«La tormenta de arena».
[▫▫▫]
--¿Estás bien niña?--la voz suave de una mujer reclamó la atención de la pequeña; las gotas de lluvia danzantes sobre sus mejillas se fundían junto con sus lágrimas, o por lo menos el recorrido que estas habían dejado.
Se sentía fatigada, agotada, estaba harta--¿Puedes hablar?--una vez más la niña no contestó, no podía, ni quería.
--Tomaré eso como un no, rubia.--contestó con el anterior tono, la desconocida tomó con sumo cuidado a la delgada niña entre sus brazos, pero inmediatamente la pequeña emitió un alarido. Sus costillas estaban rotas, un cúmulo de hematomas yacían sobre algunas partes de su cuerpo, los cuales parecían dar una historia, entonces la de cabello negro divisó sangre entre sus andrajosos ropajes, confirmando sospechas.
--Así que tú también eres una niña de la calle.--susurró la morena mas la pequeña pudo oírlo. La expresión de su salvadora se tornó seria y fría.
«¿Ella también vive en la calle?».
Esas palabras se emitieron en la mente de la rubia.
--No te preocupes, no te haré daño--afirmó calmando las sospechas de la niña, posó su confianza en esas palabras-- no quiero comida, ni busco dinero en una enana como tú. Respira con tranquilidad--rió amargamente--intentaré cargarte hacia mi guarida.
La salvadora comenzó a caminar con ella en brazos, sintiéndose segura, la pequeña se adormecía entre su calidez.
«Su nombre... ¿Cuál es su nombre?».
Se preguntó en su mente.
--Por ahora te llamaré rubia-emitió una risa--sé que no es muy original, pero cuando puedas hablar me dirás tú nombre--sonrió grácilmente--¡Oh!--exclamó ella alegre--Me olvidé por completo, mi nombre es...
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--¡Reika!-- la rubia escuchó un grito familiar proveniente del pasillo. Se levantó con rapidez, mareándose en el proceso, llevó la palma de su mano a la cabeza, notando humedad en su rostro.
«Otra vez ese sueño».
Otro portazo resonó en la habitación a través de la puerta.
--¡Reika, abre la puerta!--esta vez ya más desvelada, se levantó y acató la solicitud de la persona externa al cuarto, encontrándose así con su querida amiga de la infancia.
--Tora...¿Qué sucede?--Reika se sorprendió de que su voz sonara tan apagada, pero no lo demostró.
--Te lo contaré por el camino, tienes que venir conmigo a los vestuarios. ¡Toma!--al decir eso, la de cabellos magenta le entregó una bolsa de cartón, tirando posteriormente de su brazo. Sin haber explicación alguna o tiempo de asimilación, Reika se vio sometida a los tirones de su amiga.
Desplazándose así por los pasillos del dormitorio para finalmente salir de él.
La rubia estaba tan abrumada que no soltó palabra alguna, hasta que su cerebro envío una orden a su boca.
--Tora, ¿A dónde vamos? ¿Porqué estás enfada? ¿Es por mi culpa?--Reika preguntó como si fuera una niña pequeña siendo regañada, una pequeña temerosa de ser odiada.
El corazón de Tora estaba destrozado, miró a Reika con tristeza, una en la que solo podría ser transmitida normalmente en su soledad cuando sus ojos rojos llenos de lágrimas no eran visibles a los demás. La de cabellos magenta negó abrazándola, la estrechó entre sus brazos con tal fuerza que estremeció a Reika, después de todo, el dolor de su "hermana" era el suyo propio. De esta forma, sintiendo el latido de la otra, Tora recibió un agradable olor a manzana de su cabello, reconfortando su ser.
--Él tiene razón, no soy lo suficientemente fuerte como para proteger a alguien-intentó no hacerlo, pero su voz temblorosa sorprendió a su amiga, Reika llevó sus brazos a la espalda de ella, contestando a su afecto, alentando a que siguiera hablando--Todo este tiempo te busqué, caminando bajo la lluvia, corrí por las calles investigando cada callejón, cada pequeña esquina en la que pudieras estar esperando por mí, esperando tal vez--tragó saliva, Tora sintió el miedo a través de su bello--que no me odiaras. Hasta que finalmente, desesperada acabé solicitando ayuda de los héroes que tanto odiábamos, para llegar al momento en que nos encontramos.
