TREINTA Y CINCO
Bien que podría dar media vuelta, doblar la esquina, regresar al apartamento y prepararme para invernar por unos 500 años. Crearía la nueva versión de la Era de Hielo.
Debes ser sincera con él.
Lo haría si la voz de Mini no me estuviera taladrando el cerebro. A veces la odio, lo hago, ella siempre busca la manera de poner en duda mis decisiones, en hacerme pensar más allá de lo que deseo. Lo peor, es que por lo general tiene razón. Para la muestra de un botón, me pidió que aceptará la invitación que me hizo Jungkook hace unos días. Yo no quería, no tenia la moral para verlo a los ojos, él es tan especial, tan amable, me trata muy bien, realmente bien, pero yo no se como responder a todos sus ataques. No se que debería decirle, como corresponderle.
Él espera mucho de mi y yo no se si pueda cumplir con sus expectativas.
Eso y que no pude responderle correctamente la pregunta de si quería o no intentar una relación con él.
Revuelvo mi cabello para inmediatamente peinarlo frente al espejo. Las luces del restaurante japonés tintinean y me invitan a entrar, casi puedo ver la flecha de luz fluorescente apuntando a la entrada.
Tomó aire por la nariz y suelto por la boca. Ya estoy aqui y por mucho que quiera huir de la situación es tarde. Creo que es tarde desde que Jungkook se me declaró después del cine y yo no respondí adecuadamente.
Salgo del auto usando abrigo, bufanda y un gorro de solapa en lana que cubre parte de mi rostro, especialmente mis ojos. Camino mirando más al suelo que al frente evitando un inoportuno choque con alguien.
—Bienvenido, ¿tiene reservación?
—Él viene con nosotros— desearía que su voz delicada no tuviera ese efecto de tensarme la espalda. Pasó su brazo por mis hombros y se quedó a mi lado. —Es un amigo— pienso que la explicación estaba de más cuando con solo hablar ya ella había aceptado todo.
—Pasen por favor— nos indicó un largo pasillo que solo he visto en películas de mafiosos o en las japonesas donde hablan de la Yakutza.
Asiento. No tuve necesidad de decir algo. Me deje guiar por él. Caminamos uno al lado del otro, una vez doblamos a la izquierda, por un pasillo estrecho que tenía puertas bastante separadas. Se detuvo de golpe y me sacó el gorro.
Seguí su movimiento y peine rápido mi cabello, para que no me viera con em cabello revuelto. Corrí los cabellos de mi frente y divise su imagen, Jean negro que ajustaba sus piernas fornidas, sacó gris que le quedaba a la medida, lo hace ver tan fresco y a la vez atractivo, era una ironía que vistiera tan casual y se viera como modelo de revista. Sus ojos tenían un brillo inexplicable para mí, se sentía atrayente y peligroso, ignore esa parte para pasar a otra no menos peligrosa su mentón perfilado y anguloso, cada vez que lo veia así de frente de mi interior brotaba el deseo de tocar su mentón con la yema de mi índice.
—Viniste disfrazada. Te dije que vinieras como tu— su voz hizo a un lado mi pensamiento. Subi la mirada a sus ojos.
—Esto es como yo— baje la mirada a mi ropa y caí en cuenta de algo, llevaba el mismo pantalón y las mismas botas negras militar de amarrar que él.
Levante la mirada hacia él, se sonrojo muy rápido, hasta ahora se percató de lo mismo. Habíamos coincidido con la ropa sin querer. Pensé en ponerme un vestido, o usar un short, pero lo primero no me agradó cuando imagine que debía maniobrar para sentarme y moverme, el short tampoco me convencía porque no sabía cuanto me iba a tardar en regresar y el frio de la noche me dejaría como estatua de hielo.
—Le dijiste a la señorita que venía con ustedes, ¿en plural?
—Para que no haga preguntas— respondió rápido.
Asiento entendiendo. El restaurante es muy famoso porque no usa cámaras de seguridad en los pasillos o en las mismas salas, solo en la entrada, no significa que no sean estrictos con las reservas y la seguridad.
—Vamos. Nuestra sala está más adelante— tomo mi mano y me llevo por el pasillo.
No sabía si yo era la que temblaba o era él. Nuestras manos encajaban y parecían una maldita gelatina, aparte de que sudaban. En otra situación me habría soltado de su mano sudorosa por asco, pero cuando deslizó la puerta de la sala y seis pares de ojos se concentraron en nosotros mis sentidos se relentizaron y mi mente quedó en blanco.
