«Hija de las estrellas».

—Érase una vez, una pequeña estrella—una mujer de largos cabellos negros palmeaba la pequeña tripa de una niña de ojos dorados, la cual, al igual que su progenitora su cabellera era negra como la noche, esta la observaba con ojos tranquilos y brillantes, esperando con paciencia a que su madre contase su historia favorita—que viajaba por el universo buscando un hogar—la niña sostenía la sabana que la cubría del frío de la noche, una chimenea llena de leña que chisporroteaba creando un buen ambiente para un cuento—nadaba a través del espacio viendo los hermosos planetas que eran adornados por las estrellas a su alrededor, sin embargo, aquellas luces no eran como nuestra protagonista.

La niña abrió su boca emocionada siendo conocedora de lo que vendría a continuación, su madre la miró con sus ojos magenta, sonriendo dulcemente al ver el entusiasmo de su pequeña niña.

—La pequeña estrella, viajó hasta un planeta lleno de agua, donde la tierra se convirtió en continentes, donde el mar era habitado por criaturas que nunca había visto en su viaje, emocionada por la hermosa visión se dejó caer en la esfera sin saber su futuro.

La niña sonrió contenta.

—Entonces, un sonido similar al de un pez nadando en el interior de agua la envolvió, provocando que la pequeña comenzase a dormir.—sonrió—Una pequeña niña que solía visitar el lago llegó hasta ella, sorprendida al ver una luz sumergida en el lago, decidió aventurarse y saltar al interior del mismo, pudiendo ver en la lejanía una esfera resplandeciente.

—Por fin. —susurró la niña con timidez, su madre río levemente acariciando su cabello, mientras se acostaba cerca de la pequeña.

—La niña tomó la pequeña esfera de luz y emergió del agua, una vez en la superficie, pudo ver que lo que se encontraba entre sus pequeñas manos era una linda estrella.

—¿Y qué le dijo? —pronunció la niña de cabellos azabache, aún sabiendo el final.

—La pequeña estrella abrió sus ojos y habló por primera vez ante un ser viviente, lo que se conocía como "humano", «¿Qué eres?», le dijo.

—«Mi nombre es Nyxia.»—pronunció la ni la contenta, alegre al saber que su nombre era el mismo que la protagonista de la historia de su madre—«¿Cual es tu nombre? ».

—«¿Nombre? », pronunció la estrella ya que desconocía lo que era un nombre.

—«Todos aquí tenemos un nombre, una palabra que nos identifica y nos hacer ser quien somos, para que nuestras personas más queridas puedan buscarnos en la oscuridad».

Su madre tomó aire.

—La pequeña estrella vió que en ese mundo no había luz, así que asintió, y habló «Si tenéis miedo de la noche, yo crearé un camino para vosotros».—acarició la cabeza de la niña—«Conmigo aquí no temereis a la oscuridad, porque yo seré vuestra luz».

—«Ahora ya sé cómo te llamas»—la ni la habló—«Tu nombre es Asteria».

—Asteria y Nyxia se sonrieron, cuando la niña humana acercó a Asteria a su pecho, una luz comenzó a adentrarse en su corazón, sus ojos se volvieron como el oro haciendo que su cabello negro como la noche fuese similar al espacio exterior, lleno de constelaciones, creadas por las hermosas estrellas.


—Ella fue humana, ¿cierto? —Nemea no respondió pero Tora lo tomó como un asentimiento—Lo que no puedo entender es vuestra relación, si las entidades que han estado poniendo las pruebas han sido Hayashi, ¿por qué estás aquí Nemea?

Nemea no respondió.

—Si la serpiente es la gran bruja, y la gran bruja era la primera humana en el pueblo con kosei, ¿qué tipo de habilidad tenía ella como para ser quemada?

—«Los aldeanos temían su poder.»—aclaró Nemea—«Temían por lo que ella podría ser capaz de hacer en el futuro, así que evitaron ese futuro».

