Capitulo 6-1: El niño perdido

Capítulo 6: El niño perdido.

"Si conoces a tu enemigo y a ti mismo siempre ganaras, si no conoces al enemigo pero si a ti mismo a veces ganas, si no conoces al enemigo ni a ti mismo, entonces siempre perderás"

Heroína de la Sabiduría- Año 1128.



Al fin había encontrado un buen lugar para poder poner sus cenizas. Fueron dos semanas donde viajo como si fuera un zombi. Al fin había abandonado la ciudad de Zanoba y ahora había llegado a Ofiria, justo antes de que comenzara el año nuevo, justo antes de que el año 1132 comenzara.

Aún era de tarde y el sol no se había ocultado, tras hacer una tumba y enterrar las cenizas, Aidan solo miro la tumba de su amiga, en una roca donde con mucho esfuerzo logro grabar el nombre de "Martha"

A pesar de vivir en las calles, él sabía leer y escribir, algo inusual para los niños de la calle, aunque él también tenía algo más: Amnesia. Tan solo tenía un mes y medio de conocerla, pero aun así, aun así el sentía que tenía toda una vida conociéndola.

—Lo siento, Martha. No soy más que un inútil.

Diciendo eso, se dio media vuelta para dirigirse a la ciudad, después de todo él debía de seguir adelante sin ella, eso era lo normal en las calles. La muerte, el abandono y el hambre es el pan de cada día en las calles y aun así ¿Por qué se sentía triste? Después de todo incluso él sabía que eso iba a pasar en un momento.

***

Lamentando su muerte, estaba bebiendo en un bar de los barrios bajos de Ofiria. Ella se había suicidado, el trauma de haber vivido aquello hizo que su amiga llamada Martha decidiera poner fin a todo, ocurrió en tan solo unos minutos, minutos donde se distrajo y cuando se dio cuenta, ella ya estaba muerta... estaba colgada. Solo a él le importo, solo él pudo ver su muerte y solo el asistió al "funeral", después de todo a nadie le importas en las calles.

Sin saberlo o más bien sin recordarlo estaba celebrando el día de su cumpleaños, aunque celebrar no estaba en sus prioridades, no recordaba ni su cumpleaños. Sus memorias se habían ido, no recordaba nada más allá de un mes y medio que fue cuando despertó en aquel barco y terminó en la ciudad de Ofiria, y vivir en las calles.

No solo sus memorias se habían ido, también se había ido una muy buena amiga. En la ciudad de Zanoba estaba siendo buscado por haberla defendido pero ella decidió acabar con su vida, dejándolo otra vez solo.

El año nuevo, el mismo día que su cumpleaños, el día 28 del mes Lunar 6 del año 1132, cumpliendo justo los doce años de edad y entrando en la pre adolescencia, aunque más bien en este mundo significaba que le quedaban solo tres años antes de llegar a los quince años y ser considerado mayor de edad por no tener sus estudios.

"Si tan solo hubiera aguantado" pensó y después tomo un poco más de alcohol. No tenía nada que celebrar.

Él no era el único que no podía celebrar el año nuevo, los barrios bajos de Ofiria también estaban en total oscuridad, con sus habitantes durmiendo dentro de sus chabolas esperando al siguiente día, esperando otro día intentando sobrevivir a la vida. Aunque, algunos rebeldes se negaban a irse a dormir, y en el fondo de una de las calles había un pequeño bar que hacía destacar aquel ambiente deprimente de los barrios bajos.

El bar tenía como atractivo las peleas clandestinas, peleas donde cualquiera podría ganar mucho dinero si hacían las apuestas correctas, pero la casa siempre ganaba, aun si no ibas a apostar, ver pelear a dos tipos era algo bastante entretenido.

El escándalo debido a la pelea que se desarrollaba era suficiente para despertar a un barrio entero y no era de extrañar, aunque la pelea era a puño limpio, los dos combatientes eran bastante conocidos por el lugar: Hulk y Rat. Los dos combatientes más fuertes y en el que las apuestas eran grandes cuando estos dos luchaban, haciéndole ganar mucho dinero a la casa.

Los gritos de ánimo de los apostadores se hacían notar, incluso Aidan que siempre iba a ver aquellas peleas quedó sorprendido al ver aquel bar casi lleno y debido a su baja estatura apenas podía tener una visión clara de aquella pelea que para él era demasiado legendaria.

