Capítulo 39: Demon Slayer

Silver Fullbuster

No era mi plan ni mucho menos que me capturasen y menos aún, que volvieran a llevarse a Gray a esa enfermería donde no hacía otra cosa excepto morirse. Me acusaban de traicionarles, pero para mí... no se puede traicionar a alguien con el que nunca has estado, pues yo jamás había estado de su parte, ni siquiera cuando me utilizaban como a un muñeco, como a una marioneta, yo siempre pensé primero en mi hijo y aunque fingiese que les obedecía no lo hacía realmente.

Ahora me encontraba pensando en mi hijo en esta sucia celda donde me habían tirado como a un perro. Tenía que salir de aquí para poder ayudar a Gray, es más... sé que habían venido a ayudarle, porque se escuchaban explosiones por todos los lados, esos debían ser los escandalosos de su gremio casi seguro, además... también esperaba a los de Sabertooth por el simple hecho de que los demonios habían capturado a su maestro y a uno de sus compañeros, así que supongo que esos dos gremios se unirían por una causa en común.

Desde luego no imaginé que la causa en común podría llegar a ser salvar a mi hijo y a sus dragones, pero mejor eso a que estuvieran luchando por separado, porque la unión hace la fuerza y estando ambos gremios unidos, yo sabía que podían conseguirlo aunque les costase, ya que conocía a los demonios y sé que no serían fáciles de derrotar, no se dejarían tan fácilmente, eran tercos y orgullosos, se creían superiores a los humanos, a los magos, pero tenían una ventaja también frente a eso, su orgullo los cegaba, no conocían a los magos, no conocían su fuerza ni su poder.

Por lo menos me quedaba la alegría de ver que mi hijo pese a todo lo que había vivido, había conseguido llegar a un buen gremio, había conseguido tener buenos amigos que le ayudaban y se preocupaban por él y por supuesto... había logrado tener un novio estupendo que habría dado cualquier cosa con tal de mantenerle a salvo, aunque ahora estuviera bajo posesión demoníaca, yo sabía que si Natsu conseguía ganar esa dura batalla contra sí mismo y volvía a reconocer a Gray, todos aquí estarían muertos por lo que le habían hecho.

Ahora me encontraba en esta asquerosa mazmorra sin posibilidad de ayudar a mi hijo, sólo veía la oscuridad de la celda y escuchaba el continuo ruido de gotas caer al frío suelo de piedra y es que... había goteras... y no sólo eso, por la continuidad y la cantidad que caían, podía deducir claramente que fuera estaba lloviendo, estaba diluviando más bien y por un momento, me puse melancólico, porque hasta el cielo lloraba por la futura e inminente muerte de mi hijo.

Escuché a un par de guardias que hablaban y se reían sobre algo. Puse mejor la oreja para escuchar y entendí claramente el nombre de mi hijo, se reían de algo relacionado directamente con él y conseguí escuchar al final que iban a quitarle la magia.

Me asusté de aquello, porque estos demonios sí eran imbéciles, no conocían nada acerca de los magos y es que... un mago sin magia no era absolutamente nada, moría si no podía tener magia en su cuerpo, estaban matando a Gray y no se estaban enterando. Parece que Mard Geer que tanto necesitaba a Gray para controlar a Natsu, no se daba cuenta de que estaba matando a la única persona capaz de conseguir llevar su plan a cabo, porque sólo mi hijo calmaría a Natsu, no había nadie más que pudiera aguantar a Natsu, no había otro mejor que Gray para excitar a ese maldito dragón de fuego.

Tenía que salir de aquí y salvar a mi hijo aunque fuera lo último que hiciera en esta miserable vida que me habían regalado tras mi muerte, no servía de nada vivir una vida vacía si perdía a mi hijo, porque para mí, perder a mi hijo... verle morir era lo más traumático que podía vivir un padre y no iba a permitirlo, Gray tenía que sobrevivir.