Detuvo su confesión. Apretó sus puños temblorosos, llenos de rabia y actualmente blancos, en la blusa blanca de Reika. Tora reposaba sus dedos con fuerza en la espalda de la rubia, incluso más que antes, cuanto más cerca estaba de su amiga, más intentaba aferrarse a ella, como una pequeña buscando consuelo en una madre. Continúo hablando, después de haber tragado la saliva que se creaba en exceso debido a sus lágrimas, impulsó su voz para Reika una vez más.
-All Might me introdujo en lo que yo pensaba que era la cuna de la arrogancia, en la U.A.-Reika acarició su espalda-Hice amigos, y sonreí, me divertí, reí, lloré, creé recuerdos sin tí. Y después mi mente fue consciente del pasado, mi corazón se desgarraba, en ese instante noté que lo que estaba haciendo era horriblemente malo, porque sentí que solo había pensado en mí misma.
La rubia apretó el agarre, temblorosamente, dolorosomente, la ex-villana sabía lo que intentaba transmitirle, que todo este tiempo a pesar de haber sido feliz en la U.A, siempre quiso pensar en ella, en Reika. Tora continuó hablando, mientras tragaba saliva, al mismo tiempo limpiando sus lágrimas en el hombro de su rubia amiga.
--Y cuando te vi de nuevo, estaba tan feliz, tan, tan feliz, pero quise desaparecer. Me avergoncé tanto de no haberte ayudado, de no ser capaz de proteger a mi mejor amiga, a mi familia.
--Tora, yo...--Reika quiso hablar pero su amiga no la dejó.
--Y ahora tengo que hacer esa prueba contigo...
--¿Prueba?--preguntó la rubia confusa, Tora se separó y la encaró de frente, con esa expresión derrotada en su rostro.
--Ambas, haremos una prueba en parejas, debemos ganar para demostrar que tú...-la de cabellos magenta frenó sus palabras.
--¿Qué yo?--preguntó casi en un susurro, atemorizada para finalmente mirarla con tristeza.
--Que no eres una amenaza.--un silencio se hizo presente, la rubia se detuvo con calma, clavó sus ojos en el suelo para poco después posar su mirada en la aspirante a héroe.
--Lo haré.--la chica del viento se quedó perpleja, Reika había tomado una concluyente decisión--Después de todo si te has enfrentado al director por mi causa, sería injusto que yo no estuviera a tu vera para encarar esta prueba.
Reika tomó la mano de Tora apresurándose en dirección al lugar acordado para el "exámen". Gracias a las habilidades de viento de la aspirante a héroe, llegaron rápidamente, surcando el aire, saltando cornisas de grandes edificios. Hasta llegar a la gran puerta de la famosa academia.
-¡Un momento!-exclamó Tora mientras ambas adolescentes daban zancadas por los pasillos del gran edificio.
-¿Qué sucede?-contestó agitada, aún sosteniendo su mano y guiando a la contraria.
-¿Cómo sabes que tuve una conversación con el director?
Reika río; ella poseé una forma peculiar al reír, no es una risa escandalosa, pero tampoco refinada, se asemeja a la de una niña pequeña, traviesa y pícara.
-Solo intuición, te conozco, y sé que me quieres tanto como yo te quiero a tí.
Tora se avergonzó, luego sonrió.
-¡Parece una confesión boba!
-¡Para nada!-contestó ella-Aunque puede que tal vez más adelante si lo sea.-susurró.
-¿Has dicho algo?-preguntó la de cabellos magenta, intentaba que su flequillo no llegará más arriba de su frente, pero debido a la velocidad de sus pasos, eso sería imposible.
-¡Nop!-rió de nuevo.
Tora le dió las indicaciones, llegando así a los vestidores, ambas se pusieron el traje deportivo de la Yūei, para a continuación caminar hacia el lugar de la prueba, divisando a los estudiantes de la clase A a lo lejos.
