«Mentira piadosa».





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La ciudad había sido envuelta en la oscuridad, unas pocas farolas iluminaban las calles principales dejando en las sombras los callejones llenos de basura y humo, una pequeña niña se encontraba arropada con una manta, junto a ella una joven de apenas dieciocho años la cual estaba a su vera, comiendo una manzana.

—¿Cuál es tú nombre?—la adolescente de cabellos azabache se dirigió a ella con una sonrisa, la niña de cabellos magenta seguía observando el cielo estrellado como si no pudiese escuchar nada más. La muchacha la observaba detenidamente con una sonrisa, por alguna razón la niña atrapaba por completo su atención.

—¿Te gusta el cielo?—preguntó la de cabellos oscuros mientras terminaba su alimento, la niña la miró de reojo, mostrando por primera vez una reacción.

—¿Te gusta esa manzana?—preguntó monotona la más joven, la contraria comenzó a reír y giró su cuello de cara a la niña—Para nada, está prácticamente podrida.

—¿Entonces por qué la comes?—preguntó de forma rotunda la menor, la adolescente apoyó los codos en sus rodillas, sostenía la manzana en su mano derecha, mientras que a su vez le daba vueltas, observándola seriamente.

—Porque no tengo comida, ¿no es obvio?

—Robala.—contestó con simpleza la niña, la muchacha rió con un tono apagado.

—Eres una cría despiadada—dijo la azabache mirandola—quiero ser una heroína, no quiero hacer el mal.—la niña se sorprendió ante su respuesta.

—¿Quieres ser como ellos?—la pequeña apretaba con fuerza la manta que la envolvía—¿Los mismo que permiten que estemos en estas calles?—la muchacha miró detenidamente a la niña, los ojos magenta de ella parecían estar bañados en la completa oscuridad, semejante a los callejones de los barrios bajos, la adolescente sonrió gentilmente mientras acariciaba su cabellera magenta.

—¿Quién no querría ser la luz?—en ese instante el corazón de la niña comenzó a revolotear. Tora amaba que su cabeza fuera acariciada con dulzura, se había vuelto su gesto favorito.

La clase A parecía estar de luto, una de sus compañeras de clase no daba señales de vida, junto a ella Todoroki, el cual llevaba faltando a clases desde hace más de una semana lo que todo parecía apuntar a que algo había pasado entre ambos. Pese a ello Reika, comenzó a asistir a las clases y entrenamientos incluyéndose en el grupo como una más, lo que hacía a todos especialmente felices, a excepción de alguien, un rubio de mirada atroz con un humor de perros. No podía aceptar que una villana fuese uno de sus compañeros, pero en el fondo lo que no podía pasar por alto era esa estúpida relación afectuosa que tenía con la de cabellos magenta. 

Los días pasaban y se acercaban los exámenes de licencias provisionales de héroes, todos estaban enfocados en sus entrenamientos individuales y grupales. El tiempo pasó y una semana antes de los exámenes, una noticia llegó a los oídos de los alumnos de la clase A;  Takahashi Tora había sido asignada a un entrenamiento especial. Reika al enterarse de la noticia corrió a encontrarse con su amiga, la cual ya se había desvanecido junto a sus cosas, al día siguiente Todoroki regresó a clases, al instante fué informado de la situación de la de cabellos magenta, durantes los días posteriores al exámen Shoto parecía mostrar un desasosiego, aunque él lo negara. 

Mientras, a las afueras de la gran ciudad, concretamente las montañas, una joven enfurecida golpeaba sin control la gran arboleda que la rodeaba, haciendo así que esta ardiese y el humo llegase al extenso cielo azul que la cubría esa mañana. El poco césped que quedaba ya no se divisaba a la redonda, aunque eso ahora mismo a la de cabellos magenta no le interesaba.

—Antes este bosque estaba repleto de belleza, te estás cargando mi jardín personal.—dijo Suzume con sorna, la adolescente río sarcásticamente.

—Entonces, entrename.—contestó ella en forma de réplica.