Apreté la mano de Jungkook haciendo que me viera de reojo, yo esperaba una explicación, no una sonrisa tímida y apenada. Mire hacia la mesa donde estaban sentados, al fondo estaban Yoongi y Jimin, mis pulmones dejaron de recibir aire cuando cruce miradas con Yoongi, vi cierta aflicción que no pude interpretar muy bien su razón.
—Miren quienes decidieron llegar— comentó Jin.
—Llevamos mucho tiempo esperándolos— Hoseok se puso en pie y se acercó a mi. —¿Estaban dandose cariñitos?— me codeo. Mis mejillas se encendieron como cerillos, pestañeo queriendo entender porque ese comentario tan indiscreto. Mire a Jungkook y este sólo sonreia tímido.
¡¿Porque sonríes idiota?! Ellos van a pensar mal, tomarán esto de otra forma. Él verá está situación diferente. ¡Qué bien! Sigo pensando en él, en que podría lastimarlo. Fue él quien me hizo a un lado, fue él quien me dijo que lo mejor fue haber terminado. ¿Y sigo pensando en que le importó?
Que mierda, Min Sora.
Entramos a la sala. Jungkook me guía, yo voy detrás de él, igual que una niña va resguardarda detrás de su padre porque se siente asustada por ver tantas personas extrañas. Él me da una mirada amable que no logra su cometido que es tranquilizarme. Mi corazón sólo bombea sangre frenéticamente cuando veo que el espacio vacío que vamos a ocupar está justo al lado de Yoongi. Me siento algo afortunada al ver que nos separa un Hoseok.
Me siento al lado de Hobi que sonríe abiertamente como de costumbre. Frente a mi tengo a Tae y a Jin, al lado de Jungkook está Nam y así completamos el cuadro. Si me lo preguntan me siento como en la última cena, sólo que no reconozco quien será Judas, quien dara el último beso y quien será crucificado.
Me percató de la calidez en mi mano, de reojo veo que él no me ha soltado, me sostiene con mas fuerza.
—¿Ya ordenaron?— la pregunta de Jungkook fue lo que rompió el silencio y disperso las miradas.
—Tu nos invitaste, no podemos pedir sin que estés presente— Nam sacudió su hombro.
¿Los invito? Entonces me mintió, ¿pero para que? ¿Qué tiene planeado este hombre? ¿Y porque no me suelta de la mano?
Paso saliva y trato de ver un punto sobre la mesa, no puedo sostenerle la mirada a nadie, no quiero ver sus miradas sugerentes refiriéndose a Jungkook y a mi, estando Yoongi presente. Si, pienso en que puede afectarle ¿o no? Me gustaría que fuera así, que reaccionará, que dijera algo. De reojo lo observó por encima del hombro de Hoseok, está mirando hacia la mesa, igual que yo, tiene el mentón descansando en su mano abierta, también veo a Jimin que le da toques en la espalda mientras muestra una diminuta y débil sonrisa a los demás.
—¿Sora sabías de esto?— la voz gruesa de Tae guió mis ojos hasta él. Sonreia Sonreía con sus ojos y su boca.
—A diferencia de ustedes. No sabía que era cena para ocho.
—¡Ay!— chillo Hobi a mi lado —¿ Esperabas que soll fuera para dos? Picarona.
Mis mejillas volvieron a encenderse y sin reparo ateste un puño en el brazo de mi gran amigo. Este se encogió y exageradamente se sobo el brazo. Todos reían por sus muecas de dolor, todos menos Yoongi a quien encontré viendo en mi dirección. Sus cejas estaban hacia abajo, su mirada era débil y su ceño ni se pronunciaba.
¿Acaso le sucedía algo? ¿Podría ser que si este afectado?
Me punzo el pecho y tuve que apartar la mirada, fijandola en otro punto, en la sonrisa de Jungkook por ejemplo.
De repente tocaron a la puerta enmudenciendo las risas. Miramos en la misma dirección esperando que alguien abriera o hablará.
—Este es el servicio. Esperamos lo disfruten.
Jin sonrió vivaz y Tae literal brinco hacia la puerta.
—Tenías todo muy bien planeado— comentó Nam.
—Es nuestro JK— por fin escuche la voz de Jimin.
