➽3.
Por suerte (o desgracia), un largo día escolar fue suficiente como para que su cambio de ánimo fuera casi imperceptible. Cuando llegó a casa, las cosas transcurrieron normalmente, cenó con su familia y subió a su habitación.
Lo que él no sabía, es que en el piso de abajo, aún en la mesa, era el tema de conversación de sus parientes.
—¿Ya vieron su cara? No tenía el ceño tan fruncido como de costumbre.
—¡Y no me gritó cuando lo pateé! Sólo me amenazó con diseccionarme. Aunque no sé que es eso.
—¡Y miró mal a Doffy!
—¿Eso qué tiene de raro? Law siempre me mira mal— preguntó el rubio mayor, más curioso que preocupado.
—Es distinto. Law siempre te mira como si quisiera que te murieras siendo atropellado por un tren. Varias veces. Pero ahora, solo te miró mal— aclaró Monet, con la mirada seria.
—Me parece que están exagerando un poco, niños— intentó calmar las cosas Rocinante, como la responsable figura materna que era, incluso si lo negaba.
—¿Qué no se dan cuenta? ¡Es obvio que alguien lo puso así!— exclamó Baby 5. Los hombres la miraron como si se le hubiera zafado un tornillo.
—No sé si lo sabías, pero por lo general, la gente hace que Law se enoje, no lo contrario.
—¡No me refiero a eso! Tal vez, conoció a alguien... especial— sonrió. Los demás, tardaron un poco en procesar la nueva hipótesis.
—Ojalá y sea bonita.
—Ojalá y sea una buena persona— cortó Rocinante —De todas formas, eso no nos incumbe, al menos no por ahora. Se nota que, sea lo que sea, es reciente y si no lo quiere decir, no es cuestión de insistir u obligarle. Tarde o temprano va a ceder.
—Es muy fácil para ti decirlo. A ti siempre termina contándotelo todo— se quejó el que estaba sentado más cerca, aún con la boca llena.
—Eso es porque confía en mí, ya que yo sí respeto su privacidad.
Se quedaron todos callados. Nadie podía negar que tenía razón.
—De todas formas— rompió el silencio Doflamingo —Tampoco vamos a perder la cabeza, sólo porque Law no está tan molesto como de costumbre. Puede que realmente no sea nada.
—O puede que no.
—Sea el caso que sea, quiero que lo dejen tranquilo, todos ustedes. ¿Quedó claro?— cuestionó un ya impaciente Rocinante, luciendo ridículamente intimidante con su delantal de cocina con estampado de corazones y cuchara de madera en mano.
Todos asintieron, por su propio bien.
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Por otra parte, en un lugar apartado de la ciudad...
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Un alfa hablaba con un omega, un poco alto, para que le escuchara por encima del fuerte viento. Se veía preocupado.
—¿Todavía sigues haciendo estas cosas? Ya estás un poco grande. Anda, baja de ahí, te vas a caer. No me mires así, sabes que te lo digo por tu bien. No es bueno que estés aquí sólo. Vamos a casa, a comer— sonrió, tomándolo de la mano.
Se fueron caminando juntos, meciendo sus manos para atrás y adelante, mientras el mayor se mostraba más tranquilo y el menor, se mostraba un tanto culpable por seguir preocupándole de esa forma.
Sin embargo, decir que dejaría de ir al lugar de siempre, a hacer lo de siempre, sería mentir. Por eso no prometió nada.
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No tengo mucho qué comentar de este capítulo, a parte de disculparme por los diálogos. No suelo indicar mucho quién dice qué, no porque no me sepa de memoria los nombres de los piratas Donquixote, sino que la mayoría de los hombres, especialmente, me caen mal o me perturban. O ambas.
Solo imaginen que ahí están la mayoría de los más jóvenes, tipo Baby 5, Sugar o Dellinger.
PD: ¡perdón por la tardanza! Quizás por ahora no pueda actualizar tan seguido como en los primeros capítulos. Las clases están terminando y tengo un montón de exámenes :(
PDx2: odio que el Wattpad me borre los guiones largos
>:(
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