—Una lástima que esté sin dinero. —Se dijo a sí mismo mientras tomaba un sorbo de su quinta botella de alcohol barato.

Aquella botella era uno de los motivos por el que estaba arruinado y endeudado hasta las narices, apenas tenía doce años y se entregó por completo a las bebidas alcohólicas, algo demasiado común en las calles de Ofiria, por desgracia también la causa de la mayoría de las muertes por embriagamiento.

Aunque, había un problema.

Ya era su quinta botella, una quinta botella de un litro y aun no entraba ni en el calor de la embriagues, estaba consciente en su totalidad, nada podía embriagarlo y eso le frustraba bastante.

Esto podría ser algo bueno ¿no es así? poder beber todo el alcohol que quisieras sin tener que pasar por resacas o por vómitos, el sueño de cualquier borracho pero para Aidan esto era una total maldición ¿porque? Todas las noches tenía unas fuertes pesadillas con un dragón de seis ojos que siempre hacía que despertara llorando ¿lo peor de todo? no recordaba nada de su pasado, solo recordaba haber bajado del barco y ya estaba en Ofiria.

Su mente de doce años y unas cuantas conversaciones que escucho de otros chicos de la calle le han hecho creer que el embriagarse le haría dormir tan profundo que ni la peor pesadilla podría despertarte, y eso era lo que estaba buscando con tanta desesperación, una noche donde incluso aquella pesadilla no lo despierta con lágrimas en los ojos.

Aquello que busca siempre ha sido un total fracaso, y ahora sus intentos lo habían metido en muchos problemas con los bares locales. Su deuda era tan grande que nunca la podría pagar, y todo para intentar algo que quizá no funcionara.

Dejó escapar un suspiro cuando dejó la botella en la pequeña mesa. Sabía que no iba a ser fácil salir de esa situación, iba a haber una pelea que le dejaría en desventaja o incluso podría matarlo.

Aunque, le hecho de morir no era una mala opción, nadie lo iba a extrañar y la única persona que quizá podría extrañarlo ya está muerta, así que morir ahí mismo no iba a ser una tragedia.

—Creo que ya has bebido suficiente niño —Dijo el dueño, le quitó la botella de la mesa —Lo mejor es que te largues de aquí, un menor de edad incomoda a los clientes.

—Entonces iré sin pagarme —Se levantó, pero una mano en su hombro lo volvió a poner de regreso en el asiento, al dueño aquella frase no le hizo ninguna gracia.

—!¿Qué has dicho?! —La voz firme del dueño asustaría a cualquier niño de su edad común y corriente, el problema es que un niño de su edad no estaría en ese bar en primer lugar. — ¿Acaso dijiste que te irías sin pagar después de que te bebiste casi cinco botellas de un litro?

—Me estas echando del bar, con ese servicio al cliente pésimo la verdad es que no vale la pena pagar por venir aquí —Eso ultimo llamo la atención de todos en el bar, el escandalo se detuvo y la presión que se sentía era grande. —Escucha, no tengo problemas contigo ni con nadie de aquí, pero que te preocupes de mi ahora no es algo que te deje buena imagen.

— ¿De que estas hablando mocoso?

—Has permitido que beba cinco botellas de alcohol sin ningún tipo de vigilancia, aunque solo con decir que me dejaste beber alcohol ya es suficiente, si tanto te importará que pusiera incómodo a la gente aquí, me habrían echado de aquí en primer lugar, digo, en la mayoría de los bares hacen eso, echarme desde la puerta. —Los murmullos en el bar se hicieron presentes, era como si hubiera tenido un buen punto. —Además, vienes aquí a quitarme la botella que no me he terminado y ahora me echas porque incomodo a la clientela cuando antes de eso nadie me estaba poniendo atención y mira ahora, por quererme sacar todos nos están notando.

Dio en el clavo, aunque eran las calles, no quería decir que no hubiera un poco de moralidad involucrada en lo que acababa de decir. Toco un punto tan crítico que lo siguiente que vio fue un puño dirigiéndose a su cara, no intento esquivarlo así que recibió un fuerte golpe que hizo que se cayera de su silla, quedó aturdido por un momento pero cuando su vista se aclaró vio como varios clientes intentaban calmar al dueño.

Era la oportunidad perfecta para huir, después de todo con el dueño distraído no iba a ser para nada difícil levantarse para salir corriendo. Se puso de pie y comenzó su carrera hacia la salida... alguien le detuvo, incluso antes de empezar su carrera fue detenida. Al mirar bien, vio que quien le detuvo fue un hombre lobo. Uno de los luchadores tenía su mano en su hombro y ya no podía huir, aquella abertura fue bloqueada con facilidad. Ahora si no iba a poder liberarse para pagar.

