«Violeta».
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—¡Mamá déjala! ¡Deja a one-chan!—su hermana mayor, Shiori, se encontraba apresada por las huesudas manos de su madre, observada con unas pupilas dilatadas y un atisbo de agresividad en sus ojos, estaba siendo estrangulada por la mujer que le dió la vida, era una cruel ironía. Tora sentía como sus ojos ardían de tanto llorar, no recordaba cuando comenzó su llanto, no recordaba cuanto tiempo llevaba su madre arrojando los objetos del dormitorio, y mucho menos cuando la violácea comenzó a sostener el cuello de su hermana mayor, sólo fue consciente del final de esa oscura situación, escuchó un segundo llanto, el cual detuvo el de Tora, la mujer relajó su agarre y se paralizó; la de cabellos violáceos observaba a su alrededor desorientada, viendo como su hija mayor la miraba con terror, la más pequeña, Ai, lloraba sin consuelo, pero la mediana, nunca olvidaría sus ojos, esas dos cuencas de extravagante color magenta los cuales abrían la puerta del alma, un espíritu lleno de odio.
—
—Tú...—solo alcanzó a decir eso, no podía ni imaginarse porque esa mujer se encontraba en la habitación del hospital, ayudándola a reincorporarse, sin duda para su cabeza era completamente irónico e hilarante.
—Tora...—la mujer, con una temblorosa y dulce voz comenzó a llorar mientras sonreía con ilusión, muy a su pesar su hija en cambio la miraba con desprecio. Consciente de ello, detuvo el contacto, no quería que ella se enfadara.
—No me toques.—exigió la de cabellos rosados, no quería admitirlo pero estaba paralizada del miedo, ¿porqué ella estaba ahí? La mujer se apartó por completo ante su mandado, manteniéndose de pié en una distancia prudente según su criterio mientras observaba avergonzada al suelo, sorprendiendo levemente a la de cabellos rosados, ella se mantuvo estática mientras que Tora sostenía con fuerza las sabanas que la habían cubierto todo el tiempo que estuvo inconsciente.
—Es lógico que reacciones así, seguramente no comprendas porque estoy aquí después de lo que te hice. También es completamente normal que no quieras verme, pero realmente necesito que me escuches.
—¿Escucharte? ¿Porqué debería malgastar mi tiempo en hacer eso?—sus palabras estaban llenas de frialdad, mientras que las de su progenitora eran suaves y dulces, llenas de melancolía.
—Porqué has salido herida por mi culpa, tus amigos han sufrido por mi culpa.—confesó ella, a lo que Tora se sintió más interesada.
—¿A qué te refieres?
—Antes de contarte sobre ello, necesito que escuches la verdad sobre mi estado, la verdad bajo las crueles acciones que cometí, que te dañaron directamente a tí, a tus hermanas, y a tú padre.—la de cabellos violáceos apretaba con fuerza sus manos, sentía que de nuevo se encontraba en la adolescencia, teniendo temor a ser regañada o juzgada, porque sí, estaba siendo juzgada por Tora.
—Sólo te escucharé porque has mencionado a mis amigos, pero al mínimo acercamiento sobre mi persona te quemaré—esa frase hizo que Jun recibiera un pinchazo en el pecho—y ahí si que aprenderás lo que es temer al fuego.
La mujer observó al suelo entristecida y tomó asiento gracias a una silla que se encontraba cerca de la ventana, ella observó el cielo ya oscuro, el cual mostraba una hermosa luna llena y al rededor de ella las estrellas, apenas pasaron unos segundos cuando se armó de valor para enfrentar las exigencias de su hija dirigiendo la mirada hacia ella, no pudo evitar admirarla, había crecido tanto; su ojos eran todavía mas definidos que antes, su cabello ahora estaba corto dando una imágen más madura, su piel era clara y sana, su pequeña nariz ahora era afilada pero no demasiado larga, cuanto más la observaba, más hermosa la veía, no pudo evitar sonreír ante esa imágen. Incluso si ella no quería verla, Jun había deseado este momento durante años.
—No entiendo la razón por la cual estás sonriendo tan descaradamente. Habla de una vez.—su sonrisa se borró al instante ante su carácter determinado a alejarla, miró sus delgadas manos pensando en sus siguientes palabras con detenimiento. Rozó el anillo de oro en su anular, intentando buscar el valor necesario.
