Capítulo 4: Amigos

Natsu Dragneel

La casa de Gray se encontraba a las afueras de la ciudad ¡No me gustaba mucho el sitio! Más que nada por lo apartada que estaba de todos los sitios, pero la casa estaba muy bien, tenía dos pisos y al entrar, todo estaba recogido y perfectamente ordenado. Tampoco tenía muchos muebles, los necesarios para vivir, lo que sí tenía la casa, era muchas ventanas.

~ Es agradable – le dije al entrar y notar el calor que hacía dentro, algo normal, el sol entraba por casi todas las ventanas durante todo el día.

~ ¿Creías que vivía en un iglú o qué? – me preguntó sonriendo.

~ No, pero no sé, no esperaba... da igual déjalo.

~ ¿no esperabas qué?

~ Es que nunca decías donde vivías y empezaba a pensar que tenías un desastre de casa, pero está muy bien, así que no sé por qué te ocultas.

~ Supongo que al final sólo soy un chico solitario – me comentó.

Lo que más me gustaba de la casa, era ese olor a Gray, mi nariz era tan sensible que lo olía en todos los rincones, pero me encantaba. Supongo que ahora veía a Gray con otros ojos muy diferentes de cómo lo hacía antes, creo que me estaba empezando a gustar. En uno de los muebles había una fotografía de Ur, no quise decirle nada porque sabía que aún se sentía culpable por su muerte, por un momento, podía sentir su dolor, lo había perdido todo, no es que fuera solitario en sí, se había vuelto solitario, alejaba a todo el mundo de él para no tener que pasar por más pérdidas, sus padres, Ur, todos los que le importaban estaban muertos.

~ Gray – le llamé - ¿Con quién me has confundido? – volví a preguntarle lo mismo que hice en el cauce y él no había contestado.

Gray me miraba y creo que buscaba en su mente algo con que salir del paso sin dar muchas explicaciones.

~ ¿Iba para mí que no te tocase? – le pregunté ante su silencio.

~ No – dijo rápidamente, casi con desesperación – no Natsu, no era por ti.

~ Si he hecho algo mal, por favor dímelo y no volveré a tocarte – le comenté

Su respuesta fue empotrarme contra una de las paredes y besarme. Me estaba besando él a mí, era la primera vez que hacía algo así, las últimas veces yo había empezado. Su beso no era tierno, era dominante, posesivo ¡El Gray que yo conocía! Pero yo no iba a dejarme controlar por él, ¡si quería batalla la tendría! le di la vuelta empotrándole esta vez a él contra la pared mientras yo tomaba el ritmo del beso, metiendo la lengua e imponiéndome en su boca. Cuando me separé, él seguía allí con los ojos cerrados, abriéndolos con lentitud. No pude evitar sonreír.

~ Te falta mucho para dominarme en un beso Gray – le dije con prepotencia y él pareció enfadarse.

~ Puedo ganarte – me dijo – lo haré, solo necesito practicar – dijo muy convencido.

~ No puedes ganarme Gray, te falta experiencia y eso es en parte lo que me gusta de tus besos – él se sonrojó – no te habían besado nunca ¿verdad?

~ ¿Tan mal lo hago? – me preguntó desanimado.

~ Lo haces bien, pero lo noté en el primer beso, tus labios temblaban y no seguías mi ritmo, pero eso también tiene su encanto – le sonreí – y estás mejorando conmigo.

~ Ya... pues tú pareces tener mucha experiencia – me recriminó y no pude evitar sonreír.

~ ¿Qué pasa Gray? ¿nunca has sido niño? – Gray abrió mucho los ojos y no sé el motivo de por qué se asustó – no has jugado nunca a tener una novia, aprendí a besar con Lisanna, me obligaba a jugar a las familias – le dije - ¿Enserio nunca has probado esas cosas de niño?

Gray estaba tenso, fue hacer referencia a su niñez y se acabó la atmósfera relajada, no sé qué pasaría por su cabeza en este momento, pero no me gustaba como se estaba poniendo. Me acerqué hacia él que tuvo que sentarse en el suelo como si le fallaran las piernas, como si recordase algo que no quería recordar.

~ ¿Estás bien Gray? – le pregunté preocupado cuando ya estaba en el suelo y me acuclillé frente a él para tenerle a la altura.

~ ¿También jugabais al sexo? – fue lo que me preguntó y aquello me asustó mucho.