Solo suspiro mientras aceptaba que su destino ya estaba cerca. Dentro de poco el moriría y al fin podría dejar de sentir aquellos sentimientos que le llevaban el último mes y medio atormentando.

—¡No te iras de aquí hasta que pagues esas botellas niño!

Miro de reojo a donde había sido la pelea y esta había terminado, entonces se le ocurrió una gran idea.

—Hagamos esto. Déjame pelear contra alguien y si gano, todo el dinero de la apuesta será tuyo

—¿Es que tienes los tornillos flojos? No hare eso en lo absoluto —Respondió el dueño —No eres capaz de pagar y crees que vas a ganar.

—¿Y que si si gano?

—No podrás ganar.

—¿Es un reto? me gustan los retos, toda mi vida ha estado llena de retos, bueno, si los recuerdos del último mes y medio cuenta como una vida.

—Me estas haciendo perder la paciencia niño. Piensa cómo vas a pagar o saldrás de este bar siendo lanzado a la capa zero.

—Está bien. Si gano una pelea me perdonas la deuda y si pierdo entonces me veré en la obligación de aceptar mi destino ¿qué dices?

—¿Sigues con eso? No dejaré que pelees.

—Si, si, ya entiendo. Entonces te quedas con las apuestas y la deuda saldada y bueno, no tengo intenciones de perder, así que haremos un combate a muerte.

Escucho un sonido de alguien interesado en la oferta. Era aquel hombre lobo que le tenia agarrado del hombro. Le miro, se veia bastante interesado, incluso pudo ver como se lamio su hocico, como si estuviera esperando el momento de la muerte.

—¿tu? Eres tan solo un niño. Vamos, que van a matarte en menos de cinco minutos. —Dijo uno de los clientes que estaba presenciando aquello —Vamos, que no duraras un minuto en contra de aquel monstruo que te tiene tomado del hombro.

—Quiero pelear. Necesito el dinero para pagarle a tu jefe las cinco botellas que me bebí —Respondió con tono serio —Además, ¿no sería de su disfrute ver como un peleador musculoso me masacra?

— ¡NOOOOO!

—Entonces ¿alguien me podría pagar mis cinco botellas de alcohol que bebí?

Todos guardaron silencio.

—Entonces, pelearé contra uno de sus luchadores. —Dijo al ver que nadie iba a pagarle la cuenta. —Si gano se me perdona la deuda y el dueño se queda con las ganancias, si pierdo pueden decidir mi destino.

Algunos murmullos comenzaron a sonar a través del público quien estaba en contra de que se diera aquella pelea, pero que por desgracia no podrían impedir.

—Dicen que el pez por su gusto muere —Escuchó decir a alguien del público.

—Está bien. —Dijo el dueño —Te haré un mejor trato del que me ofreces. Si, tu ganas te perdono la deuda y te daré mil bits.

Aidan asintió con la cabeza al escuchar eso, mil bits no era mucho pero era suficiente para que pudiera sobrevivir por un tiempo.

— ¿Qué pasaría si pierdo? —Pregunto.

—Te venderé a una familia de aventureros para que te conviertan en recolector —Respondió el dueño con una sonrisa.

Aidan sonrió ante eso. La sola idea de ser vendido le parecía divertida.

—¿Qué te parece tan divertido?

—Que si pierdo me imagino esa escena donde me vendes y una semana después estoy aquí de vuelta con mi libertad.

eso dejó de nuevo el lugar el silencio.

—¡Está loco! —El hombre lobo que le sostenia, le dio unas palmadas en el hombro mientras se reía a carcajadas

— ¿Es un trato? —preguntó el dueño.

—Es un trato —Respondió Aidan.

El hombre lobo solo se rio mientras se dirigía al cuadrilátero, con el siguiéndole atras. Ahí comprendió que el seria su rival. Alguien con quien una persona fuerte se lo pensaría dos veces antes de enfrentarse a él. Se dice que las apariencias engañan, pero la persona que tenía enfrente tanto en apariencia como en fuerza era alguien temible, aunque eso no era lo peor, lo peor es que este tipo no era un humano, era un hombre lobo, una de las razas más fuertes físicamente hablando, así que recibir un golpe sería muy doloroso, aunque el golpe era el menor de sus problemas, las garras eran lo más peligroso de un hombre lobo.