La mujer observó a la muchacha de reojo; el aspecto de ella era desfavorable, estaba bañada en sudor, su cabello el cual había crecido las últimas semanas estaba realmente enredado, a pesar de que su anatomía por completo se había tonificado, sin embargo, observando su rostro, pálido y sin vida, el resultado del análisis volvía a ser el mismo, la muchacha debía detenerse.

—¿Tienes ganas de vomitar?—preguntó la mujer, mientras se alejaba de ella. La muchacha respondió con un rotundo "No".

—Fantástico, entonces sigue haciendo lo que estuvieses haciendo.—contestó Suzume con tono neutro.

La joven querría golpearla en este instante, sin embargo, al instante cayó debilitada al suelo, después de todo su cuerpo llevaba activo tras una larga jornada. La mujer suspiró, regresó a la posición de la aspirante a héroe y la cargó en sus hombros, llevando el cuerpo delgado de la chica hasta su hogar, una casa rústica de agradable estética.

Ya pasada la tarde, un agradable olor llegó hasta las fosas nasales de la muchacha, despertando la de su sueño, procedió a incorporarse observando a su alrededor, analizando lo que posiblemente habría pasado con ella, una vez más se había desmayado tras forzar su nueva habilidad. Suspiró agotada intentando levantarse, lo logró tras mucho esfuerzo y diversas posturas incómodas debido a las quemaduras  en su piel, efectos secundarios los llamaban. Comenzó a caminar por el estrecho y largo pasillo de madera beis fijándose en los cuadros familiares de diversas formas que se encontraban esparcido por la pared de color amarillo. Una mueca y u intento de risa, que apenas había durado unos segundos se había ocultado en la oscuridad del hogar, negó con la cabeza intentando no disgustar por milésima vez.

Mientras sus pequeños pasos resonaban con el sosegado sonido de la madera, inició uno de sus miles pensamientos, la situación actual de su historia comenzaba a enredarse, su vida comenzaba a ser aún más hilarante. Odiaba todo eso, odiaba a la mujer que se supone que debía entrenarla y con ella a toda su familia, pero lo que más odiaba era su propio nacimiento, ¿cuál era la razón de su existencia?

Por primera vez en toda su existencia, se arrepentía de estar con vida.

—Nee-chan.—una suave y ligera voz se pronunció a su lado derecho, se encontraba la niña de ojos ámbar y  cabello corto oscuro como la noche, la infante se encontraba escondida detrás del marco de su dormitorio mientras que los volantes de su detallado vestido blanco danzaban ligeramente con la brisa que atravesaba su ventana. El tipo que a Tora no le desagradaba, le recordaba a los viejos tiempos, sin embargo eso no quitaba su incomodez.

—¿Qué quieres?—preguntó seca, no estaba de humor, aunque bueno, últimamente parecía no estar nunca de buen humor. La niña parecia reprimirse tras su contestación, pero aún así habló.

—¿Querrás cenar ahora con nosotros?—un puchero se asomó en los labios de la niña, la joven estudiante de héroe se sorprendió ante la insistencia de la niña, habían pasado semanas desde su llegada y desde el primer día seguía preguntando lo mismo, con una constancia que comenzaba a volverse irritante, y que sin duda le parecía extraño a Tora.
No comprendía porque se empeñaba en ello. La joven suspiró dirigiéndose a la cocina, la niña sonrió, a lo que por fin parecía ser un sí ante su pregunta.

Al llegar al amplio comedor todos se sentaron en las sillas rústicas, era una cocina de estilo americano, con tonos negros y blancos y paredes de piedra, el suelo era de madera y combinaba a la percepción con todo lo que creaba la decoración. La mesa cuadrada de madera reunía a los cinco miembros, dos cabeceras, el marido de Suzume; Satoru, un hombre corpulento de cabellos blancos por genética y ojos ámbar, él hombre no poseía peculiaridad, las otras dos sillas eran ocupadas por sus mellizos de cinco años, Shiro el niño y Shina la niña. El primero el cual era la viva imagen de su padre parecía no haber mostrado su peculiaridad, al contrario que la menor, su habilidad le permitía desplazar cualquier tipo de objeto, aunque por ahora de poco peso, a través de pequeños agujeros que estaban localizados en una segunda dimensión. Tora los había analizado lo máximo posible, más de lo que hubiese debido. Después de todo ellos ahora eran su familia. Ella obtuvo un vaso de agua, el cual parecía llevar un tiempo en la mesa, bebió el líquido y miró a la mujer con unos ojos que reclamaban respuestas. Se acabó la espera, quería saber la verdad, su verdad.

