Capítulo 37: Traiciones
Silver Fullbuster
¡Qué maldito cabezón era mi hijo! Si es que no sé a quién narices había salido, supongo que era culpa mía porque su madre era realmente buena, esa cabezonería tenía que haber salido de mi parte y sé que a veces era buena pero en este caso no lo era, no se daba cuenta de que acabaría muerto si insistía en su empeño de sacar a Natsu. Hasta yo tenía complicado acercarme a ese dragón ahora, no había forma de ayudarle, pero Gray persistía en seguir intentándolo y no sé cuánto iba a aguantar, porque su cuerpo ya empezaba a fallar. Ni siquiera podía probar bocado sin devolver la comida, se moría lentamente y en silencio, todos los sabíamos, incluido él, pero se negaba a marcharse sin Natsu.
Su obsesión por Natsu le llevaría a la tumba. Tenía que salir de aquí pero sé que seguiría diciendo que no hasta que no consiguiera sacar a Natsu y eso ahora mismo, era imposible, los demonios lo controlaban día y noche, no había forma de acercarse a él sin ser visto, no dejarían a Gray entrar en esa celda a menos que fuera para que Natsu se aprovechase de él. A mí personalmente... me dolía ver así a mi hijo, porque jamás esperé que pudiera llevar una vida como esta, si Natsu le quería, tendría que empezar a demostrarlo y sé que le amaba, le había visto pelear contra todo lo que se ponía en su cabeza con tal de defender a mi hijo, pero ahora se estaba rindiendo a los productos que le estaban metiendo, estaba cambiando el carácter de Natsu y no permitiría que ni él ni nadie le hiciera daño.
Dejé a Gray curándose las heridas y me fui a mi cuarto para idear un plan, tenía que sacar a mi hijo de aquí sino quería verle morir, me daba igual si después me odiaba, pero tenía que irse, no estaba dispuesto a verle morir, no a mi hijo... ya fuese por amor o por obsesión por lo que él decidía quedarse aquí con Natsu, pero yo iba a sacarle y era igual de cabezón que él.
Estaba en mi habitación pensando algún plan para poder sacar a Gray de este infierno cuando me llegaron los gritos desde la celda de Natsu y supe... que algo iba mal, porque no eran los gritos del dragón lo que escuchaba, eran los de mi hijo y eso no podía perdonarlo.
Intenté llegar lo más rápido posible a la celda, pero para cuando lo conseguí, uno de mis compañeros de los demonios estaba sacando a Gray inconsciente de la celda. No podía creer lo que veían mis ojos, lo sacaban en brazos, sangrando tanto que hasta podía ver como de su brazo resbalaba sangre que acababa cayendo al suelo. Prácticamente todo su cuerpo estaba en carne viva, seguramente por el fuego de Natsu y aunque veía algo de agua en su pecho, supe que intentó protegerse con su hielo de las intensas llamas de Natsu.
Ya le había avisado de que no serviría de nada, no una vez Natsu desatase todo su poder y eso es lo que habían hecho los demonios, hacer que desatase absolutamente todo el poder del dragón, ni siquiera Natsu debía estar dándose cuenta del calor que estaba desprendiendo, del fuego que sacaba su cuerpo y hería a todo el mundo a su lado, de todas formas aunque lo supiera... le habían cambiado tanto la personalidad que le daría igual, ya no le importaba matar o no, le era indistinto, sólo pensaba en él y Gray... era ahora mismo únicamente su placer, ya no era el chico del que se enamoró y eso me dolía, porque ver salir en ese estado lamentable a mi hijo tras intentar ayudarle cuando él le había dejado así... me ponía enfermo.
¿Cómo podía Gray seguir queriendo ayudarle? ¿Tan convencido estaba de que haría entrar en razón a Natsu? Lo que le habían inyectado lo mantendría en ese estado tanto como quisieran ellos, lo utilizarían y no permitirían que un chiquillo como Gray pudiera frustrar sus planes, lo tenían todo planeado, era muy complicado que Natsu reconociera a alguien en este momento, mucho menos a Gray. Los demonios ya se habrían encargado de que fuera así.
- Gray – susurré cuando pasaron a mi lado llevándose el cuerpo inconsciente de mi hijo.
Se llevaron a mi hijo hacia la enfermería y cuando me quedé completamente solo allí de pie en mitad del pasillo frente a la celda de Natsu, decidí acercarme hacia la puerta con barrotes y abrir la trampilla para mirar dentro. Natsu ahora parecía muy tranquilo, supongo que se había desfogado todo lo que quiso con mi hijo, tal y como querían los demonios, que se calmase para poder tener mayor control de su mente.
- ¿Cómo has podido Natsu? – le pregunté y él se acercó hacia la puerta mirándome.
- No sé quién eres ni a qué te refieres.
- Soy el padre del chico al que acabas de destrozar – le dije de forma amenazante.
- Oh... pues deberías decirle a ese chico que debería alejarse de los dragones, los humanos no sois nada para nosotros, meros insectos – me dijo y sé que no era Natsu el que hablaba, era la droga que le habían inyectado, pero aún así me enfadaba escucharle.
- Él te amaba – le dije y se sorprendió – ni siquiera sabes su nombre, no sabes nada de él ahora mismo, sólo sabes que te excita y te diré por qué, mantenías una relación con él, era tu chico Natsu, lo protegías de todo y de todos, pero ahora... tú eres su mayor problema, estar cerca de ti lo matará y él insiste en ayudarte.
- Yo no necesito ayuda y no salgo con humanos, jamás lo haría, son bichos débiles que no sirven para nada más que para follármelos – me dijo de forma arrogante – Me follaría a ese crío una y mil veces, me excita mucho tu hijo – me dijo sonriendo de forma sádica – de hecho... creo que me lo traerán más de una vez y disfrutaré de él como quiera, tú no podrás impedirlo.
