Capítulo 36: Rogue
Gray Fullbuster
Abrí los ojos y si estos días me movía poco, hoy no podía mover absolutamente nada, todo el cuerpo me ardía como si me hubiera quemado vivo, no podía soportar el dolor, ni siquiera podía levantar mis manos para ver el destrozo de mi cuerpo y casi lo prefería, debía estar demasiado malherido, aún no entendía como podía seguir vivo pero eso no era lo peor de todo... lo peor era lo que le habían hecho a Natsu y me sentía culpable, porque no había podido salvarle.
Lloré y lloré más, no podía creerme que fuera tan inútil que ni siquiera pudiera ayudar a Natsu, que él no se hubiera dado cuenta de que era yo, de que era el chico al que amaba, que me hubiera violado como todos los demás, que hubiera lanzado todo su poder de dragón contra mí sin ningún miramiento, no era el Natsu que yo conocía, éste no se parecía en nada, mi Natsu era caritativo, ayudaba a la gente, era fuerte pero siempre estaba cuando se le necesitaba, jamás insultaba a alguien del gremio, siempre era bueno con todo el mundo pero este... este nuevo Natsu no me gustaba, ¿En qué le habían convertido esos malditos demonios?
Ahora el Natsu del que me enamoré no existía, sólo era un arma más que utilizarían los demonios para conseguir sus propósitos, no era nada más que eso, un dragón con mal genio y creído que gozaba con el sufrimiento ajeno, que odiaba a todas las especies por considerarlas inferior a él. Silver tenía razón en algo igual que Jackal, no había rastro de mi Natsu en ese ser sin corazón. Si volvían a meterme allí, sabía lo que me esperaba porque no reaccionaría a mis palabras, le daba igual lo que le dijese, estaba obsesionado sólo con su propio bienestar, no le importaba nadie más que no fuera él. ¿Cómo habíamos llegado a esta situación?
Lloré por la impotencia de no haber podido ayudar a Natsu, de sentirle tan lejos de mí ahora aunque estaba muy cerca, de sentir que le había fallado, había dejado que le transformasen en ese monstruo y no pude ayudarle, no pude sacarle de aquí, era un completo inútil que no servía para nada, había traicionado la confianza que Natsu depositó en mí, ya no había nada que hacer, estábamos perdidos, yo estaba muerto y Natsu estaría controlado el resto de su vida, era un hecho, ni siquiera lloraría cuando se enterase de mi muerte, porque ni siquiera me reconocía.
Jamás imaginé, que sería el propio Natsu quien acabaría violándome, él siempre estuvo a mi lado, me defendió de todo y ahora... ahora no se daba cuenta de lo que estaba haciendo, no se daba cuenta del sufrimiento de los demás, sólo se veía a sí mismo, un ser egoísta, como todos los malditos dragones de los juegos mágicos, pensando sólo en ellos y en crear la era de los dragones donde los humanos desaparecerían o se doblegarían ante ellos, así era el nuevo Natsu.
Sentía mi cuerpo arder, sentía dolor y mis recuerdos me llevaron muy lejos de esta fría sala donde me habían dejado, volví a mi pasado, recordé ese Natsu que intentó quitarme el miedo al sexo, ese Natsu que fue capaz de traer al mismo Sting y dejarme con él para quitarme el miedo a estar con otras personas... ahora era él quien me hacía daño, era él quien me mataría, todos lo sabíamos y Jackal... fue uno de los primeros en reírse de ese hecho.
Cuando entró por la puerta de la enfermería y me vio allí tumbado, sonrió como siempre hacía y se sentó encima de la camilla cerca de mis inmóviles pies mientras me miraba con arrogancia desde arriba.
- Te lo dije Gray, Natsu no volverá a ser el mismo – me dijo.
- Lárgate – le dije llorando – quiero estar solo, no necesito ver tu asquerosa cara.
- Natsu te matará – me dijo alzando un poco la sábana y mirando mis heridas, supongo que quemaduras hechas por la ardiente piel de dragón de Natsu – y no tardará mucho a este paso – dijo tras verlas mientras volvía a poner la sábana en su sitio tapándome. Yo sólo le veía sonreír.
- Entonces moriré a sus manos – le dije – lárgate.