~ ¿Qué clase de depravado crees que soy? – le pregunté – Gray, éramos niños, eso no lo hacen los niños, algún besito de vez en cuando y ya está, por favor... ¿Cómo iba a tener sexo a esa edad? Es de enfermos – le dije muy convencido de mis palabras.

~ ¿Es depravado hacerlo cuando eres niño? – me preguntó y no sé por dónde iba la cosa.

~ Hombre... sí – le respondí – un niño es algo inocente que debes proteger, no tienen que pensar en esas cosas hasta que crezcan, no sé Gray, son niños, son puros.

Gray estaba llorando otra vez y había puesto su mano tapando los ojos para intentar que no le viera ¿Había metido la pata en algo? ¿Es qué él había practicado el sexo de niño? ¿O estaba así porque me había insultado a mí creyendo que había tenido sexo de niño? No me gustaba por donde estaba encaminándose la conversación.

~ ¿Eres virgen, Gray? – le pregunté y temblaba, su cuerpo estaba temblando.

~ No – me dijo y me tensé por un segundo – o sí, no lo sé – fue su respuesta – creo que no – me dijo muy convencido.

¿Cómo no iba a saberlo? Esas cosas se saben, yo lo sabía ¿por qué no iba a saberlo él? Lo único de lo que no tenía duda, es que algo había probado si estaba dudando de eso, algo había tenido que hacer. Ahora lloraba con mayor intensidad.

~ Vamos a ver Gray... - empecé - ¿Tú has metido tu miembro a alguien? – le pregunté y el negó con la cabeza.

Si no se lo había metido a nadie, todo estaba bien, era virgen, estaba clarísimo. Ya me extrañaba a mí que sin saber besar sí hubiera practicado el sexo. Fui a tocarle el hombro pero lo alejó de mí, ¡no quería que le tocase! ¿Qué estaba pasando?

~ Gray, cuéntame que pasa – le pedí, casi le supliqué

~ Lo que pasa es que no he sido niño – me dijo llorando y no entendía de qué iba esto – yo no he aprendido a besar, ni soy inocente, no soy puro, yo no jugaba a esas cosas como tú – me dijo llorando - ¿Puedes dejarme solo? – me preguntó Gray de golpe – sólo quiero estar solo un rato Natsu, por favor.

No sé de qué iba todo esto, claro que había sido niño, puede que no jugase a darse besos o a buscar novias, pero, él había sido un niño, incluso yo le había visto en el gremio cuando llegué, jugaba conmigo a pelearse, siempre defendía a los del gremio como cuando un niño defiende a su padre por el simple hecho de serlo. Y por supuesto era inocente, su primer beso había sido hace nada conmigo, con 19 años, había estado sin besar a nadie tanto tiempo ¿Si eso no era ser inocente que era entonces? Me marché de su casa un poco preocupado por lo que había pasado, pero no quería discutir con Gray, así que lo dejaría para mañana.

No dormí mucho esa noche preocupado, más de una vez estuve a punto de levantarme y dirigirme a la casa de Gray sólo para asegurarme de que estaba bien, pero contuve las ganas. ¿Qué me estaba pasando con él? Últimamente sólo podía pensar en Gray ¿tanto me gustaba? ¿Tanto deseaba su compañía? ¡Era frío y solitario! Y aún así me parecía el chico más dulce del mundo.

Por la mañana si fue lo primero que hice, ir a su casa. Happy me comentó que me esperaría en el gremio, así que fue perfecto para mí. Anduve por las calles sumido en mis pensamientos sobre la conversación de la última vez y no fue hasta que llegué a la casa de Gray que encontré a dos hombres frente a su puerta hablando. Pasé de ellos y toqué a la puerta de mi amigo, pero no obtuve respuesta ¡Quizá estaba dormido! ¡O quizá ya se había ido al gremio!

~ ¿Conoces a Gray? – escuché que me preguntaban a mi espalda uno de aquellos hombres.

~ Es de mi gremio ¿Por qué lo preguntas? ¿Quién eres? – le pregunté acercándome a aquel tipo rubio.

~ Somos unos viejos amigos de Gray – me dijo como única contestación.

¡Ni siquiera recordaba que Gray tuviera amigos, excepto nosotros los de Fairy Tail o Lyon de Lamia Scale! Él no había tenido relación con nadie exceptuando los otros gremios, puede que fueran de alguno de esos gremios. El hombre me tendió la mano a modo de presentación.

~ Natsu Dragneel – le dije extendiendo mi mano hacia él para estrecharla a lo que él susurró hacia su compañero que era el Dragon Slayer.

