«El juego de la horca».


Tora siempre observaba el cielo, ciertamente cuando todos decían que parecía ser lo único que atraía su completa atención, debía contestar con un sincero «sí».

Pero al mismo tiempo incluso si el azul lienzo buscaba su mirada, ella sentía temor. A veces tan amplio, tan brillante, en cambio otras, tan cerrado como un techo. En esos instantes no sabía si se sentía agobiada o libre, es por eso que el viento siempre la protegía, su esencia, lo único que parecía estable en su triste vida.

Aquel elemento, el cielo, era importante, aunque no quisiese admitirlo, lo aceptaba. El lienzo azul, era su madre.

Cuando la mujer de largos cabellos violáceos abría sus ojos, su único entretenimiento era observar aquello que no podía alcanzar con sus dedos, o sus débiles manos, junto a su cuerpo inmovilizado por el cansancio. Su hija mediana leía una de sus historia favoritas "Alice in The Worderland", ella la observó con paciencia, durante unos largos minutos, hasta que se decantó por comunicarse.

—¿Sabes porqué me gusta el cielo, Tora?—la mujer habló después de un largo tiempo, interrumpió la lectura de la niña sorprendiendola, ya que llevaba unos días sin apenas hablar,  entonces Tora, se decantó por una pregunta.

—¿Por qué mamá?—en sus recuerdos ella rondaba alrededor de los cinco años.

—Me recuerda a tú padre.—confesó con un tono de voz suave.

La niña se sorprendió ante sus palabras, no comprendía.

—¿Mamá?—la mujer sonrió hacia ella.

—Yo era una princesa enjaulada, él fue el caballero que salvó a la chica de su desafortunado destino. Me entregó la libertad, me dió calidez, un hogar, me hizo sentir amada, y después di la vida a alguien.—la mujer miró a su hija con dulzura—Di vida a los tres seres más bellos de la tierra—tan solo en un segundo su expresión cambió a un rostro de tristeza, Jun cerró sus ojos— ojalá pudiese ser la madre que merecéis las tres.

Los ojos de la mujer se abrieron de nuevo, Jun detuvo su atención en su hija y entonces sus cuencas comenzaron a nublarse, Tora decayó ante sus lágrimas.

—Mamá no llores.—la pequeña hizo un puchero, odiaba ver a su madre triste.

—Tora pase lo que pase, promete una cosa, no importa que haga o diga, por favor tú...

—Tora, ¡hazme caso joder!—el rubio llevaba un buen rato intentando atraer su atención. Ella lo observó de soslayo.

—Lo siento, sólo estaba recordando.—en otro tipo de situación, el rubio comenzaría a gritar con un «me importa una mierda», iniciando una batalla campal, sin embargo, últimamente parecía estar más tranquilo, la de cabellos magenta comenzó a pensar qué tal vez era por su mejor amiga.

—Sea lo que sea no es el momento adecuado.—rechistó él de mala forma continuando su paso.

Se sintió como una pequeña niña siendo regañada por sus padres, y eso la devolvió a la realidad. No era momento de divagar sobre sus dolorosos y melancólicos recuerdos.

—Tienes razón, lo siento.—parecía que le costaba disculparse cuando se trataba de Bakugō después de los recientes acontecimientos, a pesar de que ella no quería ser odiada o molestada por él –cosa que en esta situación él nunca haría– ya que seguía valorando su "amistad", digamos que sentía afección hacia él, después de todo el roce hace el cariño, aunque en este caso ese roce sea más agresivo que afectivo.

Ambos continuaron adentrándose en el largo "tunel", aunque no pudiesen descifrar o describir claramente su localización. Sus pasos se volvieron el único sonido "vivo" en el lugar, haciendo retumbar levemente sus corazones.

"¿Qué es este lugar? ¿Dónde está la salida?"

Algo rondaba por la cabeza de Katsuki.

—Hey.—él la llamó con su usual tono sereno, cuando estaba tranquilo, aunque esto sucediese pocas veces. Ella se centró ahora en su espalda.

