Capítulo 16.
Recuerden que el domingo actualicé c:
Al siguiente día, aprovechando que era domingo, Axel aprovechó para ir a visitar a su madre. La ciudad donde vivía su familia no se encontraba muy lejos, viajando en autobús se hacía aproximadamente una hora y cuarto, así que salió temprano de su departamento y se puso en marcha.
Después de llegar a su destino, tomó otro autobús urbano para dirigirse con su madre. Una vez allí, tocó la puerta con un poco de ímpetu. Cuando abrieron la puerta, se sorprendió de ver allí a su hermana mayor, cuyo nombre era Sandra.
—Vaya, al parecer no fui el único que pensó en venir a ver a mamá y a la abuela...
—No le digas abuela —lo regañó—, dile abuelita.
Axel rodó los ojos; su hermana siempre lo regañaba por cualquier cosa mínima. En ese momento sus sobrinos, de tres y cinco años, se acercaron a él.
—¡Tío Axel! —Exclamó la niña, que era la mayor, y se abalanzó hacia Axel. El chico la levantó.
—Hola, Nina. —Le revolvió los cabellos—. ¿Cómo estás?
—¡Bien!
—Hola, Carlitos. —Se dirigió al menor, soltando a la niña y cargándolo a él—. ¿Qué has hecho? —El niño lo miró fijamente sin responder—. Sigue igual de callado —se dirigió a su hermana—, se parece a mí cuando tenía su edad.
—¿A ti? —Se burló Sandra —. Si tú eras un remolino. Siempre hacías desastres por todos lados, ¿sí o no, mamá?
—¿Qué dijiste, Sandra? —En ese momento se acercó Lorena, la madre de ambos, y en cuanto vio a Axel, fue a abrazarlo—. ¡Mi bebé! ¿Cómo estás?
—Hola, madre. Estoy muy bien, ¿y tú?
—Ahora que veo a mis dos hijos estoy mucho mejor. Ve a saludar a tu abuelita Ignacia.
Axel dejó a su sobrino en el suelo y fue hasta la habitación de su abuela, donde la abrazó y le preguntó cómo había estado.
—Muy bien, mi niño, ¿y tú?
—Bien, gracias, abuela —respondió abrazándola por segunda ocasión. Cuando él era pequeño, la señora fue muy consentidora, siempre les compraba dulces a escondidas de sus padres a él y a su hermana, y ambos la querían mucho y procuraban consentirla de vez en cuando.
Cuando se sentaron para comer, Sandra se sentó en medio de sus hijos para supervisar que no tiraran nada.
—¿Por qué no vino Fernando? —Preguntó Axel por su cuñado.
—Tenía que acabar de hacer unas cosas del trabajo —respondió Sandra.
—Ah... ¿Y tú cómo vas?
—Bien. Mi mamá me contó que le platicaste que mañana tienes una presentación importante, ¿no es así?
—Sí, así es.
—Mi Axel es muy trabajador —sonrió Lorena—. Y pronto tendrás un ascenso, ¿verdad?
—No —respondió con seriedad—. Estoy compitiendo con alguien, para ser precisos. No es un hecho que me lo vayan a dar a mí —agregó, porque en el fondo pensaba que sería para Elizabeth y no quería que su madre se sintiera decepcionada.
—Pero de seguro tú eres mejor que tu compañero.
—Es compañera.
—De seguro eres mejor que ella —sentenció.
Axel decidió no responder a eso.
—¿Y qué más has hecho? —Preguntó Sandra para cambiar de tema—. ¿Has conocido a alguna chica linda?
—Sí, algo así.
—¿Y quién es?
—Mi compañera... —dijo con tono bajito.
—¿La que compite contigo? —Preguntaron su madre y su hermana al mismo tiempo.
—Sí, esa.
Sandra rodó los ojos.
—Ay, Axel, te pasas.
—Déjenlo. —Se metió su abuela a defenderlo—. Axel ya está grande, sabe lo que hace.
—Pero no con quién se mete, como la desgraciada de su ex...
—No menciones a Virginia —dijo él con rapidez.
—¿Por qué? ¿Todavía no la superas?
—Ay, hijo, ya olvídala. Sé cuánto sufriste por ella, incluso te escuché algunas veces llorar y lamentarte en tu habitación...
—¡Mamá! —La interrumpió—. Por favor, no sigas.
—¡¿Que qué?! —Se burló Sandra—. Esa no me la sabía, cuenta, cuenta...
—No, mejor yo les cuento que se acaba de casar. —Desvió la conversación a un chisme que supuso le sería más jugoso a su hermana.
—¿Con Héctor? —Preguntó Lorena.
—Sí, con él mismo.
—¿Ah, sí? Mugroso traidor. —Se enojó Sandra—. Ya ni recuerda las veces que venía a jugar acá, ni cuando le ayudamos con sus proyectos y tareas de la escuela, ni la vez que...
