Capítulo 35: Misiones

Natsu Dragneel

Ver a Gray en aquel estado tan deplorable había hecho que mi sangre hirviera de rabia, nadie iba a hacerle daño a Gray mientras yo estuviera aquí, no lo permitiría. Pataleé todo lo que pude en la celda, grité y traté de salir para encontrar a Gray, quería salvarle, quería sacarlo de este infierno en el que mi cabezonería le había metido.

Lloré de la impotencia de saber lo que le estarían haciendo a mi chico en estos momentos, seguramente torturarle y sabía que no sería algo llevadero por la forma en que había conseguido llegar hasta mí, estaba herido, lleno de sangre, sin poder ponerse en pie, llorando y buscándome en todo momento, pidiéndome ayuda... ¡Y Gray no era de pedir ayuda! Él trataba de sacarme de aquí igual que yo intentaba salvarle a él, pero ninguno podíamos, no nos dejaban ni acercarnos.

El maldito de Jackal se iba a enterar de quien era Natsu Dragneel si seguía torturando a mi chico, iba a pagarme todas y cada una de las que le hiciera a Gray, lo mataría con mis propias manos si era necesario, no perdonaría jamás el daño que le estaba haciendo.

Aún así, cuando Gray cayó frente a mí supe que se estaba rindiendo, había conseguido avanzar por aquel pasillo hasta mí... pero se había rendido, le veía destrozado y sin fuerzas, débil y no podía permitir eso, Gray era muy fuerte, orgulloso, alguien que no se doblegaba ante nadie, ni siquiera le aterrorizaba un dragón como yo y siempre... incluso desde niños, él había querido luchar contra mí, me trataba como a un igual y hasta se llegó a enamorar de mí rompiendo la gran norma, "humanos y dragones juntos" él me amaba tanto como yo le amaba a él, aún sabiendo que yo sólo era un maldito bruto, un monstruo que comía fuego, que dañaba con fuego, que podía destrozarle en cualquier momento... él se enamoró de mí.

Sólo una vez había visto a Gray llorar, fue en la isla Galuna cuando se encontró a Deliora y todo su pasado sobre la muerte de su familia, sobre la muerte de su maestra y sobre cómo atacaban las ciudades le vino a la cabeza, su pasado siempre perseguía a Gray. Le vi aguantar como pudo su horrible pasado en el gremio oscuro, incluso cuando me obligaron a tener sexo con él delante del gremio... él se mantuvo firme, sin llorar, aguantando todo lo que le ponían por delante, casi le perdí aquella vez, estuvo a punto de morir pero él siempre aparentaba tan fuerte para que nadie se preocupase por él, pero yo lo hacía, seguía preocupándome porque para mí, Gray era como un niño pequeño que aparenta ser muy fuerte y en realidad... pedía ayuda a gritos, era dulce, inocente y tierno, siempre pensando en los demás antes que en él ¿cuántas veces casi le había perdido ya? Era un maldito insensato.

Pudo morir en el ataque de Deliora a su ciudad, pero sobrevivió, pudo morir en el ataque de Phantom Lord cuando atacó a José, pudo haber muerto en la explosión del Etherion aunque conseguí que lo sacasen de allí poniéndome yo mismo en peligro, casi se suicida él solo dos veces frente a Deliora por salvarnos a todos de su poder destructivo, en el examen casi le volví a perder por Ultear y su intento de convencerle de que utilizase el Iced Shield y la peor de todas... casi le pierdo tras los juegos mágicos cuando salvó a Juvia. Él siempre poniéndose en medio como un escudo humano para salvarnos a los demás ¿Cuándo empezaría a pensar un poco más en sí mismo y menos en los demás? Si no iba a hacerlo.... Yo sería quien pensaría en él, porque no iba a permitirle morir.

Tras haberse llevado a Gray, me encerraron en aquella celda de nuevo y me dejaron con mi rabieta, pataleando y gritando un buen rato pidiendo que soltasen a Gray, pidiendo que al menos me dejasen verle, pero pasaron de mí y al final, me cansé de perder voz a lo tonto, tenía que salir de aquí y buscarle yo mismo por mi cuenta si era necesario, así que empecé a pensar un plan de escape.

No sé el tiempo que estuve encerrado solo, pensando en Gray, en todo lo que le estarían haciendo al pobre y no podía ayudarle, ni siquiera podía imaginarme cómo estaría ahora. Había comprobado yo mismo su estado crítico, ni se sostenía en pie. Hacerle eso a mi chico traería consecuencias, los mataría a todos.