—¿Qué sucede?—preguntó ella con el mismo tono de voz.

—¿Te encontraste con el mal nacido, cierto?—ella se limitó a contestar simplemente—¿Cómo era?

—Se encontraba entre las sombras, solo pude ver una silueta.

—Aún así, cualquier información será útil.

¿Porqué él estaba tan razonable ahora? Sin duda era extraño.

—Bueno, parecía no ser muy alto, tampoco pude distinguir muy bien en la oscuridad, pero sin duda era muy menudo.

—¿Por lo menos era hombre?—rechistó, había algo que parecía molestarle.

—Podría ser un hombre, aunque con una constitución delgada. Parecía ser flexible y ágil.—Tora llevó su mano al mentón mientras continuaba al ritmo de Bakugō.

—¡El cabrón es como una puta araña, joder!—dijo con molestia el muchacho, él comenzó a caminar con mayor rapidez dejando atrás a la muchacha.

—¿Qué hace caminatas con las abuelas los domingos? ¿Cómo camina tan rápido? Es anormal.

—¡¿Vas a venir o qué mota flotante de mierda?¡—él joven había vuelto a sus "buenas" costumbres, la de de cabellos magenta se limitó a suspirar.

—Ya voy rubia explosiva.—él se giró repentinamente.

—¡¿Huh?! ¡¿Has dicho algo mierda flotante?!—ella río.

—Nada, nada pandillero.—llegó hasta su posicion, ella palmeó su hombro y sonrió. Katsuki se limitó a maldecir.

Katsuki suspiró al ver como su compañera continuaba caminando a paso acompasado, pero esta vez dando pequeños brincos.

—¡Oi! ¡Esto no es un excursión por las montañas! ¡Relájate cabra montesa!—rechistó el muchacho mientras que reposaba las manos en sus bolsillos, ella rechinó sus dientes mientras se detenía y se giraba hacia él.

—¡Ya lo sé! ¡No hace falta que me digas nada!—y prosiguió su marcha, él imitó su acción.

—Hey, tengo una pregunta.—Bakugō dirigió su mirada hacia ella. Tora lo observó con curiosidad. No todos los días Bakugō  Katsuki era calmado y sentimental; su tono de voz notaba naturalidad y amabilidad, por increíble que pareciese.—¿Porqué Reika se apega tanto a tí?

Él muchacho preguntó eso, aunque de alguna forma era conocedor de la verdad, después de todo no era estúpido. Las lágrimas de la joven rubia no eran por un mero capricho, seguramente, sus sentimientos eran mucho más fuertes de los que habían sido los suyos.

—Reika y yo tenemos un vínculo tan fuerte como el de dos hermanas de una familia de sangre. No necesitamos conocer nuestro lugar para la otra, nos entendemos, nos apoyamos, peleamos juntas. Y para mí, que ella sonría, es suficiente para que mi corazón esté satisfecho.

Cuando Bakugō observaba el rostro de la de cabellos rosados, era consciente, de la realidad de su vínculo. ¿Cuántas veces él mismo había subestimado su relación?

Ahora mismo se sentía estúpido. Ella, Tora estaba tan desesperada como lo estaba él ahora. Todo por salvar a Reika.

—Rei es una buena persona.—confesó él, ella comenzó a reír ligeramente.

—¡No es necesario que me lo digas!—ella regresó su vista a Katsuki, Tora había observado que el joven era más paciente, sereno, preguntaba cosas por las cuales ella nunca contestaría porque él nunca preguntaría. Sin embargo, lo más importante no era su diagnóstico, si no la razón por la cual lo hacía.

—¿Qué? No has parado de mirarme con esa cara de culo.—rechistó él, estaba mostrando su naturaleza cotidiana. Ella resopló. ¿Cómo alguien podría cambiar tan constantemente su estado anímico?

—Estaba pensando lo bipolar que eres, pero ofendería a las personas que deben padecer por ese estado, no quisiera ser maleducada.

En tan solo un segundo un estallido de explosiones comenzó a retomar el silencio de los resonadores pasos. Bakugō se molestó pero al instante apagó su mecha.