Nam también se puso de pie para ayudar a entrar los platillos que poco a poco fueron ocupando la mesa, alimentar a ocho no era tarea fácil, mucho parecía poco. Con la mesa repleta de comida, se encendieron los dos asadores para la carne, Jimin se ofreció para atender uno de los asadores, Jungkook se encargó del otro.
Llegué a sentir que la tensión del inicio se disperso gracias a la comida. Ellos hablaban, bromeaban, carcajeaban, se veían muy felices. Repetían una y otra vez que Jungkook nunca los había invitado a comer carne, que algo se traía en manos y yo empecé a sospechar que se trataba de mi, pero no comprendía el propósito de que estuviera presente.
Por una parte me alivio verlos ser ellos, las bromas y los chistes flojos, se trataban como lo que son, una familia. Por otra parte sentía que no tenía cavidad en medio de ellos, yo podría ser el punto de quiebre entre los siete, aunque estoy cien por ciento segura que el único que sabía sobre mi relación con Yoongi es el mánager, no quita el echo de que andar apegada a Jungkook puede traer sus consecuencias. Para todos. En especial para ellos, porque son familia y son hombres, son territoriales.
Claro, todo eso lo pienso bajo mis perspectivas personales, bajo mis deseos de que Yoongi se ponga de pie y les diga a todos que me quiso, que estuvimos juntos y que por el bien de todos sería mejor que yo no saliera con Jungkook, que me tomará de la mano y me llevará a fuera para decirme que lo estoy lastimando y que soy una persona cruel. Todo bajo rsa fantasía que jamás pasará a ser una realidad, porque el gran MIn Yoongi, el putoamodelcelofruncido es demasiado orgulloso, demasiado terco para hacer algo como eso.
Basta con verlo por un momento y ver como ignora el echo de que Jungkook me ha dado de comer en la boca dos veces. No veo furia, no veo enojo en su expresión, ni siquiera frunce el ceño.
—¿Qué te pareció el último concepto?— me pregunto Nam. Se vio muy ansioso por la respuesta.
Moje la palabra con el te de arroz, había soju pero no quería tentar a mi suerte bebiendo en mi condición.
—El impacto fue considerable. Tuve que ver varias veces el vídeo para entender parte de la historia.
—¿Cuál actuación te gustó más?— pregunto Jungkook, jugueteo con las cejas.
Di una mirada a cada uno, Yoongi me veia de soslayo, pero me veia, por unos segundos pensé en quedarme viéndolo, desistí de la idea y regrese a ver a quien hizo la pregunta.
—La de Taehyung — Tae aplaudió euforico —la escena por si sola era difícil, él le dio ese dramatismo y esa fuerza que te deja inmerso en la escena, las acciones y las emociones del momento. Mini dice que es por la mirada.
—Actor innato— dijo para si mismo, sacó el pecho y se jactó.
—Todos los productores decían que les daba escalofríos al verlo actuar— comentó Jimin.
—¿Y se tratan de historias diferentes o están conectadas? — quería hacer esa pregunta desde que salió el concepto pero no había tenido oportunidad.
—No se puede decir— su voz penetró mi piel. Cada gesto suyo me decía que no iba a ser fácil desprenderme de su recuerdo.
—¿Porque no?— no quería sonar interesada pero asi se escucho.
Yoongi por fin levantó la mirada hacia mi, bebió la Copa de soju y negó con la cabeza dos veces.
—Porque ese es el chiste. Los fans deben investigar, indagar y organizar el rompecabezas a su modo. Si te decimos pierde la gracia— creí que respondería con algo sarcástico. — Ya te lo he dicho, eres una fan como cualquiera.
—Pero yo no soy solo una fan— caí en cuenta de mis palabras sólo hasta que él abrió los ojos y Hoseok sonrió picaron. —Es decir, somos amigos, somos como familia, no me parece bueno que tengan ese tipo de secretos conmigo.
—¿Y quién dijo que te consideraba mi amiga? — ahora era yo quien tenía los ojos abiertos, podían ver mi nervio óptico. ¿Había escuchado bien? ¿Mi fantasía si iba a volverse realidad?
—¿Y es que sólo existes tu? También están ellos, pueden contarme— dije lo primero que se me ocurrió.
—No podría considerarte como una amiga, Sora. Eso jamás sucederá— lo dijo con tanta entereza y seguridad, que odie por un momento haber pensado en que una fantasía pasaría al plano real.
—Muchachos no empiecen. Yoongi, por favor — advirtió Jin, extendió la mano hacia él para hacerlo callar.
