Octava Enseñanza

«tener modales a la hora de comer
-Dy»

Sonreí burlón, el papel ahora arrugado era ligeramente divertido, no me era posible creer que me diese esa nota luego de invitarme a comer, es como si no me conociese.

«gracias? Pero siempre he mantenido una muy buena manera en la mesa.
-Martin »

Estaba listo a enviarla por la ventana junto al asiento cuando precisamente un papel cuadriculado y grande hizo presencia.

"Hola, Louise
Te escribiré de esta manera hasta que terminemos el almuerzo.
-Dy„

Con seguridad mis facciones habrían denotado mi incontable sorpresa la cual inmediatamente remplacé por una sonrisa.

"entonces...¿qué has pedido?
-Martin " pasé la hoja por debajo del asiento hacia atrás, unos delicados y suaves dedos hicieron contacto por un corto tiempo, gracias a ello una corriente traspasó mi perfecto ser.

"Es una sorpresa, además ya deben de estar por llegar
-Dy„

Bufé con fastidio, una pequeña chica pelirroja se acercó con coquetería trayendo el paquete de comida, le agradecí con un asentimiento de cabeza la pelirrojiza echó en mí una mirada fulminante perdiéndose de mi vista, debía de ser demasiado alabada por los chicos para enojarse al desinterés que le he mostrado, y agarré súbitamente los cubiertos sin contener ni un poco mi excitación.

"Lo primero que se te dice, lo primero que olvidas ^^!
-Dy„

¿Hablaba sobre la actitud impetuosa que realicé hacía unos cuantos minutos?, tan sólo me estaba conteniendo desde la noche anterior, lo sabía  por los rudos reproches de mi estómago.

"Para nada, sabes? Los colores rojos son los más atractivos
-Martin"  luego de enviar el papel escuché una risilla detrás mío y por inercia resulto siendo motivado a levantarme y acercarme, observo una gorra roja con puntillas negras, llevo mi mano hacia allí y cuando estoy a punto de hacerlo algo en mí me detiene; debo estar jodidamente perdido como para no tratar de observar a la mujer.

"Disculpo esa idiotez, ahora tan sólo disfrutemos de estas deliciosas tortillas mexicanas... Ups, ya lo dije.
Te diré algo, la pelirroja es alguien que conoces ( ^//-\\^)
-Dy„

Con escepticismo alcé la tapa y visualicé unas deliciosas y sabrosas 'tortillas', en realidad era la primera vez que las probaría y el entusiasmo recorrió con sensualidad cada parte de mi cuerpo.

"No quiero comerla, se ven demasiado apetecibles
-Martin" .Mi mente se relajaba con cada palabra que leía por parte de ella, así que dejé escrito un poco de mis verdaderos deseos y continué observando minuciosamente el plato.

"A veces tengo la idea de que puedes ser lindo si te lo propones, luego recuerdo tu pasado y se me pasa
-Dy„

Una picada en el pecho fue lo que hizo presencia después de haber leído esas palabras. No podía sentirme dolido, eso nunca. Y de pronto estallé en carcajadas sintiendo como mi diafragma se dislocaba con cada segundo que pasaba.

" No deberías decirle 'lindo' a alguien que es categorizado como el Hot Boy Of The Year"
-Martin". Pasé la nota bufando. Sujeté con fuerza los cubiertos y rebané la tortilla, un líquido rojizo salió de ella expulsando un minúsculo humo, inhalé con cariño aquella exquisita fragancia la cual envolvió mis sentidos poniéndome la piel de gallina.

Con el más minucioso movimiento clavé el tenedor sobre la crujiente corteza, mi mano se dirigió hacia mi anhelante paladar: una fusión de sabores chocaron dejándome en un estado de plena calma, sentía mi cuerpo subir a lo más alto llevándome al cielo o al último piso del infierno si fuese posible.

"Ya que has probado el especial de la casa...te contaré algo, así que mejor no te atragantes con la comida.
-Dy„

Dy tenía muy poca fé en mi educación lo que me pone a pensar en la posibilidad de la muy débil confianza que pone en mi, con asombro vislumbré mi reflejo en la ventana encontrando a un chico: con la mirada perdida creando un aire frío en sus verdes y llamativos ojos, las gruesas y rectas cejas levemente unidas, los labios rojizos en una fina línea, y tal imagen me miraba con un aspecto triste y apagado para luego seguir de la misma manera todos mis movimientos.

