Capítulo 28: Fairy Tail

Gray Fullbuster

Aquel día estuvimos todos ayudando en la reconstrucción del gremio y Makarov no hacía más que cambiarnos los planos una y otra vez intentando hacer más grande el gremio o colocando cosas que no necesitábamos. Natsu estuvo quejándose con él durante varias horas, pues el dragón quería dejar el gremio tal cual estaba antes, porque esa era la esencia de Fairy Tail. Los demás sólo mirábamos la escena y reíamos con sus discusiones.

Sting y Rogue ayudaron los primeros días, luego se volvieron a Crocus y casi era mejor así, porque estaban de lo más pegajosos entre ellos. Desde que habían descubierto sus sentimientos empecé a llamarles la pareja Velcro, porque es que no se separaban ni un segundo. Cada vez que me giraba, me los encontraba metiéndose la lengua hasta el fondo en vez de trabajar.

Ahora miraba a Natsu allí discutiendo en vez de trabajar ¡No tenía remedio! Podía ser tan cabezón y a la vez le quería tanto, siempre estaba cuando le necesitabas, siempre estaba dispuesto a pelear por ti y sabía que yo le importaba, para mí, eso era lo más importante, mucho más que el que fuera un cabezón o que siempre quisiera pelear conmigo.

~ No cambiará nunca – me dijo Laxus colocándose a mi lado – siempre tan impulsivo – sonrió Laxus y no pude evitar sonreír con él.

~ Lo sé, pero no quiero que cambie – le dije – me gusta como es, con sus defectos y sus virtudes

~ Si tuviese que apostar a que no os veremos el pelo en unos días... ¿De cuantos días estamos hablando? – me preguntó y sé que iba a hacer una apuesta seguro, tal y como nos hizo la otra vez.

~ Dos semanas por lo menos – le dije – voy a tenerlo muy ocupado – le sonreí y él me sonrió a mí – pero que sepas... que esto es hacer trampas.

~ No son trampas... es jugar con ventaja – comentó sonriendo mientras se marchaba ¡supongo que a hacer las apuestas!

Natsu se acercó hasta mí ya cansado de discutir con el maestro ¡Desde luego a Natsu no podríamos dejarle ser maestro nunca! Yo creo que al primer problema que planteasen, sería capaz de retarles a una pelea para solucionarlo... y teniendo en cuenta que siempre que lo hacía con los del gremio... perdía en un segundo, casi era mejor no dejarle temas importantes en sus manos.

Le miré mientras venía hacia mí y veía su sonrisa, su gran sonrisa, esa que siempre colocaba cerrando los ojos y enseñando sus dientes para indicar que todo estaba perfecto. Me encantaba cuando lo hacía, porque me hacía sentir como un niño pequeño, me daba confianza, era una sonrisa sincera.

~ Vamos a casa, Gray – me indicó y yo miré al cielo comprobando que era tarde.

Le sonreí y le seguí. Me habló de su discusión con el maestro todo el camino y de sus ideas para convertir al gremio en algo único ¡Querían piscina dentro! Y yo imaginaba que era simplemente, por vernos a todos medio desnudos caminando por el gremio ¡ya conocía yo a los de Fairy Tail!

Extrañamente... cuando entré por la casa de Natsu, todo estaba ordenador y recogido ¡Algo que era muy raro de ver en casa de Natsu! Sonreí, porque hasta había hecho la cama, la cual él siempre tenía deshecha.

~ ¿De qué te ríes? – me preguntó Natsu.

~ Has hecho la cama – le dije sonriendo.

~ Claro que la he hecho...

~ Una lástima – le dije y él me miró dudando qué le quería decir – porque vamos a deshacerla

Me giré hacia él para besarle y desde luego, no fui tierno ni delicado, quería sacar al dragón que Natsu llevaba dentro, el que siempre contenía cuando me hacía el amor, quería verlo, quería sentir como era realmente... hacerlo con un dragón. Siempre había sido tan cuidadoso conmigo, que no había visto su parte pasional, su parte agresiva y quería comprobarlo.