—¿Me contarás cómo es posible que tuviese una tía que nunca se molestó en buscarme?—su voz era firme e imponente, la pregunta destrozó por completo el silencio que pretendía crearse en la tranquilidad de la cena, los niños observaban la situación callados, mientras que comían, al igual que su marido, este tenía un semblante sereno, cómo si estuviese apartado del lugar, algo que había notado Tora es que en este hogar la que parecía manejar todo era Suzume. Es por ello que su familia parecía estar al margen de todas sus conversaciones. La heroína profesional de cabellos rosados la cual procedía a sentarse la observó detenidamente, como siempre con una postura formal, digna de un ejemplo puro de mujer japonesa sirvió el plato de la muchacha y comenzó a hablar.

—Pensé que querrías crear un incendio forestal y que no querías escucharme...—contestó con simpleza mientras se sentaba y servía a sí misma. Otra cosa que Tora había aprendido es que Suzume parecía tener una lengua de oro con todo, siempre tenía una contestación.
La joven chasqueó su lengua, y alzó la voz.

—¡Eso es porque tu me mentiste!—dijo mientras se levantaba golpeando la mesa con fuerza, la adulta la miró con insistencia.

—Porque sabía que responderías así, y en el momento en el que pude aparecer ante tí, tenías muchos problemas. ¿Ahora dejarás que te explique?— Tora la miró con el entrecejo fruncido, con ella parecía volver a su tiempo de infante, sin duda este  momento se defineria pataleta, aflojó el agarre de sus puños y calmó su cuerpo por completo, se sentó de golpe y asintió.

—En el momento en el que mi hermano, tú padre se casó con tu madre, supe que él estaba perdido. Aunque no se lo impedí ya que él siempre actuaba con el corazón y la mente. Mis padres nunca estuvieron en desacuerdo, pero en cuanto vosotras llegasteis al mundo la preocupación llegó ante ellos. Tú madre os heredó una sangre muy peligrosa, de alguien que no debería seguir con vida según mi juicio.

Tora la miró con confusión, pensó en interrumpirla, pero la mujer alzó su mano.

—No interrumpas a tus mayores.—la joven chasqueó su lengua, últimamente Tora no tenía paciencia.

—Entonces continúa anciana.—Suzume resopló, intentó no castigar a la chica, pero lo pasó por alto.

—Vuestra madre tenía ataques, pesadillas tanto de día estando despierta como de noche estando dormida, se volvía violenta durante una temporada y después regresaba a la "normalidad", sonriendo como normalmente hacía, o eso podía ver en mis visitas o según las descripciones de mi hermano.

Tú padre lidiaba con todo ello, mientras que intentaba cuidar de su frágil esposa y os criaba, lo pudo ocultar durante una larga temporada, pero comenzó a ser constante, tu madre ya no podía estar sola, mientras Izanagi estuviese ella tenía un equilibrio, pero ella regresó a su estado inicial cuando...

—Papá desapareció—interrumpió Tora—lo dieron por muerto en aquella misión y mi madre empeoró, lo sé. Esos ataques que tú dices, yo sabía de ellos desde que tenía consciencia, después ella la tomó conmigo.

—Entonces era verdad, aunque nunca la creí capaz.

—¿Te refieres a que comenzó a dañarme?— preguntó Tora, rió sarcasticamente y miró a los mellizos de su tia—¿Crees que es bueno hablar de estas cosas delante de unos críos?—la de cabellos rosados rió.

—Tú tuviste la edad suficiente para vivir en la calle, es por ello que deben estar acostumbrados a este tipo de cosas, soy una heroína profesional deben conocer la verdad sobre el mundo, viven a salvo pero son conscientes de la razón por la cual pueden ser felices; tener un techo, una cama, comida, unos padres, e intento que valoren todo ello.

Tora sintió una punzada en el pecho, esos niños habían sido bien criados si cumplen con esa descripción. Sus hermanas y ella... ¿serían así si sus padres continuaran a su vera?