—Solo pensaba que pareces estar muy implicado en el rescate de Rei.—habló ella, esta vez con seriedad.

Él la observó de lado, ahora había alcanzado su paso. Ambos siguieron caminando al unísono sin a penas darse cuenta. Después de todo, dicen que las personas pueden estar más unidas si trabajan por un mismo objetivo.

—Estuviste fuera un tiempo, han pasado muchas cosas.—contestó él con un tono cansado, no tenía ganas de explicarle nada a nadie en este momento.

—¿Qué tipo de cosas?—un sarcasmo profundo salió del interior de Tora, casi como una burla, Katsuki le explotaría la cara ahora mismo si no fuese porque aunque no lo pareciese sabía que no era el momento—Ahora me dirás que toda esa bazofia de que vosotros dos os lleváis bien será real.

Un silencio profundo se presentó ante su acusadora frase. Como si de un niño atrapado se tratase, Bakugō mantuvo sus labios sellados. Si le contaba acerca de su relación con Reika, entonces tendría que decirle el secreto que guardaba.

Tora sentía curiosidad por los pasados acontecimientos que incluían a sus dos amigos, bueno, uno de ellos no tan amigo, si no más bien rival. Ella no era estúpida, a pesar de que hoy se encontraba algo despistada era consciente de que el muchacho no le contaba toda la verdad.

—No sabes nada.—dijo él, ni muerto le contaría. Mucho menos sabiendo que el resultado solo le traería dolor y más enfado.

Esa frase fue como una daga clavada en su pecho. ¡Claro que no sabía nada! No podía saberlo si nadie le informaba, recién regresó y se encuentra con que una vez más alguien querido para ella está apresado de alguna forma. Y ahora tiene que aguantar a un tipo arrogante que sólo parece hacerse el interesante con ella. Es cierto que se fue dejando una relación inestable con sus compañeros y nada agradable, pero eso no significaba que tuvieran que tapar todo lo sucedido antes de su regreso, ¿eran compañeros, no?

Lo mínimo que tendrían que hacer es informarle la razón por la cual se encuentra caminando a paso apresurado y debatiendo o discutiendo con un idiota que aborrece con toda su alma. O eso quería hacerle creer su estado de enfado actual.

Ambos, sin apenas darse cuenta habían entrado en un nuevo lugar; una habitación completamente blanca los rodeaba, un suelo con plaquetas cuadradas rojas aguantaban su peso. Tora se detuvo de golpe, llamando la atención del rubio.

—Claro que no sé nada.—replicó ella, su mala costumbre de cerrar con fuerza sus puños hasta el punto de blanquear sus nudillos se mostraba de nuevo.

—¿Huh?—musitó él.

Los puños de ella se cerraron con fuerza, su mirada se alzó con fiereza hacia él muchacho.

—¡No sé nada! ¡No sé nada, porque todos me tratan como una extraña!

Él dirigió un suspiro hacia su lado derecho, mientras como siempre, mantenía sus manos resguardadas en su bolsillo, y eso irritó mucho más a Tora. Era como si la tratase como una niña.

—¿Qué?—replicó ella, casi siseante.

—Siempre fuiste estúpida, pero desde que llegaste eres peor.—eso disgustó por completo a la joven.

—¡Si tanto me aborreces entonces simplemente vete!

—Eso es lo que haces siempre.—él se veía increíblemente sereno, lo que hizo temblar levemente a la de cabellos rosados, y cuando su mirada rubí se clavó en ella sintió que su cuerpo tiritaba por su intensidad. Nunca pensó que Bakugō Katsuki no fuese apuesto pero esa arrogante personalidad quitaba todo lo positivo que pudiese tener, le parecía increíble pensar que su amiga pudiese haber entablado amistad con ese sujeto.

—¿A qué te refieres?—la aspirante a héroe denotaba un tono de voz bajo pero duro.

—Te limitas a categorizar a las personas que te rodean; si son importantes das tu vida por ellos, sin embargo, si tú aprobación no pasa por sus cabezas o tan solo no eres del agrado de ellos, los retiras de tu vista—ella amplió sus ojos ante la revelación del joven—eso te hace ver cómo una persona muy manipuladora princesa del viento.