Le metí la lengua sin cuidado alguno y de la sorpresa que se llevó Natsu, acabó tocando con su espalda la pared, pero no se apartó, me cogió por la nuca y me acercó más a él haciendo retroceder mi lengua para apropiarse él de mi boca. ¡Así era Natsu! No le gustaba perder ni a las canicas y quería esto, quería verle en plena acción, no quería que se contuviese como había estado haciendo hasta ahora aterrado con ese inútil miedo de que pudiera hacerme daño.

Sé que no debía ser fácil para él, sabía que un Dragon Slayer tenía más fuerza que yo, pero no quería que tuviera que estar controlando siempre sus impulsos por mí. Por más fuerza que pusiera, por más instinto que tuviera, siempre sería Natsu, siempre me cuidaría, siempre estaría ahí para protegiéndome e intentando no hacerme daño ¡Sabía que él no me haría daño! Confiaba en él. ¡Y ahí estaba su instinto causándome malas pasadas! Porque su mano libre se había enrollado en mi cintura y me elevó obligándome a enrollar mis piernas a su cintura mientras continuaba besándole.

Me llevó hasta la cama y me soltó en ella colocándose encima sin soltar mis labios ni un segundo. Su beso ya no se podía calificar de dulce, tierno o pasional, era dominante. Sabía lo que quería y lo buscaba, iba a obtenerlo como fuera ¡Estaba sucumbiendo a sus bajos instintos! Y entonces se dio cuenta de eso, porque frenó de golpe y me miró.

~ Lo siento – me dijo intentando calmarse.

~ ¿Por qué? – le pregunté.

~ No puedo hacerlo así – me dijo – puedo hacerte daño.

~ Natsu... tú nunca me harás daño, quiero que no tengas que controlarte, puedes hacerme lo que quieras, soy tuyo – le dije en el tono más sensual que pude sacar mientras él seguía mirándome – Natsu – le llamé cuando vi que mis palabras no tenían el efecto que yo buscaba en él – quiero saber cómo es tener sexo salvaje con un dragón – le sonreí.

~ No puedo Gray – me dijo – enserio... tengo miedo a hacerte daño y no quiero.

~ Por favor – le pedí – aunque sea sólo una vez, no soy tan frágil como crees.

Natsu parecía confundido, quería hacerme caso, podía ver las ganas que tenía de hacerme el amor con toda su fuerza, pero estaba luchando contra sí mismo, instinto contra racionalidad. ¡Yo quería el instinto! Sting lo había podido hacer, olvidó su racionalidad cuando estuvo con nosotros y lo disfruté, quería que fuera Natsu quien me hiciera gemir de esa forma y sólo lo conseguiría cuando olvidase que podía hacerme daño, cuando sucumbiera a su instinto más bajo.

Jamás había pronunciado las palabras que iba a decirle ahora, porque jamás había necesitado ayuda para nada, siempre lo hacía yo solo todo y sé que Natsu, en cuanto escuchara mis palabras, se dejaría llevar ¡pero me costaba tanto pronunciarlas! Pensé una y otra vez si tenía que decírselas, era difícil, era complicado tener que pedirle esto.

~ Ayúdame – le dije casi en susurro y Natsu me miró alucinando – Ayúdame a olvidar, Natsu, por favor.

~ ¿Gray? – me preguntó y sé que estaba rojo como un tomate, pero es que eran las palabras más difíciles que jamás había tenido que decirle.

~ Ayúdame – le repetí – no puedo olvidar lo que me hicieron si tú vas siempre con pies de plomo, si siempre me estás recordando que puedes hacerme daño, no soy un niño Natsu, quiero ver tu fuerza, quiero sentirla, quiero hacerlo con un dragón de verdad y no con una burda imitación que sólo hace que controlarse para no herirme. Sé que te da miedo porque yo no soy un dragón como tú, pero quiero saber que se siente, quiero disfrutar contigo, así que Natsu... Ayúdame a olvidar.

