006. accident
SI ESTABA NEVANDO, SIGNIFICABA QUE hacía demasiado frío incluso para que llueva. Y esa era mi razón completamente válida para odiar más la nieve que la lluvia. Esta vez tuve que colocarme un suéter más caliente de los que uso normalmente, aunque me reconfortaba saber que el suéter era de un lindo color azul oscuro.
Estaba bajando con Bella las gradas del porche, teniendo mucho cuidado de no caerme en el suelo congelado gracias a mis botas con tacón. Dolía un poco al final del día, pero valía la pena por verme fabulosa con ellas.
Bella no tuvo la misma suerte, pues se resbaló al pisar un gran hielo en la acera.
Papá se acercó tan rápido como pudo, bajándose de la camioneta de Bella mientras yo ayudaba a mi hermana a levantarse. ¿Quería reírme? Por supuesto. ¿Lo hice? No. ¿Bella notó la sonrisa en mi cara? Me lanzaba una de sus miradas, entonces voy a suponer que sí.
—¿Estás bien? —papá le preguntó.
—Sí —asiente mi hermano, soltando mis manos—. Él hielo no ayuda a los torpes.
Suelto una risa bien silenciosa, siguiéndola a su vehículo para ir a la escuela.
—Por eso hice que le cambiaran las llantas a la camioneta —confiesa papá. Yo ya estaba en la puerta del copiloto abriéndola—. Las otras estaban bastante lisas.
—¡Adiós, papá! —exclamo entrando al auto.
Él se despidió y intercambió unas palabras con Bella antes de subirse a su patrulla. Mi hermana también se subió a la camioneta y la encendió.
—¿Qué te dijo? —pregunto con curiosidad.
—Tal vez él llegue tarde para la cena —responde, retrocediendo la camioneta y comenzar a dirigirse a la escuela—. Está yendo al condado de Mason.
Frunzo el ceño.
—¿A Mason? ¿Por qué?
—Un animal mató a un guardia de seguridad o algo así —responde y se encoge de hombros, aún prestando atención en el camino.
Para cuando llegamos a nuestro destino, ya había dejado de nevar. Gracias a Dios, o a Zeus. No lo sé. Nunca leí un libro de Percy Jackson, apresar de tener el primero en alguna parte de mi habitación. Fue un regalo de Bella cuando cumplí quince, el año pasado.
Hoy era Lunes, entonces oficialmente era mi segunda semana en Forks. Ningún día soleado hasta ahora. Para ser justa, estoy pensado en colgarme del cuello en alguna parte de la escuela. Sería tan genial.
—Preferiría que no —una voz me asusta. Giro y veo a nadie más que al protagonista de las pesadillas de mi hermana mayor—. Hola.
Al contrario de la sonrisa amable de Edward, yo le hago una mueca.
—Volviste —giro mi rostro para buscar a Bella, pero parece que ya había entrado. Debí estar muy ocupada con mis pensamientos que no me di cuenta que había bajado de la camioneta—. Espera, ¿Dijiste "preferiría que no"?
¿Preferiría que no qué? Sin duda, cada interacción que tengo con él me confirma lo extraño que es.
—Olvídalo —niega, aún con esa sonrisa divertida—. Alice ya entró, y como te vi ahí parada creí que sería buena idea venir a saludar.
—Oh, está bien —asiento, sin darle importancia porque realmente no me importa ni un poco—. Te veo después, supongo.
Comienzo a dirigirme a la entrado con mi mochila en mis hombros, sintiendo a Edward seguirme atrás. Ruedo los ojos y aspiro profundamente.
Me tardo unos cinco minutos para llegar a la clase de Trigonometría, la cual comparto con Alice.
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BAJABA LAS ESCALERAS PRINCIPALES DE LA entrada de la escuela, mirando entre los demás estudiantes que también se dirigían a sus casas. Mis ojos buscaban con rabia un rostro en específico, y cuando lo encontré no tardé en acercarme con zancadas.
Edward Cullen estaba apoyado en su auto junto a su hermano Emmett, los dos riendo sobre alguna cosa. El más musculoso pareció verme, no se demoró en desaparecer del lado del idiota.
Mis pies me estaban doliendo como la mierda, pero eso no me impidió de llegar al lado de Edward y empujarlo hasta que su espalda chocó contra su auto.
—Si vuelves a hacer sentir mal de nuevo a Bella, juro por Dios que que te arranco la cabeza.
—Pero, ¿de qué estás hablando? —se hizo el desentendido.
Mi hermana me había contado cómo él había actuado en su clase de Biología que compartían. Me contó cómo fue amable al principio y después se puso más cortante e incluso grosero.
—Escúchame —comencé susurrando enojada, con mis manos en los dos lados de su pecho, evitando así que se mueva—, no quiero que le hables. Es más, ni siquiera la mires. No quiero que tú te acerques-
Un chirrido fuerte interrumpe mi oración, el cual se convertía rápidamente en un estruendo. Eso me distrajo de Edward y alzo la mirada en dirección al sonido, aunque aún mantengo mis manos en él.
Era Bella.
Bella estaba en medio de su camioneta y una furgoneta de color azul oscuro fuera de control.
Pasaron varias cosas a la vez. En mi cabeza, todo pareció estar cámara lenta. Una bocina, jadeos, llantas chillando. Mi hermana se da la vuelta, pareciendo totalmente aterrorizada por el desastre que estaba sucediendo.
De pronto, todo queda en silencio. Un horrible y largo silencio hasta que los gritos comenzaron. Ahí es cuando ya no siento a Edward a mi lado. Lo busco con la mirada, pero ya no está.
Alzo mi mirada y me encuentro con la de Alice, que parece estar mirándome con preocupación. Rápidamente, busco mi celular en mi mochila y marco al 911.
—Hola. Hubo un accidente en la secundaria de Forks. Mi hermana fue atropellada —hablé tan rápido como pude.
Mis oídos escuchaban a una mujer hablar, pero mi cerebro no parecía estar procesando absolutamente nada a mi alrededor. Cuando mis manos comenzaron a temblar, dejo caer mi celular al suelo.
¿Bella estaba muerta? No. Absolutamente, no. Ella no podía estar muerta. De seguro solo fue un golpe suave.
Alzo mi mirada, donde estaba Alice. Ya no hay nadie. ¿Dónde mierda estaba Alice?
Me agacho para recoger mi celular y por alguna razón no consigo levantarme de nuevo.
Entonces, me quedo ahí.
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