Había algo que me preocupaba mucho y era el ánimo de Gray, él siempre se había creído fuerte, incluso me desafiaba a peleas continuamente porque se veía a mi nivel, pero ahora... desde los juegos mágicos era un chico completamente diferente. Desde que me vio derrotar a los dos dragones gemelos a la vez, él empezó a sentirse inferior a mí, como si él no pudiera hacerlo, sentirse inferior a todos nosotros pero... yo creo que Gray era muy fuerte a su manera, quizá no podía competir contra dos dragones, ni siquiera contra uno, pero no era por su culpa, nosotros teníamos magia de dragón, ningún humano podría derrotarnos, ni Erza habría podido, teníamos las escamas de los dragones, sus golpes no nos harían prácticamente nada, teníamos la fuerza de un dragón en ataque, no era culpa de Gray, es que éramos auténticos monstruos, sólo otro dragón podía vencer a un dragón. Sin embargo, aún sabiendo eso, Gray se había venido abajo y no quería que lo hiciera, quería seguir viendo a ese Gray fuerte, porque él lo era.

La puerta se abrió de golpe y entró el científico de la otra vez para inyectarme algo y aunque traté de lanzarme contra él, no me dio tiempo a llegar antes de sentir el pinchazo en mi cuello y ver como la puerta volvía a cerrarse mientras yo caía al suelo sin fuerzas, tumbado y desmayándome. El nombre de Gray fue lo último que susurró mi boca antes de caer inconsciente por completo, no sé lo que era este nuevo experimento... pero cada vez que probaban algo nuevo, a mí me iba peor, sentía hasta mi carácter cambiar, ni siquiera yo mismo me reconocía ya.

Cuando me desperté, tenía todo mi poder recuperado, me sentía en plenas condiciones pero no recordaba nada excepto mi más lejano pasado con los entrenamientos de Igneel. No sé muy bien qué estaba haciendo en esta celda... un dragón capturado en mi mente no cabía lugar, mataría a todo el que estuviera en mi camino si era necesario, pero nadie iba a encerrarme.

Entraron aquellos demonios por la puerta y les dio el tiempo justo de esquivarme antes de que me bloqueasen y no sé lo que hacían... pero mi mente dolía, escuchaba un horrible pitido y al darme un orden... es como si mi cuerpo se sintiera obligado a obedecer lo que decía esa voz, reaccionaba obedeciendo y eso era imposible.

Me enfadé aún más, yo era un dragón, no tenía que someterme a unos seres inferiores como los demonios o los humanos, yo era el rey de los cielos, era el más fuerte de los seres que caminaban por esta tierra, todos debían temerme, no me dejaría controlar por nadie ¿Cómo se atrevían esos seres infames a dominarme? Su orden era realmente estúpida, me centré en lo que pedían y era una tontería, ¡Destruir una ciudad! Eso podía hacerlo hasta con los ojos cerrados.

Intenté recordar cómo había llegado aquí, pero nada... no me venía nada a la mente y entonces, me fijé en la marca de mi hombro, en el tatuaje de un gremio ¿Yo era miembro de un gremio? Ni de coña... yo odiaba a los humanos, odiaba a los seres inferiores, algo deberían darme a cambio de mi ayuda porque no podía creerme que ayudase a la gente voluntariamente, sólo eran una panda de debiluchos.

Me dejaron salir únicamente cuando se aseguraron de que no les atacaría, de que estaba bajo su total control, de que era completamente obediente. Si no tuvieran esa capacidad sobre mí para hacerles caso, ya los habría destrozado a todos, pero es que tampoco entendía nada, no sé qué estaba haciendo aquí.

Me hicieron acompañarles y me soltaron en la ciudad que había que destruir. La verdad es que no me importaba las vidas que me llevase por medio, todo me daba igual con tal de mostrar mi fuerza y mi supremacía. Yo era el más fuerte y todos me temerían, me respetarían aunque fuera a base de miedo. Me gustaba sentirme fuerte.

Caminé por la ciudad viendo a la gente hacer sus quehaceres, quería verlos antes de exterminarlos a todos y entonces... ese olor... me frené de golpe porque era olor a dragones, por lo menos uno más. ¿Un dragón en mi zona de caza? Eso no lo aguantaba, era territorial, ya podía irse de mi zona o morir aquí mismo.

Ante mí apareció un chico de mi edad, rubio y orgulloso, ese tío ya se creía mejor que yo y eso no iba a permitirlo. Sonreí por la emoción de destrozarle igual que él sonreía al verme pensando lo mismo. Me ordenaron destruir la ciudad pero tenía tanta rabia dentro de mí, estaba tan nervioso que mi cerebro consiguió ignorar la orden para centrarme en ese dragón preparándome para el ataque.

Una llamarada salió calle abajo asustando a la gente hasta que en el centro de la calle chocó contra el aliento de luz de aquel otro dragón creando una explosión que destrozó algunos edificios cercanos.

