Capítulo 31: Infectado
Gray Fullbuster
Erza tuvo que venir y ayudarme a levantarme porque no podía moverme del suelo, estaba destrozado por la ausencia de Natsu, no podía concentrarme sabiendo que le habían secuestrado aquellos demonios, no podía dejarle allí con ellos, tenía que espabilar y ponerme en marcha enseguida para recuperarle.
Aún recordaba las veces que Natsu había venido a salvarme y yo no podía dejarle allí, por mucho que no pudiera parar de llorar, que me hubieran destrozado la pierna en aquella explosión o incluso aunque me hubieran dejado moribundo aquí mismo, yo estaba obsesionado ahora mismo con traerle de vuelta, nadie le pondría un dedo encima a mi chico, no iba a permitirlo y me daba igual ser yo mismo quien muriese con tal de que él saliera. Ya había perdido a demasiadas personas en mi vida, siempre había estado solo y ahora no soportaba la idea de que pudiera pasarle algo a Natsu por mi culpa, porque era débil para ayudarle.
Lloré y lloré... incluso Erza se acercó a mí colocando su mano en mi hombro mientras Wendy y Lucy se mantenían a cierta distancia sin saber qué hacer o qué decirme en una situación así, pero Erza sí vino, colocó su mano en mi hombro arrodillándose en el suelo a mi espalda y trató de animarme diciéndome que le íbamos a encontrar, que no dejaría que nadie tuviera a Natsu en su posesión, pero a mi esas palabras aunque en parte me ayudaban, en otra parte no, porque yo estaba aquí, pude impedirlo y no lo hice, se lo llevaron frente a mí, me sentía imbécil e inútil. Sentía como si hubiera fallado a Natsu y sé que él intentaba protegerme a mí cuando dijo que no me acercase, pero yo quería haber ido a por él.
Mi pesadilla se había cumplido, corrí hacia él con todas mis fuerzas pero se lo habían llevado delante de mis propias narices sin que yo pudiera haber hecho nada para impedirlo y eso no lo soportaba, necesitaba a Natsu, ahora mismo sentía un gran vacío en mi interior, se habían llevado parte de mi alma y mi esencia al secuestrarle, porque más de la mitad de mi vida dependía de que Natsu estuviera bien y ahora no lo estaba. El corazón me dolía demasiado, tenía una pena tan grande dentro que creí morirme allí mismo del dolor, pero me repuse como pude y aún con la pierna como estaba, empecé a correr buscando ese maldito cubo negro que flotaba, ese cubo donde se habían llevado a Natsu, porque iba a recuperarle me costase lo que costase.
Erza gritaba mi nombre y corría tras de mí, algo que a ella no le costaba mucho hacer, porque yo con la pierna como estaba, no podía hacer nada, sin embargo Erza me detuvo enseguida y yo lo único que podía hacer era revolverme en el suelo con la bufanda de Natsu en mis manos, porque aquella bufanda tan importante para él, se había caído y la habían dejado olvidada, yo no podía hacer lo mismo, era el objeto más importante para Natsu y ni siquiera para el sexo se la quitaba a veces, como mucho para ducharse y siempre la mantenía a salvo, era el legado de su padre Igneel, no podía permitir que la perdiera, así que me quedé en el suelo llorando y mirando la bufanda con forma de escamas mientras Erza trataba de tranquilizarme. No recuerdo mucho más de aquello, porque Erza me dejó sin sentido para poder manejarme mejor, con los nervios que tenía ahora por la ausencia de Natsu era imposible dialogar conmigo, yo sólo quería encontrarle.
Cuando desperté estaba en el gremio y a la mínima que pude moverme, aunque escuchaba voces que hablaban fuera de Natsu, yo sólo escuché hasta que más o menos, dijeron dónde intuían que podía estar esa maldita nave de cubo y entonces, en silencio me largué de allí sin que nadie se percatase. Cogí la bufanda entre mis manos y acabé colocándola en mi cuello para llevársela a mi chico, seguro que la echaba de menos.
