiéndome igual que antes sólo que ahora me da arcadas pensar en ti.
- Que majo eres.
Sabía perfectamente lo que Mard Geer quería de mí, deseaba mi cuerpo, sólo y únicamente mi cuerpo. A él le daba igual los sentimientos de la gente, era un demonio, esas cosas para ellos no existían, yo era un trozo más de carne, un simple humano que les llamaba la atención por el peligro que suponía al ser capaz de matarles.
- Te enseñaré que los demonios somos mejores que los dragones – me dijo Mard Geer – acabarás prefiriéndome antes que a Natsu.
Mard Geer cerró la puerta con pestillo para que nadie le interrumpiese y se abalanzó sobre mí subiéndose a la camilla encima mientras empezaba a besarme. Intenté resistirme pero no podía contra él, era más fuerte que yo ¡O quizá no! Pero él estaba en plena forma y yo destrozado, demasiado débil para luchar. Entendí que querían mantenerme así de débil para poder seguir abusando de mí con mayor facilidad.
Recé porque apareciera mi gremio, que llegasen mis compañeros, quería ver a Erza derribar esa puerta, quería ver a Wendy y que me ayudase, quería ver a Romeo y que tratase de hacer regresar a Natsu a la normalidad, quería ver a Laxus y a su equipo peleando porque nadie podía ganarles, quería ver a Makarov defendernos a todos como siempre hacía, porque también yo le consideraba como a un padre, él me había acogido en esta gran familia llamada Fairy Tail.
Noté las manos de Mard Geer ceñirse a mi rostro obligándome a mirarle, creo que se había dado cuenta de que físicamente podía estar allí con él, pero mentalmente estaba demasiado lejos de esta enfermería, de lo que él me hacía, pensaba en mi gremio, en la vez que conocí a Erza, siempre sola y llorando cuando nadie la veía hasta que la descubrí un día y desde entonces... empezamos a compartir lágrimas y soledad, fui su primer amigo en Fairy Tail. Pensé en Natsu, cuando le conocí, desde el primer día peleándonos, desde el primer día con sonrisas cómplices hasta que al final... pasó de ser mi mejor amigo y compañero al gran amor de mi vida. Pensé en Lucy, novata y que entró teniendo que ser ayudado siempre por Natsu o por nosotros, una inútil al principio que acabó desafiando a su propio padre y mejoró en la magia llegando a ser alguien importante para nosotros. En Wendy y Romeo que adoraban a Natsu, que le elogiaban y deseaban ser como él, supongo que se decepcionarían ahora si vieran en qué se ha convertido.
- Mírame a mí Gray – dijo Mard Geer sacándome de mis pensamientos – no es Natsu, soy yo quien va a hacerte el amor.
- Tú no sabes lo que es eso, sólo conoces el sexo, no tienes ni idea de lo que es el amor, no trates de darme lecciones de cosas que desconoces, me das lástima, porque morirás solo, sin conocer ese sentimiento.
Aquello pareció enfadarle el doble porque se lanzó a por mí con más dureza, besándome con mayor fuerza mientras colaba sus manos bajo mi camiseta pellizcándome los pezones. Me aguanté el grito mordiéndome el labio con tanta fuerza... que sentí una gota de sangre resbalar por mi labio, sentía ese sabor óxiso a sangre pero prefería eso que darle el gusto de escucharme.
- No hagas eso Gray – me dijo con cierta dulzura pasando su dedos por mi labio limpiándome la sangre – te destrozas esos sensuales labios.
- Son de Natsu – le dije – no me toques, sólo eres un sucio demonio y acabaré matándoos a todos, lo prometo.
- Así que empieza a salir la furia del Demon Slayer, en ese caso... tendré que bajarte los humos, porque serás mío Gray, a las buenas o a las malas y te recomiendo que sea por las buenas si no quieres sufrir más.
- Jamás será por las buenas – le dije.
- Eres muy cabezón, pero eso me gusta, acabaré doblegándote.
Sus manos empezaron a colarse dentro de mis pantalones acariciando mi miembro mientras atrapaba con lujuria mis labios besándome con fuerza.Sabía en qué acabaría todo si seguía y no sabía cómo pararle, intentaba pensar algo y al final, se me ocurrió una forma, pero para ello necesitaba entretenerlo, así que le besé yo primero dejándole asombrado y metí mi mano en su miembro masajeándolo por encima mientras con la otra mano sacaba una de las agujas que me habían inyectado en el brazo para el alimento.
Cuando se descuidó, aproveché para clavarle la aguja en el cuello haciendo que se quejase y se separase de mi con rapidez insultándome mientras se sacaba la aguja del cuello. Le había enfadado de verdad ahora y al no haberle matado sabía que su venganza sería aún peor, de eso estaba completamente convencido.
- Tú te lo has buscado Gray – me dijo cogiéndome con fuerza y arrastrándome fuera con él – no quería llevarte a esa celda pero tú te lo has buscado, él te enseñará a obedecer.
- ¿Él? – pregunté asustado pero no me contestó - ¿Dónde me llevas? – le grité.
- Con Sting – me dijo con esa sonrisa sádica. Intenté resistirme pero continuó arrastrándome.
- No por favor – le supliqué con miedo – Sting no por favor, no quiero entrar ahí con él, me portaré mejor.
- Haberlo pensado antes Gray – dijo abriendo la puerta y metiéndome dentro de un empujón que me tiró al suelo.
¡Miedo es lo único que sentía ahora! Ni siquiera levanté los ojos del suelo para buscar a Sting, me quedé allí tumbado bocabajo como había caído.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top