Ese apodo le dolió más de lo que había pensando, bajó la mirada ante la del muchacho, la cual demostraba fiereza interna pero un temple sereno en el exterior.

—¿Qué sabes de eso?

—Ahora entiendo todo, escuché a All Might hablar con Aizawa. Ahora comprendo porque ellos te conocían, y también porque no contaste nada. La liga de villanos te tiene en su mira desde hace mucho tiempo.

Era cierto, sus acusaciones era ciertas. Pero el no comprendía la totalidad del peligro.

—¿Qué es lo que entiendes, tú cabeza de erizo?

—Ellos te buscan mucho antes de nacer, tus dos peculiaridades son abobinables si se unen, y para ellos ese potencial y poder tuyo son el mejor premio, la mejor forma de acabar con toda la sociedad de héroes.

—¿Y?—rechinó sus dientes, él sólo suspiró.

—Esa actitud de mierda hará que te maten. Te han vigilado desde que apareciste con una cara de huevo rojizo en el mundo, después te acosaron en esos estupidos y  mugrientos callejones y ahora intentan hacerte daño a través de las personas que aprecias. Nos hiciste a un lado todo este tiempo, no solo por tu jodida pataleta de adolescente de mierda, si no que sabías lo que se avecinaba.

—¡¿Ahora te crees mi psicólogo?!—escupió hacia él.

—¡¡No soy tú jodido psicólogo!! ¡¿Quién querría ser el loquero de alguien tan gilipollas?!

—¡¡El único gilipollas aquí eres tú!!

—¡¿Oh?!—lanzó una risotada—¡¡Bienvenida al club de me importa una mierda tu jodida y asquerosa opinión!!

En ese instante lo duro se convirtió en blando, el suelo que los hacia permanecer estables se destrozó en un segundo, haciéndoles caer a una especie de masa de arena.

—¡¿Qué mierda es esto?!—exclamó con enfado el rubio.

—¡¿Me ves con cara de albañil jodido idiota?!

Cuanto más se movían más se desplazan hacia al fondo, entonces Tora se dió cuenta.

—Son arenas movedizas.—esa aclaración hizo que el rubio detuviese su contoneo.

—¡¿Estás de coña?!

Una gran risa resonó en la habitación mostrando a una anatomía familiar.

—Tú...—Tora lo observó con enquina y el sólo se limitó a reír, una vez más se encontraba protegido entre las sombras.

—¡Bienvenidos, jóvenes aspirantes a héroes!—desde la oscuridad, Tora y Bakugō pudieron distinguir como alzaba sus brazos, como si se tratase del presentador de un gran espectáculo.

—¡¿Quién mierdas eres cara adefesio?!

—He oído que había un muchacho rubio de horrible carácter, sin duda alguna eres tú.—soltó una pequeña risotada en forma de burla, lo que hizo que Bakugō gruñiese como un peligroso perro.

—¡Nadie te ha preguntado payaso!—replico de nuevo él, el villano comenzó a mover el dedo de un lado al otro en señal de negación.

—Deben guardar la compostura, es necesario de modales para jugar de forma adecuada.

—¿Jugar?—musitó Tora con confusión.

—¡Exacto! ¡Jugar!— él parecía realmente feliz ante esa posibilidad.

—¡¡No hemos venido a jugar payaso de mierda!!—replicó Bakugō.

—Él tiene razón, estamos aquí por mi amiga.

—¡Oh! ¡Conmovedor! Siento informarles que eso no podrá ser posible—los rostros de los alumnos denotaban molestia—sin embargo, si son buenos y completan mis juegos, podría bajar la forma de que se encuentren con ella.

—¿Qué clase de juegos?—preguntó la de cabellos rosados.

—¡Oh bueno! ¡Ya se encuentran en el segundo!—indicó él con un tono de voz cantarín.

—¿Las arenas movedizas?—preguntó ella.

