«Ikigai».

Bakugō había sido dado de alta apenas unos días, él había sido cambiado de habitación por petición propia, después de lo ocurrido con Tora no quería ser aquel que prendiera una mecha que no podía ser apagada, no por ahora. El rubio se preguntaba la razón por la cual la joven parecía cargar un nuevo peso en sus espaldas, no tardó en darse cuenta en cuanto ella ni pareció inmutarse ante su llegada para la recogida de sus cosas, pero tras reflexionar consigo  mismo se planteó que fuese debido a la visita inesperada que recibió a penas dos días.  Su tutor no quiso contarle nada a pesar de que sentía curiosidad por una vez en su vida, aunque él no haría nada, después de todo ¿quién es él?

Por otra parte teníamos a Todoroki que decidió arreglarse temprano para realizar una visita al hospital donde se encontraba su amiga, aunque ahora mismo no estaba seguro de su papel en la historia de ella, después de todo ella había dicho que lo odiaba. Sin darse cuenta él parecía concentrado en su tarea, encontrar una ropa adecuada para ir a verla, sin embargo, escogió lo primero que vio al darse cuenta de sus acciones, él nunca se preguntaba por lo que los demás dirían, a pesar de ello, notó que desde la llegada de Tora ese punto en concreto era el que más se iba expandiendo dentro de él. 

Aquella chica de cabellos ondulados y de color extravagante había llegado a su vida como un remolino, haciendo trizas al "yo" creado por su padre, buscando nuevos horizontes en él, provocando reacciones irracionales para él, su mirada decidida, sus expresiones, sus palabras todo había sido grabado en el corazón de Shōto y eso le aterrorizaba. 

Salió de los dormitorios y a mitad de camino se detuvo en una pequeña floristería, observó con detenimiento la diversidad que se ofrecía ante sus ojos, no sabía mucho de flores nunca se había interesado en ellas hasta que comenzó a retomar la relación que tenía con su madre, la dependienta pudo leer levemente su expresión de duda, sonrió para sí misma y se acercó al joven.

—Muchacho ¿necesitas ayuda?—Todoroki observó a la persona en frente de ella, una mujer mayor con cabello canoso y unos profundos ojos azules, su vestido amarillo palo transmitía la misma calidez que el aura que emitía.

—Solo necesito unas flores.—la anciana rió ante su contestación, era obvio porque estaba ahí.

—¿Una visita?—preguntó intentando abrir paso a sus futuros criterios, Shōto asintió.

—Al hospital, quiero llevarle unas flores a ella.—la mujer sonrió con dulzura al ver el rostro del joven, para ella el bicolor parecía una persona bastante reservada y no se equivocaba.

—¿Tú novia?—él chico negó rápidamente, la anciana pudo divisar un atisbo de vergüenza en su rostro, lo cual la enterneció totalmente.

—Es una compañera de clase, ella es...—Todoroki dudó ante sus palabras ¿qué eran ahora? ¿tenía el derecho de llamarla su amiga? La mujer pareció comprender levemente la situación y sonrió, procedió a revisar algunas flores, relajando al muchacho.

—¿Cómo es ella?—preguntó la mujer, Todoroki miró a las flores buscando las palabras adecuadas para describirla, espero unos segundos y procedió a compartir lo primero que le vino a la cabeza pensando en la joven.

—Ella es una persona por la cual me siento agradecido, siempre ha intentado acercarse a mí, ella parece tener una forma diferente de verme en comparación al resto—Shōto se colocó en cuclillas, mientras rozaba cuidadosamente algunas hojas de una pequeña planta de flores rosadas que  se encontraba cercana a sus pies—ella es fuerte, valerosa pero al mismo tiempo un reflejo de fragilidad se presenta en ella, Tora es...

—Especial—el joven asintió, se levantó de nuevo y miró a la mujer—tengo las flores perfectas para tí ¿prefieres un ramo o una flor?—Shōto se lo pensó y ordenó el primero.

—Entonces será un ramo.—confirmó mientras sonreía, él asintió.

La mujer comenzó a juntas varias flores de diversos colores; malvas, violetas y amarillas, las cuales fueron cuidadosamente envueltas en un fino papel blanco.

—¿Cuál es esa flor?—preguntó para satisfacer su curiosidad, la dependienta sonrió.

—Su nombre  es "Dahlia", estoy segura de que reúne todas las palabras que quieres expresarle a esa jovencita llamada Tora.

—Gracias.—realmente se sentía así, agradecido por su atención, pagó en efectivo y se dirigió a la salida.

