Los tres miraban el cielo que se posaba sobre ambos, como antes lo hacía. Aunque si era sincero, estaba de lo más avergonzado con todo lo que se había suscitado.

Él en su terquedad de querer verlos bien, a salvo junto a los demás y temiendo. Que lo único que provocó fue dolor, desconfianza y error tras error.

Si tan sólo hubiera confiado en ellos, sin tan sólo no hubiera cargado con todo solo... Si tan sólo hubiera sido honesto...

— Emma, Ray... — ambos lo miraron, él se encogió de hombros, jugando con sus manos, teniendo pena de mirarlos a la cara, a los ojos.

A esos esmeralda y amatista, respectivamente.

— Todavía... Todavía, ¿Puedo hacer aviones de papel con ustedes?

Emma y Ray lo miraron sorprendidos un momento, a lo que Norman los miró a los ojos, esos zafiros suplicantes y arrepentidos realmente.

— Por favor.

Emma rió y Ray le sonrió.

— Si consigues el papel, podemos.

Un alivio y calidez le embargó, a la vez que una sonrisa se posaba en sus labios; y emocionado y algo avergonzado por comportarse como un niño pequeño —aunque él seguía siendo un niño—, fue con ellos con papel en mano. Ray se rió al ver casi un paquete de hojas blancas en las manos de Norman al igual que Emma.

Tomaron cada quien una hoja, ayudando a Norman para hacer el suyo, pues con pena admitió no recordar cómo hacerlo, y finalmente se prepararon para lanzar sus aviones.

— Uno.

— ¡Dos!

— ¡Tres! — contó Norman con una sonrisa sincera, lanzando así su avión junto a los de sus hermanos y amigos.

— ¡Otra vez!

— Sólo porque Norman trajo el paquete de hojas.

Y ese día, se la pasaron haciendo y lanzando aviones de papel, riendo y sonriendo. Reviviendo esos recuerdos de los tres juntos cuando eran más niños.

Pero nuevamente...

Siendo ellos el trío de mejores amigos.

— ¡Mi avión volará más alto que el de ustedes!

— ¡Quiero ver que lo intentes!

— ¡Tranquilo chicos, todos volarán alto!

Volviendo a ser, esos niños de antes.

-Traumada Taisho