No llegué a estrecharle la mano, el estruendo de la puerta de la casa de Gray abriéndose me hizo girarme hacia allí, pero lo único que vi, fue un Gray cabreado venir corriendo, coger mi mano e impulsarme hacia atrás alejándome de aquellos dos individuos.

~ ¡NO LE TOQUÉIS! – gritó con todas sus fuerzas hacia ellos. Sólo les vi sonreír.

No entendía nada. Pronuncié su nombre en susurro, intentando saber que estaba pasando ¡sólo quería que me explicasen algo! ¿Por qué no podía darle la mano? ¿Por qué estaba Gray tan alterado? ¿Por qué me estaba protegiendo él a mí poniéndome a su espalda?

~ No te pongas celoso Gray, sólo era un cordial saludo al Dragon Slayer, no creí que te importase tanto – comentó aquel tipo rubio con una sonrisa acercando su mano hacia Gray.

Gray parecía haberse quedado paralizado en el sitio, pero reaccionó alejando un poco su rostro cuando la mano casi le tocaba. Le escuché susurrar que no le tocaran, pero sonó tan suave que casi no se le escuchó, es como si hubiera perdido toda esa fuerza que había sacado para quitarme a mí de en medio.

¿Era eso? ¿Eran celos? ¿Gray no quería verme cerca de nadie más? ¿Por eso me apartaba? Aún desde su espalda, podía ver su cuerpo temblar aunque intentaba parecer valiente frente a mí. Seguía en medio entre mi posición y la de aquellos hombres, pero no parecía muy seguro de sí mismo ¡Creo que si le hubieran atacado no habría reaccionado a tiempo!

~ Ya nos volveremos a ver ¿Verdad, Gray? – fue lo último que escuché de aquellos tíos mientras me miraban a mí, Gray se dio cuenta de eso y no contestó. Esperé unos segundos a que se marchasen antes de hablar con Gray.

~ ¿Qué pasa Gray? – le pregunté - ¿Ahora me vienes con ataques de celos?

~ No es eso – dijo temblando, su labio inferior temblaba como nunca lo había visto. – no te acerques a ellos – me dijo.

~ Dame una explicación, ¿Quiénes son? ¿Qué está pasando? ¿Por qué tengo que mantenerme lejos? – le pregunté casi gritando, pero solo un tenso silencio había entre nosotros, al final me cabreé – tú y tus estúpidos celos, no te creas que por un par de besos que hemos compartido ya significas algo para mí – le recriminé mientras empezaba a andar hacia el gremio.

¡Ya había tenido bastante por hoy de los secretismos de Gray! Me estaba empezando a cabrear, me giré una última vez para verle, me daba la espalda aún y le vi derrumbarse, como si sus piernas fueran incapaces de sujetarle tirándole al suelo. Las palmas de sus manos también tocaron aquella fría piedra y le vi quedarse allí, descolocado y hundido, seguramente más por mis palabras que por lo que había sucedido con aquellos tipos.

Seguí caminando ¡no quería mirarle! Crucé varias calles y cuando me alejé lo suficiente de su casa, empecé a sentirme culpable ¡Gray nunca había sido celoso con nada! Quizá yo estaba exagerando dejándome llevar por conclusiones que habían sacado unos extraños. ¡Joder! Le había dicho algo horrible y ahora no podía volver atrás para disculparme ¿o sí? Caminé de nuevo hasta la calle de Gray, pero él ya no estaba allí, debía haberse metido en su casa.

No apareció por el gremio en todo el día y eso que le estuve esperando para disculparme por mis palabras. Erza apareció en ese momento sentándose a mi lado con un trozo de pastel ¡Parecía muy contenta! Todo lo contrario que yo.

~ ¿Qué sucede Natsu? – me preguntó curiosa.

~ Creo que he metido la pata con Gray – le dejé caer - ¿a ti te ha contado alguna vez algo de su pasado? – Erza sonrió.

~ Jamás – me dijo –Es más, me enteré de lo de Deliora al mismo tiempo que tú, cuando ya teníamos el problema encima. Gray nunca habla de su pasado, no sé si eso es bueno o es malo, pero yo prefiero no preguntarle. Tampoco me contestaría.

~ Creo que le he insultado.

~ No lo habrá tomado en cuenta, lo haces siempre – me dijo – siempre estáis peleando.

~ Esta vez va enserio Erza, sabía que lo que le decía, iba a hacerle daño.