- ¿Quién eres? – le pregunté con una sonrisa sádica.

- ¿Quién eres tú?

- ¿Te crees gracioso? Lárgate de mi ciudad.

- Este territorio es mío – me dijo – grabate bien esto en la cabeza, soy Sting Eucliffe y tú eres un dragón muerto – yo sonreí.

- Vas a tener que buscar otro territorio en el más allá, porque soy Natsu Dragneel y nadie me ha vencido jamás – le dije.

- Pelea entonces – me dijo de forma provocativa.

No le di tiempo a hablar más, me abalancé sobre él y cuando nuestros puños iban a chocar, del suelo surgió una sombra de la que salió otro dragón que nos tumbó en el suelo a ambos.

- Rogue – gritó Sting - ¿Aún estás vivo? – preguntó y me di cuenta de que tampoco se conocían, pero que ya habían peleado antes que conmigo.

- Sting... - sonrió Rogue – ¿no hemos acabado nuestra pelea y ya estás con este cobarde?

- ¿cobarde? – pregunté y le pegué un puñetazo de fuego que lancé a Rogue contra un muro del fondo.

La guerra entre tres dragones comenzó y disfruté con cada golpe que di y recibí, estábamos destrozando media ciudad pero los demonios no parecían contentos con nosotros, no podían controlarnos, querían que trabajásemos en equipo... pero eso jamás pasaría, los dragones éramos independientes y territoriales. Al final tuvieron que sedarnos para detenernos a los tres sin haber hecho la misión. Cuando desperté, estaba en mi celda de nuevo y abrieron la puerta metiendo a un chico moreno dentro, un chico al que le fallaron las piernas y cayó al suelo sin poder moverse frente a mí.

Los demonios se reían y comentaron que era para mí, que sería mi juguete y me reí, por fin traían algo de diversión para mí. El chico me miró con unos impresionantes ojos azules y por un momento... creí reconocer a ese chico, sentí que lo conocía de algo, pero no sabía de qué, era imposible que yo conociera a un insignificante humano, ellos eran seres débiles que nada tenían que ver conmigo.

- Nat... Natsu – susurró el chico sin poder ponerse de pie aunque lo intentó

- ¿Cómo sabe mi nombre un sucio humano? – le pregunté enfadado

- Natsu por favor, recuerda – me pidió casi llorando – por favor.

- ¿Cómo te atreves a hablarme así humano? – le pregunté cogiéndole del cuello y empotrándole contra la pared de piedra con fuerza mientras le miraba bien, la verdad es que me excitaba ese chico... le haría mío, para algo servían los humanos al fin y al cabo, para desahogarme.

- Natsu tú no eres así, recuerda por favor, tu eres un ser amable, protector, eres el chico del que me enamoré, siempre preocupado por los demás.

- Yo no me preocupo por humanos como vosotros, soy basura frente a mí – le dije antes de besarle con fuerza metiendo mis manos bajo su camiseta.

El chico se quejó, ni siquiera le había preguntado su nombre, no me interesaba, sólo quería de él una cosa, su cuerpo, quería hacerle mío y luego se lo podían llevar, sólo necesitaba sexo, nada más, para eso servían los estúpidos humanos, para servirnos a los dragones en todos nuestros deseos.

No paró de llorar el chico en todo el rato, tampoco me importó, seguí acariciando lascivamente todo su cuerpo, me fijé que le dejaba marcas a cada roce y era culpa de mi excitación, mi fuego lo quemaba, le dejaba en carne viva a cada caricia pero me dio igual. El chico gritaba de vez en cuando por el dolor pero aún así, seguía tratando de decirme que recordase... ¡yo no recordaba nada! sólo era un chico de ojos azules que me excitaba, un chico al que habían metido aquí para satisfacerme, nada más, pero él seguía una y otra vez hablándome, hablando de cosas que yo no recordaba, me contaba historias, me contaba sentimientos, creo que ese chico estaba enamorado de mí porque aunque le estaba haciendo daño... seguía tratando de hacerme recordar algo... que yo no podía recordar.

Entré en él con tal fuerza, que lo único que conseguí de él, fue que se desmayase allí mismo del dolor. Miré su cuerpo destrozado y aún así, aún desmayado, yo no paré de penetrarle hasta que me corrí en su interior. Cuando entraron a sacar al chico, él hacía demasiado tiempo que estaba inconsciente, estaba ardiendo, estaba en carne viva por mi fuego y no entendía cómo ese chico podía entrar aquí tratando de que recordase algo... sabiendo lo que le pasaría si lo encerraban con un dragón. ¿Por qué sufrir tanto? ¿Tanto me amaba ese chico? No comprendía nada ¿Qué estaba pasando?


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top