Ni siquiera me dejó continuar la frase, me beso con tanta fuerza que me obligó a tumbarme en el colchón. Ahora mismo no podía recordar sus besos tiernos, sólo sabía que su boca me dominaba, sus manos en mi cintura subieron hasta mis manos cogiendo con fuerza mis muñecas por encima de mi cabeza obligándome a quedarme quieto ¿esto era cuando un dragón se dejaba sucumbir a sus instintos? ¡Me gustaba! Me gustaba su fuerza, su ímpetu, su pasión, su dominación.

Su mano libre se coló bajo mi camiseta tocando mi abdomen, subiendo hacia mi pectoral, rozando mis pezones y haciéndome gemir dentro de su boca ¡Sabía que le gustaba tragarse mis gemidos! Siempre serían suyos, yo era suyo. Gemí con mayor intensidad al notar como su cintura se movía y su miembro, aunque estaba aún apresado por su pantalón, rozaba con el mío.

Le escuché gemir a él también justo antes de que sacase su mano de debajo de mi camiseta y empezase a desabrocharse el cinturón. Creo que debía tener las mejillas muy rojas y más, desde que Natsu había dejado a hablar para centrarse sólo en su instinto ¡y me excitaba! Me excitaba verle tan desesperado por besarme, tan desesperado por hacerme el amor y sobre todo, me excitaba la incertidumbre, porque quería sentirle, quería saber cómo era hacerlo con Natsu cuando sacaba todo su potencial.

Se quitó el pantalón a marchas forzadas para luego centrarse en el mío, abriendo la bragueta con cuidado y desabrochando los botones para quitármelo. Cada vez estaba más entusiasmado con la idea, quería saber todo lo que Natsu era capaz de darme. Me besó con fiereza y le seguí el beso, aunque era imposible para mí intentar controlarle, siempre acababa saliéndose con la suya.

Bajó tan deprisa, que no me dio tiempo ni a pensar que iba a hacer, pero se me escapó un gemido bien alto cuando su boca presionó mi miembro, mientras notaba su lengua jugando con él. No podía evitar gemir cada vez que se introducía mi miembro entero, cada vez que subía haciendo presión, cada vez que notaba su lengua recorriéndolo entero provocando un cosquilleo que me encantaba.

~ ¿Qué pasa Gray? ¿Se te ha comido el dragón la lengua? – me preguntó sonriendo

Le habría contestado, pero no podía, más que nada porque volvió a introducirse mi miembro de golpe y volví a gemir. Agarré con mis manos la sábana que protegía el colchón y la arrugué ¡necesitaba cogerme a algo por el placer! Si seguía así, acabaría corriéndome, pero creo que se dio cuenta en mi último gemido, porque paró de golpe volviendo a subirme.

~ No me hagas esto Natsu – le dije – por favor haz que me corra.

~ No Gray – me dijo sonriendo – vas a correrte, pero no aún. ¿Disfrutaste con Sting? – me preguntó de golpe

~ Sí – le dije.

~ Pues aún no me has visto a mí en acción – me dijo sonriendo con prepotencia – prepárate, porque acabas de desatar a la bestia que llevo dentro.

Me excitaron sus palabras y sabía que llevaba razón, porque Sting no se controló, me hundió su miembro sin compasión buscando el disfrute, no tenía miedo de hacerme daño, era Natsu el que siempre se controlaba, pero hoy no lo haría, no iba a controlarse y eso... eso era lo que me estaba excitando en este momento.

Me besó con furia y llevé mis manos a su miembro llegando a acariciarle levemente, porque sus manos cogieron las mías y volvió a colocarlas por encima de mi cabeza bloqueándolas.

~ No puedes tocarme Gray – me dijo sonriendo – hoy, eres todo mío, haré todo lo que yo quiera contigo. No puedes dominar a un dragón Gray – me susurró en mi oído excitándome más – tú serás quién te rindas ante él.