~ Te perdonará – me dijo – Gray es así, siempre protegiendo a los demás, es exactamente como tú, incluso peor que tú, porque es capaz de dar su vida para salvar la de los demás, mira los juegos mágicos, puedes preguntarle a Juvia. Yo creo que después de haber perdido a su maestra y su familia, no puede soportar perder a nadie más, quizá es por eso que siempre está protegiendo a todos a costa de su vida.

¡Proteger! Fue con lo único de todo lo que dijo Erza con lo que me quedé ¿me estaba protegiendo de aquellos tipos? Pero si estaba temblando ¿Cómo iba a protegerme en ese estado? Más fácil habría sido que yo le protegiera a él, la verdad es que aquel tipo rubio tenía una sonrisa que no me gustó nada cuando miró a Gray. No creí que estuviera tan cansado de no haber pegado ojo anoche, pero así debía ser, porque me dormí en la propia mesa del gremio.

Podía ver a Gray, estaba delante de mí, de pie en el salón de su casa, había algo diferente a mi último sueño, no me atrevía a besarle, estaba llorando, lloraba demasiado ¡Nunca le había visto así! Este no era el Gray que yo quería ver, quería ver al del otro día, al que se sonrojaba cuando le besaba, el que cambiaba de ritmo en la respiración excitándose a cada una de mis caricias, el que gemía y lamía mis dedos de aquella forma seductora que me volvía loco, no quería este niño asustado. Volví a mirarle, seguía allí, cubriéndose los ojos con el brazo, intentando que no le viera, así que cogí su muñeca y aparté el brazo con delicadeza para oír mis propias palabras en su boca.

~ ¿No significo nada para ti? ¿Sólo he sido un juguete? – me preguntaba con escasa voz.

~ No Gray, no eres mi juguete, eres importante para mí – intentaba explicarle ¡Qué absurdo!

Ahora un sueño se volvía una pesadilla para mí, un sueño que utilizaba mis palabras en mi contra, un cruel subconsciente es lo que tenía. ¿Cómo arreglar aquellas palabras? ¿Cómo arreglar un sentimiento roto? No lo sabía, es lo que llevaba pensando todo el día en el gremio. Le besé, con calma y dulzura, intentando que él viera en un gesto todas las palabras que se negaban a salir, que supiera cuanto le deseaba, que todas mis palabras hacia él habían sido mentira. Correspondió el beso y coloqué mi mano en su mejilla para quitar las lágrimas que corrían por ella ¡Estaba dejando de llorar! Hasta tal punto, que cuando levanté la cabeza, sus mejillas estaban sonrojadas.

Le observaba y me perdí en aquellos intensos ojos azules que brillaban, hasta que fue él quien me besó, quien agarró mi cuello haciendo que una corriente helada de placer cruzara mi columna, no pude evitar el leve gemido que salió de mí ¡No esperaba gemir por Gray! Pero ahora me encantaba, ya no quería volver a mi pasado, no quería volver a mi infancia jugando a las familias con Lisanna, quería a Gray, quería abrir la puerta de mi casa y verle allí, quería hacerle el amor todas y cada una de las noches y me daba igual si era un hombre, me daba igual si era mi amigo o un compañero del gremio, quería que fuera mi compañero en este juego, sólo mío, me daba igual lo que la gente pudiera pensar de nosotros.

Sus labios eran excitantes, ahora sabía que era lo que tanto me gustaba de ellos, no era porque fuera inexperto y no siguiera mi ritmo, no era porque fueran tiernos ¡Que lo eran!, era aquel frío, era como besar un cubo de hielo, cada vez que sus fríos labios tocaban mi piel ardiendo era un espasmo de placer continuo ¡Nunca pensé que hielo y fuego pudieran hacer tan buena pareja! Los besé con desesperación comprobando como entraban en calor al contacto con los míos, al igual que todo su cuerpo. Agarré su trasero con ambas manos para levantarle hasta la mesa cercana y dejarle sentado, justo con sus labios a mi altura, devorando todo su ser.

Sus manos frías se colocaron a ambos lados de mi rostro ¡Sí, me encantaba ese frío! Era precisamente lo que a mí me faltaba, me gustaba sentir sus manos en mi cuerpo, aquellas manos que dudaban qué hacer o donde ir, que tenían miedo de bajar de mi pantalón. Yo sonreí ante su inocencia ¡Jamás creí ver a este Gray vergonzoso, pero me encantaba! Bajé un poco mi pantalón y cogiendo su mano la conduje hasta mi miembro, aún iba a la mitad de levantarse por completo, aún así Gray al sentirlo entre sus dedos, dejó salir una exclamación.