—Sandra, les hemos enseñado a ser buenas personas. —Se metió la abuela Ignacia—. No se le echa en cara a la gente cuando ayudamos.
—Es que me da coraje. Y esa Virginia es una perra...
—¡Sandra, no insultes con esas palabras a otra mujer, y menos enfrente de tus hijos! —Exclamó Ignacia con tono duro.
—Lo chistoso es que me invitaron a la boda, fue idea de Virginia —comentó Axel como si no tuviera importancia. Las tres mujeres abrieron la boca con impresión.
—Ah, no, pues sí, esa Virginia es toda una perra —dijo la abuelita.
Todos comenzaron a reír, excepto los niños porque no entendieron.
—Me imagino que no fuiste, hijo —comentó Lorena.
—Lo más chistoso es que sí fui. —Antes de que las mujeres procedieran a regañarlo, agregó—. Y terminé borracho, dando un discurso acerca de la promiscuidad de Virginia y la ingratitud de Héctor, así que al final terminaron peleados por mi culpa.
—Vaya, Axel, y creí que mi vida era interesante —ironizó su hermana.
—A ver, nieto... —Axel, al ver la expresión de su abuela, creyó que lo regañaría por haber hecho eso—. Si vas a contar el chisme, cuéntalo bien. Quiero detalles.
Les terminó contando los detalles que recordó, y las tres se quedaron con ganas de oír más.
—Ay, Axel —exclamó su madre—, ya no te embriaguez, eres bien mala copa.
—Pero si soy bien buena onda. No me pongo agresivo.
—No, pero chocas contra árboles y dices verdades. Eso no le gusta a la gente.
—Mamá, lo siento.
Cuando terminaron de comer, Lorena y su madre fueron a tomar una siesta, y Sandra aprovechó para dormir a sus hijos y ponerse al corriente con Axel.
—Hubiera estado en la boda —suspiró Sandra—. Me hubieras llevado.
—El que sabe todos los detalles es el gordo, a él lo llevé, y fue bueno porque arrasó con la mesa de dulces... Y mi compañera de trabajo me grabó, así que luego le pido el video. Aunque déjame decirte que no lo he visto, admito que me da algo de vergüenza.
—¿Tu compañera de trabajo? ¿La misma con la que compites por...?
—Sí, esa.
—¿También la invitaron? ¿Es amiga de Virginia?
—Es su prima.
—Ay, Axel, te pasas, ¿por qué te gustan las mujeres así?
—Oye, oye, el hecho de que sea prima de Virginia no quiere decir que sea así.
—¿Y no lo es?
—No, además no la he visto con nadie...
—Que no la hayas visto no significa que...
—Y no ha habido chismes de ella de ese tipo —la interrumpió—. Tú sabes que en el trabajo de todo se entera uno, todos saben que Federico anda con chamacas, que Irene le es infiel a su marido con el de los volovanes, que Marcos se folla a la secretaria en la bodega, que Eduardo es homosexual, que mi ex me corneó, y así. Pero de ella no han dicho nada de eso, sólo dicen que es mala y así, pero no la conocen en verdad. —Se encogió de hombros.
—La defiendes porque te gusta, pero bueno, como sea, espero que esta vez no te equivoques.
«Nunca me detuve a pensarlo de esa forma... Quizás sí» pensó.
—No quiere decir que vaya a ser su pareja, sabes.
—Ah, ¿no le gustas a ella?
—No... no sé —respondió.
—¿Entonces? ¿Piensas averiguarlo?
—No sé.
—Axel, me estresas.
—Es que qué quieres que te diga, no lo sé, es la verdad. Es linda y amable, pero no sé qué pueda pasar.
—Mmm, veo que estás incómodo ahora mismo. Mejor cuéntame qué harás en tu cumpleaños. ¿Vendrás con mamá?
—Mi cumpleaños cae el viernes, pienso hacer una pequeña reunión con mis amigos y el sábado pienso visitar a mamá y a la abuela. Tú también tienes que venir y traer a los niños.
—Sí, le diré a Fernando para que él también venga.
—Está bien.
Se quedaron callados unos segundos.
—Entonces, ¿piensas invitar a la chica a tu reunión?
—Sí, tal vez, ¿por qué no?
—¿Y crees que vaya?
—Sí, tal vez, ¿por qué no? —Repitió.
—Ay, Axel, me desesperas.
Sandra le dio un ligero codazo. Él rio un poco, alegrándose de poder convivir con su familia.
Ya conocimos a la familia de Elizabeth, faltaba la de Axel... Son taaan agradables xD
No, ya, en serio espero que les hayan agradado aunque sea un poco.
Gracias por el apoyo que le están dando a la historia :D los quiero.
Nos vemos muy pronto :3
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