—Me gusta mucho tu pelaje —Le dijo Aidan intentando aliviar un poco la tensión.

—Me halagas muchacho. He de decir que eres alguien bastante lindo —Respondió el hombre lobo. —Antes de empezar, quiero conocer tu nombre.

Ambos caminaban en círculo por el cuadrilátero mientras esperaban para iniciar la pelea.

—Aidan.

—Bonito nombre Aidan, yo me llamo Hulk Fenix. Un gusto en conocerte.

—También es un gusto señor Hulk.

—¿Sabes a lo que te enfrentas? Si pierdes morirás poco después.

—Soy consciente de aquello. El problema es que tengo pocas opciones o mas bien ninguna otra a parte de esta, asi que señor Hulk, puedes matarme si quieres evitar que me ocurra aquel destino.

Hulk no le respondió. A cambio, lanzó su primer ataque.

Miro como Hulk se abalanzó contra él y de su mano derecha sacó unas afiladas garras que se dirigían directo a su rostro. La velocidad de Hulk fue bastante rápida, salto hacia atrás pero no le dio tiempo y las garras de Hulk hirieron su mejilla, fue profunda pero no era algo que lo iba a dejar sin poder pelear.

Por segunda vez, la iniciativa fue tomada por Hulk, quien lanzó un segundo ataque pero esta vez con sus garras izquierdas, como presentía que eso podía pasar, en lugar de dar un salto hacia atrás, corrió hacia Hulk y esquivo el ataque agachándose, debido a que era bajo, también era rápido y un objetivo un poco más difícil de acertar, aun asi, el ataque le corto un poco de cabello, dejando ver lo cerca que estuvo de un golpe directo, tras eso estaba a espaldas de Hulk quien aun no había recuperado el equilibrio del ataque, asi que aprovechando su gran oportunidad pego un salto y le dio una patada por la espalda.

Escuchando un gemido de Hulk quien fue empujado un poco, Aidan aterrizó sobre su espalda antes de rodar un poco y levantarse apoyándose con las cuerdas del cuadrilátero. Apenas había logrado hacerle daño a su enemigo, pero lo que sí había logrado fue sorprenderlo.

Hulk atacó otra vez, acortando distancia con rapidez, le lanzó una patada directo a su rostro. Esquivó la patada agachándose y golpeando con su puño la pierna con la que se estaba apoyando, causando que Hulk perdiera un poco el equilibrio y lo obligara a retroceder.

—Rayos niño. Parece que te he subestimado. —Dijo Hulk con una voz feliz —Aunque no te agrandes demasiado. Aún estamos en el calentamiento.

No pasaron ni dos segundos que dijo eso, solo pasaron dos segundos cuando Hulk dio un salto directo hacia Aidan. Lo que Hulk estaba haciendo era darle un rodillazo directo a la cabeza.

Sorprendido por aquello, apenas logró esquivarlo, haciéndose a un lado, sintió a lado de su cabeza una especie de viento que hizo que casi perdiera el equilibrio. Sin apenas tiempo para reaccionar, Hulk le dio un codazo que le golpeó justo en el pecho, haciendo que le doliera y tosiera un poco de saliva.

El golpe le mandó a volar un poco hasta terminar siendo detenido por las cuerdas. Obligó a aclarar su visión debido a que se quedó borrosa por el golpe, Hulk estaba lanzándole un tercer ataque con sus garras, dando un saltando en su dirección.

Sin pensarlo demasiado, también salto pero hacia un lado. Quitándose del camino de Hulk, quien se enredó con las cuerdas del cuadrilátero.

— ¡Pequeño demonio! —Dijo Hulk mientras se desenredaba. Jisto después se lamio el hocico, como si estuviera disfrutando de aquello —¡Me caes bien muchacho! ¡Vamos a seguir con esta pele...!

Tomo la iniciativa, corrió hacia el sin dejarle terminar de hablar y justo cuando Hulk le pateo, esquivo el ataque y ataco la rodilla con la que se estaba apoyando, cayendo al suelo.

Esa era una oportunidad única, algo que cualquier luchador aprovecharia, pego un grito y pateo la cabeza de un Hulk con fuerza, el hombre lobo lanzó un chillido como el que hacen los perros cuando le pisan la cola, junto con saliva que salía de su hocico volando por los aires antes de caer al suelo o al público que estaba cerca del cuadrilátero.