—Evitar... —musitó Tora—Pero si ella murió, ¿como llegó hasta aquí?—se intrigó la pelirosa—Se supone que este árbol es sagrado para los Hayashi. —Tora rascó su cabeza—¡No entiendo nada!

—«Tora ella está aquí»—la voz de Nemea la despertó, miró al lago una luz parecía resplandecer desde el fondo del mismo, fue entonces, cuando al subir la mirada pudo verla, la serpiente de cascabel, la horrible bruja.—«Debes tener cuidado. »

—Gran consejo.—se burló con una sonrisa nerviosa, poniéndose en guardia, la serpiente la observó con detenimiento, como si estuviese analizando su persona.

Un sonido similar a un cascabel retumbó su cabeza, provocando que llevase sus manos en la misma.

—«¡No te dejes atrapar por su sonido, es uno de sus hechizos! »

—«¿Que clase de mierda es esta? ¿¿A caso esa serpiente no es súper poderosa??».— su cabeza comenzó a dolerle, su visión se estaba tornando borrosa.

Tora observó el lago, el cual parecía vibrar ante el sonido.

—«¿Vibracion en el agua? »—el cántico cesó, la cola de la serpiente se alzó para golpear su posición, algo patosa, Tora saltó, usó su viendo alzándose lo más alto posible—«La presión... ».

Miró a sus pies, viendo la niebla.

—«¿Solo hay niebla rodeando el lago?»

La niebla parecía estar en movimiento, como un remolino, adaptándose a las corrientes de aire a su alrededor. La serpiente miró al cielo, chocando miradas.

—«Ella es la gran bruja, eh...»—pudo ver los orbes dorados brillar con intensidad—«Aunque tiene unos ojos bonitos».—un fuerte sonido resonó cerca de ella, cuando giró su rostro se dió cuenta que una cola la había azotado, provocando su caída.

La boca de la serpiente se abrió ampliamente, Tora cerró sus ojos lentamente.

—«Ella es muy fuerte, no puedo escuchar la voz de Nemea».—sus pensamientos fueron como un susurro—«Lo siento, Nemea».

Justo al entrar a la boca de la serpiente escuchó una voz llorosa.

—«Tora.»

El grupo se encontraba ahora comiendo en el gran comedor, aunque incómodos, el día había llegado, nadie había podido dormir, sintiéndose mal, no podían evitar pensar que la comida era extremadamente deliciosa, Ochako miró con pesar los huecos libres, Reina, Bakugō, Todoroki y Midoriya no se hallaban entre ellos.

—¡Oye mitad-mitad! —Bakugō le reclamó tranquilo pero incómodo—¿Que mierda haces aquí?

Ambos estaban subiendo la colina cercana a la casa, la Cuesta parecía dejarlos sin aire.

—¡Puta colina! —reclamó como un perro golpeando todo pequeño elemento del camino.

—Me pregunto lo mismo.—dijo mirando al frente.

—¡Katsuki deja de dañar el entorno! —Reika jalaba de su brazo intentando que no destrozara unas estatuas del camino.

—¡¡Es culpa de esta mierda-fea!! —dijo golpeando la misma.

—¡¡Buda-sama!! —gimoteó Midoriya detrás de ellos.

Todoroki suspiró, sorprendiendo a los tres anteriores.

—Todoroki-kun—musitó Midoriya sorprendido—¿te encuentras bien?

Él no respondió.

Porqué no quería mentir.

—Ohh—alargó Reika con burla—¿echas de menos a mi amada Tora, verdad? —se burló toqueteando su brazo, a lo que este frenó repentinamente, sorprendiendo a la misma.

—Sí lo hago. —dijo con solemnidad, para entonces mirarla—¿Soy muy obvio?

Reika no sabía si fue su honesta respuesta o sus ojos que la miraban intentando descifrarla, pero algo dentro de ella se agitó.

Su perfecto rostro y cuerpo, su personalidad aunque algo tosca en relación a los sentimientos, pura e inocente cuando se trataba de amar a otros, o de amarla a ella.

Le frustraba saber que Todoroki Shoto era mejor persona que ella.