Reika sintió como su amiga se tensaba, ella predecía los pensamientos y emociones de Tora, el miedo a los comentarios de sus amigos sobre ella misma, sobre la Reika que todos parecían temer. La rubia padecía el miedo, una enfermedad incurable para el ser humano, pero que con tratamiento adecuado se podía aliviar en determinados momentos. Reika no quería que Tora perdiese el único lugar al podía considerar un hogar.
Ambas se encontraban ya, entre el corro de alumnos de la clase A, los cuales con total naturalidad les hicieron espacio, al parecer llevaban un buen rato ahí, frente a las puertas. El profesor Aizawa les había invitado a ver el "exámen", este pretendía mostrar los verdaderos colores de la muchacha, la ex-villana. Reika tragó en seco, sentía los murmullos de los compañeros de la cabello magenta, sin duda, muy a su pesar, sus piernas temblaban y era difícil quitar ese miedo a ser juzgada. Parecía sencillo cuando el veneno corría por sus venas, se armó de valor para pronunciar su nombre.
--Tora--la nombró la rubia, se encontraban mirando de cara a la gran puerta, la de cabellos magenta la miró de vuelta al ser nombrada--Solo, sé tú misma.
--¿Qué?--musitó confusa, ella estaba lo suficientemente nerviosa como para responder de forma arisca, después de lo de Bakugō y el director no estaba tan servicial de cara al público, mucho menos para ser lo suficientemente agradable para alguien.
--Solo corretea, salta, flota y vuela como tú sabes hacerlo. Si no lo haces, no podré concentrarme y ganar.-rió traviesa, mientras mostraba una sonrisa de perlas blancas.
Los murmullos se hicieron presentes, incrementándose ante el comentario de Reika. La héroe amateur, la observaba con los ojos ampliamente abiertos.
--Tora, si tú confías en mí, todo irá bien.--Reika sonrió, incluso si el sonido de su voz oscilaba en el aire. La otra contraria soltó un bufido, llevó ambas manos a su cadera.
--Siempre lo hice, y siempre lo haré.--afirmó la de cabellos magenta con una sonrisa, haciendo que la rubia devolviera el gesto.
Ambas asintieron entrelazando sus manos, el tacto frío de Reika y el toque cálido de Tora. Para ellas ese contacto traía recuerdos lejanos, frías noches y ardientes días. Semanas duras en meses agotadores, sin embargo era majestuoso la forma en la que los humanos se apoyaban unos a otros en los sucesos más incisivos.
En cuanto eximieron esa conexión, una nerviosa voz las detuvo.
--¡T-Tora-chan!--el joven de cabellos verdes la miraba preocupado.
--¿Qué sucede?-- su voz sonó lejana, fría y cortante. Él joven la miró con tristeza, seguramente la Tora de hace unas horas atrás no se atrevería a hablar así a alguien tan agradable como Midoriya Izuku. Ella sentía que era necesario para que sus compañeros fueran conscientes de lo importante que era para sí su hermandad con Reika.
-Lo siento, no quería molestarla antes de la prueba-el muchacho rascó su mejilla nerviosamente, como usualmente hacía-- tan solo quería desearos la mejor de las suertes a ambas, seguramente sea una prueba muy difícil.
Eso sorprendió a la pareja femenina, gratamente sin duda alguna.
--¿A mí también?--preguntó la rubia señalando su persona, él asintió con una sonrisa vergonzosa, después de todo Izuku no estaba acostumbrado a hablar tan directamente con una chica a la cuál acababa de conocer.
--Reika-san, estoy seguro de usted no quiso hacer esas cosas, no se lamente por las acciones crueles y manipuladoras de otras personas.
Él sonrió levemente pero con naturalidad, la rubia sintió confianza en sus palabras y eso la hizo feliz.
--¿Cuál es tú nombre?--preguntó con calma, él se puso nervioso.
--Midoriya Izuku.
--Midoriya Izuku-chan, gracias por tu apoyo. Estoy contenta de que Tora haya tenido compañeros tan respetables a su lado todo este tiempo.-- sonrió dulcemente, sorprendiendo a los presentes, aunque era de esperarse, no todos los días una ex-villana se hacía amiga de unos alumnos de la prestigiosa U.A.