—Si tú sabes todo eso... ¿por qué no fueron a buscarme?—la miró con seriedad.

—Mis padres están jubilados y viven muy lejos de aquí, no saben nada, tú abuelo padece del corazón y no sería bueno darle más disgustos. Sobre mí, debo decir que siempre viajo y cuando me informaron que mi hermano había desaparecido junto a sus dos hijas, y que tú te encontrabas en las calles sola por culpa de tu madre, me vi envuelta en un pozo sin luz. Nadie supo de tu paradero hasta que te encontraron hace unos meses en las calles enfrentándote al asesino de héroes. Cuando vi tu foto en los archivos de la academia Yuei, sentí que mi pecho explotaría.

—Espera ¡¿mis hermanas?!—Suzume la miró, Tora no apartaba la mirada, presionando con fuerza a su tía.

—Los de la academia te dijeron que tú padre...seguía vivo—ella asintió—una de tus hermanas sigue con él, la otra sigue desaparecida.

Tora sentía que su cabeza explotaría, cerró sus puños y ojos con fuerza, ignorando la realidad. Shiori estaba con su padre, no se había escapado simplemente de casa, ahora todo encajaba.

—¿Cuál de ellas?

—Ai.

Tora llevó las manos a su cabeza, agarró su cabello con fuerza, intentando no llorar, su hermana pequeña, la menor de las tres, la misma que según las autoridades había muerto calzinada en aquella misión de rescate.

—¿Por qué Ai? Ella es—tragó el nudo que intentaba salir a toda costa— tan pequeña, casi no podía calzarse sus zapatos, ¿cómo podría sobrevivir sola?

Su tía se contuvo, manteniendo su postura. Incluso para ella, era algo difícil de tratar, sabía que una adolescente que había intentado sobrevivir en calles llenas de maleantes, asesinos, ladrones entre otros engendros no podría ver el lado positivo a esta noticia.

—Ai tiene una peculiaridad realmente peculiar, si se usa para hacer el mal es altamente peligrosa. Es por ello que tú padre sigue buscando entre las sombras.

—Entonces, ¿papá está con Shiori en paradero desconocido, y mi hermana pequeña está desaparecida de cualquier persona que pueda ayudarla?—la heroína asintió con seriedad—Yo solo fui abandonada por mi madre, y vosotros estuvisteis buscandome. Mi padre desapareció junto a mi hermana mayor para buscar a mi hermana menor—la adulta asintió de nuevo—sin embargo, eso quiere decir ¿que estuvisteis en contacto con mi padre? ¿Por qué él no me dijo nada?

—No lo sé, lo único que tengo conocimiento es que hasta hace unos meses sabíamos de su paradero, sin embargo perdimos su pista por completo en una de las ciudades cercanas. Nada de Izanagi, nada de Shiori. Por alguna razón, es como si él quisiera desaparecer del mapa, y casualmente coincide con tu aparición en escena.

—¿Qué intentas decirme con eso?—preguntó la joven de cabellos magenta.

—Creo que tú padre espera algo de tí. Aunque no se el que, lo que estoy segura es que después de tu secuestro quedó claro algo.—la mujer enlazó sus dedos y piernas mientras observaba a la joven a su cargo.

—¿Qué es?—preguntó ella con preocupación, por hoy, bastaban los disgustos.

—Debes fortalecerte, ahora que ese hombre sabe que tienes una segunda peculiaridad, querrá ambos poderes en su conjunto, no te permitirá respirar hasta que sean suyos.

—¿Hablas de All For One?—Tora la miró con nervios, sentía sus manos sudar. Aún podía recordar la sensación de pánico que tuvo al ver ese hombre, al intentar ser tocada por ese sujeto.

—Si, él quiere tus habilidades, de la misma forma que siempre deseo las de tu padre.

Tora se detuvo a analizar el comentario de su superior, apretó sus puños.

—Es igual a la de mi padre, ¿es por ello que el desea obtenerla?

—Es mucho más que eso, tú peculiaridad es más de lo que crees, unida al viento, puedes ser invencible.  El fuego fatuo es poderoso, y pensar que todo este tiempo tú cuerpo quería hacerlo surgir. La mente es increíble, intentar bloquear su existencia.