—He oído que eres buena haciendo estrategias, sin embargo, no veo donde se haya tú astucia hija de Izanagi.

Tora se sorprendió ante aquel dato, aunque luego fue consciente de que al pertenecer a la liga de villanos era algo normal ser conocedor de esa información.

—No me as cogido en mis mejores días, un imbécil ha secuestrado a mí mejor amiga.

—¡Qué ofensivo! ¡Secuestrar!—llevó una mano al pecho—Yo lo llamaría acoger.

—¡¿Acoger?! ¡¡Y una mierda cabrón!!—gritó Bakugō.

—Imagino que el juego se haya en encontrar la forma de escapar de las arenas movedizas.—indicó ella, a lo que el villano asintió.

—¡Bingo! ¡Sabes pensar si te lo propones jovencita!—ambos los observaron con molestia—Veanlo como una prueba de compañerismo; deben librarse de una muerte segura siendo engullidos por las arenas movedizas, antes de que el reloj de esta habitación—señaló el objeto cercano a la pared en la que se encontraba—marque las cinco en punto.

—¿Eso es todo?—preguntó ella, el villano sonrió, a lo que ellos no pudieron percibir.

—Eso es todo, deben salir y encontrar conmigo en el siguiente nivel. Les espero con ansias, si ganan tendrán una recompensa, que el señor los acompañe.—concluyó retirándose del lugar.

—¿Señor?—dijo Bakugō casi escupiendo la palabra.

—Este tipo es extraño, pero no es el momento de analizarlo debemos salir de la prisión de arena.

—¡¿Y cómo mierda salimos de aquí?!

Tora observó a su al rededor, era el momento de analizar, el momento de demostrar sus habilidades.

—Principalmente, ni se te ocurra moverte, cuanto más lo hagas, más te hundirás.

—¡Ya lo sé, idiota!—dijo removiendo se con violencia, a Tora le salió una vena.

—¡¡Pues para, pelo erizo!!—suspiró y regresó a su análisis, ¿cómo saldrían de este problema?

La habitación se había convertido en una amplia bañera de arena, aunque las paredes conservaban su estado natural. Una bombilla se encendió en su cabeza.

—Claro...—musitó, el rubio solo escupía vulgaridades—¡Hey Bakugō!

—¡¿Qué?!—exclamó al borde de la exasperación—¡¿se te ha ocurrido algo pelo lejía?!

—¡Deja de gritarme!—esta situación sería cómica si no se encontrarán al borde de la muerte, Tora se calmó para comenzar con su explicación—La base de la habitación está cubierta de arena, sin embargo las arenas movedizas tienen unos componentes que atrapan todo objeto o individuo mientras crean corrientes, somos absorbidos más rápidamente, eso quiere decir que la arena no está inerte en el suelo, si no que es expulsada desde otro lado hacia dentro.

—¿Qué mierda dices? no entiendo nada—su tono de voz monótono no iba enlazado con su expresión. Ella suspiró, su paciencia era limitada con el joven.

—Esta habitación tiene una abertura por la cual la arena entra para mezclarse con la demás, si la tapamos detendremos el flujo y saldremos de aquí.—Él sonrió.

—No necesitamos eso.—Tora lo observó con confusión.

—No te comprendo.

—Solo tengo que sacarte de la arena para que me saques a mí.

—¡¿Acaso eres idiota?!—ella estampó su mano en la arena como si de una mesa se tratara—¡¿Crees que podría con un saco de cemento como tú?!

—¡¿Huh?!—exclamó con molestia—¡¿No hiciste acaso lo mismo con Reika?!

—¡¡Ella no pesa setenta kilos!!—la boca de de Bakugō se cerró al instante. En ese momento se le ocurrió una idea al rubio.

—Te mandaré a volar por encima de la arena para que puedas caminar sobre el aire, de esa forma será más sencillo encontrar la boca de entrada de esa jodida masa de mierda.

—No soy Jesucristo.—dijo monótonamente.

—¡Ya lo sé idiota! ¡Solo hazlo!—exclamó él.

Ella lo observó aprobatoriamente y asintió.