—Me recuerdas a mi madre—la estupefacción llegó a Tora, no se esperaba la mención de su abuela, ya que nunca había podido averiguar sobre su persona—ella era una mujer llena de vida, seria con sus objetivos, brillante, amable, hermosa y querida por todos. Cuando me miraba al espejo buscaba verme reflejada de la misma forma que yo observaba a mi madre, realmente la admiraba.
—No entiendo la relación entre ella y nuestra historia.—replicó la adolescente.
—Mi historia es lo que hizo que tú estuvieras en la calle, es lo mínimo que puedo hacer para calmar tu corazón.—Tora hizo silencio al escuchar esa declaración y observó sus puños, los relajó levemente llevaba mucho tiempo cerrados, Jun continuó con su relato junto a esa serenidad que estaba llegando a su cuerpo al saber que su hija tomaba atención de sus palabras—Mi madre tenía una gran peculiaridad de elemento viento al igual que tú, eso hizo que muchas personas se interesaran en ella, ya que su quirck le permitía tomar diversas formas, una naturaleza caótica estaba dentro de ella, era la tormenta, el agua, pero nunca se convirtió en algo más, sin embargo ella brillaba con eses elementos y los moldeaba según su gusto. Eso llamó la atención de muchos, pero sobre todo de tu abuelo, una persona sin peculiaridad que soñaba con ser héroe.
—¿Mi abuelo?—Tora mentiría si hubiese dicho que no había dudado en realizar esa pregunta, ya que no quería compartir una conversación junto a esa mujer, aunque llevaba un tiempo ya haciéndolo. Su madre asintió con una leve sonrisa.
—Tú abuela se enamoró de él, pudo ver el ingenio de tú abuelo, pudo ver algo que los demás nunca vieron en él, ella estaba fascinada con sus investigaciones y él idealizaba su peculiaridad. Ambos comenzaron a verse, teniendo citas, visitando lugares, compartiendo las vidas del otro, hasta el punto en que llegaron a casarse. Mi hermana mayor nació, y con ello una gran felicidad llegó por parte de ambos, ella había nacido con una peculiaridad, el elemento tierra, algo nunca visto en la familia de mi madre, los años pasaron y la reputación de mi padre empeoró al presentar su investigación sobre el desarrollo de peculiaridades en seres humanos que habían carecido con esa oportunidad.
—Esa investigación, ¿era errónea?—preguntó Tora, la mujer negó con la cabeza.
—Él había confirmado que el ser humano sería capaz de desarrollar una peculiaridad sin haber nacido con ella.
—¿Entonces por qué fue rechazada?—la mujer miró a su hija con temor.
—Porque él ofrecía el método, sin embargo, la práctica era inhumana.—Tora la observó con confusión, su madre tenía la una destreza, persuasión, algo estólido en ella , estar escuchando tranquilamente en una habitación de hospital, mientras que no se puede mover a la mujer que la arrojó a las calles, ¡hilarante! ¿En qué estaba pensando Aizawa?
—Prosigue.—se dejó llevar una vez más, su yo del pasado la golpearía por ello y lo sabía.
—El sujeto debía poseer sangre de tipo O+, solo aquellos con ese tipo de sangre podrían resurgir una peculiaridad.
—No comprendo, ¿qué relación guarda en todo este asunto?
—El tipo O+, es el menos común, una combinación de esa sangre junto a la sangre de un O, llegaría a crear una peculiaridad.
—Eso es estúpido, de que serviría combinar sangre con sangre...—Tora llevó la mano a su mentón, hasta que abrió ampliamente sus ojos al darse cuenta de ello.
—Procreación.
—Eso...—musitó Tora, su madre la observaba fijamente, se sentía orgullosa que su hija tuviera unos fuertes y amables valores a pesar de haber estado sola tanto tiempo.
—La unión procreativa entre un O+ y un O, al tener ese hijo el niño nacería con la habilidad. Sin embargo, ese dato produciría lo que antiguamente se llamaban matrimonios concertados, lo que en estos tiempos es ilegal. Aunque esto es la primera parte de la condición de ley creación de quirck.
—¿Primera parte?—musitó la pelirosada.
—Primera parte cohexión entre humanos y compatibilidad entre sangres, segunda parte clonación y eliminación de la copia.
—¿Qué? Espera, no entiendo. ¿Clonación?—Tora no cabía en su asombro.
