«Suerte».
—¿Excursión?—pronunció el presidente de la clase, el cual rápidamente alzó su mano para cuestionar a su profesor—¿cuál es el motivo de realizar una excursión antes de los examenes finales, Aizawa-sensei?
Aunque hubiese preguntado eso, Tenya era el único que sentía dudas acerca de "esa nueva excursión", dado que todos los/as alumnos/as de la clase A, sentían su pecho latir ante la idea de poder liberarse un poco de los entrenamientos. A excepción de ciertos individuos.
—¿Cuándo volveremos?—Tora alzó su mano con impetú, lo que menos necesitaba ahora era librarse de su pasantías.
—Aquellos que deben presentar pasantías deben acudir al viaje sin excepción—pronunció entre bostezos el adulto de cabello azabache—no se preocupen, sé que algunos de ustedes están sedientos por poder entrenar—Aizawa comenzó a meterse dentro de su ya tan conocido saco amarillo—y así será, después de todo es un viaje de entrenamiento.
—¡¿Qué?!—aquellos que querían disfrutar de unas lindas vacaciones exclamaron con lamentación.
—¡¿Habrá aguas termales?!—Mineta saltó de su asiento, como si hubiese realizado la pregunta con mayor logro del universo.
—Las habrá.
—¡Sí!—Kaminari y Mineta se lanzaron miradas entre los dos, Tora que tenía su mentón apoyado sobre su mano, levantó levemente un dedo para golpearlos en la cabeza con su kosei de viento, provocando que chocaran ambas caras entre sí, a espaldas de su profesor, o no tan a sus espaldas.
—Idiotas.—pronunció Jirō en voz alta.
—Hombres.—añadió Reika a su vez.
—¿Cómo se llama el lugar en el que se desarrolla la excursión sensei?—preguntó Midoriya sacando su cuaderno de apuntes—debo investigar la zona, tal vez haya héroes famosos, o tal vez...—él como siempre, inició sus pensamientos en voz alta.
—Nos dirigimos a un pueblo en las montañas, llamado Mokuzai.—pronunció desde su saco.
—¿Mokuzai?—musitó Midoriya, estaba sorprendido porque nunca había oído hablar de él.
—¿Dónde se haya ese lugar, sensei?—preguntó Reika, la cual en su vida había escuchado de tal nombre.
—No repetiré lo que he dicho, solo deben prepararse para un entrenamiento intensivo.
—¿Va haber pájaros mutantes?—Tora le miró con preocupación a lo que él negó, la joven suspiró aliviada—la última vez que fui a entrenar a unas montañas, acabé siendo golpeada por aves mutantes—resopló ella, a lo que Midoriya comenzó a reír suavemente—y también secuestrada.—rodó sus ojos deslizándose por su asiento.
—¡Eso no pasará de nuevo, Tora-chan!—le dijo Midoriya agitado, a lo que ella le miró sorprendida, tras eso, se irguió en su posición anterior y le sonrió.
—Lo sé, tengo un adorable héroe que me ayudará a pelear si lo necesito, ¿cierto?—pronunció mientras se apoyaba en sus brazos, Midoriya se sonrojó ligeramente.
—Lo que sea por mi mejor amiga.—pronunció sonrojado mientras rascaba su cabellera.
—Gracias, mejor amigo.
—¡¡Callar panda de cursis!!—exclamó el rubio explosivo.
—¿Estás celoso bombita?—se burló la pelirosada, balanceadose en su asiento, a lo que Katsuki explotó de nuevo.
—¡Cállate horno andante!—Bakugo estaba de mal humor, como siempre.
—Bakugō, relajate.—le reprendió Kirishima.
—Kacchan debes relajarte.—añadió Reika riendose.
—¡Vosotros dos, a callar! ¡Nadie os llamó a este entierro!—les reprendió, a lo que la rubia molesta se alzó.
—¿Quieres acabar bajo tierra, maldito chihuahua?—dijo Reika mientras le sacaba punta a su portaminas.