—Si en algún momento quieres más flores ven a verme encontraré las adecuadas.—él giró su cuerpo hacia ella y asintió con una leve sonrisa mientras que finalmente se dirigía hacia la puerta para marcharse.

Tora se encontraba sentada en su cama, sus cortos cabellos estaban ondulados, esta mañana no se había peinado, realmente no lo hacía hasta que una amable enfermera aparecía para ayudarla en su higiene, unas bolsas negras se podían avistar dándole un rostro apagado, de vez en cuando ella miraba sus piernas, los músculos se sentían más relajados y comenzaba a poder moverse mejor,  sin embargo debía continuar en reposo unos días más, era la primera vez que se sentía cansada de observar el cielo, hasta ahora siempre la hacía abstraerse de la realidad pero desde la visita de Jun no parecía rugir efecto, tal vez se debía a que ella le inculcó esa curiosidad por lo que era difícil de alcanzar.

—Hoy está muy gris—musitó para sí misma, ella sonrió levemente—me pregunto que color tendré ahora...

Unos golpes cuidadosos y medidos resonaron en la habitación, la adolescente dio su permiso a la entrada del visitante encontrándose con una sorpresa. No sabía si era porque la habitación había estado completamente cerrada pero sintió como el aire en sus pulmones se habían renovado, aunque al mismo tiempo notaba una presión en el pecho.

—Shōto.—es lo único que pudo alcanzar a pronunciar, él solo se limitó a observarla estático, ambos sentían que no se habían visto en años a pesar de que había pasado una semana desde el accidente. No admitirían lo que pensaron al verse, era vergonzoso sin duda alguna.

—¿Cómo te encuentras?—no se molestó en aplicar un diálogo cordial porque realmente se sentía fuera de sí, era la primera vez que se sentía así, aunque siempre que fuese Tora, su nerviosismo saldría a la luz, uno casi imperceptible.

—Mejor, supongo—se corrigió rápidamente en la misma frase sintiendo el pudor por su contestación, ¿por qué su comportamiento era así ante él?—siéntate.—le ordenó, el joven tomó su "invitación" y procedió a sentarse cerca de su lado derecho, en ese instante al verlo más cerca, sintió que estaba ante un cuadro; el cielo gris era el fondo que envolvía al protagonista, que en este instante era sin duda el apuesto Todoroki Shoto, se fijó en cómo su extravagante cabello bicolor destacaba en ese monótono cielo, y como sus ojos heterocromatica la observaban profundamente, por alguna razón cuando se sentía pérdida él parecía encontrarla cuando la observaba, quiso pensar que su existencia se mostraba cuando Todoroki la miraba, deseó poder suspirar para liberar esa tensión aunque eso llamaría la atención de su acompañante.

—Oh, espera un segundo.—Tora miró con confusión al bicolor, él volvió levantarse para acercarse a la zona de la entrada la cual era tapada por las cortinas, ella pudo escuchar un ruido, divisó una sombra más ancha, cuando regresó, se acercó con un pequeño cúmulo de flores en un jarrón trasparente.

—¿Dahlias?—músito ella, a lo que él alcanzó a escuchar.

—No sé mucho de flores, pero pensé que era adecuado traerte algunas.—dijo él mientras colocaba el jarrón en la mesilla donde con anterioridad se había encontrado el anterior, el cual había sido arrojado por ella. Tora emitió una suave risa.

—Adecuado, puff. ¿Qué eres un anciano?—ella llevó su mano a la boca intentando no burlarse mucho, él se sentó de nuevo y rascó levemente su nuca, se alegraba de verla feliz.

—Debí traerte algo mejor ¿cierto?—Tora se sintió mal al escucharlo, sonrió  con dulzura.

—Son perfectas.—por alguna razón al verla sonreír así, sólo por su acto, sintió como su pecho se aligeraba, era necesario, debía decirlo.

—Lo siento—Tora lo observó confusa—por haberte escondido que mi viejo y el tuyo eran amigos.—ella emitió un "oh" dirigió su vista hacia sus manos, las cuales se entrelazaban nerviosamente.

—Yo siento haber dicho que te odiaba, fué una mentira horrible.

—¿Era mentira?—preguntó Shoto, a lo que ella asintió, Tora observó de reojo como los hombros del muchacho caían hacia bajo, ella se había dado cuenta de su alivio.

—Se me da bien mentir.—su rostro se tornó serio mientras dirigía su mirada al frente, tomando como imágen la amarilla pared.

—No tanto como crees.—replicó Shōto, ella lo miró con desconcierto, él observó sus manos las cuales estaban cruzadas entre ellas mientras sonreía levemente.

