➽19.
[Nota rápida de la autora:
¡Perdón! Les quería avisar antes, pero lo olvidé. Es posible que algunos de los capítulos siguientes sean un poco menos "lindos" de leer, por así decirlo. Esto se debe a que se van a enfocar en la frustración de Law. No se preocupen, serán pocos.
Ahora sí, disfruten su lectura 💖]
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Al salir de aquella habitación, tuvo que bajar por unas escaleras, pues aparentemente, al raro de Sanji, le gustaba tener una casa enorme, que a él lo confundía demasiado. Ni su familia, con lo numerosa que era, ocupaba tanto lugar.
Luego de unos minutos caminando en silencio junto al menor, regresaron a la sala de estar y, gracias a la música, Law se dio cuenta de que esos locos seguían de fiesta. Pudo ver a lo lejos a Sanji muy entretenido charlando con Violet mientras cocinaba mínimo tres cosas distintas, así como Zoro, sentado en el suelo cerca de la puerta corrediza, aparentemente dormido.
No obstante, dio un paso al frente y, tanto el alfa rubio, como el peliverde, lo miraron. Lo miraron tan mal, que de haber sido un beta, o un imbécil, habría salido corriendo de inmediato. Para su suerte, él no era ninguna de las dos, por lo que se mantuvo con la mirada al frente, incluso si el cuerpo entero le dolía aún.
De haber iniciado una pelea, sobre todo contra ambos, fácilmente habría perdido.
Para su suerte, después de unos segundos en los que intentaron intimidarlo en vano, al parecer se rindieron, Zoro volviendo a cerrar los ojos, y Sanji, ofreciéndole una bebida dulce a la muchacha. Parecían demasiado tranquilos de repente, cosa que a él le daba mala espina.
Pues al diablo con ellos, aquí no pienso quedarme. Que por la comida vine, y por ese omega, me quedo.
Los ignoró a ambos, pasando de largo por muy poco las katanas que Zoro había dejado junto a sí, para poder salir al patio una vez más. Al menos allí, el ambiente no era hostil y el aire fresco le traía tranquilidad.
Tranquilidad que no duró, dicho sea de paso.
Se vio casi empujado al suelo, cuando muchos de los presentes se abalanzaron hacia él, con distintos niveles de curiosidad y preocupación. Ahí sí, brevemente, deseó irse.
Las dos mujeres conocidas no paraban de cuestionarlo, Nami casi con enojo y Robin, con una mueca en el rostro. Parecía un intento de sonrisa. Por su parte, el hombre de cabello azul la seguía de cerca, gritando sobre lo súper preocupado que estaba.
Detrás de ellos, el omega de cabello rizado parecía tenerle algo de miedo, y la mujer de cabellos azules, intentaba calmarlo. Mientras, aquel delgado beta seguía tocando el violín, en un volumen más bajo, fácilmente mirándolo por encima de todos debido a lo ridículamente alto que era. Junto a él, estaba ese omega.
Luffy.
El mismo comía de forma rápida, mirando al hombre del violín con alegría. No parecía enterado de la situación a su alrededor. Aunque, ese alfa junto a él, sí lo parecía. Definitivamente.
Parecía una mezcla de luchador de sumo, uno de boxeo, con la postura serena pero firme de un samurai y esos llamativos tatuajes azules que parecían recorrerle todo el cuerpo. Le recordaron un poco a los tatuajes que llevaría algún matón de esos que te agarran desprevenido en un callejón, te roban la billetera e, incluso si no te resistes, te terminan moliendo a golpes.
Sin poder evitarlo, dio un paso atrás. Si las miradas mataran, las de Sanji y Zoro le habrían apuñalado con un mísero cuchillo de plástico. Y la del alfa mayor, le habría dado un disparo en el medio de la frente. Con razón los otros dos se quedaron tan tranquilos de repente, dejándolo volver al patio.
¡Qué hijos de puta!
Su cara de perro asustado cambió momentáneamente a una de puro disgusto, generando sorpresa tanto en ese hombre, como en él mismo. De verdad, necesitaba tener más autocontrol.