—Al fecundar el óvulo se produce la separación inmediata del núcleo procreador, lo que sería la pareja de unión. A continuación se procederá al análisis de sangre, confirmación y designación de peculiaridad.
—¿Acaso es eso posible?—sin duda su abuelo es o era un hombre brillante, pero sus acciones eran atroces.
—Él tenía la información y máquinas necesarias, mi padre era sin lugar a dudas, brillante. Esta designación marcaba la confirmación de la aceptación del sujeto, por lo que procedían a continuar con el siguiente paso «el proceso de clonación».
—¿Qué pasaba con el bebé que no fuese apto ante la prueba?—preguntó Tora, por alguna razón se sentía nerviosa, su madre alzó su rostro, la pelirosada pudo jurar que la violacea había apagado brillo alguno en su mirada.
—Moría.—Tora comenzó a sudar ante la respuesta, agarró las sabanas con rabia y miró hacia abajo.
—Esa tesis no fue aceptada ¿cierto?
—No.—contestó rápidamente Jun.
—Él era...—intentaba buscar adjetivos para definir al cruel individuo.
—Él es un monstruo.—corrigió la adulta, Tora la observó, su madre parecía vacía, a pesar de todo no podía evitar sentir cierta compasión, pero tenía sentimientos encontrados, una idea fugaz le vino a la mente "ella se lo merecía, por hacerme sufrir", la observó de nuevo mientras que escuchaba cómo continuaba con su explicación, aún no era creyente de la tolerancia que estaba teniendo en este instante—esa investigación quería dañar la integridad de muchas personas, querían dañar seres que no se merecían eso. Sin embargo, él no entendía porque todos se negaban a escucharlo, incluso se arremetió contra mi madre al conocer su verdadero punto de vista sobre ello.
—¿Qué pasó con la abuela?—Tora no quería ni imaginarse cual sería el estado de ella, una mujer oprimida por su marido, una heroína...
—Mamá estaba embarazada de su segunda hija, en este caso la segunda hermana, ella tuvo un aborto.—Tora se sorprendió, miró detenidamente a la figura de la mujer con tristeza.
—Ella nunca se recuperó, dejó de ser heroína, no quería ver a nadie, se encerró en sí misma, quería dejar de vivir, Hatsu tenía apenas seis años cuando el aborto sucedió, cuando mi madre pudo ver a mi hermana mayor, algo horrible sucedió. Mi madre se obsesionó con la idea de que mi hermana mayor era Hitsa, la hija que nunca tuvo. Todo ello fue idea de mi padre, él era conocedor del estado de mi madre y se aprovechó de su única hija para hacerla salir. Al poco tiempo mi madre no cabía en gozo, estaba de nuevo embarazada.
—De tí.—se adelantó Tora, ella asintió, esa expresión no cambió en absoluto su oscura aura rodeaba ya la habitación.
—Me llamaron Jun, que significa "la verdad", tal vez mi madre me agenció ese nombre porque realmente había algo en su cabeza que le decía que toda su vida era una mentira, incluso la felicidad al tenerme—la mujer rozaba con sus dedos el anillo de oro en su mano, cómo había estado haciendo a lo largo de la conversación—yo quería revelarme contra esa "verdad", quería encontrar el lugar donde de verdad pertenecía, por eso cuando mi padre vió mi reacción negativa ante su plan el se envolvió en la locura.
—¿Qué hizo?—preguntó Tora con curiosidad, se olía lo peor.
—Usó la «ley de clonación» con su esposa.—Tora palideció, un gesto de angustia mezclado con horror se plasmaron en su rostro.
—Pero, pero eso...—tartamudeó nerviosa.
—Experimentó con su mujer, con una completa extraña y con él mismo. Era repugnante, no podía respirar el mismo aire que él—un rostro lleno de rencor es lo que podía ver Tora, hasta que se tornó agrio— la misma sensación que tú debiste haber sentido por mis acciones.—Jun comenzó a llorar, no se molestó en tapar su rostro, ya que no podía sentir más vergüenza, Tora tragó en seco, si lo que buscaba era hacer que ella sintiera compasión se equivocaba, sin embargo, notaba como sus entrañas se revolvían, creando un malestar en su anatomía.