—¡¿Huh?!—parecía que muchas venas en el cuerpo de ambos latían con fuerza, su nivel de enfado subía con rapidez.
—Es increíble como cada vez que él se enfada conmigo, ambos acaban discutiendo entre sí.—suspiró Tora.
—Eso es porque ambos te aprecian mucho, Tora-chan.—sonrió Midoriya, la pelirosa lo miró seriamente, a lo que imitó su gesto con mayor dulzura.
—Aunque, hecho de menos un versus contra la bomba humana.—suspiró lamentandose, a lo que Midorira río levemente.
El sonido de la campana formó un fuerte revuelo y estridentes sonidos.
La rubia de cabellos largos preparaba su maleta para el viaje de entrenamiento, de una forma, había que decirlo, un tanto entusiasta. Ella estaba reproduciendo en su móvil una canción bastante rockera que le había recomendado Kyoka, estaba feliz de poder compartir gustos con sus compañeras de clase, al igual que hacía Tora. Reika se sentía comoda hablando con los alumnos de la clase A, a pesar de todo lo ocurrido con anterioridad en el campamento, y el inicio de fuertes impulsos de ser un héroe profesional, producía en ella más valor para seguir adelante y poder cambiar, pudiendo así conseguir ser mejor.
—Aún siendo una histérica tienes buen gusto.—Reika se giró ante la voz del rubio, el cual estaba posado en el marco de su puerta, ella había dejado la puerta abierta.
—Vaya, un acosador.—dijo mientras seguía organizando la maleta, el rubio comenzó a golpear el suelo con su pierna.
—¡¿A quién llamas acosador, maldita psicótica?!
—Deberías buscar insultos más prometedores, o sino dejar de pronunciarlos, son cosas muy feas las que dices.—alegó mientras cerraba la maleta.
—¡¿A quién le importa eso, mierda?!
—A mí—lo miró seria—vas a tener graves problemas para socializar.
—¡Fue a hablar!—chasqueó la lengua entrando en su cuarto-¡con permiso!
—¡Ya entraste, imbécil!—le dijo golpeándolo.
—¡No me pegues cara moco!—ella resopló sentándose en la cama.
—¿Qué quieres?—le miró con mala cara, él se sentó a su vera.
—¿Cómo estás?—un rostro serio en Bakugō era bastante inusual, ella suspiró.
—Bien, realmente no tengo nauseas, mi cuerpo no sufre temblores, y puedo entrenar con normalidad—observó las palmas de sus manos—los doctores me han dicho que las tóxinas en mi cuerpo están siendo removidas, por lo que no necesitaré tomar médicamentos a partir de ahora, simplemente debo acudir a las revisiones y dejar que tomen análisis de los componentes en mi sangre, inyectar los protectores, y no hay mucho más.—Katsuki miraba al frente con las manos en los bolsillo, y su ceño fruncido.
—Supongo que eso está bien.
—Lo está—ella le miró de reojo—Katsuki—él la miró—gracias por ser mi amigo.—él no respondió a eso.
—Sobre la pelolejía...—el Rubió cambió de tema.
—Todo está bien.—sonrió con tristeza la rubia.
—¡No lo está!—replicó el contrario—me rechazó—Reika le miró con seriedad—pero eso no significa que tu no debas confesarlo.
—Confesar—ella sostuvo sus manos con fuerza—he sido su amiga durante mucho tiempo, estoy segura de que Tora lo sabe.
—¿Qué dices?—la miró confuso.
—Quiero decir, ya lo sabes, ella es realmente inteligente—resopló—estoy segura de que ella sabe perfectamente lo que siento, tan solo, está siendo amable conmigo.
Katsuki se mantuvo en silencio, observó su perfil, en su tez blanca no se percibe color que entregue brillo a su rostro, sus ojos azules observaban el techo con serenidad, con seriedad.
—Rei.
—Dime bombita.—sonrió ligeramente, se reflejó en su frente una vena, pero se mantuvo tranquilo, en cierta forma.
—Incluso si ella es la mayor genio en la historia, debes decírselo, sino no podrás pasar página.