Tora tragó en seco, siendo sorprendida por ese comentario.
La mujer adulta suspiró, y sonrió con gentileza.

—Come, mañana a primer hora comenzaremos con tu entrenamiento. Para cuándo regreses a la U.A, serás la mejor de la clase.

—Cuando regrese...—decaida, Tora observó su plato. ¿Cómo miraría a todos cuando volviese? Suzume la observó de reojo, entonces su marido habló.

—¿Te preocupan tus amigos?—la voz grave de él, le hizo sentir cierta nostalgia, le recordaba a la voz del bicolor, grave y ligera, tranquilizadora. Ella asintió.

—¿Qué debes hacer cuando un amigo te miente?

Todos la observaron neutros, hasta que uno de los mellizos, Shiro, empezó a reír.

—¿Acaso vas a preescolar? Si no te gusta dilo.

Tora se sorprendió, fue una respuesta sencilla, pero sintió que era algo vital. Tomándose en serio la respuesta del niño contestó.

—Se lo dije, pero dañé sus sentimientos.—miró hacía un lado.

—¿Qué le dijiste?—preguntó la niña curiosa. Tora hinchó su pecho y suspiró mirando a sus manos, las cuales ahora estaban colocadas en su regazo.

—Que lo odiaba.

Todos se quedaron en silencio.

—Entonces pídele perdón.— ambos niños hablaron al unísono, porqué respuestas tan simples hacían tanta mella en su forma de ver las cosas.

—Pero ¡pero él me mintió y no es tan fácil!

—Él creó una mentira piadosa.—Satoru habló, mientras recogía los platos. Tora clavó su mirada en sus movimientos.

—¿A qué te refieres?—Satoru miró a la joven para a continuación posar sus ojos en su esposa, ella suspiró. ¿Cómo alguien con semejante capacidad para crear estrategias era tan corta para situaciones tan simples?

—No me mires así, se lo iba decir.

—¿Decirme el qué?—preguntó ella, comenzaba a irritarse por tantos secretos.

—Aunque no lo creas el famoso número dos, Endeavor tenía otro hijo, en total cuatro.—dijo mostrando sus dedos.

—¿Otro? No comprendo, ¿no eran tres chicos?—preguntó, aunque no entendía el porqué de su respuesta.

—Endeavor tiene una hija, Fuyumi y cuatro varones; Tōya, Daichi, Natsuo y Shōto.

—¿Daichi?—preguntó la adolescente.

—Su segundo hijo, él desapareció.—contestó mientras entregaba el plato y cubiertos a su marido, sonriendole.

—¿Y qué le sucedió?—los niños se levantaron al ver un gesto de la madre, dirigiéndose a su dormitorio. Suzume volvió a depositar su atención en Tora.

—Segun Endeavor el muchacho se desvaneció, aunque mi hermano me contó que él era un hombre de carácter y convicciones fuertes, lo que ahora sé de primera mano. Seguramente el muchacho se cansó de sus rigurosos mandatos.—cerró sus ojos y balanceó su mano derecha, en señal de desprecio.

—Es decir no aguantaba vivir bajo el mismo techo que Endeavor y se escapó.—añadió la de ojos magenta, la mujer asintió.

—Izanagi lo ayudó en su búsqueda, pero nunca lo encontraron.

—Entonces, ¿papá y él eran compañeros de trabajo?—ahora ella sentía cierta curiosidad.

—Sé que es difícil de creer, pero tú padre y Enji eran amigos, los más cercanos desde la niñez. Con el tiempo se distanciaron, hasta que su relación acabó en el olvido.

—Pero...¿por qué me cuentas todo esto?

—No pretendo defender al muchacho de Enji pero, su mentira no viene del engaño, seguramente él solo intentaba protegerte de la verdad.

—¿Crees que Shōto quería esconder la verdad sobre papá para que no saliese herida?—preguntó seria, la mujer asintió, Tora parecía mas calmada. Si su mentira iba cargada con esos sentimientos, no podía culparlo del todo.

—Es curioso como la verdad puede tranquilizar tú corazón ¿cierto?—Tora la observó con tristeza.

