Capítulo 20: Dudas
Gray Fullbuster
Estos días en la casa de Sting me estaban empezando a confundir, porque yo tenía muy claro que amaba a Natsu, pero allí estaba Sting, al que yo había catalogado como un completo imbécil en los juegos mágicos que ahora, después de aquel trío, me excitaba demasiado. No era el capullo que había conocido en Crocus, ahora veía un Sting preocupándose por mí, siendo atento y me sorprendía ver lo calmado que era. ¿Pueden llegar a gustarte dos personas? Porque yo no veía mi vida sin Natsu, pero por Sting estaba empezando a sentir algo y no sabía exactamente qué era, pero no quería que se alejase de mí, quería que estuviera con nosotros, me sentía seguro con él al igual que me sentía protegido con Natsu.
Me gustaba provocarle ¡me encantaba! Porque aunque decía que tenía poca paciencia, tenía mucha, Natsu a mi primera provocación me habría quitado la ropa, pero Sting se controlaba. Quizá tuviera menos paciencia y sólo la estuviera teniendo ahora por la promesa a Natsu de que sólo me tocaría cuando estuviéramos los tres juntos, pero me encantaba retarle, me encantaban sus besos porque eran completamente diferentes a los de Natsu, me moría por volver a tenerle encima de mí, quería volver a sentirle dentro de mí, quería volver a estar con los dos ¿Tanto me había gustado la experiencia? ¿Tanto me excitaba la polla de Sting? ¿Tanto echaba de menos el vocabulario sucio de Natsu?
Sting llegó a decirme el día que vino a buscarme a mi casa, que yo no había hecho nada malo, pero me sentía culpable, porque estaba deseándole mientras salía con Natsu y eso no estaba bien, lo mirase por donde le mirase. No podía evitar seguirle sus besos ¡me gustaban! Si él no tuviera esa fuerza de voluntad para no tocarme, lo habría hecho con él. ¡Dios... que mala persona era! ¿Cómo podía ser así? ¿Cómo podía desear a ambos al mismo tiempo? De todas formas... no quería pensar mucho en esto, porque estaba seguro de que yo para Sting, sólo significaba lo que Natsu le había ofrecido, un juego, un trío, sólo sexo sin compromiso alguno y sin repercusiones, sólo diversión, tal y como le gustaba a Sting, sexo sin sentimientos de por medio.
Sinceramente, estaba un poco cansado de estar en la casa de Sting, básicamente porque estaba rarísimo, no me dejaba salir sólo a ninguna parte, siempre venía detrás de mí, por muy cansado que estuviera, se levantaba y me acompañaba. Me vestí y Sting al verme que iba hacia las llaves para salir, se apresuró a levantarse y alcanzarme.
~ ¿Dónde vas? - me preguntó.
~ Al gremio - le indiqué - ¿puedo ir, no?
~ Te acompaño - me dijo de golpe.
~ Sting... ¿por qué no me cuentas que pasa? ¿por qué no me dejas salir solo?
~ Si puedes salir solo -me dijo muy convencido y yo le miré con aquellos ojos de "no te lo crees ni tú" - vale... es que estoy preocupado, no quiero que te pase nada mientras Natsu no está, le prometí que te protegería.
~ Sting... sólo voy al gremio ¿Qué puede pasarme? - le pregunté y él me miraba con unos ojos como que no le convencía mi explicación.
Puede que no le convenciese, pero podía provocarle, provocarle hasta tal punto, que finalmente tuviera que dejarme ir. No se me ocurrían más cosas, con Sting sólo funcionaba esta táctica. Me acerqué hasta él empotrando su espalda contra la pared y me miraba.
~ ¿Qué pasa Sting? ¿Me estás secuestrando? - le pregunté con mi voz seductora mientras metía mis manos bajo su camiseta.
~ Sting abrió mucho sus ojos e intentó quitar mis manos de su torso sabiendo que si seguía, acabaría incumpliendo su promesa. Yo tenía la esperanza de que se rindiera y me dejara salir.
~ No te estoy secuestrando Gray - me dijo - ¡Oh por dios Gray, quita las manos de ahí! - me dijo y yo sonreí.
~ ¿Por qué? ¿no te gusta Sting?
~ Gray... no tengo paciencia para esto, enserio
~ Eres peor que Natsu - le dije sonriendo bajando hacia su cinturón ¿Cuánto aguantaría antes de dejarme salir? - me acompañas a todos lados, me sigues como si fueras un guardaespaldas
~ No quiero que te pase nada - me dijo quitando mis manos de su pantalón
~ Voy al gremio Sting... ¿Qué puede pasarme? - le repetí - tienes dos opciones, o me dejas salir o tendrás que follarme aquí mismo, porque estoy empezando a ver cómo te excitas - le sonreí y él maldijo por lo bajo.