—Dice el que golpea a su amor platónico.
—Fue un ligero golpe—chasqueó la lengua—a ese tipo debía golpearlo más fuerte. —Reika se río, y observó con una sonrisa a Bakugō.
Un mutismo cambió el almbiente de la habitación, sin duda era un asunto complicado, un asunto que debería tener un final, independientemente del resultado.
Los días pasarón, las clases habían trascurrido sin cambios, a excepción de un entrenamiento sorpresa entre las dos clases, las cuales se habían tenido que enfrentar, demostrando las diversas capacidades de los participantes. En esta ocasión, solo la clase A había sido escogida para el entrenamiento especial en Mokuzai, algo que tenía una fuerte energía en los alumnos del aula, dado que llevaban un tiempo sin recibir esa clase de entrenamiento, siendo la última vez, la visita a las montañas a principio del primer año.
El sendero a la aldea era escarpado y ciertamente existía cierta complejidad el poder conducir por ese intento de carretera, la arena se dispersaba con cada movimiento del alargado vehículo, nublando las vistas elevadas del lugar.
—¡¿Por qué es tan rocoso este maldito lugar?!—exclamó Reika nerviosa por los constantes movimientos bruscos del autobús a causa del camino.
—Rei, no hace falta que aprietes tan fuerte mi brazo.—se burló Tora, la rubia estaba completamente agarrada a su brazo derecho, le había pedido estar en el pasillo por si se mareaba, ahora se añadía el miedo a mirar a través del alto lugar.
—¡Tora!—exclamó entre llantos, a lo que su amiga acarició su cabeza con la mano contraria.
—¡Vamos, Rei-rei!—Mina se asomó desde el frente de sus asientos—¡esto es como ir a una aventura!
—¡Es como ir hacia las puertas del infierno!—lloriqueó, Mina pensó que era adorable porque se veía un pequeño temblor en su cuerpo, recordándole que la chica era similar a un conejo.
—Reika-chan—la llamó Yaomomo—si padeces de mareos, tengo medicamentos para ayudarte.—la pelinegra intentaba sostenerse entre los asientos para hablar con ella, había traspasado mitad del autobús para llegar a su vera, dado que se encontraba detrás de todo.
—Gracia Momo-chan...—lloró agradecida, Tora suspiró.
—Me pregunto que clase de entrenamiento nos espera en este lugar.
—¿Por qué lo dices?—preguntó Mina desde su posición.
—¿No os parece un sitio...?—Tora fue interrumpida, por un repentino movimiento, Mina se golpeó la cabeza contra el asiento delantero y Tora pudo frenar el golpe brusco de Reika y ella.
—¡Maldición!—exclamó Sero—¡Aizawa-sensei!—replicó, la cola de su compañero karateca le había golpeado en el rostro.
—Tranquilos, el viaje ha finalizado, hemos llegado.—se pronunció mientras bajaba del vehículo.
—Porfin, pensé que moriría.—dijo Uraraka, la cual se acercó a Reika y Tora para saber si la primera se encontraba bien, la segunda le sonrió.
—Pensé que Reika me cortaría el brazo.—se burló, frotando el mismo.
—¡Tora!—le regañó, ambas rieron, disponiendose así a bajar del autobus, cuando todos los presentes bajaron se encontraron con un sendero que se dirigía al interior de un bosque, desde ese mismo camino apareció un pequeño anciano que se dirigió hasta su posición, sus ojos era grises y afilados, no tan grandes como los de Katsuki, no tenía cabello y una larga barba blanca colgaba de su mentón, evitando que llegase al suelo, cayendo como una cascada, a su vez, en su mano derecha portaba un bastón, Tora dedujo que era de roble, en el, yacía una piedra preciosa de color rojizo, la pelirosa la observó atenta, curiosa por la energía que le transmitía.
—Bienvenidos, jóvenes aspirantes.—se pronunció, su voz era grave pese a su tamaño, no portaba un tono amable, sin embargo, tampoco parecía que el hombre sintiese desagrado por los presentes.