—Cuando mientes sueles bajar la mirada como si estuviese avergonzada por ello.—Tora apretó la tela que la cubría.

—Eres observador, eh...—rió nerviosamente.

—Solo si se trata de tí.—Tora clavó su total atención en la mirada del muchacho, encontrándose con esos ojos heterocromaticos, algo ardientes, apasionados, sintió que su pecho pedía más aire ante esa expresión. ¿Cuán directo podría ser alguien? Se quedó sin palabras.

—¿Por qué no viniste antes? Los demás se reunieron para venir a vernos.—desvió su vista nerviosa.

—Tuve unos asuntos que resolver con mi viejo y no pude venir.

—Entiendo—sintió decepción aunque no se lo diría, como siempre.—debo contarte algo.

—Te escucho.—realmente lo hacía pendiente a lo que ella diría, a lo que llevaría toda esta conversación, sí podría perder su amistad, a todo.

—La mujer que me dio a luz vino a verme—Todoroki observó como la expresión calmada de ella se iba transformando a una más apagada—ella me habló de su situación, del porqué me arrojó a mi suerte y muchas más cosas.

—¿Cómo qué?—preguntó él, Tora lo observó y comenzó su relato, resumió la larga hora que había sufrido junto a su progenitora, la procedencia de su madre como su abuelo había dañado a su madre, como conoció a su padre, como las tuvo a ella y la razón por la cual ella había sido una niña callejera.

—Ley de clonación...—Todoroki lo repitió varias veces buscando a interiorizar la realidad, su espalda estaba ligeramente curvada, mientras que apoyaba sus codos en las rodillas sosteniendo con fuerza sus manos.

— He estado pidiendo información al hospital para confirmar su credibilidad, ellos mismos confirman haber tratado a mi madre, mientras que Aizawa se dirigió a mí después de su partida para explicarme la situación, el porqué ella había aparecido y afirmó la información que me hizo llegar mi madre sobre la ley de clonación.

—Parece un tema complejo.—añadió él, Tora asintió y por primera vez se relajó y suspiró.

—Aún la odio, y aunque esté ayudando en la investigación de Reika, me niego a aceptarla cómo mi madre.

Todoroki se vio reflejado en ella y eso lo perturbaba, no quería verla infeliz.

—¿Realmente es eso lo que quieres Tora?—escucharle decir su nombre era melodioso pero su pregunta era ofensiva. Ella no le miró.

—¿Por qué me miras así?

—No te comprendo.

—Eso ya lo veo, tú mirada de "eso no es lo correcto". No eres el único que observa a alguien.—encontró un muro, uno que ella había impuesto con ladrillos y mucho esfuerzo, había cruzado el "limite", la línea negra de Tora, notó su molestia y su afecto al mismo tiempo. Ella estaba pendiente de él, y eso le hacía feliz.

—El odio solo te daña a ti mismo, no dañan a otros a no ser que ellos te amen.

—Habla por tí, tú madre te quiere.—le  replicó, Todoroki sintió un pinchazo al percatar su semblante; entrecejo fruncido, tarascar sus labios, sus ojos entrecerrados reflejaban aflicción, su formas hurañas y antipáticas que había percibido momentos atrás se sustituyeron por lágrimas. 

—Ella arrojó agua hirviendo en mi rostro— la examinó inquiriendo una respuesta que nunca recibió—ante su presencia, mi sola existencia era su condena, por ello reconozco el sentimiento tormentoso de la ausencia de una madre.

—¡¿Crees que eso hace que seas igual que yo?!—una vez más su rabia se enfocó en otra persona, en ningún momento le devolvió la mirada y el bicolor no sabría decir que le dolía más.

—No somos iguales, pero—Todoroki fue nuevamente interrumpido por ella—¡No somos iguales niño de élite!—Shōto clavó sus ojos los cuales parecían ser una ventana cubierta de vaho, ella se limitó a doblar su espalda buscando refugiarse entre sus piernas.

—Tienes razón, no lo somos—él procedió a levantarse—solo quería mostrar que no había diferencias entre la chica callejera y el hijo de Endeavor.

Ella lo miró irse y cuando vio su mirada levemente apagada y vidriosa, como si fuese a llorar, pudo notar como su corazón era comprimido por un sentimiento de angustia. ¿Era realmente cierto? ¿Ellos eran diferentes? Escuchó la puerta cerrarse y la fragancia de las dalias llegó a su nariz, posó su cabeza en las rodillas.

—Tú no te mereces algo como yo, Shōto.