—No he dicho nada malo sólo la verdad — arremetió.
—No te preocupes, tampoco buscaba tu amistad, ni nada que tenga que ver contigo.
—¿Entonces que haces aquí?
Yo tenía un límite para la paciencia, pero Yoongi era experto en sobrepasarlo. Sabía la manera exacta de hacerme saltar el taco. Y yo, bueno reaccionaba tal como él esperaba, porque así de conectados estabamos, y eso no podía dolerme más.
—Pasando un rato agradable con mis amigos, ¿te molesta? Pues lo siento, por desgracia tu familia son mis amigos.
—Sora no digas esas cosas, claro que él te estima— Jimin intervino —¿Verdad, hyung?
Él sólo chasqueo y miro en otra dirección.
Sé que es normal que discutamos cuando estamos reunidos los ocho, lo usabamos como un camuflaje para nuestra relación, después nos diculpabamos por haber sido tan rudos con el otro, sin embargo, eso no iba a suceder, eata vez sus palabras no eran fingidas, no se trataba de un espectáculo montado.
—Voy al baño— solté el tenedor y me puse de pie.
—Sora espera— escuche a Jungkook. No me detuve y salí de la sala, necesitaba aire.
—Hyung, no seas asi.
—Eres muy cruel, Yoongi.
—¿Desayunaste sopa de alacran?
Escuche antes de ir al fondo por el pasillo. No quería llorar, sentía cerrada la garganta, igual no quería llorar. No quería que notarán mi debilidad o peor que se dieran cuenta de lo que realmente pasaba entre él y yo. Llegué hasta al fondo donde hay un banco forrado en tela junto a una mesa que es adornada por un enorme jarrón que tiene figuras egipcias.
Antes de sentarme una mano sostuvo la mía, Jungkook me siguió. No había escuchado sus pasos a mi espalda. Tampoco quería que me viera así, que me viera débil y perdida.
—El baño esta en la otra dirección— se sentó a mi lado.
Sin querer sonrei imaginando que él me estuvo siguiendo solo porque quería decirme donde quedaba el baño.
—Asi esta mucho mejor— su otra mano se posó en mi mejilla. La calidez de sus dedos me estremeció y refresco mi frustración.
—¿Porque no me dijiste que estaríamos todos?
—Porque no habrías aceptado— no iba a aceprtar cuando éramos sólo los dos.
—No creo que haya sido una buena idea. Yoongi y yo no podemos estar tranquilos bajo el mismo techo.
—Pero no puedes estar huyendo de él todo el tiempo. Tu lo dijiste, somos tus amigos y él no es el único.
Su pulgar hacia círculos en mi mejilla, me daba tranquilidad y confianza. Descargue ese lado en su mano abierta y sus ojos se hicieron pequeños, me miraba con dulzura, sus ojos decían que todo estaría bien y aunque no lo fuera creería en que así seria porque él está aqui.
—Lo siento. No debi salirme así— se me calentó la cabeza y quería golpear a Yoongi. Obvio no le dije eso. Baje la mirada.
Su mano que estaba sobre la mia, paso a mi mentón, su índice lo levantó y su sonrisa arrasadora apareció, me decía que todo estaría bien.
Nos quedamos viendo por unos segundos, él se lamio las labios, sentí mi pulso dispararse, su atractivo hechizaba y era fácil caer en su tentación. Retrocedi de su alcance, reaccionó respecto a la situación y recogió las manos. Se veia nervioso y apenado, me sentía mal por ser tan cruel con él.
—Quiero ir al baño— dije atrayendo sus ojos a mi.
—Te dire donde es— se puso de pie y camino a paso rápido.
(***)
Regresamos cinco minutos después. Nuevamente las voces vociferantes1y eufóricas eran las protagonistas de la reunión. La carne escaseaba, Jimin y Tae jugaban el piedra, papel o tijera para ver quien se quedaba con el trozo de carne más grande. No hubo silencio cuando llegamos, cosa que agradecí, tomamos nuestros lugares y con las pinzas tome dos trozos de carne.
—Entonces, Jungkook, ¿cuándo nos dirás para que nos invitaste?— Hobi no era el único curioso. Todos lo estábamos.
El aludido sonrió haciendo una línea su boca y sus ojos. Limpio el rastro del caldo en sus labios y se puso de pie. Desde lejos se notaban sus nervios, movía las manos queriendo quitarse algo y soltaba aire por la boca.