Me cabreé tanto con lo que escuchaba, que mi activé todo mi poder mágica destrozando la puerta de hierro y lanzándola contra aquellos individuos que venían por el pasillo riéndose de mi hijo. Se quedaron unos segundos paralizados sin saber qué ocurría y cuando me vieron salir de la celda a paso tranquilo mientras les miraba fijamente, se dieron cuenta de que tenían un serio problema... o más bien dos, lidiar con que hubiera escapado y lidiar con mi enfado, porque no dejaría a nadie con vida si eso conseguía que salvase a mi hijo.

Congelé sus cuerpos al momento, prácticamente ni siquiera tuve que hacer nada y es que mi magia de Demon Slayer era demasiado potente para todos estos seres... se creía superiores a los humanos y no se daban cuenta... de que no podían vencernos, de que aún existíamos Demons Slayer capaces de destrozarles, de no dejar de ellos ni las cenizas de sus mugrientos cuerpos al fallecer. Estos demonios no sabían con qué cazador se habían metido y desde luego... yo no era de los que perdonaban tan fácilmente, menos si era de la vida de mi hijo de lo que hablábamos y estaba en juego. Se habían metido con el cazador equivocado.

Caminé por el pasillo donde estaban las celdas de los dragones y desde luego, el más escandaloso sin lugar a dudas... era Natsu y sus continuos gritos y pataletas para tratar de escapar. No creo que fuera a conseguirlo, principalmente porque los demonios no sabían nada acerca de magos, pero sí habían hecho sus estudios sobre dragones y ya habían diseñado estas celdas especialmente para ellos, de aquí no podrían salir por sus propios medios y eso era lo que más le fastidiaba a Natsu, que se volvía loco estando encerrado sin hacer nada esperando a que vinieran unos seres a los que odiaba a darle ordenes.

El más calmado de ellos, era Sting, ni siquiera le escuché absolutamente nada, porque a Rogue aún se le oía intentando escapar entre las sombras a través de los muros, pero Sting estaba realmente callado y aunque no miré dentro de su celda, me lo imaginaba sentado pacientemente y esperando, algo extraño para un dragón tan activo como él. Me extrañaba mucho que estuviera tan tranquilo.

Pasé de los dragones y fui directamente hacia la sala donde habían retenido a mi hijo aquellos demonios y cuando entré, todos los que allí se encontraban se giraron enseguida a mirarme. Estaban extrañados de verme por allí, liberado y con cara de mal genio, aunque él único que no pareció sorprenderse de mi intromisión en esta sala, fue Mard Geer, quien simplemente hizo un sonido con la boca en plan de admiración por cómo había conseguido escaparme de sus celdas y nada más.

- Al final conseguiste salir – me dijo Mard Geer.

- Tendrás que contratar nuevos guardias – le dije – suelta a mi hijo.

- Tu hijo está algo ocupado en estos momentos – me comentó sonriendo.

- Suéltale – le exigí mirando a mi hijo atado en una de las paredes y conectado a una máquina que succionaba su poder mágico – le estás matando – le dije.

- Sólo estoy quitándole ese molesto poder de hielo que tiene, no necesito que trate de matarnos, sólo tiene que ser un buen chico y cumplir lo que digamos – me comentó.

- Eres idiota – le aclaré – un mago no puede vivir sin poder mágico, si tanto lo necesitas no sé por qué quitarle su poder, puede que fuera más fácil de manipular si no tuviera el hielo, pero no estaría vivo sin él, su magia es su vida, si se la quitas morirá, no es un demonio, es un mago, su magia es lo que le mantiene vivo.

- No digas tonterías.

- Puedes no creerme si así te es más fácil, ¿pero no lo ves? Está destrozado, se está debilitando con cada succión que haces, lo matas y cuando ya no tenga poder mágico en sus venas no podrás tenerle de ninguna forma, perderás el control sobre Natsu y sobre él.