Una mujer adulta de cabellos albinos se encontraba sentada en un banco que estaba localizado en el jardín privado del hospital, era un día soleado, a pesar de que el otoño estaba por acercarse, se encontraba reposando debajo de un árbol que la protegía con suavidad de la luz solar, sus hombros ligeramente bajados se alzaron a sentir una cálida y débil brisa hacia ella. Se levantó curiosa al ver una muchacha de cabellos rosados, precavida se acercó a ella, la adolescente estaba produciendo viento a través de sus manos, creando formas y aplicando su imaginación, sonrió de forma inconsciente ante la nostalgia que la desconocida creaba en ella.

—Disculpa—la voz de la albina interrumpió por completo los pensamientos llenos de divagación de Tora, por consiguiente ella envió su atención a la persona que se encontraba ligeramente flexionada para iniciar una conversación con ella—siento causarte molestias pero ¿podría sentarme?

—¿En el suelo?—esa pregunta por parte de la joven le causó gracia, ironía se reflejaba en todas sus expresiones, la adulta se limitó a reír levemente.

—Sí, por favor.

—El suelo es público no me pida permiso.—contestó, esto hizo que la albina se sentara a su lado manteniendo una leve distancia, la chica retomó su actividad.

—Tu peculiaridad es agradable.—Tora observó el viento que estaba produciendo sus manos y se mantuvo con la misma expresión neutral de antes.

—No entiendo el porqué.—la mujer la miró de reojo.

—Mi nombre es Rei.—se presentó, la pelirosa imitó su acción, la albina se sorprendió levemente al escuchar su nombre—¿Acaso eres Hayashi Tora?

—¿Me conoce?—preguntó confundida, la mujer sonrió levemente y asintió.

—Por poco tiempo pero fue agradable.

—No la entiendo.—por primera vez en días tomó atención a una persona.

—Mi nombre completo es Todoroki Rei, yo era una amiga muy cercana de tu madre, Jun.—quiso reír agriamente, ¿podría existir tal coincidencia? ¿era una burla del destino? ¿tanto querían hacerla sufrir?

—Debo irme.—Tora se levantó rápidamente, pero la mujer se atrevió a tomar su muñeca.

—Por favor no te marches.—parecía una suplica, bastante convincente ante su criterio, se lo pensó levemente y aceptó. Pensó; tal palo tal astilla, la madre de los Todoroki poseía la misma habilidad de persuasión de su hijo, retomó su posición y miró al frente.

—Siento si te he incomodado, solo quería saber acerca de tí, mi hijo siempre habla sobre tu persona.

Una leve sensación agridulce surgió en su interior, saber que Shoto le hablaba a su madre sobre ella le hacía feliz, pero pensar en él, recordarlo, ahora le hacía sentir desamparada.

—No sé que quiere saber sobre mí.—miró hacia un lado.

—Cuanto más te miro, más me recuerdas a tú madre, eres sin duda una belleza.—no se sentía como un halago para ella, sin embargo, la sonrisa de Rei le hizo sentir calmada.

—No tanto como usted.—la esposa de Endeavor sonrió ante su respuesta, le agradaba que ella no estuviese incómoda.

—Eres tal como mi hijo te describió—Tora la miró con preocupación, sentía cierto temor y ansias de curiosidad por saber como se veía a través del bicolor—una persona divertida, amable y hermosa.—Un sonrojo cubrió toda su cara, no apartó la mirada en absoluto de los ojos oscuros de la señora Todoroki, pero a penas ella retomó su habla se perdió en el intenso verde del suelo—¿Te sientes avergonzada?

Oh, sin duda esa pregunta la había comenzado a incomodar, esa mujer sin duda sabía como llevarte contra una pared.

—No, no es eso, es solo que...—ella se atrevió a mirar de reojo, localizando una sonrisa en el rostro de la albina—¿él realmente dijo eso?—ella asintió.

—Claro que sí, él siempre habla de todo lo que hace contigo, o de tus acciones del día, es impresionante ver el brillo en los ojos de Sho-chan cuando habla de tí, y como su sonrisa se amplia más que nunca.

Bienvenida vergüenza, todos los sentimientos negativos que había tenido a lo largo del día, ese momento en el que había discutido con el bicolor se opacó de repente. Rei llevó su mano al rostro de la joven, eliminando alguno de los restos de lágrimas que se formaron en sus ojos.

—Lo siento tanto...—su voz se entrecortó, un suave roce acarició su cabello.

—¿Por qué te disculpas? Llorar está bien.—sintió un alivio al escuchar eso, no recordaba que le hubieran dicho eso nunca.