—Gracias por recibirnos, señor Moku.—Aizawa se inclinó ligeramente ante el anciano, devolviendo el gesto su contrario.
—No se preocupe Aizawa-sensei, siempre es un honor recibir a los estudiantes de la Yuei, después de todo, nos salvarán de grandes desgracias—el hombre observó a los presentes, y por alguna razón de su boca salió un bufido, el cual no fue bien recibido por los alumnos y alumnas—seguirme.
Se adentraron en el camino por el cual el hombre apareció, caminando en orden detrás de él.
—Es importante que no os detengais, y no perdáis mi paso, en este lugar es muy fácil perderse.
Tora observó a su alrededor, solo había árboles, y el sendero creado por humanos parecía no acabarse, era como observar un cuadro hermoso durante un largo tiempo. Todos parecían impacientes por el nuevo entrenamiento, pero conforme el tiempo transcurría se sentían más agotados, es como si estuviesen corriendo una gran cuesta, sin embargo, parecía un sendero sencillo, como si de un paseo se tratase. Tora soportaba el agobio del paso creado por el anciano, el cual, por mucho que caminase, no asemejaba reflejar agotamiento, pese a ello, todos los presentes caminaban de forma agitada, incluso al furioso de Bakugō parecía costarle soportar el trayecto.
—¿Cuánto tiempo llevamos caminando?—preguntó Kirishima—creo que voy a morirme.
—Te apoyo hermano, se siente como si hubiese hecho una maratón.-habló Kaminari.
—Tan solo han pasado 20 minutos.—respondió Yaomomo, lo cual hizo que todos los presentes la observasen sorprendidos.
—¡Eso es imposible!—exclamó Uraraka.
—He corrido durante horas sin agotarme.—comentó Todoroki.
—Eso no es ni medio normal, Todoroki.—sonrió con nerviosismo Kaminari.
—¡Necesito un descanso!—exclamó Mina, cayendo derrotada al suelo.
—Incluso la hiperactiva de Mina necesita un descanso, increíble.—añadió Kyoka.
—¡Hey!—replicó ella algo molesta.
—No podemos descansar, sino caerá la noche.—los aspirantes observaron al anciano, el cual se mantenía firme sobre su bastón.
—Usted no parece casado.—mencionó Tora observándole.
—Caerá la noche si dejo que ustedes descansen, deben moverse.
—¿Cuán lejos está el pueblo?—preguntó Midoriya, incluso él, que pasaba horas entrenando, se sentía agotado.
—No muy lejos, pero si se detienen nunca llegaremos.
—Si tan cerca está, podrán descansar un rato, ¿cierto?—Moku observó de reojo a la pelirosa.
—¿Estás cansada?—Tora le miró con recelo—me sorprende que no estés agotada.—musitó mientras retomaba su caminar, algo se sentía extraño acerca de Moku, pero Tora no podía ir señalando las rarezas de otras personas.
Al cabo de veinte minutos más llegaron al pueblo, pudieron saberlo una vez vieron pequeñas casas grisaceas y similares entre sí, tenían tejados de paja, algo no muy común en la actualidad, los alumnos de la Yuei sintieron que habían viajado en el tiempo. El suelo estaba rodeado de muros, los cuales estaban cubiertos por ciertos símbolos desconocidos para muchos de los presentes, el color del suelo era realmente peculiar.
—Hemos llegado, bienvenidos a Mokuzai.—su monotonía era notoria, ni mucho menos se sentían recibidos.
—Es una aldea muy peculiar.—dijo en voz alta Tora, el anciano la miró fijamente.
—El suelo—Midoriya sostuvo entre sus dedos la arena—todo el suelo de la aldea está cubierto de arena de color azul.
—Así es.
—¿Por qué?—le miró.
—Sirve para rejalar a los aldeanos, todo aquel que esté dentro del perímetro recibirá propiedades naturales en su cuerpo, la arena azul sirve como puríficante del alma.