—Antes de que digas algo, ¿vas a irte del grupo? — la intervención de Jin tomo por sorpresa a todos.
—Nada de eso, hyung— respondió directamente y sin titubeos.
—Bien. Estoy tranquilo. Dinos de que se trata esto, incluso invitaste a Sora.
—Ustedes son mis hermanos de otra mamá, compartimos muchas experiencias. Cuando llegue aquí era un niño asustado y gracias a ustedes soy la persona que soy hoy en dia y de la que muchos están orgullosos.
—Esto es serio. Nunca hablas tanto— Jimin subió los codos a la mesa y sonrió.
—Por eso quería hacer esto y que ustedes estuvieran presentes. Tome la decisión por mi cuenta pero quiero que hagan parte de está etapa de mi vida.
—Ya deja tus rodeos mocoso— Hobi está muy ansioso y ríe nervioso.
Yo no estaba mejor que ellos, no entendía ni media palabra, mas bien no le daba al punto. Entendía a la perfección de que prácticamente Jungkook fue criado por los otros seis, hay que ver que tiene un pedazo de la personalidad de cada uno de sus mayores. Lo que no captaba era la parte de la etapa de su vida, no era la única, de reojo vi ceñoz fruncidos, caras llenas de extrañeza y confundidos.
De la nada extendió su mano hacia mi. Mire la mano abierta y luego lo mire a él, sus dedos me llamaban e invitaban a que mi mano se posara sobre la suya. Automáticamente mis sentidos se dispararon, mi rostro se sentía caliente, la cabeza me daba vueltas e imagine un escape muy al estilo de Misión Imposible.
Todos nos miraban, sentía los ojos de Yoongi clavados en mi cuello y ante la insistencia de la mirada de Jungkook, no tuve más remedio que aceptar su invitación y ponerme de pie.
—Uhh. Esto va a ser bueno— las expresiones de Hoseok eran demasiado anímicas para mi gusto.
Muy contrario a la expresión de fastidio que Yoongi tenía en ese momento. Me miraba con hastío, rodo los ojos y chasqueo, no se escucho pero vi el movimiento de su mandíbula.
—Sora— su voz me obligó a verlo fijamente a los ojos. Sus pupilas brillaban, eran perlas preciosas donde mi rostro se reflejaba. —Hemos sido amigos desde que el grupo debutó, conozco parte de tu vida y tu de la mia, hemos compartidos muchos momentos juntos y de una u otra forma fortalecimos está amistad— pestañeo tratando de retener sus palabras. Hablo muy rápido. —Todos en esta sala saben que soy un desastre tratando de socializar con las mujeres— les dio una mirada a todos y volvió a verme —pero contigo es diferente, todo es diferente.
En un segundo, deje de escuchar voces, deje de sentir que el aire circulaba por mis pulmones, deje de escuchar el latido frenetico de mi corazón. Él había creado un plano aparte donde mis sentidos se desconectaban y no podía ver a nadie más que no fuera a él.
Sin embargo había una pequeña voz en el fondo de aquel nuevo paisaje que pronunciaba con debilidad un nombre que no lograba comprender con facilidad. Sólo escuchaba la voz de Jungkook retumbando por todo el lugar.
Al tomar mis manos entre las suyas, volví a concentrarme en sus movimientos. Subió las manos y beso lentamente mi dedo índice, sin quitarme la mirada de encima, se sonrojo bastante, sus dientes frontales hicieron juego con sus sonrisa tímida y sus ojos pequeños.
—Sora, quiero que seas mi novia.
Esas palabras hicieron que la voz débil tomará mas fuerza y gritara a pulmón herido el nombre.
¡Yoongi!
Sin mediar mis acciones, voltee a verlo. Sus ojos bien abiertos me miraron por unos cortos segundos para después volverse frío y distante, apago la mirada y con total desprecio miro en otra dirección y se dio el lujo de sonreír con molestia.
Eso fue todo, no chisto, no se quejó, no se enojó, sólo miro en otra dirección. Su crueldad y frialdad hacia a mi eran como navajas afiladas lanzadas directamente al corazón. Escuchaba como mi yo interior gritaba y lloraba mientras pronunciaba su nombre, y él no se inmutaba por verme a los ojos y descubrir lo que ellos querían decirle.
La reacción de los demás fue diferente, escuche aplausos, chiflidos, risas, algarabia y solo un rostro preocupado, Jimin. Sonreí queriendo confortarlo pero él se veia afectado por algo.