—No debería estar llorando ante usted.

—¿Por qué crees eso?

—Las lágrimas son la debilidad del alma.—el rostro de Rei se entristeció, continuó con su acompasado ritmo de caricias.

—Las lágrimas nos permiten saber como se siente la otra persona, nos ayuda a acercarnos a su corazón, a sus preocupaciones, nos hacen más fuertes. Es lo que dijo una amiga mía. ¿Qué es lo que te preocupa, Tora-chan?

La pelirosa se lo pensó durante unos segundos, ¿debería abrir su corazón a la madre del chico con el cual había peleado?

—Hice daño a mis amigos, no fui lo suficientemente fuerte para salvar a mi mejor amiga, no tuve el valor necesario para afrontar los sentimientos de las otras personas, y cuando obtuve las respuestas a mis preguntas me negué a aceptarlas. ¡Todo es una gran mentira!

—¿Cuál de ellas muestra la mentira?

—La mentira soy yo, el elemento que sobra, la persona que siempre hace que todo se arruine, soy yo. La mentira es mi gran herramienta, debería ser odiada. Shoto debería odiarme.

La albina cesó sus caricias y se colocó en frente de Tora, tomó sus manos y la miró, la pelirosada alzó la mirada encontrando calma y amabilidad.

—Todos somos una mentira de nuestra verdad, cuando hacemos daño, sabemos que este tiene unas consecuencias. El error cometido no se puede corregir pero el resultado puede llevarnos a diferentes caminos. No entiendo que ha sucedido con Sho-chan y tú, pero sí sé que estás negándote a tí misma, tapando con un velo lo que de verdad quieres expresar. Habrá momentos en que hubieses deseado ser otra persona, en cambios otros te hubiese gustado recordar como eras antes. Sin embargo, un error no define quien eres, solo refleja lo que puede hacer. ¿Qué quieres cambiar? ¿Qué quieres destapar? ¿A quién quieres proteger? ¿Quieres aceptar la realidad o huir? Divagar no traerá respuestas, pero si actuás con el corazón en tus decisiones tal vez encuentres lo que quieres llegar a ser.

—¿Lo que quiero llegar a ser?—la albina asintió con una sonrisa.

—¿Qué es lo que de verdad quieres? ¿Qué es lo que deseas realmente?

—Yo deseo...—Tora comenzó a recordar todo su pasado, que es lo que le hizo llegar hasta aquí, que personas conoció, como odió, como batalló, como sonrió, como se entristeció y sobre todo como amó—quiero ser una heroína, quiero ser una persona capaz de proteger a los que quiere y creer en sí misma. No quiero ocultar lo que soy, no quiero ser dejada atrás o ser rechazada.

—Tora, no voy a mentirte. Sé lo que sucedió con tu madre, sé el dolor que creó, pero también soy conocedora de su amor incondicional hacia sus hijas. Tenías que verla contigo en brazos, cuando apareció el primer día con un pequeño bebé de cabellos rosados, debías mirar como clavaba todo su amor en tí, todos los deseos en su corazón estaban puesto en tí—llevó su delgada mano hacia el rostro de la joven—me alejé de mis hijos, dañé gravemente a uno de ellos—sus dedos rozaban lentamente su rostro, mostrando afecto—no busques la maldad en la historia, si no la razón real de lo que acompaña a la verdad. Muchas veces no es villano aquel que daña.

Tora la miró, sus ojos no podía perderse en el agradable paisaje que las envolvía, por primera vez dejó de mirar al suelo, la madre de Todoroki cargaba con el peso de haber dañado a aquellos que poseen la misma sangre que ella, y a pesar de ello fue capaz de sonreír a su hijo, y a su vez Shoto fue capaz de regresar ese gesto. ¿Por qué ella era diferente entonces?

—Dolió mucho cuando tu madre te pegó ¿verdad?—la pelirosada no sabía si era por su dulce voz intentando acunarla, pero sin duda sus ojos ardían con tal fuerza que deseaba con ganas cerrarlos, pero no podía—también dolió saber que por mucho que estudiaras, por mucho aprendieras sobre otros héroes tu padre no regresaría a casa, todos tus esfuerzos fueron menospreciados por tus dudas, por tus miedos y cuando te tendieron la mano no supiste como atesorar ese momento, la amabilidad puede llegar a ser un arma de doble filo.

