Capítulo 32: Sentimientos
Gray Fullbuster
Dolor, dolor y más dolor. Sentía explotar partes de mi cuerpo, una tras otra, sólo notaba explosiones y el calor que desprendía al quemarme mientras escuchaba la sonrisa sádica de Jackal. Se divertía destrozando mi cuerpo, hasta podía escuchar las gotas de sangre caer al suelo en un continuo ruido que no cesaba, ni siquiera tenía fuerzas ya para luchar contra él, sólo podía centrarme en el intenso dolor y cuando menos lo esperaba, cogía mi rostro besándome con fuerza, metiendo su asquerosa lengua dentro de mí antes de explotar otra parte de mi cuerpo haciendo que gritase de dolor y eso parecía excitarle.
Mis piernas fallaban, aún estando de pie atado de manos al techo, mis piernas ya no aguantaban mi peso desde hacía demasiado tiempo, temblaban de miedo y dolor, no tenían fuerza y al final, Jackal dándose cuenta de que mis muñecas sangraban aún más por la fuerza de la cadena al sostener mi peso, acabó bajándome y dejándome allí tumbado en la fría piedra. NI siquiera de allí podía moverme y eso que era mi única oportunidad, sabía que si quería escapar o ir hasta Natsu, tenía que levantarme, pero mis piernas se negaban, las había destrozado a explosiones, sangraban mucho, todo mi cuerpo estaba lleno de sangre y no podía hacer nada.
Me preocupaba Natsu, mi mente intentaba alejarse del dolor físico pensando en él, pensando si estaría bien y rezando para que fuera así, no soportaría que le estuvieran haciendo daño, no quería que le hicieran lo que a mí, sólo quería sacar a Natsu de aquí, tenía que hacerlo, él no podía morir en un lugar así y es que todos los que alguna vez estuvieron cerca de mí habían muerto. Lloré al recordar a mis padres, al recordar a Deliora, lloré recordando a Ur incluso a Ultear que me ayudó en los juegos mágicos devolviendo el tiempo atrás salvándome, yo era el causante del sufrimiento de todos los que se acercaban a mí, quizá debería morir, así nadie más sufriría mi maldición, porque yo estaba maldito, empezaba a creerlo seriamente.
- ¿Qué pasa Gray? ¿Se te ha comido la lengua el gato? – Me preguntó al verme llorar sin decir nada, ni siquiera tenía fuerzas ya para gritar del dolor - ¿No ibas a salvar a Natsu?
- Sol...Soltadle – es lo único que pude decir aunque la voz se me cortaba.
- ¿Qué has dicho perdona? – se burló de mí – Eres un chico muy interesante Gray – dijo acercándose a mí y sentándose encima de mi pecho cogiéndome del pelo con fuerza para que le mirase – todo el mundo sabe que quien está cerca de ti acaba muriendo, sólo traes desastres y a mí me encantan los desastres, ese dragoncillo... acabará muerto gracias a ti y tu maldición – me echó de cara y no pude evitar volver a llorar aunque saqué fuerzas de donde no las tenía para gritarle.
- Tócale y te mataré, aunque sea lo último que haga te juro que te destrozaré si le pasa algo – grité.
- Así me gusta Gray, enfádate – se reía Jackal – es más divertido cuando lo haces.
No sé de donde saqué las fuerzas, pero grité todo lo que pude intentando que mi brazo se moviera y lo hice, sentía mi magia fluyendo por mis venas y mi puño impactó contra la cara de Jackal congelándole la mitad de ella lanzándolo al suelo. Me arrodillé y creé un geiser de hielo golpeando con ambas manos el suelo y una columna de hielo envolvió el cuerpo de Jackal bloqueándolo. No creo que con mi poca fuerza durase mucho ese tipo allí dentro, así que debía darme prisa y buscar a Natsu.
Corrí por el pasillo aunque al final, acabé apoyándome en la pared, no había forma de que mis piernas hicieran caso, sé que caería en cualquier momento... era mi fuerza de voluntad la que ahora mismo me estaba manteniendo en pie, mis deseos de encontrar a Natsu eran quienes me hacían continuar aún pese al dolor que sentía a cada leve movimiento de mi cuerpo.
De repente escuché un ruido de puertas y sé que tenía que esconderme, pero ni había n lugar para hacerlo en medio de este largo pasillo ni tenía las fuerzas para moverme, ya no podía haber mucho más. Miré mis manos temblando, no por miedo... sino por la falta de magia, por el dolor y no pude evitar llorar, sabía que estaba llorando porque veía las lágrimas caer sobre mis manos apoyadas en el suelo, yo no era Natsu, no podía ayudarle, me sentía inútil y entonces, escuché su voz llamándome, me estaba gritando y cuando miré al otro lado del pasillo... allí estaba custodiado por guardias, atado para que no pudiera hacer nada y siendo empujado hacia una sala mientras gritaba mi nombre y me miraba.
- Gray – escuchaba una y otra vez de Natsu y no podía dejar de mirarle, estaba frente a mí.
- Natsu – le grité intentando levantarme de nuevo y aunque caí al suelo la primera vez que lo intenté, la segunda me levanté y me forcé a correr, tenía que ir hacia él.
Los guardias iban a impedirme entrar hasta él y lo sabía, pero creo que también sabía eso Natsu, porque se cabreó tanto al ver cómo me apuntaban con las armas dispuestos a matarme que sus llamas cobraron vida lanzándolos a todos por los aires y dejándome la via libre para llegar hasta él. Incluso atado Natsu era así de increíble, me daba tanta envidia que él pudiera hacer todo lo que se propusiera... yo sólo era un estorbo inútil en comparación a él.