Caminé durante horas... durante días y busqué en todos los lugares posibles donde habían comentado los del gremio que podía estar ese cubo y al final... dejé que mi intuición me llevase donde quisiera y lo encontré, encontré su maldita base y no lo pensé dos veces, entré sin miedo alguno, con clara intención de encontrar a Natsu y en este momento me daba igual hasta romper veinte puertas como hacía mi hiperactivo novio con tal de recuperarle. Empezaba a sentir la desesperación que sintió Natsu cuando fui yo el secuestrado y él no podía hacer mucho, pero él siempre hacía algo, encontraba la forma y yo no sería menos en esto.
Entré en la última sala de aquel pasillo tras haber revisado todas las demás, tenía que ser allí donde estaba y me daba escalofríos este lugar, era oscuro, siniestro y daba auténtico miedo, pero yo no iba a echarme para atrás, había venido a por Natsu y no me iría sin él.
Al abrir la chirriante puerta apareció ante mí una gran sala con altos tubos llenos de agua y Natsu... estaba en uno de ellos inconsciente, siendo inyectado por alguna sustancia extraña. Corrí hacia él gritando su nombre y me detuvieron antes de que pudiera llegar, pero gracias a mi hielo conseguí quitarme a todos empujándolos con violencia contra la pared del fondo para luego romper el cilindro de cristal que retenía a mi novio.
Su cuerpo cayó al suelo sobre un charco de aquel extraño líquido y tosió un par de veces antes de mirarme... aunque me miraba extrañado, casi como si no me conociera, creo que no lo hacía, no sé que le habían dado pero éste no era mi Natsu y yo estaba dispuesto a recuperar al mío. Este nuevo Natsu tenía una mirada perdida aunque más agresiva, como si ni él mismo se reconociera, como si toda su voluntad hubiera sido borrada y sólo quedase este cuerpo como contenedor, sé que querían utilizarle, le querían manipular y cuando Mard Geer apareció presentándose, a mí me dio exactamente igual, quería que soltase a Natsu.
- Suéltale – le grité aún arrodillado en aquel frío suelo mientras veía a un temeroso Natsu que se agarraba con fuerza a mi brazo sin querer soltarlo ni un segundo.
- No puedo hacer eso, él es una de las piezas claves que necesito para mi plan.
- Me da igual tu plan – le grité – quiero que le sueltes.
- Mard Geer miró alrededor de la sala a algunos de sus aliados ahora tratando de recuperarse por mi magia y luego sonrió girándose hacia mí para mirarme con más detenimiento.
- Eres fuerte... y conoces a Natsu... podrías servirme mucho, casi agradezco que hayas venido – me dijo.
- ¿Dónde estoy? – escuché la suave voz de Natsu - ¿Quién eres? – me preguntó
- Parece que algo ha fallado, no quiero un dragón temeroso – gritó hacia uno de los científicos.
- Lo siento Mard, nos habremos equivocado en alguna dosis, pero no volverá a ocurrir.
Eso espero, le necesito activo, necesito su fuerza a mi servicio – le gritó al científico dándole una patada y mandándolo de nuevo a la mesa donde tenía fórmulas, supuse que para crear esos productos que le habían inyectado.
- ¿Qué queréis de él? – le pregunté
- Que más te da Gray – dijo mi nombre y no sabía cómo podía conocerlo.
Una honda vino directo hacia nosotros y me dio el tiempo justo de interponer una barrera de hielo en medio para evitar el impacto, pero aún así, nos lanzó a Natsu y a mí unos metros hacia atrás con fuerza. Yo no quise soltar el cuerpo temeroso de Natsu, no iba a permitir que le hicieran nada así me destrozasen a mí, porque sabía que no podía impedir sus ataques, ese demonio parecía demasiado fuerte incluso para el propio Natsu... no sé que iba a hacer yo, pero lo más sorprendente, no es que ese hombre fuera fuerte, porque yo ya pensaba como atacarle y destrozarle de mil maneras, sino que fue el propio Natsu quien agarró mi cuello ahogándome mientras Mard Geer se reía.