Sus dedos se colaron con brusquedad en mi boca obligándome a chupárselos y sabía lo que estaba pensando, quería prepararme, se moría de ganas por penetrarme, quería entrar en mí, en mi estrechez. Lamí sus dedos mientras él me animaba a que lo hiciera, sé que intentaba crearme morbo, que intentaba excitarme tanto como le era posible ¡y lo conseguía! Sus dedos jugaban con mi lengua y finalmente, los sacó para empezar a meterlos en mi entrada.

Gemí en el primero y gemí más cuando empezó a moverlo dilatándome. Arqueé la espalda y moví mi cuerpo intentando acercarlo más a su dedo, intentando que se hundiera más en mí, intentando sentir aún más placer. Natsu sonrió metiendo el segundo mientras me veía buscar sus dedos, quería sentirlos dentro, quería que entrase en mí ¡le quería a él! Perdí hasta la cuenta de los dedos que estaba metiendo en mí, sólo sentía placer, sólo sentía calor.

Natsu se colocó mejor para entrar, jugando con la punta de su polla en mi entrada ¡maldita sea! Yo solo quería que entrase, necesitaba que lo hiciera, me estaba muriendo de la excitación y él se dedicaba a jugar conmigo, a excitarme aún más.

~ Métemela – le pedí, casi le rogué – por favor, métemela – volví a repetirle y noté como la punta empezaba a entrar.

Mis paredes se abrieron acogiéndola y gemí, me encantaba esa sensación, me encantaba notar como entraba en mí. Me gustaba la de Natsu, porque era grande, porque me encantaba oírle gemir cuando él notaba mis paredes haciendo presión en su miembro. Gemí cuando llegó al fondo y Natsu volvió a unir su boca a la mía.

~ Gime Gray – me dijo sonriendo – esto no es nada aún – yo me sorprendí por sus palabras, porque ya estaba gimiendo desde hace rato bastante más de lo que había hecho incluso con Sting. – aún no te la he metido entera – me dijo sonriendo y yo me asusté - ¿Querías el sexo salvaje de un dragón? Pues vas a tenerlo Gray, prepárate, porque no vas a dejar de gritar por mi polla en una semana entera.

¡Yo creía que no podía hundírmela más! Pero me equivoqué, porque de un movimiento la incrustó hasta el fondo y grité como no lo había hecho en mi vida, grité de placer y seguí gritando cuando empezó a moverse a un ritmo que yo creí imposible de mantener durante mucho tiempo ¡pero lo mantenía! Y a mí me estaba matando a placer, no podía hacer más que gritar. Notaba incluso mis paredes presionarse más en su miembro haciendo que él gimiera como un loco también.

Me corrí en escasos segundos ¡Natsu no era pasión, era sexo salvaje! Y me encantaba, quería a este Natsu siempre, a este que no tenía miedo de hacerme daño, al que me lo daba todo con tal de hacerme gritar, con tal de que disfrutase. Tras haber corrido, mi cuerpo pareció quedar relajado ¡Demasiado relajado! Me había reventado ¿Cómo podía una sola persona dar tanto placer? ¡Ese... era Natsu! Si conseguía moverme mañana, sería un milagro, pero si me dijera de repetir, volvería a hacerlo miles de veces.

Natsu se corrió segundos después de mí hundiéndose todo lo que pudo, dejando hasta la última gota en mi interior. Gemía, gritaba y ahora su cuerpo se relajaba cayendo sobre el mío agotado. Le escuché susurrarme en el oído con aquella voz tan seductora que sólo sacaba conmigo en estas situaciones.

~ ¿Prefieres cuando estoy bajo los efectos de mi instinto? – me sonrió

~ Sí – le dije – eso ha sido increíble – le comenté

~ ¿No te ha dolido?

~ No – le dije – pero estoy reventado, creo que no puedo moverme – Natsu sonrió aún con más ganas.

~ Entonces no te muevas – me dijo – te abrazaré toda la noche.

Me quedé dormido con Natsu abrazándome. No tuve pesadillas aquel día, sólo soñé con Natsu, con el placer que él me daba, con su sonrisa, con su fuerza de voluntad, con su protección y su cariño. ¡Si esto es lo que me esperaba el resto de mi vida.... Sería feliz!


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