—¡Sólo sé cuidadoso o te demando!

—¡¿Huh?! ¡¿Acaso ahora tienes un bufete de abogados?!

—¡No hablo de eso idiota!—exclamó avergonzada—¡Tan solo no toques donde no debes!—el muchacho se sonrojó al instante y miró hacia su lado derecho.

—¡Cállate! ¡Tocaré lo necesario!—antes de poder expresar su aberración mental, Tora salió disparada de la arena; Bakugō posó sus manos en los ejes del cuerpo de ella y la impulsó como si estuviese tirando de una hortaliza. Algo que su compañera reclamaría más tarde.

Cuando se elevó en el aire se reincorporó mediante una pirueta, entonces, su cuerpo se sostuvo  antes de rozarla y reposó su peso en el aire. Ahora sí podría caminar sobre el aire, en busca de esa dichosa abertura, Bakugō tendría que esperar pacientemente a que ella cumpliese su cometido, aunque él esperaba que no fuese demasiado tiempo ya que debido a ese movimiento se hundía más a fondo.

—¡Date prisa maldición!—gritó, la única parte de la anatomía del joven era su cabeza la cual soltaba vulgaridades, mientras que su compañera buscaba el dichoso agujero.

Tora analizó con sus manos la extensa pared blanca, lo único que podía notar era la rugosa textura que tenía la pintura, y cuando se acercó a la entrada por la cual habían llegado a las cuatro paredes en donde se encontraban, pudo notar entre sus dedos el efecto pegajoso de la pintura húmeda. Ella rozó sus dedos para corroborarlo, efectivamente, ere reciente.

Deslizó sus dedos hacia abajo hasta encontrar lo que parecía ser una rejilla blanca. Colocó su mano y centró la intensidad de su fuego fatuo en la rejilla, la cual se disolvió como una masa anaranjada. En el interior se encontraba una palanca negra, tiró de ella, produciendo la detención en algún lugar del mecanismo que mantenía activo la entrada de la arena en la habitación.

Tora flotó hasta Bakugō, el extendió su mano y ella tiró de él sacándolo de la masa, la cual se había debilitado al haber detenido el movimientos de los dos chicos y el remolino. El peso de Bakugō disminuyó al incorporar un poco de fuerza de viento en él, y fue lanzado por los aires hacia el lado estable del pasillo.
Ella se apoyó en el ahora nuevo suelo y suspiró aliviada.

—Nunca me alegré tanto de estar en tierra firme.—comentó ella reposando su agitada respiración.

—Por primera vez estoy de acuerdo contigo pelo lejía.

—De nada, eh.—rechistó ante su insulto, el sólo chasqueó su lengua.

—Gracias, Tora.—pronunció mirando hacia otro lado. Se vió sorprendida por las palabras de Katsuki, ya que el muchacho no usaba su nombre y mucho menos para mostrar gratitud hacia ella. Ella sonrió levemente, aunque nunca se lo mostraría.

—Es momento de moverse.—habló él levantándose, ella asintió imitando su acción. Finalmente, los dos estudiantes procedieron a retomar su camino hacia el siguiente «juego».

                                  —


Al cabo de un rato traspasando puertas y extensos pasillos llegaron hasta una puerta roja; la cual se encontraba en soledad en medio de lo que parecía un pasillo sin salida. Los dos se observaron con notable sospecha, se limitaron a asentir entre ellos haciendo que el rubio abriese la puerta para continuar su marcha. Al abrirla se encontraron con otra habitación, esta vez más grande, plasmada con tonos grisáceos, a simple vista se podían divisar unas celdas con garrotes de un color negro oscuro y oxidados, cuatro pilares divisaban la oscuridad y la parte central iluminada, una silla de metal se encontraba en medio del lugar siendo enfocada por un foco.

Con cautela se acercaron al centro del lugar, analizando las posibles pistas que podrían encontrar. Sin embargo, lo mucho que podrían saber es que el Ojeador nocturno tiene un pésimo gusto.

—Huele horrible.—confesó el rubio llevando el dorso de su mano a la nariz.