No sabía si funcionarían mis palabras para que sacase a Gray de ese lío, pero estaba muriéndose frente a mí. Mard Geer me miraba dudando seriamente sobre mis palabras y no fue hasta pasado unos segundos cuando decidió pasar de mí creyendo que mentía ¿Cómo iba a mentir con la vida de mi hijo? Este demonio era imbécil perdido.

- He dicho... que lo desconectes de esa máquina – le dije ahora más enfadado activando mis habilidades.

- De ningún modo Silver, tu hijo ahora es mío.

- No lo entiendes ¿verdad? No será de nadie si no lo desatas de esa máquina.

No me dejó seguir hablando, porque ya me estaba atacando con esa magia tan peculiar suya de demonio y aunque la primera vez me cogió de improviso y me dio con ella, conseguí bloquearla como pude reaccionando y lanzándole una estaca de hielo que esquivó de milagro pensando que no llegaría a atacarle por culpa de su ataque.

- ¿Magia de Demon Slayer? No pensé que la terminarías de perfeccionar para nosotros.

- Para cualquier demonio que le ponga un dedo encima a mi hijo, esta magia os destruirá a todos, la perfeccioné por mi hijo, lo hice para acabar con todos vosotros si conseguíais llegar hasta él, no dejaré que le toquéis – le amenacé.

- Eres tan cabezón como tu hijo... llorando y suplicando por la vida de Natsu, tú no eres muy diferente, suplicas por tu hijo, harías cualquier cosa por él.

- Tú no sabes nada, no tienes hijos, no sabes lo que los padres hacemos por ellos y de lo que somos capaces, los padres somos fuertes por ellos y para ellos, no me derrotarás tan fácilmente, no dejaré que le sigas utilizando.

- Yo no soy el que le utiliza, ese es Natsu... o lo que queda de él en estos momentos tras la droga que le inyectamos.

- Papá – escuché susurrar a Gray tras Mard Geer – lo siento – me dijo mientras caía una lágrima por su mejilla.

Pasé de Mard Geer y me acerqué hasta Gray acariciándole la mejilla para limpiarle la lágrima que estaba resbalando. Al tocarle me di cuenta de que no estaba frío... estaba congelado, la vida se le escapaba y no le quedaba mucho para ello. Creo que Gray quería pedirme algo a parte de las disculpas, unas disculpas que no entendía muy bien por qué venían.

- Tranquilo hijo, te sacaré de aquí.

- No puedes sacarme – me dijo – ya es tarde, pero Natsu... salva a Natsu, por favor, sálvale a él.

- Vale – le dije para calmarle, aunque no estaba pensando en Natsu, estaba únicamente pensando en salvarle a él que era quien realmente tenía problemas serios.

- No vale – me dijo llorando – sé que lo dices para tranquilizarme y no quiero eso, quiero que lo saques de aquí, por favor, sé que no he sido un buen hijo, que tuve problemas contigo, que no confié en ti y que Natsu estuvo peleando contra ti, pero por favor... te lo suplico, ayudale.

- No eres un mal hijo Gray, en todo caso yo fui un mal padre, morí y cuando me convirtieron en esto tú ya habías desaparecido. Te he buscado por miles de lugares y cuando te encontré, traté de traerte de vuelta, fingí estar de parte de los demonios, pero yo te quiero Gray, eres mi hijo, siempre lo serás. Siento esto que voy a hacer Gray, pero quédate con que te quiero, por favor no me odies – le dije llorando yo ahora.

Esto sería lo último que podía hacer por él, pero era necesario, porque estaba en las últimas, ya estaba casi desmayándose, estaba cerrando los ojos para morir y todos lo vieron, se moría sin magia. No tuve otra opción que darle mi magia, pasarle mi Demon Slayer para que sobreviviera, porque yo moriría... ya estaba muerto, ahora sólo era un muñeco, pero seguiría vivo dentro de mi hijo, seguiría vivo en su magia.

- Adiós, Gray. Te quiero – fueron mis últimas palabras para él antes de caer al suelo muerto viendo como la máquina que tenía a Gray se rompía en mil pedazos por el poder de mi hielo transfiriéndose a mi hijo.


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