~ ¿Te gusta? – le pregunté con una sonrisa sabiendo que sí.

~ Sí, Natsu – fue su respuesta.

~ Es toda tuya Gray – le dije – es toda para ti.

Gray se sonrojó el doble con mis palabras pero lejos de ahuyentarle, la otra mano también empezó a jugar en mi pecho, mientras la que yo mantenía sujeta, se deslizaba con gracia por la longitud de mi miembro ¡Oh, sí, era increíble! Como me gustaban sus caricias, aunque odiaba que él tuviera el control sobre mí. Era yo el que estaba gimiendo y realmente, quería escucharle a él ¡Esto se iba a convertir en una dura batalla por conquistar gemidos! El gemido de Gray salió más alto que el mío cuando le abrí la bragueta de su pantalón colando mi mano dentro, tocando su miembro que ya estaba en pleno apogeo ¡Quizá era algo más pequeña que la mía, pero no se quedaba corta ni mucho menos! Él intentó apartar mi mano de su miembro para recuperar el control de la situación, pero no le dejé. Acabé cogiendo la mano que mantenía en mi miembro y sujetándola por encima de su cabeza mientras le tumbaba en la mesa y yo subía las rodillas encima, una a cada lado de su cuerpo. Él me miraba, seguía mirándome con pasión.

~ Gray, eres más pequeño que yo – le dije – no seas un niño malo y aprende de tus mayores –le comenté sonriendo para volver a besarle con fuerza.

Esta vez me seguía perfectamente, el ritmo de sus besos se acoplaba al mío y no pude evitar pensar, que había encontrado a mi chico perfecto, siempre estuvo frente a mí y nunca me di cuenta hasta hoy ¡Era él, era Gray! Empecé a desabrocharle el cinturón a una mano, mientras mantenía sujeta ambas de él por encima de su cabeza, le oía susurrar mi nombre, sonaba tan caliente en sus labios, sonaba tan bien ¡su voz me ponía a mil!

Me emocionaba cada vez que llegaba a este punto, sobre todo cuando le pedía abrir la boca y metía mis dedos en su húmeda cavidad para que los lamiera ¡era mi momento favorito! Porque verle lamerlos me excitaba, porque lo hacía con dulzura y suavidad, pero tenía esa seducción que sólo había visto en él, sí lamía mi miembro como lo hacía con mis dedos, no sé si llegado el momento podría aguantar no correrme. Ya le estaba quitando el pantalón cuando algo me hizo parar en seco, había alguien allí, había alguien a parte de Gray y yo, había un cabello rubio y unos ojos intimidantes que nos miraban ¡era el tipo de antes! Miré a Gray bajo mí, con sus muñecas apresadas ante mis manos y sólo escuché su frase.

~ Ayúdame.

Me desperté sobresaltado por aquello para descubrir que Erza ya no estaba y prácticamente me había quedado yo solo en el gremio, exceptuando Mirajane que estaba recogiendo cosas en la barra para cerrar en nada. Gray entró en ese preciso momento por el gremio y me sorprendí cuando ni siquiera me miró, pasó de largo dirección al tablón de misiones para coger una sin mirar, pero no una cualquiera, una del trozo de tablón que nosotros teníamos prohibido.

Fui a decirle algo cuando pasó por mi lado, pero él siguió caminando de salida al gremio ¡Yo creo que ni Mirajane se había dado cuenta de que esa misión, él no podía cogerla! Corrí tras él esquivando a la gente que esa noche había salido a pasear por la ciudad. Escuchaba a algunos niños llamarme con mi apodo "Salamander por aquí" "Salamander por allá" pero yo iba directo buscando a Gray y lo encontré, en la calle principal caminando hacia la salida de la ciudad. Le tomé del brazo y lo metí dentro de uno de los callejones empotrándolo contra la pared.

~ ¿Qué coño haces? – le pregunté enfadado – devuelve esa misión, tú no eres clase S.

~ Eso mismo te dije yo en la misión de la isla Galuna y pasaste de mí, me secuestraste.

~ No tiene gracia Gray, ¿Qué pretendes?

~ Sólo quiero irme un tiempo.

~ Vale, te acompañaré a alguna misión, pero no a esa.

~ No lo entiendes Natsu – me dijo con la voz temblando – tengo que irme, tengo que salir de la ciudad.

~ ¿Es por esos tíos? – le pregunté – Cuéntamelo maldita sea, puedo ayudarte – le comenté precisamente esa palabra al recordar mi sueño.