Aplástalo mi dragón – dijo sonriendo y supe que lo estaba controlando, que todo aquello que le habían metido en el cuerpo era para controlarle, por eso no recordaba nada, le habían quitado su propia voluntad y eso me sentaba fatal, porque nadie podía controlar a mi dragón.
Natsu... despierta – le grité o lo intenté con su mano ahogándome – vamos, soy yo, Gray – le dije mientras seguía apretando – Natsuuuu – le grité haciendo que parase unos segundos dudando y creo que aquello le sacó un momento del control del demonio – te quiero Natsu, no te dejes controlar así, tú eres el maldito dragón de fuego, enciéndete – le grité para que luchase contra ellos, recordándole las frases que él solía utilizar para tratar de sacarle de ese control.
Sí pareció salir porque pronunció mi nombre en susurro y cuando me soltó, aproveché para quitarme la bufanda que llevaba y colocársela de forma protectora, como si fuera un niño pequeño, luego le sonreí.
- No vuelvas a perderla Natsu.
- Gray – me llamó – te quiero Gray – me dijo lanzándose a mi cuello abrazándome con fuerza como si tuviera miedo a perderme – tienes que salir de aquí.
- No me iré sin ti Natsu.
- Maldita sea Gray, márchate, no puedo con ellos y no quiero que te pase nada a ti también.
- Te he dicho que no voy a dejarte aquí – le grité.
- Que conmovedor – dijo Mard Geer de golpe – cogedle... quiero un dragón que pueda controlar, no esa cursilada – se quejó y aunque traté de resistirme a que le cogieran, no pude, a mí acabaron dejándome inconsciente y a Natsu volvieron a meterlo en aquella cápsula para seguir inyectándole sus productos, para intentar controlarle.
Me desperté en una mazmorra, desnudo y encadenado completamente. Intenté soltarme un par de veces, pero no había forma de que me moviera y cuando me di cuenta... frente a mí había alguien, se presentó como Jackal, pero yo ya le había visto antes, ese demonio era el que había pisoteado la cabeza de Natsu frente a mí el día que le secuestraron, el que explotó mi pierna. Ahora se reía mucho mirándome allí de pie, encadenado sin poder moverme y desnudo.
- Vaya... Aún conservas la pierna – me dijo con una sádica sonrisa – ha sido muy valiente por tu parte venir aquí sólo a rescatar a ese dragón, pero los magos sois insignificantes contra nosotros los demonios y ahora... estás indefenso.
- Vete al cuerno, te destrozaré a ti primero antes de salvar a Natsu.
- ¿Natsu? ¿Es lo único que te importa? Deberías pensar más en lo que te ocurrirá a ti, la única razón de que sigas con vida es porque te necesitan.
- ¿Para qué? – le pregunté enfadado.
- Ya lo descubrirás, pero por hoy... eres mío Gray – dijo pellizcando mis pezones con fuerza haciéndome gritar de dolor antes de sentir una fuerte palmada en mi trasero.
- Ufff – me encanta tu trasero – me dijo de forma sádica – no me extraña que ese dragoncito esté tan obsesionado contigo, eres muy guapo, tienes carácter y no le tienes miedo a casi nada, eres capaz de entrar en un nido de demonios con tal de ayudar a su novio, pero verás Gray... las cosas no funcionan así, ahora eres todo mío, eso quiere decir... que ya no perteneces a Natsu, ahora yo haré contigo lo que quiera.
- Vete al infierno, yo siempre seré de Natsu – le grité escupiéndole a la cara y él se limpió antes de pegarme un puñetazo partiéndome el labio y explotarme una de sus bombas en la pierna derecha haciéndome gritar el doble.
- Nos divertiremos tú y yo – me dijo sonriendo – cuando acabe contigo nadie va a reconocerte.
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