Fue justo en ese momento, por supuesto, que el precioso omega azabache se dignó a dirigirle la mirada, dejando de lado la deliciosa comida que no dejaba de comer.
Mientras Law le ponía cara rara a aquel que era, probablemente, su amigo.
Dellinger tiene razón, me voy a morir solo.
Antes de que pudiera hundirse mucho en su amargura, su alfa casi queriendo pegarle por inepto, sintió algo suave en su mano, otra mano más pequeña, de hecho. Levantó la vista, intentando mostrarse agresivo, pero todo su mal humor fue dejado atrás al ver a Luffy frente a él.
- ¿Estás bien? - fue simple, directo. Y muy bonito, su voz era adorable.
Dile algo inteligente, por Dios.
- Gracias.
Ojalá y pudiera prenderme fuego, como lo hace Cora.
- ¿Entonces sí estás mejor? Genial - le respondió con la misma simpleza, soltando unas cuantas risitas, extrañas, genuinas y hermosas, que pusieron a su mente a dar piruetas.
- Eh, sí - confirmó, sin tener la menor idea de qué decir, pero no deseando que la conversación acabe.
Y es que, si bien su belleza era innegable y en sus ojos se veían claras sus buenas intenciones, Luffy también tenía ese aroma al mar que lo hipnotizaba, así como esos aires de pura tranquilidad que, curiosamente, no lo dejaban respirar tranquilo.
Era muy extraño. Porque él, tranquilo no parecía, al contrario. Lo tomó de la mano otra vez, lo llevó de un tirón a la mesa suya y lo sentó junto a él, a su izquierda, comenzando a hablarle rápido entre bocados.
Por suerte, los malos modales de esos inútiles que llamaba hermanos, le dieron suficiente experiencia como para comprender el palabrerío del omega a su lado.
Le habló de forma muy desordenada, mezclando anécdotas con ideas, chistes, preguntas que apenas llegaba a responder, cosas sin el más mínimo sentido, y también le presentó al hombre sentado a su derecha, Jimbe, quien por fin había dejado de matarlo con la mirada. Aunque de seguro lo volvería a hacer, si es que al omega se le ocurría dejarlos solos.
Vaya, le gustaba hablar. A Law siempre le cayeron mal las personas conversadoras, le resultaban insoportables. Aún así, lo que a Law normalmente le resultaría demasiado irritante, en esos momentos no era más que una simple molestia, envuelta en la reconfortante sensación que sólo ese aroma veraniego y esa voz encantadora podían darle.
Se dio cuenta de que se estaba volviendo un tanto dependiente de esa calidez. Pero, después de años en soledad, después de recibir aviones de papel que tímidamente cambiaron su vida para bien, después de haberse desmayado como un idiota, decidió que podía permitírselo.
A Luffy no parecía importarle. Quizá ni siquiera lo notaba, aunque algo en su interior, le decía que sí lo hacía. Al menos, un poco.
Por un momento, fueron ellos dos, solos, como en su propio mundo, compartiendo una comida rica y una conversación torpe, en un ambiente fresco, con música de fondo. Sus manos hicieron contacto suavemente, de nuevo. Haciendo que Law se sintiera afortunado como nadie.
Y para Luffy, ese alfa ojeroso fue una grata sorpresa que le alegró la tarde, luego de pasarla comiendo aún más excesivamente que de costumbre, estresado por su viaje, su próximo celo, sus aviones de papel, la deplorable relación que tenía con su abuelo y las quejas de Sabo al momento de enterarse del asunto con Kid.
Estaba a punto de echarse a llorar cuando llegó Law de repente, lo miró, se desmayó en su cara y luego volvió a aparecer, ahora sentándose con él.
Sí, el tipo nuevo ya le caía bien.
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No tengo mucho que decir, creo que iba a hacer un pequeño anuncio, pero ando muy distraída :(
Si me lo acuerdo, para la próxima me lo anoto. En fin, esperó que hayan disfrutado el capítulo.
¡Hasta pronto!💚
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