Odiaba pensar que Tora estaría feliz de escuchar sus palabras.

Y a veces, Reika deseaba no estar enamorada de ella, porque así podría ser una buena amiga. La amiga que necesitaba, alguien como Momo, pura y gentil, que siempre pensaba en los demás y no en si misma.

Pero ella no era pura, hace mucho que dejó de serlo.

No, Reika sabía que había nacido para estar rota y eso le dolía.

Bakugō pudo notar el cambio de la rubia, así que chasqueó su lengua.

—¡¡DEJAROS DE MIERDAS EMOCIONALES Y MOVER ESOS CULOS BLANCOS!! —bramó subiendo la montaña con sus manos en los bolsillos.

—Kac-chan es impresionante. —dijo sorprendido Midoriya, Todoroki asintió.

—Sí, como puede alguien subir una montaña con sus piernas abiertas de esa forma.—Midoriya lo miró atonito y algo confundido.

—N-no me refería a eso Todoroki-kun, si no...—Reika observó la espalda del rubio con cautela, siempre estaba dependiendo de él, la rubia sonrió suavemente al verlo sulfurarse mientras pateaba una roca del camino.

—Idiotaa.—susurró para si misma subiendo por el mismo camino.

—¡Ah, sigamos! —dijo Midoriya, Todoroki los observó pensando en Tora, cuando vió la estatua de Buda, se giró hacia ella y unió las palmas de sus manos.

—Por favor, cuida de ella, que regrese con todos, sana y salva.


—Nyxia.—la voz de su madre sonaba temblorosa.

La niña de ahora diez años observaba a la mujer, su hermosa figura era un mar de huesos, su cabello negro como una brillante noche, carecía del mismo, sus labios agrietados pronunciaron su nombre, pero sus lágrimas le impedía ver su rostro.

Su madre postrada en cama, ahora enferma había perdido toda vida dentro de ella, solo quedaba el silbido de su respiración desapareciendo en el interior de su cuerpo.

Sus manos se acercaron con fuerza a las sabanas blancas cubiertas de sangre.

—Nyxia, sé feliz.

—¡No me dejes mamá, si tú te vas no puedo ser feliz!

—Nyxia—su voz débil pero amable perforó su pecho—algún día habrá alguien que te salve de tu soledad—confesó—tal vez no sea Noel, o Nemea, o Atlas.

—¡M-mamá! —sus ojos se apretaron, su frente se calentó—¡Noel ya no está, tu también vas a dejarme!

—Algún día hija mía, habrá alguien que os sacará a ambas de este lugar maldito.

—M-mamá... —la huesuda mano de su madre acarició su cabeza.

—Tienes un corazón gentil, Nyxia.

El sonido del agua envolvió el recuerdo. Burbujas salían de un cuerpo, el cuerpo tomó forma, su cabello rosado bailaba lentamente, era como enfrentarse a un terrible sentimiento de nostalgia.

Como si ella formase parte de todo eso.

—«Alguien está llorando».

"Es como entrar en una sala llena de invitados, ¿recuerdas? "

—«Sí, debo recibirlos».

Tora encontró sus ojos, sus manos, sus piernas, de repente pudo ver en la oscuridad.

Notó frío y cuando finalmente encontró algo de luz se dirigió hacia ella.

El sonido de una voz la alteró, sus manos tocaban el tatami, sus ojos observaban las puertas de papel con decorados brillantes, muy similares a la mansión donde sus compañeros y ella habían estado.

Alguien lloraba en la lejanía.
Sus piernas tomaron la fuerza necesaria para levantarse.

—«¿Nemea? »—no hubo respuesta. Cuando salió al exterior recordó este jardín—«Esto es de los Hayashi»—pero era diferente, Kanae no estaba ahí para recibir su llegada, solo un tremendo pesar.

Que no era suyo.

Siguió la voz, hasta encontrarse con una cabellera negra, una pequeña niña lloraba en frente de un altar.

—M-mamá... —Tora sintió nostalgia al verla, le recordó a si misma.