- Que terco eres – me dijo extrañamente serio – si te rindieras yo podría hablar con mis jefes y podrías quedarte conmigo.
- No quiero estar contigo – le dije – quiero a Natsu.
- Esa es una decisión que debes tomar tú, Gray... ya sabes lo que te espera al lado de Natsu, sufrimiento, quemaduras... la muerte. En cambio conmigo... podríamos disfrutar del sexo el resto de nuestras vidas y te aseguro... que nadie te tocaría, yo te protegería.
- ¿A cambio de ser tu esclavo? – le pregunté llorando – jamás, prefiero morir a manos de Natsu que dejarte voluntariamente hacer lo que quieras con mi cuerpo. Si no te gusta mi decisión puedes matarme tu mismo aquí y ahora, porque no voy a renunciar a Natsu.
- Si cambias de opinión ya sabes dónde estoy... si es que consigues moverte para venir a verme – sonrió – no creo que te dejen marcharte, lo hiciste muy bien con Natsu... una vez quitada su ira contigo, hizo la misión sin problemas – aquello me enfadó.
- Dejadle en paz – grité – no tenéis derecho a obligarle a hacer cosas que no quiera hacer.
- Pero sí que quiere, ahora es un dragón destructivo, tal y como queríamos, le encanta destrozar ciudades, le encanta quitar vidas, no le importa nada excepto sentirse fuerte. Nosotros y gracias a tus noches de sexo con él, al fin podemos controlarle.
- Él no es así, no es destructivo – le dije llorando – él es un buen chico que se preocupa por sus compañeros, vosotros le habéis transformado en ese monstruo, él no tiene la culpa.
- ¿Por qué le defiendes tanto después de lo que te ha hecho? – me preguntó extrañado – casi te mata, te ha quemado vivo y sigues defendiéndole, no lo entiendo, deberías odiarle.
- No puedo odiarle, no a Natsu, siempre le amé, siempre le amaré, haga lo que haga es mi chico. Si esta es su nueva forma de querer... puede quemar todo mi cuerpo si quiere, pero no me alejaré de él, me adaptaré si es necesario aunque tenga que gastar todo el hielo del mundo para intentar bloquear sus llamas, pero no voy a odiarle, no vais a separarme de él le hagáis lo que le hagáis, podéis lavarle el cerebro todo lo que queráis, yo seguiré amándole.
- Estás enfermo Gray, tienes un amor enfermizo por él.
- Sí – le dije – es enfermizo pero es mi amor por él, tú no tienes que meterte en medio, lárgate de una vez.
No volví a ver a Jackal después de aquella conversación y me tuvieron por lo menos varios días tumbado en aquella camilla intentando curar mis heridas, pero no consiguieron sanarlas por completo cuando me volvieron a decir que ya me necesitaban, entendí perfectamente... que sólo me curaban para volver a encerrarme una y otra vez con Natsu, para que yo calmase al dragón mientras ellos se aprovechaban y los utilizaban una vez se quedaban relajados. Yo sólo era el juguete que lanzaban en las celdas de los dragones, ese juguete con el que se entretenían y destrozaban gastando su ira, no tenía escapatoria, moriría aquí si el gremio no venía pronto a por nosotros.
Para mi sorpresa, esta vez no me llevaban hacia la celda de Natsu y eso me asustó. Me lanzaron en otra celda y cerraron la puerta tras de mí como hicieron la primera vez. Escuchaba un ruido silbante pero no veía nada, todo estaba oscuro y entendí... que era la celda de Rogue, acechando entre las sombras estaría seguramente el dragón. Jamás había estado con Rogue, conocía perfectamente a Natsu y a Sting y sinceramente... Sting era el que más miedo me daba, porque ya había tenido sexo con él y era realmente bestia, también disfruté como nunca estando con él, sabía lo que se hacía, pero se cortaba bastante menos que Natsu... si Natsu era capaz de quemarme vivo mientras mantenía sexo conmigo en ese ataque de excitación ¿Qué sería capaz de hacerme Sting? No quería pensarlo... porque ahora mismo frente a mí estaba Rogue escondido en las sombras y no sé cómo era él, pero teniendo en cuenta de que soportaba la penetración agresiva de Sting... no podía ser bueno.