—Yo solo...—musitó para sí misma.

—Pero también es curioso, como la mentira crea ira en tu corazón si se trata de alguien querido. Dime, ¿ese chico te gusta?—la simpleza en su tono de voz ante la pregunta fue difusa para la adolescente, ¿qué le pasaba por la cabeza a su tía?

Tora la miró con ojos vagos.

—¿Qué? ¿Gustar?—la azabache asintió— Shōto me agrada, sólo es eso.

—Le llamas por su primer nombre.—añadió ella mientras la sonreía con picardía.

—Porque somos amigos.—contestó incómoda.

—¿Llamas a todos tus amigos por su primer nombre?—definitivamente Tora ya estaba molesta.

—No, pero con él es diferente—recordó al pelo verde— también llamo a Izuku por su nombre.

—Midoriya Izuku.—pronunció la mujer, analizando nuevamente.

—Sí y Todoroki Shōto. ¿Qué problema hay?—Tora intentó ser sarcástica, siguiendo su juego.

—Eres igual que tu madre en ese sentido.—suspiró ella, Tora se removió en la silla, a lo que la mujer la observó con seriedad, notó su malestar—Escucha, no quería incomodarte, sólo...me gustaría saber más sobre tí, soy tu tía al fin y al cabo.

Tora asintió y comenzó a hablar, cambiado el tema.

—Shōto es diferente, es serio pero es divertido estar con él, es muy inteligente pero es inocente con muchas cosas. Y...

—¿Y?—preguntó Suzume con una sonrisa.

—Me siento a salvo, él siempre parece estar detrás de mí para ayudarme.

—Eso es bueno, un buen amigo.—Tora asintió.

—Sobre Izuku, es un chico muy agradable, él me escuchó cuando decaí en el campamento y ser su compañera de mesa es divertido—Tora sonrió—también se portó muy bien con Reika—ella cambió su expresión automáticamente—no cómo Bakugō.

—¿Bakugō Katsuki?—preguntó curiosa la mujer, ella asintió.

—Él siempre está sacándome de mis casillas, al principio lo veía gracioso, era cómico burlarme de él y hacerle estallar. Pero me cansé, se pasó de la raya.

—¿Qué te hizo?

—Dijo "¿Si no puedes proteger tus palabras cómo vas proteger a otros?" básicamente.

—No habla mal.

—Suzume...—le replicó su marido.

—Ya, ya...—ella agitó su mano en el aire.

—Incluso sí él tuviese razón en eso, no puedo perdonarlo por hablar mal de Reika.—la expresión de Tora se volvió rígida.

Suzume apoyó su rostro en su mano derecha, su neutralidad a veces era increíble.

—Por lo que tengo escuchado, es un muchacho explosivo, es inteligente pero al ser impulsivo siempre actúa de forma precipitada, sus habilidades son buenas pero su personalidad es horrible. Un joven que admira sólo a un héroe, y el resto de personas son extras...—Suzume cerró los ojos y sonrió—tienes personas curiosas a tu alrededor, en eso si eres igualita a tu padre.

—¿Eh?

—Escucha, estoy segura de que cuando él dijo eso, solo pretendía ayudar su manera.—se levantó de la mesa y se dirigió al pasillo. Tora se levantó junto a ella.

—Gracias por la comida.—agradeció al hombre, él sonrió levemente, corrió hacia el lugar donde se encontraba su superior—¿A dónde vas?

—Un buen héroe estrena día y noche también. Siempre sabiendo cuando descansar.—la miró de reojo—Comencemos con tu entrenamiento, ahora estás bajo mi cuidado Hayashi Tora.

Tora la observó asombrada, los cabellos rosados de la mujer eran balanceados en el viento. Ese color tan cercano a su padre.

¡PLUS ULTRA!

Queridos lectores, una vez más Aware intenta sorprenderles. 
De nuevo, espero que haya sido un éxito.

Quiero sus hipótesis, y sugerencias. ¿Qué les gustaría que sucediera?

Atte. Kana-sensei ♥️

PD. Si ven algún error en este capítulo, o en los anteriores, por favor notifíquelo por comentarios, es decir seleccioné y comente. Gracias de antemano.

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