Se asustó al notar como alguien observaba a la niña a su vera, sorprendiendo a ambas, a la mayor por notar la presencia del adulto y en cambio la menor.

Por el terror.

Su expresión era escalofriante, el cuerpo de la pelirosa se sintió caliente.

Se preguntó si aquellas veces que su madre estaba alterada, portaba la misma expresión que esa niña.

El hombre no la tocó, pero la niña ya estaba temblando ante su presencia. Tora lo observó con recelo, no le llevó mucho tiempo saber quién era el villano aquí.

Ese adulto, alto, con su mentón en alto, con esos ojos grises observando las con sumo desprecio, como si fuese un insecto.

—Deja de llorar, Hayashi Nyxia.

Tora se atragantó con su propia saliva, estaba confundida, sorprendida y a la vez temerosa.

—P-padre.—los ojos de Tora se ampliaron aún más al escuchar esa palabra, miró a ambos.

—Eres la heredera de los Hayashi, debes tener tu cabeza en alto, preparate para tus clases matrimoniales.

—¡¿Matrimoniales?!—Tora llevó una mano a su boca, pero era un sin sentido, ya que nadie podía oírla.

Tora analizó la situación, estaba claro que esta era la misma residencia en la que anteriormente había estado, pertenecería a los Hayashi al igual que en el "otro lado", también estaba esta niña que compartían apellido, por lo tanto eran familia, aunque seguro muy lejana.

Este tipo con pintas de asesino serial era su padre, sería Hayashi también, pero ¿qué relación tenía esto con la bruja? Creía recordar ser tragada por la serpiente.

—S-si padre. —la niña no reclamó, él simplemente se retiró dejando a la pequeña sola, la cual siguió derramando lágrimas en silencio—M-mamá vuelve.

Tora quiso abrazarla.

Extendió su mano hacia ella y se sorprendió al palpar su cabeza. La niña detuvo su llanto y la miró de vuelta, sus ojos ya no eran dorados, si no negros, y sangre salía de ellos.

—Vete, tu no deberias estar aquí.

Tora salió corriendo del lugar, asustada, nunca había visto una cosa así.

Cuando salió al exterior, este cambió, la oscuridad la atrapó.


—P-por fin llegamos... —suspiró Reika, estaba apoyandose sobre sus rodillas.

Todos vestían el uniforme deportivo.

Bakugō había usado su chaqueta como cinturón. Se limpió el sudor con su antebrazo, llevaba una camiseta de tirantes.

Todoroki parecía soportarlo mejor, ya que había usado su lado frío para enfriar la temperatura de su cuerpo, por otro lado Midoriya recuperaba el aliento.

—Esta es la Cumbre, me pareció ver una puerta Toori.—indicó el peli verde.

Los cuatro comenzaron a caminar hacia el frente viendo lo que parecía un pequeño templo y por detrás del mismo, un gran árbol lleno de luz,  por lo que rapidamente corrieron hacia la parte trasera curiosos por el mismo.

Al pie del árbol vieron a su sensei, junto al anciano que los había recibido en la colina.  

—¡Sensei! —Midoriya lo llamó, sorprendiendo al mismo, el hombre los observó incrédulo.

—¡¿Qué hacéis aquí?! —les reclamó el adulto.

—Eso deberíamos decirle a usted. —señaló Reika con notable molestia—Ahorrese su sermón, la vieja ya nos contó.

El anciano la miró solemne.

—Sen os ha contado sobre la leyenda.

—Así es, Isamu-san—afirmó Midorita con preocupación—pero estabamos realmente preocupados por Tora-chan.

—Esa niña... —miró el gran árbol, que brillaba con intensidad—Le dije que podría morir y aún así se adentró en el árbol sin dudarlo.

—¡Es su nieta! —le reclamó Reika con agonía—¡¿Como le permite hacer algo tan peligroso?!

—Si le permite hacer algo así—habló Bakugō—es por que está muy desesperado, ¿por qué? —el anciano apretó el bastón.