Tora lloró, su llanto descontrolado vaciaba cada una de sus inquietudes, sus remordimientos, sus temores, su odio, todas sus lamentaciones se desvanecian por las palabras de Rei, ella era una madre que conocía el indescriptible dolor de dañar a un ser que formó parte de tí, que es la sangre de tu sangre y no poder evitarlo. Ese día bajo los efectos reconfortantes del abrazo de Todoroki Rei, comprendió que el mundo tenía cobijo para una niña que perteneció a las calles pero que siempre quiso un hogar, un hogar que siempre esperó por ella, incluso con las mayores dificultades.


Todoroki Rei había sido el empujón que necesitaba para cruzar la "línea negra" que Todoroki había definido días antes. Ahora solo quedaba derrumbar el muro que había construído con los años y mostrar toda su esencia, lo que de verdad era ser Hayashi Tora.

Sus pisadas eran lentas, el temor de tener que enfrentarse a las miradas y comentarios de sus compañeros la aterrorizaban, como aquella vez al regresar del entrenamiento con su tía, con la que llevaba mucho tiempo sin hablar, la mano derecha sostenía con fuerza el asa de su bolsa en la cual había algunos objetos relacionados con el aseo personal, mudas, entre otros, por alguna razón hacer fuerza en algo calmaba sus nervios.

Estaba cerca de la entrada a los dormitorios, en los cuales una alegre Reika no estaría para darle la bienvenida, eso la entristeció, caminó pensando en las posibles preguntas que podrían formularse, y que respuestas ella podría tener preparadas para no parecer una gelatina andante. ¿Qué tipo de cara tendría que ponerle a Bakugo? Sin duda si le observaba con tristeza, creería que siente pena hacia él y le bolaría la cabeza, algo que no resultaba agradable ni para ella, ni para aquellos que tuvieran que recoger las partes de su cuerpo mutilado por el erizo explosivo.

¿Y sobre Todoroki? ¿Qué haría? Seguro que la observaría con su ya tan caracteristica expresión neutral e impasible, aunque esto último lo dudaba ya que por su último encuentro no parecía ser eso lo que descataba en él, como diariamente se veía. Un gran suspiro llegó, rascó su cabeza, tiró de sus cabellos con fuerza, en ese momento un niño que pasaba junto a su madre la observó con cara asustada, pensó que estaba loca, su progenitora observó a su descendencia susurrando frases como "no mires hijo, no mires"; "cuando seas mayor no seas como ella"; "si es estudiante de la Yuei, espero que cambien pronto". 

La pelirosada quiso lanzarle una onda de viento a la adulta, pero eso "no era algo que hiciera un héroe". Y además, ella no era Mineta, recordó esos momento con nostalgia y decidió que próximamente tendría que retomar aquel hábito, gracias a esos pensamientos se sintió más aliviada. 

Una vez más se encontraba en los dormitorios, aunque nunca le había costado tanto entrar en ellos, podía escuchar algunas risas desde fuera, sin duda eran ruidosos, pero eso era una de las cosas que caracaterizaba a la clase A, le habían dado el alta, sus musculos no dolían como al inicio, se alivió al saber que podría retomar sus ejercicios de nuevo, aunque ahora ¿qué debería hacer? ¿Aizawa le permitiría volver a iniciar la búsqueda de Reika? Claro que no, ella tendría un castigo digno de la época. Cuando superase la gran prueba de ''entrar en los dormitorios sin que hubiese un constante acoso'' entonces regresaría a su habitación e investigaría los informes médicos entregados por el hospital en concreto por profesional que había atendido a su madre a lo largo de los últimos años. Se asustó cuando una mano sostuvo su brazo, miró a su izquierda encontrando a una alegre Mina, la de piel rosada se acercó aún más al ver que su atención ahora, sí, se encontraba en ella.

—¡Bienvenida! ¡Iba siendo hora!—ella rió, se sentía realmente feliz de ver a su compañera de clase sana y salva, de vuelta con ellos.

—Sí, lo siento. Estuve cubriendo papeles y escuchando las últimas recomendaciones impuestas en mi tratamiento.—contestó Tora con nerviosismo.

—Buh. Eso debe ser aburrido. ¡Entremos!—Ashido tiró de su brazo deteniéndose de inmediato, ya que su amiga no se desplazaba de su posición, retomó su atención a la figura de la pelirosada y la miró confusa—¿Qué pasó?

—N-nada solo...—un leve balbuceo se reproducía a través de sus labios, entonces una voz más hizo acto de presencia.