—He leído muchos libros sobre temas espirítuales, pero nunca escuché algo así.—comentó Tora, a lo que el anciano la evitó.
—Bueno, síganme, ya se hace tarde y deben saber donde dormirán.—todos se miraron entre sí, ese hombre era realmente extraño.
—Disculpe anciano—habló Mineta, cubierto de un aura de flores—¿hay aguas termales?
—Sí, están al aire libre.—contestó con desinterés.
—¡¿Aire libre?!—exclamarón Kaminari y Mineta, comenzando a girar sobre sí mismos.
—Son idiotas.—pronunciaron las chicas al unísono, Reika tocó los hombros de ambos con una sonrisa en su rostro y los electrocutó ligeramente.
—Se lo merecen.—dijo Uraraka.
—Escoria de la sociedad.—añadió Kyoka.
—Que poca clase.—dijo Yaomomo, todos los presentes comenzaron a caminar detrás de Moku, dejándo atrás a ambos compañeros.
—Para ser casas pequeñas, tienen este grande almácen.—comentó Reika mirando el interior con ambos brazos cruzados.
—Sí, aunque me pregunto para que tiene este lugar.-—comentó Tora tomando sus ropas de dormir de la mochila, Reika imitó sus movimientos.
—¿Comida tal vez?
—Me pregunto.—añadió Tora, ella la miró confusa.
—Bien—Aizawa llamó a los presentes con unas palmadas—tomen sus ropas de cambio y sigan las indicaciones de la señora Moku.
Todos mostraron un signo de interrogación, dado que no podían ver a esa tal señora Moku. Mientras el azabache se apartó mirando detrás suya, descubriendo a una señora del mismo tamaño que el anciano.
—¡Buenas!—exclamó ella seria.
—Disculpe.
_No te preocupes joven, suele pasarme a menúdo—un aura oscura circulaba a su alrededor, sin duda su estatura parecía un problema para ella-bien, las muchachas vengan conmigo, las guiaré a los baños, mi marido os guiará a vosotros más tarde.—Indicó a los chicos de la clase A, todos asintieron.
—Tch—Mineta chasqueó su lengua en gesto de desaprobación—maldita vieja.
—¿Has dicho algo muchacho?—él negó sudando ante el aura de la señora, ella comenzó a observar a las alumnas las cuales estaban en fila sosteniendo sus cosas mientras esperaban la guía de la anciana—sin duda—comenzó a caminar de izquierda a derecha—ustedes serán buenas madres.—alzando un pulgar, los cual provocó ciertos sonrojos.
—¿Nos va indicar donde está el baño o a aprobarnos para tener hijos?—ante la aptitud de desafío de Tora, la señora se acercó y observó de cerca su rostro, ella parecía algo sorprendida, algo que extrañó a la pelirosa.
—Debemos irnos.—y comenzó a ir en la dirección contraria, algo que extrañó realmente a Tora.
—¿Tengo algo en la cara?—preguntó a la rubia, la cual negó.
Tras una intensa evaluación por parte de la señora Moku, los presentes se encontraban en los respectivos vestuarios divididos según el sexo de cada estudiante. Por el camino los/as alumnos/as se habían fijado en la serenidad que transmitía el paisaje, era común a simple vista, pero no importaba en que dirección viajaran sus orbes, siempre se detenían en esa arena, la misma que cubría todo el suelo, aunque tan sólo los analistas del grupo podían notarlo.
En el vestuario de las muchachas el suave olor a flores se esparcía por la humareda de vapor, las alumnas habían desnudado sus cuerpos y dispuestos sus uniformes en las hermosas cestas de mimbre hechas a mano, hacía ya un tiempo que Tora no estaba portando el pendiente que compartía con Reika, aquel que había pertenecido a su "hermana mayor". Esas dos palabras le hacían recordar a sus cosanguíneas, ¿estaría bien Ai? ¿Shiori se encontraría a salvo con su padre como le habían afirmado?