Oí el rasgueo del papel, me incomodé ante la idea de escribirle una respuesta tan inmediata pero, acabó de llegar otro mensaje.

"Ya que no regresaste el papel...la persona con el gran talento en la creación de las tortilla es....
Te lo diré después, eso sucede porque me has hecho tener que arrancar tan indispensable y necesaria hoja.
-Dy„

Sostuve con fuerza el papel observando cómo con el poco esfuerzo que realizaba tan fina hoja se arrugaba, gruñí quejándome de la actitud tan madura de mi emisora y con desánimo escribí en la anterior carta.

"Anda! Dime! No puedes dejarme con la expectativa.
Después de todo te agradezco por la comida mexicana pero... Debes que empezar a hablar ¿Qué querías decirme desde un principio?" Sin firmar empujé la hoja hacia atrás de mi asiento.

Un suspiro llego a mis oídos enojándome, por la actitud de Dy; yo soy el que debería estar enojado, no ella. Además me había comportado de la mejor manera : no había bebido, no había invitado a ninguna chica ¡hasta había ignorado a la preciosa pelirroja!, ni siquiera había traído mis revistas...La Paciencia estaba abandonando a mi cerebro.

"Estás seguro que eso es lo que deseas?...debes que saber que en el momento en que te lo diga no estaré aquí.
-Dy„

No podía haber algo tan peligroso ni nada, no es como si alguien fuese hijo de un mafioso. " dilo! Tomaré la responsabilidad si ocurre algo así que tan sólo no seas tan melodramática.
-Martin" observé y esperé, esperé y observé pero nada pasaba, la nota que había enviado hacía ya 6 minutos me ponía a dudar en la posible huída de Dy...aún así llegó

La carta que se ubicaba en mis manos era un poco larga, así que observé lado y lado previniendo no ser visto por nadie para sacar unos finos lentes.

«Louise, dentro de media hora tendrás que volver al instituto por lo trataré ser breve con mi relato. Hace 11 años, a comienzos de septiembre dos pequeñas niñas chocaron en un cruce hacia la primaria. Una de ellas tomó una posición sumisa y se disculpó cuidando cada una de sus palabra, la otra...hizo todo lo contrario sin excederse en reprenderle su falta de atención; las personas a cargo de ellas se encontraban impacientes: no las veían desde hacía un hora y no había señal de ninguna de las dos....

A los dos días que pasaron las dos pequeñas aparecieron frente al hermano mayor de cada una, no tenían recuerdos de lo sucedido desde que habían chocado entre ellas. No hablaban, no comían, y ni mucho menos jugaban por lo que se decidió no permitirles asistir ese año a la escuela. Cuando se volvieron a encontrar en la misma calle, en el mismo cruce y con el mismo vestuario que la vez pasada, se saludaron y cruzaron sus dedos, fijando fuertemente  sus manos caminando hacia un puente a unos 5 minutos de allí, uno de los hermanos de la 'sumisa' con disimulo la seguía de cerca detallando los movimiento de las pequeñas.

Cuando llegaron debajo del puente que daba paso a la avenida "Carl Stanley" un hombre de mediana edad bien vestido y con ropajes elegantes se les acercó abrazándolas, les regaló un pequeño origami con forma de grulla, les acarició la cabeza y se alejó tranquilamente tarareando el comienzo de  las cuatro estaciones de Vivaldi. Las infantes regresaron al colegio a seguir con su vida...

En realidad, las llevaron al psiquiatra cuanto pudieron: intentaron con terapias y juegos, con títeres si fuese necesario pero nada consiguieron. Arthur, como se llamaba el hermano, las persuadió con hojas de papel y lápices pudiendo así sacarles el que cada año, ese 12 de septiembre, a la misma hora se encontrarían con él,no porque las obligasen sino por qué deseaban hacerlo.

Así Arthur siguió al hombre el año siguiente llegando a un gran local ubicado a las afueras de esta ciudad, por la confusión que le causaba el entender lo que observaba le habló, escuchó con atención la historia sobre la fundación de tal sitio, el porqué lo realizaba y la visión de crear figuras con papel. Ese hombre fue el mentor de Dakie y mucho niños más, ese hombre fue nuestro maestro...

Pd: tic,tac el tiempo apremia. Nunca seas impuntual»

Y con un frío y torrencial viento la hoja se alejó bruscamente, dejándome anonadado y completamente solo.

*

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