—¡Tora-san!—la morena de cabello corto, llegó con su ya tan ''tradicional'' vestimenta de rockera, las cuales siempre destacaban por ser camisetas con estampados de grupos músicales y pantalones largos de color negro, junto a sus extravagantes deportivas. Si hacías comparación entre la chica azabache y la chica de piel rosada encontrabas la división en la paleta de colores, a pesar de ellos todas las mujeres de la clase A se combinaban a la perfección.

—Kyoka-chan.—simplemente la nombró con una leve sonrisa, más personas ante su proceso de adaptación a la incomodidad.

—¿Qué haceis aquí fuera? Hace un frío que pela...—dijo mientras frotaba sus brazos intentando hacer llegar el calor.

—Es Tora, parece que le cuesta caminar.—contestó veloz la rosada.

—¿Te duele algo? ¿Quieres que llamemos al doctor?—la azabache estaba preocupada por el posible molestar de su ''reciente amiga'' con la cual no había tenido oportunidad de establecer mayor contacto.

—¡Oh, no, tranquila!—Tora ni se molestó en coger aire mientras contestaba, alazaba sus manos intentando mostrar su negación ante la pregunta, miró al suelo, bajó sus brazos, esta conducta creó duda ante sus dos compañeras.

—Acaso es... ¿no quieres entrar?—la pregunta de Kyoka formó una reacción en la usuaria de viento y fuego, un leve brinco confirmó su pregunta.

—¿Eh? ¿Es eso cierto Torichi?—Ashido se movía alrededor de ella buscando algún indicio de respuesta en su amiga, a lo que Tora asintió.

—Yo tuve algunos problemas en el hospital, y desde que regresé se ha creado una situación incómoda entre todos.

Sus dos compañeras se observaron entre sí con tristeza y asintieron, respectivamente, cada una de ella se colocó a un lado de la joven, sosteniendo uno de sus brazos. Tora las observó con confusión, mientras que ellas tiraban de la aspirante a héroe como si fuese un saco de patatas.

—¿Chicas? ¡Oigan!—exclamaba la pelirosa, la alzaron levemente en el aire, abriendo con una patada la puerta, por supuesto todos observaron con asombro la escena.

—¡Panda de idiotas!—gritó Kyouka hacia los chicos, luego miró a sus amigas—¡Y chicas!

—Eso es duro Jirō-san...—sonrió Midoriya con nerviosismo, seguido de su comentario todos clavaron su atención en Tora, la cual se sentía avergonzada por las acciones de sus dos amigas, ambas la dejaron en el suelo y no se separaron de su lado.

—¡Torichi cree que estamos en mala situación con ella! ¡¿Es eso cierto chicos?!—Ashido gritó con todas sus fuerzas, demostrando sus dotes de general del ejercito a lo que todos respondieron con un "no" y unas amplias sonrisas. Tora se sintió conmovida por la calidez que sus compañeros de clase le trasmitían.

—Yo—el grupo esperaba atento a las siguientes acciones de Hayashi—sentía que no merecía pertenecer a un grupo como lo es la clase A; calido, amable, servicial y divertido. Ese tipo de ambiente del cual ya no estaba acostumbrada, el tipo de personas que eran felices, en donde yo hacía tiempo atrás no podía pertenecer. Me había perdido tantos posibles escenarios que fueron creados luego en mi memoria gracias a vosotros, hubo un momento que sentí que podía estar en este lugar, sin embargo, cuando me reencontré con Reika, me di cuenta, había olvidado mi búsqueda. Cuando aprobamos ambas el examen que determinaría si las dos podríamos continuar en la Yuei, acepté el entrenamiento de mi tía, mientras un proceso de inclusión estaba haciendo que Reika se hiciera amiga de todos, regresé encontrandome con novedades que me hicieron sentir excluída. Me sentí tan egoísta, pensé antes en porqué todos parecían dejarme a un lado, mientras que ella se encuentra aprisionada. Por ello, recordé lo que era; una niña genio con peculiaridad extravagante que manipulaba para sobrevivir. Rechacé los sentimientos de todos, tapando toda situación que no pudiera superar sin dificultad, negué de todo pensamiento que pudiera descubrir lo que en el interior escondía. Negué de lo que sentía, de lo que soy, de mi misma en su totalidad, perjudicando a las personas que se preocupan por mí—no puedo evitar reprimir las lágrimas—lo siento tanto.

—Tora-chan, no necesitas disculparte—habló Ochako, ella se acercó a su amiga entre el tumulto, mientras que palmeaba su espalda—todos dimos por hecho de que eras una persona que no necesitaba del resto para seguir adelante, que eras tan poderosa que podías con todo. No hay nadie que pueda pelear solo, miramos a otro lado cuando Reika llegó, después fuimos golpeados por tu punto de vista.