—Ese hombre usó a una mujer inocente, una persona que no estaba dando su consentimiento, simplemente la secuestró y la llevó a su laboratorio, y entonces él—la madre de Tora frenó sus palabras, pero ella podía imaginarse que había sucedido a continuación, realmente era un gran bastardo, un cerdo, un enemigo de mujeres, un enemigo del ser humano— solo le interesaba su experimento, pero después el deseo de ser reconocido cambió al objetivo de ser superior, «una raza superior» en donde no cabían los desdichados de mentes flojas.
—¿Qué sucedió con la mujer?—preguntó Tora, su madre dejó sus gimoteos a un lado, tragó saliva y continuó, buscando templeza en sus palabras.
— Un nuevo óvulo completamente sano fue fecundado, ese clon nació, mi padre mató a la mujer en el acto, al poco tiempo descubrí un archivo que mostraba datos personales sobre ella, la mujer llamada Hina tenía dos hijos.
—¿Qué pasó con ellos?—preguntó Tora, Jun negó, la pelirosada alzó su cabeza al darse cuenta de algo—Entonces ¿la clonación funcionó?
—No, el bebé nació pero a la primera toma de aire falleció, al saber eso mi padre se vió devastado, pero su desagrado duró poco ya que al poco tiempo tuvo otra de sus "grandiosas ideas", podía extraer el ADN del bebé. Creó una mutación en sí mismo desarrollando un quirck, el cual había obtenido del niño.
—Él pudo obtener lo que deseaba.—aclaró Tora a lo que Jun asintió.
—Ese hombre tiene una peculiaridad peligrosa, es capaz de arrebatar los quirck de otras personas, de esa forma comenzó su guerra contra el mundo. Ahí es cuando yo me decidí a escapar, mi madre me trató de loca, ya que seguían viviendo dentro de su mundo derrumbado, me negué completamente ante la idea de ser la siguiente en ofrecer a mi bebé para su nuevo experimento, huí de allí y me mantuve sigilosa ante la posible mirada de mi padre. Gané dinero con trabajos pequeños de corta duración, dejé de vivir en los albergues y finalmente pude alquilar un pequeño piso.
—Entonces, te negaste a las ideas de Ley de clonación, huiste de tu familia e intentaste sobrevivir sola. Todo ello está muy bien, pero no comprendo porque esta historia te justifica.—Jun asintió ante tal afirmación y procedió a hablar de nuevo.
—Goro, mi padre, buscó mucho antes la forma de apresarme a sus ideales, deseaba usarme como recipiente del próximo bebé que naciera con una peculiaridad singular, por lo que él comenzó a administrarme fármacos desconocidos para mí.
—¿Por qué no te negaste?—preguntó la menor.
—Todas éramos agredidas con apenas decir una palabra, si mostrabas rebeldía te haría pasar un infierno. Aguanté durante muchos años, sin embargo, por muchas cicatrices que tuviera no eran tan dolorosas como esas inyecciones.
—¿Qué función tenían?
—Modificación de los componentes sanguíneos; busca contaminar los glóbulos rojos, llegando a diversas zonas del cuerpo hasta el punto de conducirse al cerebro y alterar el desarrollo cognitivo y motor. Esto produce alteraciones en la personalidad...—la adulta fue interrumpida.
—Y un grave descontrol en la peculiaridad al aplicar su uso, si lo sé de primera mano.—su madre palideció ante esa confesión, ella se levantó e intentó acercarse a Tora, pero ella se negó.
—¿Cómo es eso posible? ¿Acaso fue cuando fuiste secuestrada?
—¿Tú sabes sobre eso?
—La Yuei se hizo cargo de ponerme al día con todo eso después de mi estancia en rehabilitación.
—¿Qué?—ahora sí que no entendía.
—Todo este tiempo he estado en rehabilitación mientras que mi sangre era "purificada".
—No comprendo.
—Todos mis desmayos, mis fiebres, mi escenas drásticas de cambio en la personalidad, todo ello era debido a la droga que me administró Goro.
—Eso es imposible, ¿entonces como nadie se dió cuenta? ¿No consultaste a algún médico?—la mujer observó a la ventana buscando tranquilizar su mente, cerró los ojos, en ese instante Tora pudo ver el hermoso rostro que se encontraba ante ella.
—Tú padre desconocía de mi "problema", cada vez que notaba que mi comportamiento cambiaba corría huyendo de él. Cuando nos casamos todo empeoró, por alguna razón la droga se hizo más fuerte. Los médicos que me atendían no hayan solución, no era lógico que un componente que había dejado de ser suministrado se convirtiera en un potenciador.