—Todos los Hayashi que heredan la voluntad del fuego, surcan el portal al interior del árbol, pero muy pocos logran salir con vida. —relató—Es por eso que aquellos que logran salir duelen verse afectados por las pruebas que se les aplican, muchos de ellos pierden la cabeza en el proceso.

—Usted era Vigor-man, ¿no es así? —eso sorprendió a los presentes, Midoriya lo observó con empatía—Hace muchos años que está retirado por unas graves lesiones físicas y psicológicas.—indicó—Sin embargo, era extraño, ya que usted no era un hombre de mente débil, e incluso con lesiones más graves seguía ejerciendo como héroe, hasta cierto día.

—Así es. —afirmó—Me sorprende que tengas tantos conocimientos sobre una vieja leyenda...

—¡Yo admiro la voluntad de todos los héroes, y usted era uno de ellos!

—Ya veo... —el anciano lo observó con ojos nostálgicos—Antes era como tú, lleno de vida, sentía tanta adrenalina cuando salvaba la vida de alguien, sin embargo, me retiré, porque fui consciente de que mi patético ser no podría hacer nada contra una fuerza mayor.

—¿De qué está hablando? —preguntó Reika confusa.

—Este lugar no siempre estuvo vacío o sin vida, muchos niños corrían en los alrededores y algunos habían obtenido koseis poderosos, cuando crecían se iban de la aldea y se educaba como héroes formales. —explicó Isamu—Incluso teníamos una Academia de héroes, modesta pero implicada con la comunidad.

—¿En este lugar? —preguntó Bakugō algo sorprendido, aunque no lo reflejaba.

—Mi mujer, que antiguamente había sido Fairy, también me ayudaba.

—¡¿Fairy?! —exclamó Midoriya gratamente sorprendido—¡¿La nada del bosque, Fairy?!

—¿Qué pasa con ella? —preguntó Reika curiosa.

—¡Ella tenía una sorprendente habilidad que le permitía controlar las plantas! —exclamó entusiasmado—¡Entonces si era cierto que ustedes dos eran pareja!

—Oiga, viejo—este miró a Bakugō—¿usted heredó la voluntad de fuego? — el anciano sonrió.

—Sí, pero nunca he sido tan poderoso como Nagi.

—¿Es por eso que permitió que su hijo hiciese la prueba?—preguntó Todoroki.

—Cuando mi padre salió de ese lugar nunca fue el mismo, pero desgraciadamente para él yo había heredado el mismo kosei, aquel que no le había permitido vencer a la Gran Bruja.

—¿Por qué siguen entrando en el árbol si saben que es peligroso, entonces? —Reika lo miró consternada.

—Muchas de las almas de los Hayashi quedaron encerradas en este árbol, entre ellas, la de mi abuela. —confesó—Mi padre perdió una parte de sí mismo en ese árbol, no puedo morir pensando que mi descendencia va heredar ese pesar.

—¿Almas dice? —se burló Reika—¡¿Entonces porque sacrifica a su nieta para ello?!—exclamó—¡¡hágalo usted mismo!!

El anciano suspiró.

—No es tan sencillo, una vez que entras en el árbol y sales, nunca más se te permite la entrada.

Los chicos se pusieron nerviosos.

—De igual forma que solo tiene una oportunidad para cumplir las pruebas, de igual forma solo tienes una oportunidad de entrar en él.

Midoriya tragó en seco.

—No seáis duros con Isamu-san—les dijo su sensei—él ha intentando evitar toda su vida que sus nietas fuesen víctimas de este árbol, hay cosas en este mundo que son inexplicables, situaciones que parecen creadas por los dioses, como este árbol.

—¡Quiere que creamos que esto es obra de Dios, cuando es culpa de esta locura de aldea! —recriminó Reika—¡Siempre usan a Tora como si fuese una herramienta!

—Niña—los afiliados ojos del anciano la miraron, provocando un sudor frío en su espalda—puede que nunca haya podido tomar entre mis brazos a Tora, pero ella es mi preciosa nieta.—masculló—¡Yo haría cualquier cosa por mi familia, porqué así somos los Hayashi!