—Has vivido situaciones dificultosas para una niña, manipular creo que es el menor de tus delitos.—añadió Tokoyami mientras cruzaba sus brazos.

—Hayas cometido alguna fechoría o difamación hacia la sociedad de héroes, o no, estamos seguros de que existe un gran vacío legal y politico que no ha ayudado a los menores como vosotras dos en ese tipo de situaciones.—añadió Iida con sus ya, tan conocidos y caracteristicos movimientos.

—Dices que nosotros hemos creados momentos agradables para tí Tora-chan, ¡pero tu compañía siempre ha sido maravillosa!—exclamó Hagakure abalazandose encima de la joven pelirosa, ella restregó su mejilla contra la suya.

—Escondiste tus sentimientos, cometiste errores y tal vez ahora te sientas inferior, pero para muchos de nosotros has sido una inspiración, si no te hubiese conocido no habría superado gran parte de mi inferioridad en el exámen contra Aizawa-sensei.—dijo Yaomomo, mientras sostenía sus manos.

—¡Eres una chica hermosa y dulce que siempre hace que pasemos un gran rato! Aún sigo esperando tener la posibilidad de que aceptes una cita conmigo.—Kaminari habló mientras le guiñaba un ojo con picardía.

—¡Tu valentía, tu fuerza, la capacidad de mostrarnos tu mejor lado incluso en tus momentos duros, eso es el verdadero camino hacia la masculinidad!—Kirishima alzó un puño como apoyo, sonriendo como usualmente hace.

—¡Si desapareces ahora no tendré una hermosa vista por las mañanas al despertar!—Mineta lloraba sangre con una gran desesperación, sin duda debía convertirse en actor.

—Cuando te veo combatir siento que hay alguien que puede brillar incluso más que yo, sigue con nosotros Hayashi-san.—un guiño junto a un fuerte brillo acompañaba el comentario de Aoyama, el cual hacía extrañas poses.

—Creo que no podría encontrar a alguien que pudiese halagar o disfrutar tanto mis dulces como lo has hecho tú—sonrió nervioso Sato, a continuación miró a Koda—Koda siempre dice que debe tener mucho cuidado de que no te alimentes de su mascota, pero que si no te lo has comido hasta ahora es por algo.

Todos rieron levemente.

—¡No pretendía comemer a su amigo!—exclamó nerviosa, algunas lágrimas se encontraban en sus ojos mientras se justificaba con el pobre Koda, el asintió con una sonrisa.

—Siempre te he visto como una heroína que va al rescate de todos, eres una persona amable con la que podemos contar, pero siempre podrás apoyarte en nosotros.—añadió Sero con una sonrisa, alzando su dedo gordo, Tsuyu asintió, afirmando su comentario.

—Estar contigo significa ser escuchado, valorado, es divertido estar contigo y siempre sacas lo mejor de todos, por eso eres tan observadora, analizas a los demás para sentirte más cercana a ellos, para aprender de las personas que te rodean-gero.—dijo Tsuyu junto a una sonrisa, acercandose a ella.

Midoriya se acercó a Tora situandose al lado de Tsuyu, él miraba sus manos nervioso.

—Tal vez no era de suficiente confianza, pero a pesar de ello, hubo momentos en los que te apoyaste en mí, lo que me hizo sentir muy feliz. Tora-san es capaz de hacer sentir a los demás muy especiales, una persona así, es el tipo de héroe que aspiro ser—Deku alzó su mirada con una gran decisión, haciendo que Tora mordiera su labio reprimiendo un llanto—tú corriste al rescate de Reika por que realmente aprecias a tus amigos, no por aparencias.

—¿De verdad crees eso? Toda esta patraña o cuartada de mierda que ellos te están creando para satisfacer tus dudas.

Todos observaron al rubio, que se encontraba reposando su espalda en una pared, su mirada parecía estar encendida en fuego, parecía que no todos estaban de acuerdo con lo dicho.




¡

PLUS ULTRA!

Un nuevo capítulo ha aparecido, Tora sabe ahora sobre su pasado, se entiende mejor que antes, y ha reconocido la realidad que debe afrontar. Por otra parte la relación que tiene con sus compañeros ha sido curada, sin embargo, Bakugō parece descontento con las palabras de Deku ¿por qué?

Tora debe resolver muchos problemas, no solo con ella misma si no con las personas que la rodean.
Esperemos que pueda convertirse en una versión de sí misma que pueda reconocer como su verdadero ser.

¿Qué creen de la madre de Tora?

Un gran abrazo^_^


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