Parecía pensar alguna excusa para evitar que saliera solo, pero no se le ocurría nada al parecer, porque lo único que estaba procesando su mente, era la excitación que le estaba poniendo y como intentar quitarme de encima sin follarme. ¡Le estaba costando no tocarme, le costaba tener que apartarme! Toqué por encima del pantalón su miembro y ahogo un gemido mordiéndose el labio, momento que aproveché para acercarme a su oído y empezar a susurrarle.
~ Fóllame Sting, penétrame, hazme tuyo - Sting tragaba hondo ahora y cerró los ojos intentando concentrarse en apartarme de él ¿Cuánto más iba a aguantar con mi voz seduciéndole? - Saca tu polla a jugar conmigo Sting - seguí susurrándole - te deseo - fue decirle aquella última frase y todo él se desinfló como un flan, cediendo a mis exigencias.
~ Eres un cabrón, vale, puedes ir - me dijo de golpe apartando mis manos de él.
Aproveché para separarme de él que no se movió de la pared, manteniendo sus ojos cerrados y podía ver el gran bulto en sus pantalones por la excitación que llevaba encima. ¡Tenía más paciencia que Natsu! Porque Natsu me habría cogido en brazos y me habría penetrado allí mismo contra la pared y creo que él también lo pensó, pero no se atrevía a hacerlo, no sin Natsu presente ¡Desde luego, tenía razón Natsu, era de confianza! No quería hacer nada que pudiera estropear nuestra amistad. La verdad es que me sentí un poco mal por aprovecharme de su debilidad, pero estaba harto de que todos me tratasen como un niño pequeño que necesita supervisión veinticuatro horas al día.
Conseguido lo que quería, cogí las llaves y salí dejando a Sting allí contra la pared aún, intentando concentrarse en que no podía tocarme. Le oí mencionar un par de veces la palabra "joder" antes de cerrar la puerta tras de mí. Caminé por la ciudad hasta el gremio, pero cuando ya veía la puerta frente a mí, alguien me detuvo del brazo y me metió hacia un callejón ¡Rufus! Que me metió un puñetazo que me lanzó al suelo escupiendo sangre.
~ ¿Qué coño haces follándote a Sting?
~ No me lo estoy follando - le dije - ni siquiera se atreve a tocarme.
~ No me mientas - me dijo dándome una patada - te vi besarle - yo sonreí.
~ Si tanto te intriga saber porqué me besó... ¿Por qué no vas y le preguntas a él?
~ Sting es mío pedazo de zorra - me gritó
Intentó golpearme una vez más pero le cogí el pie con la mano antes de que me golpease otra vez, congelándoselo al momento, ¡claro que él lo descongeló también en un segundo con su Memory Maker!
~ ¿Por qué crees que no está aquí conmigo? - le pregunté y él me miró - es porque he intentando follármelo y no ha querido - le dije de golpe y él se sorprendió - está en su casa si quieres ir a verle.
~ Si intentas algo con él, te mataré - me amenazó y yo sonreí.
~ Sting es mayorcito ¿Sabes? Se folla a quien quiere y tú deberías saberlo mejor que nadie, él no quiere a nadie, para él, el sexo es sólo eso, sexo, no va a enamorarse de ti por mucho que te lo folles.
Mi gran pregunta era... ¿Por qué estábamos los dos discutiendo sobre Sting? Si yo salía con Natsu y él lo sabía, que más le daba lo que hiciera Sting, debería estar contándole sus problemas a él, no a mí.
~ No te atrevas a volver a tocarle - me amenazó antes de marcharse.
¡Pues sí que estaba obsesionado con Sting! Cuando me lo dijo no creí que fuera para tanto, pero sí, realmente debía estar completamente loco. Yo no iba amenazando a la gente por ahí, pero desde luego me contuve las ganas de pegarle la paliza de su vida por no meter en problemas a Sting, que era su maestro y tendría que dar explicaciones sobre los sucesos del gremio.
Cuando llegué al gremio, Cana fue la primera en venir preocupada viendo como sangraba un poco mi nariz, le dije que estaba bien y me limpié con una servilleta de papel. Makarov parecía preocupado estos días y desde luego debía estarlo, porque había salido de viaje para hablar con el consejo mágico sobre el tema que le tenía así. ¿Sería de ese problema por lo que Sting estaba tan sobreprotector conmigo?
