Capítulo 26: Silver
Natsu Dragneel
Corrí por el pasillo buscando la salida mientras Rogue vigilaba a Sting. ¡No creo que pudiera moverse en un tiempo! Y no podía pararme a pelear si quería sacarle, no me quedaba otro remedio que confiar en mis compañeros que se quedaban a retrasar el avance de los del gremio oscuro. Por otro lado me preocupaba Gray ¿Por qué narices estaban tan empeñados esos tipos en él? Pero sobre todo, me preocupaba aquel hombre que olía idéntico a Gray, no sólo por su olor, notaba su odio, notaba la ira, podía sentir su dolor y no sé qué es lo que pudo hacer Gray tan grave como para ganarse tanto odio de aquel hombre.
Lo único que tenía claro, es que no iban a tocar a Gray, porque no les dejaría, así tuviera que ponerme en medio veinte veces para evitarlo, no le pondrían un dedo encima a Gray. Sting se estaba durmiendo encima de mi espalda, lo notaba por su falta de conversación, por su respiración que ahora se relajaba y porque prácticamente, era un peso muerto a mi espalda. ¡Estaba demasiado quieto! Pero no me preocupé porque notaba su respiración en mi cuello, notaba su ritmo cardiaco estable golpeando mi pecho ¡Estaba bien! Quizá solo demasiado cansado, con una gran falta de energía que le acababan de robar.
Corría por el pasillo cuando de mi boca salió humo ¡hacía frío! La verdad es que hacía mucho frío y olía el aroma de Gray, tenía que estar cerca y por los ruidos, estaba peleando. ¡No podía dejarle aquí! No con ese tipo buscándole, no peleando sólo, pero tenía a Sting y no estaba precisamente en su mejor momento para combatir.
~ Rogue – llamé al dragón de las sombras – coge a Sting y sácalo de aquí – le pedí.
~ ¿Dónde vas?
~ A buscar a Gray – le dije – llévale al gremio, Wendy sabrá que hacer.
Rogue se cargó a Sting a la espalda y salió corriendo por el pasillo en dirección contraria a mí. Corrí por el primer pasillo de la izquierda siguiendo el olor de Gray ¡Y esperaba que fuera el de Gray! Si hubiera estado seguro de que era él, habría venido con Sting y no me habría importado, el problema es que teniendo a otra persona que olía exactamente como Gray, no me fiaba de mi olfato para diferenciarles. Prefería ir sólo, al menos que no volvieran a coger a Sting.
Llegué a una sala amplia, a cielo abierto como si fuera una terraza y congelada, aquí se notaba mucho más frío. Busqué por la sala pero no encontré a Gray, a quien me encontré fue a aquel hombre que me había hablado antes de que me fuera y a Gajeel en el suelo ¡Había intentado cortarle el camino hasta mí!
~ Vaya ¿Dónde has dejado al otro dragón? – me preguntó aquel individuo.
~ ¿Por qué buscas a Gray? – le pregunté yo y me dio el tiempo justo de esquivar su ataque.
~ No pronuncies ese asqueroso nombre – me comentó y me sorprendí ¡Demasiado odio tenía retenido contra Gray!
Estaba en un borde tras haber esquivado su ataque y miré abajo para descubrir la altura que había hasta el suelo ¡No sé muy bien dónde estábamos! Pero a lo lejos veía la ciudad de Magnolia. Intenté no pensar en la caída que había y volví hacia el centro intentando alejarme del borde congelado que llevaba al precipicio.
~ ¿De qué le conoces? – le pregunté esta vez sin pronunciar el nombre de Gray.
~ Del pasado – me dijo muy seguro y con una sonrisa en su rostro.
~ ¿Qué quieres de él? – le vi sonreír, sonreía mucho pero no parecía querer contestar a mi pregunta - ¿Quieres matarle? – le pregunté – porque tendrás que hacerlo por encima de mi cadáver, no voy a dejar que le hagas daño.
~ ¿Matarle? – preguntó – no, no quiero matarle, aún. Quiero que sufra, que sufra tanto que piense en matarse él mismo, quiero quitarle sus esperanzas y sus sueños, sus objetivos, quiero destruirle psicológicamente antes de matarle.
Creo que ahora entendía por qué habían elegido a Gray aquellos tipos cuando era pequeño, era este tipo el que les dio el nombre, el que les dijo a quién coger, qué hacerle, como destruirle, como hundirle. Tenía una cosa muy clara y es que... me había costado mucho que Gray volviera a confiar en la gente, que volviera a sonreír, que volviera a ser tratable, que volviera a ponerse en pie como para que este tipo viniera ahora a arruinarme todo mi trabajo y mi sacrificio.
~ Tócale un solo pelo y eres hombre muerto – le amenacé.
~ Vaya... sí que le proteges. Si tengo que acabar contigo antes de destruirle a él, lo haré. Ese crío es mío, morirá en mis manos después de que le haya hecho sufrir todo lo que pueda y un poco más. Cuando acabe con ese crio ni tú le vas a reconocer.
Me enfadé, me enfadé mucho cuando hablaba así de Gray porque no iba a permitirlo. Este hombre no le pondría la mano encima, ni él ni lo que quisiera pagar para que otros le destrozaran, para que otros le violaran, para que le golpeasen hasta casi matarlo como le habían hecho desde pequeño. Ahora la ira la sentía en mí, recorría mi cuerpo y las llamas se encendieron sin que yo pudiera evitarlo ¡Estaba furioso! Si este tío era la oscuridad de Gray, tendría que sellarla, porque no volvería a ver una sola lágrima en él.
