009. forced smiles
ME LEVANTO SOBRESALTADA Y SINTIENDO MI CUERPO mojado. De todos estos días que había pasado en Forks, en ninguno había despertado sudando, principalmente por el hecho de que era un lugar frío. Mi respiración es agitada, y durante unos segundos, no puedo evitar quedarme quieta, procesando lo que acababa de soñar.
Había sido una pesadilla. Estaba rodeada de gritos, gente desconocida, vestida con ropas antiguas, como si estuviera en otra época. También había fuego y en medio de eso, había visto un rostro... no podía recordar cómo era.
Me sacudo ligeramente, intentando deshacerme de la sensación que me dejó el sueño. Había sido tan real, tan vívido. Siento mi corazón aún latir con fuerza, pero trato de calmarme.
Solo un sueño, me repito a mí misma. Pero, a pesar de las palabras, una parte de mí no podía quitarse la extraña sensación.
Con un suspiro, decido que ya es suficiente de pensarlo. Me estiro en la cama y me doy cuenta de que algo más había cambiado. El ambiente dentro de mi habitación estaba diferente. Normalmente, el cielo de Forks era una extensión de nubes grises y lluvias irritablemente interminables, pero hoy algo más estaba presente: la luz del sol.
Abro las cortinas y, para mi sorpresa, veo el sol brillando entre las hojas de los árboles. Era el primer día soleado que había visto desde que me mudé a Forks. Una sonrisa se dibuja en mi rostro sin que pueda evitarlo.
Después de pasar días en cama, sintiéndome mal y faltando a la escuela, esto era justo lo que necesitaba.
Con un notorio mejor humor, me apresuro a vestirme. Después de días encerrada en casa, hoy sentía que todo sería diferente, como si el sol fuera un buen augurio.
Decido ponerme una camiseta negra ajustada, combinada con una falda corta de mezclilla oscura, para un toque casual. En mis orejas colgaban unos largos pendientes en forma de cruz, un regalo de mi abuela para mis 16 años. Para completar, unas botas negras de plataforma que me hacían ver más alta. A mi lado, colgaba mi mochila negra.
Me echo un último vistazo en el espejo. Mi cabello castaño caía en suaves ondas que enmarcaban su rostro, con un delineado oscuro que enmarcaba mis ojos azules. Mi máscara de pestañas las hacían ver más largas y espesas. Y, por supuesto, mi brillo labial favorito no podía faltar.
Luego, estoy saliendo de mi cuarto y dirigiéndome hacia la cocina para encontrarme con Bella y papá desayunando.
—¡Adivinen quién decidió volver al mundo de los vivos! —bromeo.
Hay una sonrisa en el rostro de papá, pero también un brillo de alivio en sus ojos.
—¿Te sientes mejor hoy, Avery?
Me estiro un poco y asiento con una sonrisa. El sol que entraba por las ventanas hacía que todo se sintiera más ligero, y honestamente, después de días en cama, solo quería salir de la casa.
—Mucho mejor —respondo—. Y parece que el clima también está de mi lado hoy.
Papá asiente mientras toma un sorbo de café, evaluándome de arriba abajo.
—Te ves mucho mejor —dice, y puedo notar un toque de orgullo en su voz. Siempre ha sido de pocas palabras cuando se trata de preocuparse, pero eso no quiere decir que no lo haga.
—Gracias, papá —le sonrío de vuelta, acercándome a la mesa para agarrar una tostada. Mi estómago rugía de hambre después de tantos días comiendo muy poco.
Bella, sentada a su lado, me mira con una sonrisa de oreja a oreja.
—Me alegra que estés bien —dice con sinceridad, empujando suavemente su plato hacia mí—. Hiciste falta en la playa el otro día.
Me detengo un segundo, sorprendida. Había olvidado por completo que me había perdido esa salida.
—¿La playa en La Push? —pregunto, recordando vagamente la invitación antes de que me enfermara—. Demonios, me lo perdí.
Bella asiente, encogiéndose de hombros.
—No te preocupes, fue divertido, pero seguro habrá otra oportunidad. Jake también preguntó por ti.
Jake era el hijo de Billy Black, quien es el mejor amigo de papá. Recuerdo que odiaba ir a la reservación, el lugar donde él vive. Siempre arruinaba mis zapatos favoritos.
—Lo lamento —digo, sintiéndome un poco culpable—. La próxima vez, prometo que no me lo perderé. Aunque con este sol, siento que ya me estoy recuperando del todo.
Papá deja su taza sobre la mesa.
—Bueno, es un buen día para volver a la escuela —comenta, mirándome de reojo—. Pero si te sientes mal otra vez, no dudes en llamar.
Le hago un gesto de asentimiento, aunque estoy bastante segura de que no iba a ser necesario. Me sentía bien, de verdad bien. Como si algo en mi interior también se hubiera despertado con el sol.
—Lo sé, pero creo que hoy estaré bien —respondo, terminando de comer mi ligero desayuno rápido antes de levantarme para irme.
El día prometía. Por primera vez en mucho tiempo, me sentía en casa. Y la pesadilla había sido completamente borrada de mi mente en el momento que los rayos del sol tocan mis poros.
Bella y yo salimos juntas hacia el coche, y mientras el sol calentaba suavemente mi piel, no pude evitar sonreír.
• • • • • • ✿ • • • • • •
CUANDO LLEGAMOS A LA ESCUELA, EL SOL sigue brillando intensamente. Bella está de buen humor, y puedo ver que también le agrada el cambio de clima. Sin embargo, mientras camino hacia el edificio, algo no cuadra. No veo ni a Alice ni a los Cullen por ningún lado.