—Isamu-san... —Midoriya lo miró con lástima.

El anciano sintió un pinchazo en su pecho y lentamente se sentó en el suelo, siendo sostenido por Siniestro-sensei.

—Isamu-san tomelo con calma.

Reika miró al anciano con tristeza, se acercó a su altura y mirando al suelo lagrimeo un poco.

—Siento haberle hablado así, Isamu-san.

Él río levemente.

—Tora-chan tiene amigos que la aprecian hasta tal punto, ¿como podría enfadarme?—él cerró sus ojos—Disculpa el arrebato de este viejo.

Tora despertó, el cielo azul por encima de ella la sorprendió, ya que lo último que recordaba era esa fría oscuridad, se abrazó a sí misma, y con mucho esfuerzo se levantó, reconponiéndose.

El no tener a Nemea con ella le hacía sentir insegura, en poco tiempo se había encariñado mucho con la joven.
Fue su guía y su voz la llenaba de calma.

—¡Nemea! —exclamó en voz alta, igualmente, nadie podía verla o escucharla, volvió a repetir sus nombre como si de un hechizo de invocación se tratase, mientras caminaba entre las casas y las personas.

Finalmente vió un edificio estilo japonés, similar a un Do-jo en el que decidió investigar.

—¡Ne-! —su voz se ahogó en la voz de otra persona.

—¡Eres un bicho raro! —exclamó un infante, todos tenían unas vestimentas similares, portaban los kimonos comúnes que usualmente solían llevar los niños en épocas de la era Showa.

—¡Su pelo es raro! —dijo otro niño jalando su cabello, Tora se acercó por detrás con lentitud.

—¡Y sus ojos, son como los de un monstruo! —exclamó el otro niño, Tora solo podía escuchar los lamentos de la pequeña niña de tez clara como la nieve, sintió mucha ira al ver cómo la paseaban mientras decían “monstruo, monstruo”.

—¡OYE! —su grito no serviría como auxilio, intentó tocarles sin resultado ya que los traspasaba—Es un maldito recuerdo, no puedo hacer nada. —dijo cerrando sus ojos mientras apretaba los puños.

—¡Soltadla! —una voz firme e imponente provocó que los dos niños temblasen al escucharla, una niña de cabello corto negro se acercó al grupo de niños, que por lo menos, deberían ser cuatro, la niña lastimada detuvo su llanto y alzó lentamente la mirada.

Tora pudo ver su aspecto dado que aquellos arrogantes niños se habían separado rápidamente, como si aquella niña fuese algún tipo de autoridad superior.

La pequeña de tez blanca tenían un largo cabello azulado, un largo flequillo intentaba tapar sus ojos azules. Tora pensó que dado que estaban en Japón, en donde lo más común era el cabello y ojos oscuros esto se vería extraño para los niños de la zona.

Cuando giró su cabeza hacia la niña pudo reconocerla al instante, parecía más mayor, pero esos ojos no habían cambiado.

Eran de oro.

Parecían dos cristales amarillos.

Era aquella niña de antes.

La pequeña se acercó al grupo, los rebasó, y tomó de la muñeca a la contraria, la cual no subió su mirada.

—Nia-chan.—la suave voz la nombró con afecto, incluso con un toque de esperanza—G-gracias.

—Nemea.—Tora amplió sus ojos al escucharla, entonces la morena dirigió sus ojos a la pelirosada—Deja de llamarla tan familiarmente, extraña.

Repentinamente el suelo comenzó a temblar, provocando una abertura.

—Deja de interponerte en mi camino—siseó molesta—los Hayashi deben pagar.

—¡Eres la gran bruja! —la inculpó la rosada, ella entrecerró sus ojos.

—Tienes la misma mirada que esa mujer. —ella alzó su mano, mostrando su palmarés, repentinamente una niebla oscura la envolvió, llegando hasta su estómago, como si un mazo la hubiese golpeado. Debido a ello, fue impulsada hacia atrás chocando contra una roca apilada en el jardín—Mi deber es protegerla.