—Huele a rosas, pero el olor está muy concentrado lo que hace que sea apestoso.—aclaró Tora frunciendo la nariz, él se veía como un perro rabioso intentando estornudar, la chica quiso reír.


—Veamos...—musitó Tora, comenzó a analizar todos los componentes de la habitación, sin embargo, no había nada relevante. Sentía que ese maldito loco, estaba jugando con ellos completamente, y eso lo odiaba.

Lo único que destacaba en el lugar era una habitación con una sencilla silla de comedor alumbrada por un foco amarillo. Algo se encendió dentro de Tora, a continuación procedió a sentarse en la silla con cautela, al instante un sonido similar a un «click» resonó alrededor de la silla. Bakugō observó el fondo de la habitación con sorpresa.

—Hey, pelo lejía se ha abierto una puerta.—dijo mientras señalaba la dirección de la apertura.

—Lo veo genio.—él chasqueó su lengua, y procedió a ignorar el comentario, ambos se encaminaron hacia la puerta, él le dió una señal de precaución. Parecía ser que, cuando Tora fuese impulsiva él le recordaría donde se encuentran, sorprendentemente.

Al cruzar la puerta solo divisaron oscuridad, aunque actualmente ya estaban acostumbrados a este tipo de "paisaje". Con un paso lento y seguro se encaminaron a lo que sería, seguramente, su siguiente prueba, encontrándose efectivamente con la figura del hombre. Su aspecto no era ni mucho menos como había imaginado, o por lo menos lo que había podido dislumbrar desde su posición ante la capa de oscuridad que siempre parecía cubrirle.

Sin embargo, había algo extraño, aunque en ese momento Tora no se detuvo a analizar el porqué, sólo necesitaba encontrar a Reika. Antes de poder decir nada, Bakugō tomó la palabra, aplicando su rabia en ellas.

—¡Maldito!—pronunció Katsuki a su lado, con un tono que parecía aumentar según pronunciaba su discurso—¡¿Dónde mierdas está Rei?!

En ese instante, Tora no se volvió a preocupar del porqué el rubio nombraba a su mejor amiga como si fueran íntimos, simplemente se limitó a analizar lo que Katsuki no podría hacer dada la situación.

Su cabello negro era como la noche, ojos tenebrosos

Las manos del hombre parecían algo callosas, lo que le daba entender que posiblemente el hombre fuese antes un ciudadano medio, en la habitación había podido ver un escritorio con restos de madera; ¿tal vez un hobby o era algo que había heredado de su antiguo trabajo? El cual, por supuesto no implicaba eliminar vidas. Posó su vista en el porte del hombre, lo que en seguida no le cuadró.

—Esta es la última prueba, si logran superarla dejaré que vean al pequeño rayo.—Tora no pudo evitar sentir curiosidad.

—¿De qué se trata ahora?—preguntó con serenidad, ante el juicio del hombre la muchacha parecía haberse introducido de lleno en su juego, cosa que disfrutaba con un placer inexplicable.

—Es sencillo; deben derrotarme. Piensen en mí como el «Boss» de un videojuego.

Tora escuchó los nudillos de su compañero hacer un sonido, Katsuki había tronado sus nudillos y junto a ellos una amplia sonrisa se dibujaba en su rostro. Su compañera casi sentía su energía, así que decidió acompañar su entusiasmo junto con una leve sonrisa.

—¿Hay alguna regla?—preguntó ella, cautelosa. Él hombre negó.

—Se les permite todo.

Al escuchar eso, las cadenas que mantenían la paciencia de los dos aspirantes se disipó en su interior y exterior con un sonido atronador; las explosiones de Bakugō y el vibrante sonido del viento de Tora. Ambos se abalanzaron velozmente hacia el villano, uno por la derecha intentando estallar su cabeza y en el lado contrario la muchacha esparciendo una fuerte corriente, la cual finalizó con un fuego fatuo. El salto se convirtió en piruetas continuas, intentando apremiar su ataque sin descanso, y buscando un resultado efectivo, sin embargo, el ojeador nocturno seguía intacto, dispuesto  a seguir con el juego. Acechando su posible forma de divertirse con los dos jóvenes.