—Pero Reika fue curada.—replicó Tora, su madre negó.
—Reika-chan no fue curada, se le realizó un trasplante de sangre, el cual consistía en intercambiar la sangre impura con una nueva. Sin embargo, aún sigue en proceso de rehabilitación. Desconoces sobre ello al estar fuera durante un tiempo.
—¿Cómo sabes tú eso?—comenzaba a sentirse molesta, ¿por qué todos sabían más que ella? Incluso la mujer que la hundió en la miseria.
—Porque yo soy la razón por la cual Reika-chan está siendo tratada.—Tora la observó con asombro, la madre se giró ante su hija, siendo hundida en la luz de la luna.
—¿Por qué tú serías la razón de eso?
—Cuando mi personalidad se deterioró, cuando te arrojé a tu suerte, ese mismo día en el que tú desapareciste corriendo de mí, ese día me denunciaron.
—¡Yo no huí! ¡Tú me tiraste a la calle!—ella no podía creerlo, ahora era una cobarde, cuando la mujer que le había dado a luz, ella misma la había llevado a ese resultado.
La adulta agarró con fuerza sus manos.
—Yo te hice huír de mí—Tora se quedó sin palabras—por favor solo termina de escuchar la historia, y entonces decide lo que harás. No dejes que tú rencor hacia a mí tape la única opción que tienes de saber la verdad.
—Escucharé hasta el final, pero entonces te irás, y no volveré a verte.—setenció la joven, la mujer asintió.
—Si así lo deseas, que así sea.
—Entonces termina, antes de que me arrepienta.—Jun miró a su hija una vez más, calmadamente regresó a su relato intentando ayudar, –aunque fuese demasiado tarde– a su hija.
—Con la denuncia se impuso mi internamiento en el hospital, describieron que agentes extraños estaban en mi sangre, contactaron con la Yuei la cual había sido informada por tu padre años antes, los médicos de la U.A habían perdido toda posibilidad de tratamiento, me mantuvieron aislada del mundo en busca de una "cura". Firmé un contrato en el que indicaba que me ofrecía voluntaria para los análisis en busca de una solución a la problemática. Yo quería saber de mí familia por lo que ellos buscaban información sobre vosotros, en unos tres años lo único que sabía es que juraban haber visto a una niña con una peculiaridad elemental en las zonas bajas de la ciudad, donde los héroes a penas alcanzaban a vigilar.
—Sin duda era yo.—rechinó sus dientes molesta.
—Sí, me sentí aliviada cuando dijeron que habías sido encontrada y que te encontrabas en un orfanato.
—Un infierno.
—¿Qué?—preguntó confusa la mujer.
—Era más feliz en las calles que en ese apestoso cuchitril, todos estaban empeñados en tratarme como si fuese mierda, los supervisores obviaban el hecho de los conflictos en el centro. Me escapé cuando tuve dinero suficiente, ese mismo día me encontré con el asesino de héroes. La Yuei me ofreció un trato y acepté.
—Desconocia lo que sucedía dentro del centro de menores. Si lo hubiese averiguado yo...
—¿Qué hubieras hecho? ¿Hubieses venido a por mí? ¿Hubieses intervenido en los golpes? ¿Hubieses detenido mis miedos? ¿Qué hubieras hecho mamá?—Tora pronunció cada una de las ironías con rudeza, pero la palabra mamá, sin duda fue la más dolorosa para Jun, notaba el puro rencor en ella.
—Yo he sido una mala madre.
—No me digas.
—No he sabido conocer mi lugar, dejar que tú padre se convirtiera en mi príncipe azul fue crear su tumba. Lo único que he producido ha sido daño.
—Por una vez estoy de acuerdo contigo. He escuchado tu historia, ¿ahora me dirás la información que necesitaba y que según tu era tan importante?
Jun la miró con tristeza, la misma soledad se podía apreciar en sus ojos.
Rendida ante las palabras de su hija, sostuvo aire y habló.
—El ojeador nocturno.
Tora alzó la cabeza interesada, aunque siguió mirando al frente, la pared era mucho más agradable que mirarla a ella.
—Ese hombre es el padre de Reika.—Tora giró la cabeza sorprendida por tal acusación.
—¡¿Cómo podría ser esa mierda el padre de ella?!