- Espero que algún día te des cuenta de lo que le hiciste y esperemos... que no sea demasiado tarde, porque podrías arrepentirte, estás perdiendo al único chico al que una vez amaste Natsu.
Cerré la trampilla aunque él quería hablar más, pero yo no quería, tenía bastante con ver con mis propios ojos lo que le habían hecho a Natsu, ya no era él, no era ese chico que defendía a mi hijo a capa y espada, era un cretino que sólo quería utilizarle como habían hecho todos los demás. No esperé que Gray tuviera que sufrir esta vida, siempre deseé lo mejor para él y aunque en el pasado hice cosas de las que podría arrepentirme tratando de capturarle para los demonios, no creí que fuera a dejarse coger, creía que estaría a salvo, pero no, él siempre había estado sufriendo y el único capaz de mitigar su dolor, se había vuelto un imbécil que sólo quería follárselo sin importar su estado de salud.
Me quedé un rato en la enfermería con mi hijo... tuvieron que sedarlo por el dolor, no podía hacer absolutamente nada y es que Natsu lo había destrozado hasta por dentro, lo había quemado entero y no llegó a más gracias a que intentó poner el hielo de por medio intentando evitar las llamas de Natsu, aún así, estaba herido y no sé cuánto aguantaría si seguían metiéndolo en la celda del dragón de fuego. Ver como se muere tu hijo frente a ti y que no puedes hacer nada para ayudarle es desesperante, se moría en silencio, se moría por Natsu. Lloré cuando nadie me vio y es que él era lo único que me quedaba ya en esta absurda vida de marioneta de demonios, sólo él me importaba, tenía que vivir, tenía que hacerse fuerte, ser feliz, no estar tumbado en esta camilla esperando su muerte.
Estuve junto a Gray toda la tarde y parte de la noche. No vi a nadie venir a verle a excepción de vez en cuando al médico para revisar sus heridas. Yo estuve atento todo el rato a las horas y el intervalo de tiempo que pasaba entre revisión y revisión, porque estaba planeando sacar a Gray de aquí.
Por la noche fue la oportunidad perfecta para hacerlo... así que empecé con mi plan. Cogí a Gray envuelto entre unas mantas evitando que tuviera frío y lo cogí en brazos dispuesto a sacarlo de allí. Esperaba que los de su gremio le estuvieran buscando y poder entregárselo a ellos antes de que los demonios se dieran cuenta de mi traición.
Caminé por el pasillo en busca de la salida con Gray en brazos y bien envuelto. Tenía frío, lo sabía por la forma en que temblaba todo su cuerpo y ahora mismo... ya no sabía si era a causa del frío o del miedo que había pasado, pero su cuerpo no paraba de tiritar aún estando inconsciente. No podía tener tanto frío, era un mago de hielo, pero quizá... la elevada temperatura de Natsu lo había descompensado, su temperatura corporal había cambiado tan drástico al calor que ahora le afectaba volver al frío.
El pasillo estaba oscuro y en todo el camino, sólo escuchaba mis pasos retumbar y la respiración entrecortada de Gray, ni siquiera podía respirar bien ¿Qué iba a poder hacer por él? Demasiado cabezón con permanecer aquí hasta que sacase a Natsu, de verdad que se había enamorado hasta la médula de ese chico, le daba igual morir por él con tal de estar a su lado. No tenía remedio. Sé que me odiaría mucho cuando le sacase, que no era su intención marcharse sin su chico, pero era necesario, esperaba que pudiera perdonarme algún día.
Ya llegaba a la salida cuando una sombra se cruzó en mi camino y supe... que estábamos en un lío, porque ante mí se encontraba Mard Geer con cara de enfadado, era algo normal, me estaba llevando parte de su gran plan para controlar a Natsu, porque sin Gray... no podían dominar a ese dragón, Natsu sólo sentía excitación por Gray, igual que Sting... le necesitaba para esos dos dragones, porque Rogue... puede que él pudiera excitarse con otras personas, al fin y al cabo lo hacía con Sting, con el cual ahora estaba en plena guerra.
- ¿Dónde vas Silver? – me preguntó Mard Geer - ¿No estarás traicionándonos, verdad? – preguntó dudando.
- Claro que no – le dije
- Entonces... ¿Qué haces con Gray? Debería estar en la enfermería, devuélvelo allí – me exigió.
- Estaba buscando un médico.
- No me mientas – me gritó – querías dejarlo escapar, la sangre vuelve a traicionarte, siempre estarás de parte de tu hijo y no puedo permitirlo, le necesito con vida aún a ese crio.
- Se muere – le dije – Natsu lo matará.
- Me da igual lo que le pase a ese crío, necesito el control absoluto sobre los dragones y él me lo dará, es la llave para controlarlos por completo. No se irá de aquí nunca – me amenazó.
No me dio tiempo a utilizar magia, me derribaron enseguida, mi propio invocador me tumbó volviendo a controlarme como siempre hacía, como si fuera una simple marioneta y vi desde el suelo, a Mard Geer recoger a Gray envuelto entre las mantas mientras acariciaba su flequillo apartándolo con suavidad para ver sus ojos cerrados, para ver sus labios entreabiertos tratando de respirar. ¿Qué le pasaba a Mard Geer con Gray? ¿Por qué ahora lo trataba con esa dulzura? ¿Se estaba enamorando de mi hijo un demonio? Eso no podía permitirlo, pero aún así, a mí me encarcelaron por no fiarse y a Gray, le devolvieron a la enfermería sin saber todo lo que yo había tratado de hacer por ayudarle.
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