—Tomense el tiempo que necesiten, aunque yo—el ojeador nocturno hizo un espacio—no necesitaré mucho.

Este comentario contrario a los dos jóvenes, puede que fuesen unos aspirantes a héroes, pero sabían que eran uno de los más fuertes de su clase. No sería tan sencillo para él, o por lo menos, lo harían complejo.

—Bakugō.—lo nombró, él asintió.

—¡Lo sé, mierda!—ambos se impulsaron sobre sus tobillos para embestir al villano, Tora era más veloz debido a su entrenamiento con su tía, a su vez, Bakugō había mejorado desde su suspenso en el examen de la licencia de héroe, no dejaría que su compañera lo dejase como un vago. Sin embargo, se tropezaron con su propio talón, ya que indudablemente sus habilidades no eran totalmente coordinadas para el villano, ambos llevaban un ritmo de ataque completamente diferente; Tora era veloz y de ataques concentrados, parecía olvidarse de que sus ráfagas las cuales impulsaban su fuego fatuo, envolvían también a Bakugō por su duración, ya que no le daba tiempo a reaccionar al mismo tiempo que atacaba, mientras que Katsuki era más lento, ataques sin control que expandían sus explosiones de menos duración y sin precaución.

En definitiva, su coordinación apestaba.

—Parece que vuestro trabajo en equipo es horrendo. Creía que los alumnos pertenecientes de la clase A tendrían otra clase de destrezas.

—¡Esto sólo acaba de empezar maldito hijo de puta!—Tora nunca recordó un día en el que Bakugō Katsuki gritaste tantas veces, o más bien, nunca estuvo tanto tiempo con él, sin duda no aguantaba sus chillidos de rubia histérica, pero ese maldito asesino tenía razón. Su trabajo en equipo es una mierda.

—Lo siento muchachos pero, he dictaminado que vuestro tiempo se ha acabado, ni siquiera habéis rozado la tela de mi americana.—él mostraba una serenidad absoluta sin embargo, sus ojos rubíes que chocaban con los de Bakugō no mostraban algún tipo de brillo. Ese hombre iba a matarlos.

—No pienso dejar que te vayas de rositas puto degenerado.—musitó Bakugō con rabia, ya que sabía que lo estaban menospreciando.

—Lo siento, pero ya se acabó.—sonrió felizmente, ambos jóvenes se extrañaron.

—¿A qué te refie-?—en ese instante el torso de Bakugō fue cortado, creando una extensa línea en diagonal por la zona de su abdomen, su voz ronca fue disuelta dios sabe donde, al igual que su sangre. El cuerpo de Bakugō cayendo fue reflejado con horror en los ojos de Tora. Antes de poder sostenerlo en sus brazos, ella padeció ante el mismo acto.

—Maldito seas...—pronunció ella enteecortadamente, el ojeador nocturno sonrió con malicia.

—Tengo una sorpresa para la Yuei, y quiero que ambos me ayuden, prometo que no dolerá...—los jóvenes quisieron levantarse, sin embargo sentían mucho sueño, era imposible resistirse—mucho.

Su risa fue el último sonido que ambos escucharon, la clase A se encontraría con algo aterrador y despiadado.

                         —————

¡PLUS ULTRA!

¡Tututututururu!

Hola a todos una vez más, después de un largo tiempo escribiendo les traigo el nuevo capítulo de Aware, espero que lo disfruten con ansias.

Debido a la encuesta anterior corresponde decir el ganador de la selección; «Suicidio». Se utilizará en algún punto próximo d la historia.

Bien entonces, el ojeador nocturno llega pisando fuerte, me gustaría saber cómo lo están viendo, a su vez sus teorías serían interesantes de leer.

He observado que a lo largo de la historia, los lectores han disminuido, por ello si en algún momento veís que algo no convence decírmelo sin apuro.

Bueno, por ahora esto es todo, nos vemos muy pronto, le quiere Kana.


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