Llegué hasta él y tuve que agarrarme con fuerza a su bufanda cuando mis piernas cedieron, aunque él se agachó conmigo tocando nuestras rodillas el suelo. Supongo que al no poder cogerme porque seguía atado, había preferido no dejarme caer solo, se había tirado conmigo con tal de estar más cerca. Yo no quise soltar su bufanda, apoyé mi cabeza en su pecho y lloré. Sentía el frio suelo bajo mis rodillas pero me daba igual, el calor que desprendía Natsu y su aroma, saber que estaba cerca... me tranquilizaba.
- Lo siento Natsu – le dije llorando
- ¿Quién te ha hecho esto? – preguntó enfadado a punto de desatar sus llamas de nuevo – mataré al que te toque – gritó.
Yo quise contestarle, quise decirle que se marchase de aquí pero no pude hablar, algo me había golpeado en la espalda y ahora caía desde el pecho de Natsu hacia el suelo, ni siquiera mis manos agarradas a su bufanda pudieron sostenerme, caí al suelo tumbado frente a un Natsu aún más enfadado.
Natsu miró hacía el otro lado del pasillo frente a él, viendo entonces a Jackal y aunque yo no le veía entre las lágrimas y que estaba tumbado bocabajo como me había caído, por la risa sabía que era él. Reconocería aquella sádica sonrisa en cualquier lado y lo único que conseguí decirle a Natsu... es que huyese mientras podía pero estaba cegado por la ira, cegado por verme en este estado.
Jackal fue a hablar, pero ni siquiera le dejó hacerlo, Natsu se había levantado del suelo y se había lanzado contra él con la cabeza por delante sacando todo el fuego que podía hundiéndola en su estómago y sacando un fuerte grito de dolor por parte de Jackal.
- Voy a destrozarte – le gritó Natsu enfadado
- Vaya, parece que el dragoncillo empieza a enfadarse – dijo Jackal sonriendo y entonces frente a mí se detuvieron unos zapatos, al mirar hacia arriba como pude, me di cuenta de que era Mard Geer mirándome como quien mira a un insecto.
- Así que eres tú quien motiva la furia del dragón – me dijo sonriendo – llevároslo, vamos a necesitarle – dijo Mard Geer mientras unos guardias vinieron a levantarme del suelo y es que yo ya no tenía fuerzas para resistirme más.
Natsu al verme al otro lado como me estaban intentando capturar de nuevo, volvió hacia atrás intentando alcanzarme, lanzando llamaradas de fuego y exigiendo a gritos que no me tocasen. Nunca había visto a Natsu tan enfadado como aquella vez y le habría ayudado si hubiera podido, pero mi cuerpo ya no respondía, ni siquiera sentía magia por mis venas, estaba agotado, estaba acabado, lo único que podía hacer... era pedirle perdón una y otra vez a Natsu por ser inútil, por no poder ayudarle y cuando me di cuenta, no pude volver a disculparme, tenía los labios de Natsu pegados a los míos besándome. Los guardias habían desaparecido y supuse que Natsu se había encargado de ellos para acercarse a mí.
Dejé de pensar en todo, ni siquiera me importaba dónde estábamos o en la situación tan mala en la que nos encontrábamos, era Natsu, eran sus besos, eran sus labios, los adoraba, por ellos yo era capaz de morir, había venido hasta aquí por él y debía mentalizarme de que no me iría sin él, antes muerto que dejarle aquí sin haber intentando salvarle, me daba igual lo que me hicieran, él tenía que salvarse, no dejaría que nadie más de los que me rodeaban muriera, menos aún si era Natsu.
Alguien tiró de mí separándome de Natsu con fuerza y le escuché gritar. Abrí los ojos con pesadez y vi como también tiraban de Natsu alejándole de mí mientras me gritaba que me quería, mientras gritaba que aguantase por él, que me sacaría de aquí, que los mataría a todos y yo le creía, de Natsu me habría creído hasta que me regalase la misma luna, él siempre cumplía lo que decía aunque fueran imposibles.
- Lo siento, Natsu – le dije llorando – No he podido ayudarte
- Aguanta – me dijo – te quiero Gray, cuidaré de ti siempre – me decía – demuéstrales que eres un mago de Fairy Tail, nosotros no nos rendimos, patearemos sus traseros.
A rastras tuvieron que llevarse a un alterado Natsu al que encerraron en una celda frente a mí y aún así, seguía escuchando sus gritos intentando animarme, insultando a los guardias, insultando a los demonios, gritándole a Jackal que era el siguiente en su lista por haberme atacado a mí, por haberme dejado en este estado. A mí también se me llevaron a otra celda y me lanzaron allí como un saco de patatas, moribundo y sin poder moverme, lleno de sangre ahora casi seca y con el frío entrando por la ventana de reja, pero eso último era lo que me daba más igual, estaba acostumbrado al frío, Ur me preparó para el frío, incluso me calmaba las heridas, me relajaba un poco sentir frío pero aún así, no pude dejar de pensar en los labios de Natsu y no sabía si aquella sería la última vez que volvería a sentirlos. Lloré en silencio con aquella idea en mi mente y entonces recordé las palabras de Natsu, porque tenía razón, yo era un mago de Fairy Tail, no iba a rendirme, saldríamos de aquí y les machacaríamos su asqueroso trasero. Todo el gremio debía estar buscándonos en estos momentos.
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