—¿En qué piensas Tora-chan? —Yaomomo se encontraba a su vera con el pelo recogido, para la pelirosa era agradable escuchar la dulce voz de Momo, era como una suave caricia en los oídos. Ella no era del tipo que alzaba la voz por cualquier cosa, más de una vez, por su cabeza, habían surgido pensamientos halagadores acerca de su persona. Era una joven que desprendía serenidad y formalidad, haciendo que su compañía se sintiera verdadera.
—Pensaba en mis hermanas.—se sorprendió de su sinceridad, aunque últimamente no le costaba tanto. Momo se vió ligeramente sorprendida incluso feliz, dado que Tora se encontraba compartiendo sus pensamientos, y eso ocurría rara vez.
—Escuché de Reika-chan, que tu hermana menor estaba tomando tutorías de estudios básicos de héroe.
—Aizawa comentó algo, dijo que él se encargaría, que como una adolescente debería dejar a los adultos hacer su papel y yo el mío.—Momo se mantuvo en silencio durante unos breves segundos.
—Pienso lo mismo—Tora hizo contacto visual con ella—Tora-chan siempre ha sido el tipo de persona que corre a salvar a los demás, por ende, lo más adecuado es que permitas que los adultos se hagan cargo. No es tu obligación salvar a todos.
—No lo es. Solo que... —suspiró, ella rescató el agua entre sus manos—sentí, que si no concedían mis deseos, debía ser yo quien los cumpliera.
Momo se mantuvo en silencio observando a su compañera, por un instante comparó su vida con la de pelirosa, ella había tenido tantas comodidades que tan siquiera podía contarlas con los dedos de las manos. Pero... ¿qué había tenido Tora? ¿Había tenido a su madre en alguna noche tormentosa para refugiarse en sus brazos? ¿Recordaba la calidez de una familia? ¿Tan siquiera podía mantener en su memoria la sonrisa de su padre?
Momo no pudo evitar abrazarla. No pudo evitar sentir una tristeza desmesurada al pensar cuan injusta era la vida, ella había tenido todo, incluso si no pudiera ver demasiado a su madre, pero su amiga, estuvo tanto tiempo sola.
—¿Momo?—la muchacha intentó encontrar su mirada, pero era tarde, los delgados y largos brazos de la morena la estaban envolviendo con suma delicadeza.
—¿Tora-chan?—la nombró dulcemente.
—¿Sí?
—Hagamos muchas cosas juntas.—Yaomomo reprimió unas lágrimas.
—¿Sí?—contestó Tora mientras reía suavemente. La morena la soltó y le sonrió.
—Estoy leyendo una novela nueva, ¡seguro que te gustará!
—¡Claro!—sonrió la contraria—beberemos té de jazmín.
—¡Sí!—Momo estaba feliz de poder congeniar con Tora.
Tora estaba feliz de tener tan buenas amigas.
Ella se sentía una chica con suerte desde que entró en Yuei.
—Querido.—su esposa lo observó con paciencia, el hombre se encontraba sentado, sus piernas formaban parte de un asiento invisible que mostraban una imagen de completa firmeza.
—Son apenas unos conejos saliendo de sus madrigueras por primera vez.
—Incluso los conejos son peligrosos si no les tomas atención. ¿Acaso no se comieron las cosechas el año pasado? —el hombre elevó su rostro, el cual se bañaba con la luz de la luna.
—Me preocupa más ese pequeño tigre.
—Un tigre sin sin garras, es un mero felino. Ella debe cumplir o esos muchachos no tendrán futuro al que agarrarse.
¡PLUS ULTRA!
Se siente bien regresar después de un tiempo. ¿Cómo se encuentran?
Una vez más, disculpar la espera, espero os guste este nuevo capítulo. No he podido añadir el título de este nuevo capítulo por problemas con la edición, espero que me disculpen.
Nos encontramos en Mozukai, un pueblo que tiene como significado los árboles en sí. Esta pequeña aldea en la montaña, de aire húmedo, y filosas rocas, es un paraje meramente habitado por ciudadanos misteriosos.
¿Qué hayarán nuestros queridos héroes?
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