—¿H-hablas del árbol? —tomó aire la joven, ella se burló.

—Este árbol solo es un recipiente, en este lugar puedo protegerla.

Tora miró a la niña, la cual sostenía de la mano a la contraria.

—Hablas de Nemea... —se afirmó a si misma—Ella está encerrada junto a tí en este lugar, ¿por qué dices que la estás protegiendo?

—¡No entiendes nada, niña tonta! —una vez más Tora fue aprisionado contra la gran roca—¡Los adultos, los Hayashi, no podemos fiarnos de ellos, todos nos usan como herramientas!

Tora abrió sus ojo derecho con fuerza, la presión hacia que le costa se respirar.

Esto que sentía, ¿por qué le era tan familiar?

—«La maldición de la gran bruja»—recordó las palabras del anciano.

—«No puede confiar en nadie... »—entonces Tora lo entendió, pudo ver cómo la niña de cabello negro apretaba temblorosa la mano de la pequeña ojiazul, fue a penas un segundo, pero la peligrosa se vió reflejada en ella, la mano que ella intentaba proteger, recordó a su amiga. Una pequeña Tora sosteniendo la mano de su mejor amiga. —«Ella sólo está asustada»—cerró sus ojos sonriendo.

—«Así que se trataba de eso».

Tora intentó inflar su pecho, la oscuridad que yacía sobre ella fue esparciendose lentamente, como cuando sacudes arenas en tu piel.

Nyxia la miró sorprendida, no podía ser, esa joven no podía estar mitigando su oscuridad como nada.

Entonces, sucedió, la oscuridad lentamente fue retrocediendo y el temblor cesó, los niños de los recuerdos desaparecieron.

Tora se posó en el suelo recuperando el aire perdido, un silencio incómodo las envolvió, la pequeña Nemea de sus recuerdos se disolvió en el aire.

Entonces, solo quedaron ellas dos, las dos Hayashi.

—Tu nombre es Nyxia, ¿cierto?—la de cabello azabache no respondió, aún seguía conmocionada—Entré en este lugar porque dijeron que me haría más fuerte, pensé que sería bueno restaurar ese árbol. —explicó—Aunque no sabía que todo se volvería tan complicado.

—Confías en los adultos, ese es tu error.—Tora negó y entonces alzó su cabeza con una media sonrisa.

—Yo también era como tú—le dijo con calma—fui abandonada por personas en las que confiaba, me sentí traicionada, pero sobre todo—los orbes dorados la observaron con cautela—me sentí muy sola. —los ojos de ambas se conectaron.

—¡Yo no me siento sola! —recriminó avergonzada—¡No soy una niña!

—Dice—pronunció, retomando su postura—la que tiene forma de infante.

Nyxia se avergonzó notablemente.

—¡Eso es porque estamos en una capa astral de mis recuerdos!

—Ya veo—dijo analizando sus palabras—esa habilidad que usaste conmigo, ¿qué tipo de kosei es?

—¡No es un kosei!

—¡Oh, vamos! —se burló la pelirosa—No irás a decirme que en verdad crees que voy creer en el cuento ese de que eres una bruja. —un silencio lleno de sorpresa cubrió el aire, Tora la miró curiosa, la niña la miraba como si estuviese loca—¿Qué sucede?

—¿No crees que sea una bruja? —Tora negó obvia—¿Por qué?

—Creo que has sido una niña desafortunada con un increíble kosei. —sonrió ladeada.

—Desafortunada... —musitó para si misma, en su rostro surgió una sonrisa triste—eres una niña extraña.

—Podría decir lo mismo—susurró—entonces—Nyxia la miró—¿Me explicarás que ocurre en este lugar Nia-chan?

¡PLUS ULTRA!

Os traigo la continuación del arco, espero que os guste.

Resumen;

Según Tora, la Gran Bruja es una persona corriente que nació con un kosei.

¿Qué creéis vosotros?

Sería interesante escuchar vuestras teorías.

¡Un saludito!

Kana-sensei.

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