Tuve miedo, tenía demasiado miedo porque conocía a Sting y Rogue... era su pareja, sabía que no sería suave conmigo, ¿Si ni siquiera Natsu podía serlo como lo sería Rogue? Era imposible. Lo comprobé enseguida, porque una sombra apareció a mis pies y una mano salió de ella agarrando mi cuello y tumbándome en el suelo con él encima sonriendo.
Con Rogue no tenía un nexo de unión para intentar convencerle de que recordase, me era imposible conectar con él, mi única oportunidad era Natsu o Sting, ellos sí tenían más relación conmigo, pero Rogue... a él no le importaba nada de por sí, yo sólo sería su juguete. Intenté hablar con él, hablarle de Sting porque con el rubio sí tenía mayor conexión emocional, pero lo único que conseguí es que se enfadase el doble conmigo por nombrar a otro dragón, que pensase que yo era el juguete de otro de ellos y que quisiera demostrarles que yo sería sólo... su juguete. Enseguida detectó el olor de Natsu en mí y se reía, creía que era algo personal de Natsu... pero qué equivocado estaba, yo ya no significaba nada tampoco para ese dragón de fuego.
Mordió con ganas cada parte de mi piel que él quiso y sólo sentí el dolor, no sé si ellos serían capaces de dar placer en algún momento, pero desde luego, todo el placer que pude sentir en el pasado con Natsu o con Sting... había desaparecido en un momento, porque ellos tenían cuidado de no desatar todo el poder del dragón, pero ahora lo hacían, estaban destrozando mi cuerpo, sentía las sombras recorrer mi piel ya quemada por Natsu y dolía, sentía esas malditas sombras como si fuera veneno para mí, me agarraba con ellas, me sujetaba a su antojo y hacía lo que quería con mi cuerpo mientras me mantenía inmovilizado, no me gustaban las sombras, porque no me dejaba moverme absolutamente nada.
Rogue hizo algo diferente a Natsu y es que creo... que Natsu la otra vez estaba tan excitado que ni siquiera pensó en jugar conmigo, sólo quería penetrarme y ya está, pero Rogue no, él quería jugar. Mordía y lamía mi piel disfrutándolo mientras yo gritaba, me ataba de una y de mil maneras para dejarme a su disposición, colocándome a cuatro patas cuando quería golpearme con fuerza en el trasero o golpear mis huevos intentando sacarme más gritos.
Me repetía una y otra vez que era su juguete, sólo de él, que el resto de dragones tenían prohibido tocarme y es que... ahora empezaba a comprobar esa maldita idea de la dominación, ellos eran tan territoriales que no permitían que otro dragón tocase algo que consideraban suyo, Rogue estaba haciéndole una declaración de guerra a Natsu al tocarme y si me metían después en la celda de Natsu con el olor de Rogue en mi cuerpo... Natsu se volvería loco y trataría de hacer algo mucho peor para demostrarle a Rogue que estaba utilizando él su juguete, eran unos desgraciados dominantes egoístas, porque con tanta provocación y tanta guerra entre ellos, yo era el daño colateral que estaba en medio.
Rogue tampoco tuvo mucha paciencia conmigo, se excitaba enseguida y más al olfatear el olor de Natsu, porque entró en mí con un movimiento rápido que me destrozó. Al menos sus caricias no me quemaban como las de Natsu, no era fuego lo que utilizaba, pero aún así... sus penetraciones me destrozaron por dentro, no aguantaba la presión de esos dragones cuando dejaban de controlarse. Tenían razón... los humanos no podían soportar la fuerza de un dragón, no estábamos hechos para ser compatibles.
Cuando acabó Rogue conmigo... lo único que llegó a decirme tras tirarme al suelo como un trapo sucio, es que fuera a Natsu ahora para que viera como había tratado él a su juguete. Ellos y su maldita rivalidad. No recuerdo más de aquel día, porque últimamente... me pasaba los días desmayado por el dolor tan intenso que me hacían sentir, mi cuerpo no sé cuánto resistiría, pero empezaba a fallarme, ya ni siquiera podía comer sin vomitarlo todo, mi estómago... estaba destrozado, creo que Natsu lo había quemado y ya no me funcionaba correctamente.
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