—¡Detenganse!— Nam levantó las manos deteniendo el golpeteo en la mesa. —Falta escuchar la respuesta. No se puede cantar victoria.
Dicho eso, llegó mi turno. Debía darle una respuesta; había escapado una primera vez, pero era mas que obvio que no tendría una segunda oportunidad. Él había planeado todo para tener su respuesta, fuese buena o mala y vaya que me tomo por sorpresa. No me esperaba algo así y mucho menos en frente de todos.
Pero no podía pensar con claridad en mi cabeza solo escuchaba el nombre de Yoongi y recordaba su mirada indiferente, sus malas palabras de hace unos minutos.
No te quiero como amiga. Pero tampoco como alguien especial. Era tan directo que me afectaba, creía que con el paso de los días su frialdad dejaría de afectarme pero no es así, sólo pospone el dolor, igual que darle más cuerda y esperar a que termine la canción y volvér a darle cuerda. Necesitaba sacarme su imagen de la cabeza, necesitaba apartarlo y ser mas fria de lo que él ha sido conmigo.
Debía entonces concentrarme algo mas y este hombre de personalidad arolladora, de espíritu jovial, puede ayudarme.
Tal vez sólo necesito conocer otros mundos para darme cuenta que Yoongi no lo es todo, que mi mundo no se ha detenido por él y que si soy digna de ser amada por una persona.
Di un paso hasta él, nuestras manos unidas quedaron en el medio de nuestros cuerpos y sonrei al notar que lo tome por sorpresa.
—Si— respondí.
Jungkook me abrazo a su pecho con fuerza, su cabeza se escondió en mi cuello, lo escuché reír y sentí su pecho subir y bajar, temblaba y reía, había estado muy nervioso.
Lo siguiente que escuche fue el estruendo de aplausos y risas cargadas de ánimo y suspiros.
—Gracias.
Su aliento choco en mi piel creando cosquillas en ese zona.
Apreté los ojos para no dejar que las lágrimas cayeran y me gustaría decir que eran lágrimas de felicidad, no lo eran. Me sentía ahogada y dolida, pero más que nada, miserable. Jungkook sería mi comodín y sus sentimientos mi paracaídas.
Eso sonaba terriblemente mal.
No solo podría salir lastimada tratando de alejar la figura de Yoongi, lastimaria a Jungkook si no llegase a fijarme en él, hacer que mi corazón se exalte con verlo en mi mente cada vez que cierro los ojos, extrañarlo estando a dos pasos de mi. En pocas palabras debía sentirme igual o mejor que con Yoongi, porque lo que Yoongi me brindaba era un mundo donde Min Sora y Min Yoongi vivían aparte, donde la oscuridad era nuestra zona de esparcimiento y me sentía bien.
—¡Tenemos cuñada! La primera de la familia— Jin rodeo la mesa y nos envolvió en sus largos brazos.
Nos separamos un poco, Jungkook entrelazo nuestros dedos, sentí el ardor en mis mejillas pero supe que no sería fácil soltarme de su mano. Sus dedos se ajustaban a los míos y su palma sudaba.
Mire a mi alrededor notando sonrisas, alegría, y un ceño fruncido, Jimin se había puesto de pie, estaba junto a Tae. Yoongi era el único que permanecía en su posición, me estaba observando, sus ojos parecían agujas que querían cortar mi piel centímetro a centímetro. Le sostuve la mirada esperando comprender que me quería decir.
Fue justo sus cejas caídas las que me hicieron ver más alla de esa mirada dura y tosca. Me reclamaba, no lo decía pero sus ojos si.
¿Porque? Me preguntaban sus ojos.
Porque no fuiste capaz de detenerlo. Respondieron los míos.
Él bajo la mirada y cuando se recompuso vi en sus ojos la mirada del mismo chico que entró por primera vez a Moons llevando su libreta de canciones y que rechazó a casi todos los meseros que lo atendían. Una mirada indiferente, ausente, una mirada que inspiraba querer encerrarlo en una burbuja para que no sea lastimado.
Es lo mejor.
Sus labios se movieron lentamente y pude entender palabra por palabra.
Apreté la mano de Jungkook y desvíe la mirada hacia las eufóricas voces que necesitaban mi atención.
Quizás sería una miserable por haber pensando en una solución tan abrupta para lidiar con Yoongi, pero no podía descartar la idea de que Jungkook logré empujar su recuerdo.
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