—¿Dónde están? —murmuro para mí misma, escaneando el estacionamiento y la entrada.
Es raro no ver el Volvo plateado de Edward o a Alice saludándome desde la distancia. El estacionamiento parece... vacío sin ellos.
Pero antes de poder pensar más en ello, escucho una voz a mis espaldas.
—¿Buscando a alguien? —pregunta Lauren, apareciendo de repente con su típica sonrisa que no me convence ni un poco.
Ella parecía el tipo de chica que te sonríe mientras está pensando algo completamente diferente. Lo sé porque yo también soy capaz de poner la misma cara educada que ella, jugando su juego.
—No, solo estaba pensando en algo —respondo, forzando una pequeña sonrisa mientras ella se acomoda a mi lado, lista para caminar conmigo hacia la clase de física que desgraciadamente compartimos.
—Si sabes que no aparecerán, ¿verdad? —dice, con tono insinuante.
Le echo una rápida mirada. Claramente se refiere a los Cullen.
—¿Por qué no? —le pregunto, aunque lo que en realidad quiero es que deje de hablar. Pero sé que si no le doy cuerda, se quedará pegada a mí todo el día intentando sacar más conversación.
Lauren sonríe como si fuera dueña de un gran secreto.
—Siempre faltan cuando hace sol —me dice, en un tono de falsa confidencia.
Muevo los ojos, fingiendo indiferencia. No quiero darle la satisfacción de saber que me ha dejado pensando en eso. No era asunto mío.
—¿En serio? Qué raro —respondo, con la misma falsa simpatía, mientras entramos al salón de clases.
Me preparo mentalmente para aguantar a Lauren durante toda la clase de física cuando ella se sienta a mi lado.
Cuando la clase de física finalmente llega a su fin, respiro con alivio, pero ese alivio dura poco. Lauren se levanta tan rápido como yo, y antes de que pueda siquiera pensar en salir corriendo, ya está a mi lado, pegada como un chicle.
—Ya que no están los Cullen, podrías pasar el rato con nosotras hoy, ¿no? —me dice con su sonrisa inmutable.
Esa sonrisa falsa que se me hace insoportable. Pero, como siempre, me limito a devolverle otra sonrisa igual de falsa.
—Claro —respondo, aunque por dentro ruedo los ojos. No estoy de humor para pasar el almuerzo con Lauren y su grupo.
Caminamos juntas hacia la cafetería, y siento como si no pudiera zafarme de su presencia. Lauren habla todo el camino sobre algún chisme nuevo que escuchó, mientras yo asiento y murmuro respuestas vagas, intentando no mostrar lo poco que me interesa. Me esfuerzo en poner cara de interés, aunque cada palabra que dice me suena vacía.
Al entrar en la cafetería, mi plan inicial era sentarme con Bella, aunque ya no creo que eso sea posible.
—¡Hey, chicas! —dice Lauren con entusiasmo, mientras nos acercamos a la mesa donde ya están sentadas sus amigas—. Ella es Avery. Avery, ellas son Samantha, Jennifer y Chloe —las presenta, apuntando a cada chica respectivamente, las cuales me dan una sonrisa amable—. Ven, siéntate aquí —insiste Lauren, prácticamente empujándome a una silla entre ella y Samantha.
No tengo muchas opciones. Me siento, tratando de ignorar el nudo de incomodidad que se forma en mi estómago.
—Así que, ¿te sientes mejor? Escuché que habías estado enferma estos días —comenta Samantha, intentando incluirme en la conversación. Su tono no es tan irritante como el de Lauren, pero aún así siento que esto es solo un formalismo.
—Sí, ya me siento mejor —respondo, tomando un sorbo de mi jugo para tener algo que hacer con las manos.
Lauren, sin embargo, no se detiene. Me sigue hablando de cosas que no me interesan, y yo la aguanto, como lo he hecho todo este tiempo hasta ahora.
—Oye, Avery —comienza a decir Lauren con una voz que fingía indiferencia—. He oído por ahí que tú y Tyler están yendo al baile.
—Eh... sí, vamos juntos al baile —respondo, encogiéndome de hombros mientras trato de no darle demasiada importancia.
Noto cómo se tensa un poco, su sonrisa se vuelve más rígida. Sus dedos juegan nerviosamente con el borde de su bandeja del almuerzo.
—Vaya... qué sorpresa. No sabía que eran tan cercanos —dice, y su tono ahora es sutilmente distinto, como si estuviera midiendo cada palabra que dice.
Alzo una ceja, y entonces lo entiendo. Todas en la mesa parecían bastante ocupadas mirando sus uñas, o al menos fingiendo.
—¿Salías con él?
Veo la sorpresa en sus ojos.
—Fue algo insignificante —aclara rápidamente, obviamente mintiéndome—. Solo quería saber si iban al baile juntos, pensé que era un rumor.
—Ah —es lo único que digo—. Estamos yendo, pero solo como amigos.
No tenía por qué darle explicaciones, pero tenía que ser muy estúpida para no notar que Lauren seguía interesada en él. O no, tal vez solo sea su ego al otra chica llamar la atención de alguien que solía tener.
—No me molesta, de cualquier forma —su voz sale tan pacífica que, si no tuviera experiencia con esto, pensaría que es verdad.
—Ya —sonrío falsamente.
Luego, la mesa se sumergió en conversaciones de nuevo. Yo, por otro lado, revuelvo mi comida en mi plato.
Se suponía que hoy iba a ser un buen día, ahora estoy atrapada en una mesa con chicas que no conozco y no tengo la más mínima intención de conocer.
Inflo mis mejillas, sintiendo la falta de Alice.
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