Un familiar chasquido de lengua se escuchó entre los presentes.
--¿A quién intentas engañar con esa actitud de niña buena, rubia psicótica?--la voz tosca de cierto chico explosivo resonó en el lugar, volviendo el aire que respiraban asfixiante.
Reika miró al rubio ceniza con una expresión neutra, a su vez este la observaba con esos ojos ardientes.
--Tu eres aquel tipo con actitud de mierda.--el nombrado explotó ante el tono altivo y las palabras agresivas.
--¡Mira quién fue a hablar, loca asesina!
Reika se echó hacia atrás bajando la cabeza, era un golpe bajo. A pesar de su contestación, ella no lo hacía con la intención de herir a nadie, simplemente era una persona sincera, pero que no sabía medir actos y palabras. Tora lanzó una onda de viento hacia Bakugō.
--Cállate de una maldita vez, estúpido.- riñó ella entre dientes, realmente Tora no podía controlar sus emociones después de los sucesos anteriores.
Bakugō gruñó, pero Kirishima lo sostuvo con fuerza, el cual se removía con molestia entre los brazos de su mejor amigo. Tora chasqueó su lengua, mientras sostenía con fuerza la muñeca de la rubia.
--Te demostraré lo increíble que es la loca psicótica que tengo como amiga.
En ese momento, Katsuki pudo divisar ese pizca de brillo en los ojos de la muchacha, aquel peligroso y hermoso brillo, que le hacía sentirse emocionado por ella, como una pequeña dosis de adrelanina.
Y entonces las dos se adentraron en la habitación encontrándose con algo inesperado. Un gran cúmulo de polvo se elevaba en el aire, haciendo semejar el lugar a un coliseo, en ese momento la puerta se había cerrado en cuanto ellas la traspasaron. Las paredes, que daban forma circular al campo desértico, parecían haber sido perfectamente moldeadas y diseñadas para este momento, según la deducción de Tora.
Reika tragó en seco, observó a su amiga.
-Tora.-la mencionada dirigió su mirada hacia ella.
-Lo sé, tendremos cuidado.
Al instante, la gran humareda de sedimentos creció, moldeandose de forma irregular. Eso extrañó a ambas aspirantes. La forma creó varios arcos y un camino envuelto en arena. De su interior, una mujer madura caminaba con pisadas resonantes mientras que su figura, ya no difusa, era mostrada ante ellas.
Ella se detuvo, las muchachas crearon una línea en el suelo, presionaron sus zapatos con la superficie, escuchan así, el crujido de la arena en contacto con la planta de sus pies, colocando de esa forma su cuerpo en posición de ataque.
La mujer comenzó a reír, su voz no era grave ni aguda, pero poseía una tonalidad severa, estimulante junto a su bella presencia. Poseía unos hombros anchos, los cuales eran cubiertos por sus cabellos claros, creando un perfecto y liso camino. No era un color rubio pálido, más bien rosado gastado con los años lo que hacía un tanto de controversia en la mente de Tora. De la cascada que formaba su flequillo, estaba sus ojos, con una tonalidad magenta, algo curioso sin duda. Su risa se detuvo, y la aspirante a héroe se detuvo en su boca, perfilada y delgada, ambas cruzaron miradas.
Tora creyó ver a una diosa, lo que le recordó a su madre, pero sin duda esta última era insuperable. Después de todo su progenitora parecía tener unas carácteristicas totalmente perfectas y confeccionadas para la admiración de todos los ojos que se posaran en ella. La voz de la heroína en frente suya la descolocó de sus lagunas mentales.
-¿Qué tenemos aquí?-habló despreocupadamente--un pequeño tigre y un conejito asustado.
Aquellas palabras sonaron juguetonas, pero en realidad, la personalidad de aquella que posaba sus ojos, era todo lo contrario. Parecía ser fría y arrogante.
La mujer no se desplazó de su localización, lo que hizo que ambas se confundieran, entonces decidió hablar.