Cuando volví a casa de Sting, dudé si entrar o no, principalmente porque parecía estar discutiendo con alguien, alguien que me pareció por su voz que era Rufus. No escuché mi nombre, pero si escuché la palabra zorra y me imaginé que hablaba de mí mientras Sting gritaba y se enfadaba. Me quedé allí en el rellano con las llaves en la mano pensando si entrar o no, pero no tuve que pensarlo mucho, la puerta se abrió dejando salir a un enfadado Rufus y un sorprendido Sting de verme allí.
Rufus me empujó contra la pared insultándome antes de empezar a bajar las escaleras para marcharse, pero Sting se quedó allí mirándome y disculpándose por el empujón de su compañero de gremio.
~ ¿Estás bien? - le pregunté.
~ Lo siento Sting, te estoy metiendo en líos.
~ No, no eres tú - me dijo - llevaba ya mucho tiempo detrás de mí y sólo fue una noche, no tuvo importancia para mí, no sé que le hizo pensar que teníamos algo, ya se le pasará. ¿Qué te ha pasado en la nariz? - me preguntó al verla roja.
~ Me he pegado con alguien - le dije - ya sabes como es mi gremio - le sonreí intentando evitarle el tema de que había sido Rufus.
Aquella noche hubo una fuerte tormenta, la podía escuchar a través de la ventana, las ramas golpeaban contra el cristal agitadas por aquel fuerte viento, las hojas de los árboles se movían creando sombras y los truenos iluminaban levemente ciertas partes de la habitación. Me tapé entero ¡odiaba los rayos! Desde pequeño, no es que les tuviera miedo en sí, pero no me gustaba nada. Al final acabé caminando descalzo hacia el salón para dirigirme a la cocina a por un vaso de agua. La voz de Sting me sobresaltó.
~ ¿No puedes dormir? - me preguntó.
~ No mucho, no me gustan los rayos - le dije - iba a por un vaso de agua ¿Quieres algo?
~ Un beso de buenas noches - me dijo sonriendo y creo que estaba bromeando.
Yo me acerqué hasta él y me agaché frente al sofá mirándole a aquellos preciosos ojos azules que tenía y él se sobresaltó al verme tan cerca. Me acerqué a él, a sus labios ahora entreabiertos como si de verdad pidiesen a gritos que le besase y lo hice. Profundicé el beso y él acabó siguiéndome, acabó cogiéndome de la cintura y subiéndome al sofá con él dejándome atrapado en el lado entre el respaldo y su cuerpo.
¡Me excitaba su beso posesivo! Como si lo hubiera estado reteniendo tanto tiempo que ya no podía aguantarlo más, presionando con sus brazos cada vez más mi cuerpo al suyo, acariciándome la espalda mientras jugaba con mi lengua. Se separó de golpe al ver lo que estaba pasando, pero yo no dejé que se echase la culpa de esto.
~ ¿Ya tienes tu beso de buenas noches?
~ Sí - me dijo muy serio, creo que intentaba controlarse para no volver a hacerlo.
~ ¿Puedo dormir aquí contigo? - le pregunté - esa habitación me da miedo con los rayos.
~ No creo que sea buena idea -me dijo Sting.
~ ¿No podrías dormir conmigo sin querer sexo? - le pregunté.
~ No Gray, contigo no tendría sexo, eso lo hago con cualquiera, a ti, te haría el amor.
Sus palabras me sorprendieron ¿Quería decirme indirectamente que sentía algo por mí? ¿Eso era un sí o un no a mi pregunta? Yo quería una respuesta clara.
~ ¿Me harías el amor ahora mismo Sting? - le pregunté.
~ Sí, por eso no puedes dormir aquí conmigo.
~ Por favor - le supliqué - sólo necesito que me abraces, sólo necesito saber que estás ahí, sólo quiero saber que me proteges.
~ Yo siempre te protegeré Gray - me dijo - pero me es difícil estar a tu lado y no poder tocarte, no poder hacerte el amor.
~ No te retaré - le prometí - no pondré mi tono seductor, haré lo que quieras para hacértelo más fácil, pero déjame quedarme contigo sólo esta noche.
Al final accedió y me tapó con la manta para que no cogiera frío. Sus fuertes brazos volvieron a enrollarse a mi cintura y se quedaron ahí toda la noche. Yo sentía su respiración en mi rostro y me encantaba, era tal calmada que conseguía relajarme. Me sentía tan seguro en sus brazos que me daban igual las tormentas y los truenos que quisieran caer, Sting estaba allí protegiéndome.
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