25. Rojo | El arándano del invierno
Por la noche, Legolas se escapó a hurtadillas al jardín. Sabía que era uno de los lugares donde ella salía a frecuentar, incluso por las noches,. así que tenía la esperanza de verla nuevamente antes de partir mañana. Estuvo sentado en la fuente, esperando casi dos horas hasta que escuchó el ligero ruido de una canción entonada.
— ¿Qué haces aquí?— preguntó ella sorprendida por verlo.
— Ah, quise verte otra vez, mañana me iré y no volveré hasta la primavera— dijo Legolas levantándose— quería hablar un poco contigo.
— ... Entonces es verdad— replicó ella con una sonrisa llena de afecto y se acercó a él.
Legolas no entendió a qué se refería por lo cual preguntó mientras se sentaba al lado de ella para contemplar las aguas cristalinas de la fuente.
— ¿De qué hablas?
— De que mi príncipe no le tiene miedo a su padre— ella le miró fijamente— ¿El rey sabe qué estás aquí?
—...No...y no se lo digas— suplicó Legolas tomando su mano, su rostro mostraba un poco de miedo y amor a partes iguales. Ella no pudo aguantar la risa y decidió cambiar de tema.
— ¿Sabías que tu padre rey me envió regalos de cortejo?— inquirió ella sonrojándose.
— ¿Eh? ¿Tan pronto? Es decir, no... Recién hoy me enteré de que él ya sabía de ti— dijo Legolas medio sonrojado— lo siento si te hemos incomodado.
— No te preocupes, tampoco fueron muchos regalos... Por suerte— respondió ella extendiendo una mano para acariciar su mentón— no pude evitar sentirme halaga, aunque siendo sincera... me dio un susto.
— Me voy por unos meses ¿Quieres que te traiga algo?— preguntó Legolas sobando sus cabellos rubios entre sus dedos— por ti, haría todo lo que pueda para complacerte.
— Hummm.... ¿En serio?
— Lo digo de corazón.
— Mi príncipe tiene un corazón muy grande.
— .... ¿No te gusta?
— .... Déjalo, no lo pienses tanto, tráeme lo que puedas, pero no te arriesgues ¿Vale?
— ¿Por quién me tomas?
— Por el príncipe Legolas conocido por traerse problemas a él y a los demás.
— Ah...
— Tu fama te precede, mi príncipe.
— Está bien ¿pero no tienes nada que quieras en específico?
— Ni que fueras a traerme frutos del arándano rojo invernal— masculló ella sin saber cómo detener al meloso príncipe— si puedes conseguirme un lirio vivo para cuidarlo dentro de las cavernas, estaría más que feliz.
— Pero eso es fácil de hacer— se quejó Legolas.
— Justamente por eso— replicó ella sin dudarlo— tengo entendido que hasta en las tareas fáciles te sueles meter en problemas.
—....
Legolas no sabía cómo refutar esa verdad innegable.
La pareja de acaramelados se quedaron admirando las flores de la fuente de roca tallada. Solo ellos dos y su cómodo silencio.
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