~ NO PUEDES – me gritó – nadie puede ayudarme, sólo quiero irme.

~ No puedo dejarte ir a esta misión, es un suicidio, no quiero perderte – me sinceré y me extrañé yo mismo de haber utilizado esas palabras.

~ Natsu... por un par de besos compartidos no significo nada para ti – me repitió

Esto ya me cansaba, le cogí del cuello de su camisa y él cerró los ojos creyendo que iba a pegarle como siempre hacía cuando peleábamos, pero le besé y escuchaba los rumores a de la gente que pasaba por la calle principal y nos veía en la callejuela, escuchaba a los niños decir "mira mamá, es Salamander, está besando a un chico" o "¿esos no son de Fairy Tail, que espectáculo en medio de la calle" y otras alusiones hacia "el mago de hielo" o hacia mí, pero me daba igual, me daba igual quien me viera o qué rumores salieran de esto, no quería perder a Gray.

~ Natsu – me llamó Gray en los momentos en que separaba levemente los labios para volver a apresarlos – la gente nos mira.

~ ¿Te incomoda? – le pregunté. No obtuve respuesta, pero sus ojos me decían que no, así que volví a besarle. - ¿De qué me protegías Gray? – le pregunté y él abrió desmesuradamente los ojos al verse descubierto.

~ No quiero que te acerques a ellos, nada más – me dijo apartando su rostro.

~ ¿por qué? ¿Qué te han hecho?

~ No me preguntes eso – una lágrima le caía cuando lo dijo – por favor, no me hagas recordarlo, te lo suplico Natsu, sólo quiero olvidar.

Gray jamás había suplicado, se dejó caer hasta el suelo y empezó a llorar ¡No tuve fuerzas para insistirle! No cuando él suplicaba, no podía hacer recordar algo que le hacía daño, así que olvidé el tema o lo intenté, porque me seguía preocupando su estado, me preocupaban esos hombres que habían ido a su casa. No pude hacer nada más que abrazarle notando como agarraba mi camiseta con fuerza y cómo hundía su rostro contra mi pecho llorando. Le quité la misión de su mano y no me opuso resistencia alguna.

Para mi suerte, encima se puso a llover, no una lluvia leve y continua, esto era un diluvio. Podía ver a la gente correr para resguardarse y habría hecho lo mismo, pero Gray seguía agarrado a mí con fuerza llorando, no sabía si moverme o quedarme allí con él hasta que se recuperase. Me mantuve unos minutos, hasta que al tocar su mano, descubrí que estaba fría, o por lo menos, más de lo normal. Toqué su rostro para comprobar que no era sólo su mano, él estaba frío, estaba demasiado frío. Creo que esta lluvia no le iba a sentar bien, tenía que sacarlo de aquí. Le acerqué hacia mí y elevé mi calor corporal intentando calentarlo un poco. Gray pareció buscar ese calor que mi cuerpo liberaba, acurrucándose cada vez más entre mis brazos y mi pecho. Sus lágrimas estaban cesando.

~ Gray, hay que moverse, te estás quedando helado – le dije – vamos, tú casa no está lejos, te acercaré.

Le ayudé a ponerse en pie y le acompañé hasta su casa. No parecía encontrarse nada bien desde que se había cruzado con aquellos tipos y me moría de ganas de saber que estaba pasando, pero no creí que Gray me lo contase, ¿Tan malo era lo que le habían hecho que no podía contarlo? ¿Tanto como para crearle estas pesadillas que lo torturaban todas las noches? Entramos en su casa empapados y se dirigió a su armario para sacar ropa seca, dándome a mí otro juego ¡Olía a Gray! Y no tardé en ponérmelo. Cuando terminé de vestirme, Gray se había tumbado ya en la cama dispuesto a dormir, así que me tumbé a su lado acariciándole el pelo como si de un niño pequeño se tratase. Me ocupé de taparle cuando noté que seguía frío y volví a acercarlo a mí para que notase mi calor. Se estaba quedando dormido acurrucado en mi pecho.

~ Lo siento Natsu – me dijo casi en susurro, creo que ya estaba hasta dormido – no soy bueno para ti.

~ ¿Qué dices Gray? – le pregunté pero ya no contestó

Estaba dormido y pensé que era mejor dejarle descansar. Con notar cómo me buscaba intentando entrar en calor, me bastaba. Le tenía entre mis brazos y eso para mí, era suficiente por hoy y todo lo que había sucedido.


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