Me lancé contra él, pero no llegué ni a tocarle, un muro de hielo se interpuso en mi camino y supe que era rápido creando cosas, quizá, podría ser incluso más rápido que Gray creando elementos y este hielo era diferente del de mi compañero, no podía romperlo ¿por qué mi fuego no lo rompía? ¿Había algún truco especial tras él para poder deshacer sus técnicas?
Me separé de aquel muro por el simple hecho de que su hielo empezaba a capturar mi puño y no podía permitirme ser atrapado con él. Me alejé unos pasos y el hombre, que me dijo llamarse Silver, deshizo la técnica.
Le podía ver sonreír y por un momento, llegué a pensar que no podría contra él ¡Pero tenía que hacerlo! Tenía que vencerle o seguiría detrás de Gray, seguiría intentando matarle de la peor forma que se le ocurriese y no podía permitir que volvieran a hacerle lo mismo que en el pasado. Grité esta vez volviendo a encender las llamas, decidiéndome a dar lo mejor de mí en el siguiente golpe y acabar con ese maldito hielo que se ponía en mitad del camino de la felicidad de Gray, pero el hielo avanzó hacia mí más rápido de lo que yo podía esquivar. ¡Iba a congelarme!
Otro muro de hielo se elevó frente a mí impidiendo el paso del hielo de Silver y entendí al ver ese muro, que tras de mí, estaba Gray. Me giré para verle, estaba cansado, exhausto, como si hubiera corrido una eternidad para llegar aquí.
~ Natsu – gritó hacia mí ¡No podía permitir que entrase aquí!
~ Lárgate, Gray – le dije
~ No pienso irme sin ti.
~ Esto no es sobre mí – le dije – te quieren a ti, vete de una vez.
~ Lo sé Natsu – me dijo casi en susurro entrando en la terraza donde estábamos acercándose a mí.
Se agachó frente a mí y me sonrió ¡y cómo me gustaban sus sonrisas! Su mano se colocó en mi nuca y me impulsó hasta que nuestras frentes hicieron contacto. Tenía los ojos cerrados pero yo los mantuve abiertos observándole, no paraba de sonreírme.
~ No puedes pelear siempre mis batallas Natsu – me dijo Gray y yo me sorprendí – Es cosa mía
Intentó levantarse pero le cogí del brazo con fuerza obligándole a volver a agacharse junto a mí, porque podría ser su batalla, pero no iba a dejarle sólo aquí.
~ Voy a pelear, te guste o no – le dije muy serio – somos una familia Gray, no peleamos solos, nunca, así que no me excluyas de esto, porque además... yo he llegado antes, así que ese tipo, es mío – le recalqué y Gray sonrió.
~ Que enternecedor – escuché con voz irónica desde Silver, que ahora se abalanzaba sobre nosotros.
No podía verle a la velocidad a la que venía, pero creo que Gray tampoco le veía, nos habíamos quedado los dos allí absortos y cuando quise darme cuenta, la mano de Silver estaba peligrosamente cerca del cuello de Gray. Un rayo blanco aún más rápido que cualquier otro ataque que había visto, apareció rozando a Gray y alejando a Silver de él en un intento de esquivarlo.
~ ¿Vais a montar una fiesta sin nosotros? – me preguntó Sting desde el otro lado – Ya luego os echaré la bronca por no invitarme a la fiesta – me sonrió.
Rogue estaba detrás y yo supuse que aunque Sting empezaba a moverse, no tendría precisamente mucha fuerza en este momento ¡Pero era igual de cabezón que yo! Era imposible dejarle al margen de algo.
~ Lo siento Natsu – me dijo Rogue – ya sabes cómo es, no pude retenerle más, encima es mi maestro, no puedo ir contra sus órdenes – yo sonreí.
~ Algo bueno tenía que haber en ser maestro – se excusó Sting
~ Vaya, el dragón blanco parece querer volver al combate – se reía ahora Silver – ¿Qué se le ha perdido a Sabertooth en Fairy Tail? – preguntó. Sting sonrió con malicia.
~ Se me ha perdido un hermano mayor tonto que se mete en batallas perdidas él solito, así que no me queda más remedio que venir a ayudarle – me sonrió esta vez hacia mí.
~ No necesito ayuda de hermanos más pequeños que yo – le recriminé – además, estás herido y los heridos deben irse a casa a descansar – le dije moviendo las manos en forma de que se largase de allí, claro que no me hizo ni caso.
Antes incluso de que terminásemos de hablar, Silver ya se había lanzado esta vez contra Sting en un intento de eliminar ese molesto láser blanco que tenía y aunque Sting dio un paso atrás al verle lanzarse sobre él, fue Rogue quien con una sombra se colocó en medio bloqueando a Silver.
Gajeel nos miraba desde el suelo e intentó levantarse para venir más cerca de nosotros. Gray tuvo que ayudarle a ponerse en pie mientras Rogue y Sting mantenían ocupado a Silver ¿Podríamos contra él? ¿Podríamos los cazadores de dragones dar caza a un cazador de demonios? Si sólo Laxus estuviera aquí, podríamos ser cinco dragones contra un cazador de demonios. De todas formas, tenía clara una cosa, los dragones estábamos ahora más unidos que nunca y la cacería, iba a comenzar.
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