Hulk terminó cayendo noqueado al suelo. La sala quedo en silencio, lo que estaban viendo era inaudito. Solo limpio la sangre que brotaba de sus mejillas con su brazo antes de mirar al dueño quien también fue testigo de aquello.

—Tal parece que gane. Espero que tu amigo no sufra debido a mi patada —Le dijo antes de bajar del cuadrilátero —Parece entonces que mi deuda está saldada. No se preocupe por el dinero, no lo voy a necesitar.

Dijo eso ultimo antes de salir del bar y perderse en las oscuras calles de los barrios bajos.

Huir de aquel bar hizo que su boca se llenara de un sabor amargo, como si algo le dijera que era algo que no debia hacer y lo estaba haciendo.

¿Era la culpa o solo era un sentimiento que siempre llevaba con el mismo?

Sea cual sea la respuesta lo cierto era que tenía un mal sabor de boca y no era culpa del alcohol.

Mientras seguía sufriendo ese mal sabor de boca se escucharon varias campanadas y pronto los fuegos artificiales comenzaron a ser lanzados, era el inicio de un nuevo año y el inicio de un proyecto nuevo. El año 1132 había comenzado.

Al mirar aquellos fuegos artificiales un sentimiento de tristeza y alegría combinadas le invadieron, sabía el porqué de su tristeza pero no sabía porque se sentía con alegría ¿o quizás no era alegría? ¿Era nostalgia? ¿Cómo podía sentir nostalgia si apenas podía recordar su nombre? Eran preguntas que no tenían respuesta pero que le hacían preguntarse más cosas ¿cómo era su vida antes de perder sus recuerdos? ¿Fue buena? ¿Quién era? ¿Cómo termino ahí?

Sacudió su cabeza, ya no valía la pena pensar en eso. Su mente había llegado hace tiempo a la conclusión de que su vida fue tan mala que su cerebro bloqueó sus recuerdos, lo único que podía hacer ahora mismo era seguir adelante.

Pensar en eso hizo que se asustara un poco ¿cuándo adquirió esa "madurez" como decían los adultos? Entre más pensaba de él mismo más se confundía, le era más difícil no entrar en aquella curiosidad.

Miro los fuegos artificiales parado en medio de aquella calle oscura, solo lo disfruto hasta que estos dejaron de lanzarse antes de seguir su camino, iría a donde sus pies le permitieran ir, aunque ese camino le llevará a la muerte.

Sus pies le llevaron a la Avenida Nix, Imaginando la situación, la Avenida Nix estaba transitada por personas que celebraban el año nuevo, era quizá de los pocos días al año que no habían demasiados automóviles por lo que la calle y las banquetas estaban llenas de personas.

La celebración dependía bastante de donde estuvieras parado. En un lado había familias completas disfrutando un momento familiar, por otro, hombres haciendo competencia de quien bebía más, entre muchas otras cosas. Destacaba en su totalidad a los barrios bajos donde todo estaba oscuro y callado, en la Avenida Nix estaba todo iluminado con un ruido digno de una fiesta de año nuevo.

Estando por mucho tiempo dejándose llevar por sus pies, Aidan recuperó el control de su cuerpo y se dio cuenta donde estaba. Rodeado de muchas personas que celebraban el año nuevo.

Escucho como un cohete era encendido y salió disparado hacia el cielo. La multitud en el lugar grito mientras volaba al cielo y grito aún más fuerte cuando exploto y dejo una hermosa estela de luces.

No pudo evitar sonreír al ver eso. Algo tan sencillo le había hecho sonreír de forma genuina, llevaba mucho tiempo sin haber sonreído por algo.

Mientras más cohetes eran lanzados al cielo, no pudo evitar sonreír e incluso gritar junto con los demás que estaban pasándolo bien, así estuvo una hora hasta que los cohetes se acabaron, la multitud para ese entonces ya estaba dispersa y solo quedaba él con unas cuantas personas. Cuando noto que lo estaban mirando decidió quitarse de ahí y sentarse en una de las bancas de la plaza que por suerte estaban libres.

Buscando algún punto de referencia para saber la hora, encontró la torre de reloj que había en la plaza, las manecillas marcaban que eran las dos y media de la mañana. Sus pies ya estaban comenzando a dolerle pero al menos haber visto aquel espectáculo de fuegos artificiales hizo que el dolor estuviera valiendo la pena.

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