—Yo conocí a su padre cuando Izanagi estaba comenzando a ser héroe, aquel que llamáis Ojeador Nocturno, es sin duda Izumi Arata, él estaba comprometido en aquel entonces con una hermosa extranjera que se convirtió en una amiga cercana a nosotros. Su nombre era Evolet Lee, descendía de una familia arraigada a las tradiciones chinas debido a su padre, sin embargo su madre era americana.
—¿La madre de Reika era americana?
—¿Me crees?—Tora giró su cabeza, Jun vio un atisbo de esperanza.
—Solo supongo que creo en tus palabras. ¿Continúas?—su madre asintió.
—Ib era una mujer alegre llena de sí misma, brillante como una estrella, cuando Arata-san estaba con ella ambos se quedaban en su propio mundo. Reika-chan nació poco antes de que tú nacieras, en cuanto la vi sentada en la silla de la sala de espera pude ver a Ib reflejada en ella, y supe de inmediato que sin duda era su hija.
—Entonces papá y tú conocíais a la familia de Reika.
—Que pequeño es el mundo pensando en ello. Nunca pensé que ella sería tú amiga en las calles.
—Pero, Reika me contó que sus padres la abandonaron.
Jun miró a su hija con tristeza.
—Ib dejó sola a su hija, pero no porque quisiera abandonarla.
—¡¿Entonces por qué?!
—Ib quería convencer a su marido de que regresara a casa, tristemente no lo logró.
—¿Entonces qué sucedió?
—El padre de Reika-chan desapareció, y lo único que dejó atrás fue a una niña huérfana.—Tora sintió que su corazón se comprimia.
—Ella fue asesinada... por él.
—Arata-san se había comenzado a comportar extraño; sólo traía deudas a su pequeña familia, era un empresario del tercer sector que apenas tenía ingresos para aportar, pero de un día al otro comenzó a traer grandes cantidades de dinero. Tú padre investigó las causas tras el asesinato de Ib, descubriendo que había formado tratos con mafias de la zona e incluso implicación en prostitución, venta de blancas, robos, estafas...
—¿Y Reika? ¿Nadie ayudó a Reika?—Jun negó.
—Reika-chan desapareció horas después del asesinato de su madre... Tal vez lo descubrió por su cuenta, desde luego desconozco esa información. Solo sé que me alegró ver que la hija de Ib se había convertido en una linda niña.
—Estuviste ayudando a la investigación, ¿y con ello los médicos trataron a Rei?—preguntó la de cabellos rosados a lo que la mujer asintió con una leve sonrisa.
—¿Sabes dónde podría estar el Ojeador Nocturno?—la mujer la observó con seriedad.
—¿Irás de nuevo ante el peligro?
—Es mi familia—la mujer abrió sus ojos ampliamente y río levemente—¿qué?—preguntó secamente.
—Me han dicho que tienes muchos amigos.
—Te he preguntado algo.
—También he oído que sacas buenas notas y tus habilidades han mejorado mucho.
—¡Te he preguntado algo!
—Desearia haberte ayudado con ello, prepararte las comidas, hablar de tus problemas amorosos...ser tú madre.
—¡Basta!—en un momento de impulsividad un jarrón fue destrozado, un dulce aroma surcaba las fosas nasales de ambas.
—Lavandas, son mis favoritas...—se agachó para recogerlas, algunas gotas de aguas empaparon el vestido negro de la mujer—son nuestras favoritas.
—Marchate, si no vas a serme útil. ¡Lárgate!—se sentía inútil al no poder empujarla ella misma del dormitorio, quería arrojarle ese estúpido jarrón a la cabeza.
—Siento que no te hayan agradado, las envié porque sabía que amabas su olor. —ninguna de ellas alzaban sus miradas, pero Jun sentía un gran dolor en el pecho.
—Tu no sabes nada sobre mí. No sabes que es lo que amo o que odio, tú no eres nadie para mí. ¡No somos nada!
Jun se levantó, dejó la lavanda en la mesilla cercana al lado derecho de su hija y comenzó a recoger sus cosas, el abrigo y su bolso, negros al igual que su anterior vestimenta. No se atrevió a mirar a su hija.
—Desearia que pudieras recordar mi lado bueno por siempre. Siempre te he amado Tora, no importa que lado mío exista, siempre te amaré.
La mujer se retiró de la habitación, dejando un silencio en ella.
—¿Por qué yo?—siseó.
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