-Iré directa al grano.--pronunció casi en un siseo. Reika tragó en seco ante sus palabras, preocupada por lo que vendría a continuación.
-Las reglas son las siguientes; deben usar a su favor este perímetro, si van más allá serán eliminadas, de igual manera de que si son derrotadas, yo ganaré. La condición para ganar será tocarme, si eso no sucede en un tiempo estimado de veinte minutos, serán descalificadas. Por supuesto eso querrá decir que, tú amiga--señaló a Reika--será encarcelada--y tú--la señaló--serás expulsada de la academia, imposibilitando cualquiera tipo de ingreso a una enseñanza y aprendizaje, estudiantil y laboral sobre héroes.
Ambas ampliaron sus ojos, la impresión y gravedad de los resultados eran devastadores.
¿Acaso no les darían ni un segundo de respiro? ¿Era necesario llegar a puntos tan extremos? Sin duda alguna, la U.A estaba llevando a cabo esto con total seriedad. Aunque Reika pensara que era lo normal, a causa de los acontecimientos pasados. Por el contrario, la de cabellos magenta no compartía eso, para ella era injusto, y por desgracia, aquellos sentimientos de cara a los héroes que tenía, surgieron como un niño asustado en una de las esquinas de su corazón.
Tora crujió sus dientes ante la impotencia, mientras que su rubia amiga intentaba dejar de sudar, los nervios la estaban matando por dentro, algo muy carácteristico en ella, al contrario que la persona que tenía a su vera.
-¿Alguna pregunta?--Tora alzó su mano al instante, ella le dió permiso.
--¿Podemos añadir una condición?--preguntó, lo que confundió a la madura heroína un tanto.
--Depende de cual sea.--respondió la mujer.
--Quiero que añadas una condición--el objetivo clave será, vencerte. Sí logramos dejarte fuera de combate, cumplirás un deseo de ambas.
Ella abrió sus ojos ampliamente y comenzó a reír.
-¡Eres realmente interesante!--suspiró, calmando su risa--¡De acuerdo, que así sea, Tora!
Ella sonrió satisfecha, Reika la miró asustada.
--¡¿En qué diablos estás pensando?!--gritó la rubia--¡¿Acaso, de tantas piruetas se te ha atrofiado el cerebro?!
Tora mostró su mano, junto a una sonrisa.
--¿Confías en mí criterio, verdad?--la de ojos azules clavó su mirada en ella, sus cuencas parecían brillar.
--Si, aunque...--la rubia miró al suelo preocupada--estas completamente loca, que lo sepas.
Tora sonrió ampliamente y Reika a continuación.
--Bien ¿comenzamos?--emitió la mujer, ambas asintieron decididas.
Ella sonrió para sus adentros, la morena comenzó a caminar hacia atrás, alzó sus manos con delicadeza, asemejándose a una bailarina, repentinamente danzó sus manos en un compás desenfrenado.
La arena que se había echo una en el suelo comenzó a elevarse con calma. De forma atípica, el conjunto de fragmentos se moldeó hasta crear un gran remolino, que se esparció junto a la ráfaga. Esta impelió a las jóvenes añadiendo dificultad a su movimiento, la mujer habló.
--No me gustan las niñas descaradas. No debiste abusar de tu suerte y tú egoísta forma de pensar va acarrear problemas a aquellos que te apoyan. Algo que sin duda, un héroe no puede consentir.
--¡Eso suena a sermón Tora!--exclamó su compañera; la expresión de la rubia mostraba aguante ante la dificultad de la prueba, un ojo cerrado junto a sus brazos como protección, la de cabello magenta río entre dientes.
--"¡Cuánta mayor es la dificultad, mayor es la gloria!"
Reika río, mientras extendía sus brazos hacia ella.
--¡Rata de biblioteca!--Tora sonrió ante su frase, uniendo sus manos una vez más.
En ese instante acercó a Reika hacia su cuerpo, creando una burbuja de aire que estabilizaba el viento a su alrededor.
«Parece que es capaz de controlar su quirck de forma equilibrada...»
La mujer sonrió, danzó una vez más sus manos.
--Veamos ahora, como hago que los dos animalitos salgan de su madriguera.
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