Capitulo 4-2: El rescate de la peliroja
Sin pensarlo, tomo a Reiko del brazo y comenzó a correr junto con ella, Arrastrándola. Al afinar su oído, noto que el sonido de las pisadas venía detrás de ellos... su instinto le decía que esas arañas iban tras ellos, iban tras sus vidas.
—tss.
Chasqueo la lengua mientras aumentaba la velocidad.
—¡Espera! ¡Eres demasiado...!
—¡Tenemos a un jodido nido de Holders tras nosotros! ¡Si no nos movemos entonces tendremos muchos problemas! ¡Esto no es un juego!
Le dijo con dureza mientras intentaba aumentar mas la velocidad. Reiko por su parte apenas podía mantener el ritmo y de no ser porque la estaba arrastrando, hace mucho que habría caído de cansancio.
—¡Apaga el sombrero! —En ese momento recordó algo importante.
—¡Pero...!
Tenía una estrategia, podía salir relativamente bien. En su carrera habían logrado llegar a una división de cuevas, uno a la derecha y otro a la izquierda. Ese lugar lo había visto muchas veces, así que debían tomar el de la derecha. La luz de los sombreros atraía a los Holders, así que tenía la esperanza de que al tomar el camino derecho, los Holders tomaran el derecho.
—¡Apágalo! ¡Yo te guiare, solo apágalo!
Al mismo tiempo los dos apagaron sus sombreros. Concentro mana en sus ojos, obtuvo algo parecido a la visión nocturna aunque en realidad no era algo demasiado cercano.
Corrieron a la cueva derecha donde siguieron con su camino. Corriendo aun más rápido que incluso podía sentir como estaba arrastrando a Reiko... sin embargo hubo una falla, lo supo en el momento en que comenzó a sentir algo baboso en su hombro izquierdo.
Se detuvo de forma abrupta, soltó a Reiko mientras encendía el sombrero por instinto y justo antes de ser atrapado el ser que le ataco pego un fuerte chillido y dio un fuerte salto cubriéndose los ojos. Era otro vampiro, unos monstruos muy poderosos que podían engañar a cualquiera por su apariencia humana... pero no eran ni fueron humanos.
Un vampiro es algo que el inframundo genera, es una abominación que hasta el inframundo desprecia debido a que son muy fuertes, pero tienen la debilidad más fácil de explotar de todos los tiempos: cualquier tipo de luz les afecta.
Reiko también encendió su sombrero con rapidez al ver al vampiro retorciéndose en el suelo, cubriendo sus ojos con las manos.
Cometió el error de mirar hacia atrás. Sin querer, Aidan había atraído a las arañas a su ruta... si bien no era del todo su culpa, ahora estaban en una situación crítica. A lo lejos alcanzo a ver los ojos de los Holders.
"Fenomenal, simplemente fenomenal" pensó Aidan
—[Técnica de hielo]
El sabía mejor que nadie que estaba en completa desventaja. No seria fácil salir de ahí, aunque en realidad aun si perdía a Reiko no iba a ser culpable de nada, al fin y al cabo ella se metió sola en esa situación, podía abandonarla, podía decirle a esa elfa que no logro impedir que un Holder o un vampiro se la comiera y tampoco es que le pudieran hacer algo, no tendrían forma de probar que el la abandono.
Aunque ganas de hacer eso no le faltaban, solo suspiro, el mismo se conocía y sabía que no iba a poder dormir tranquilo a sabiendas de que pudo haber hecho algo para ayudarla ¿un corazón noble? Ni él lo sabía, solo quería perder al nido y poder irse a la posada para poder dormir el resto del día. Aunque no sería fácil salir de esa, pero estaba tranquilo, él sabía que entrar el pánico iba a ser una condena de muerte.
Primero debía encargarse de ese vampiro, si bien el vampiro no lo mataba el ajo como en los mitos, lo que si podría acabarlo era un ataque al corazón (como a la mayoría de los seres vivos), atravezar el corazón del vampiro seria difícil pero no imposible si lo hacia bien.
—[Hoja de hielo].
Ataco al vampiro, apuntando al corazón pero una presa acorralada era mas peligrosa, el vampiro alcanzo a moverse y detuvo su espada con uno de sus brazos aunque la corto en el proceso. No perdió la calma y dio un corte descendente, el vampiro lo detuvo con una patada y le hizo retroceder, con su vista periférica vio como un Holder se dirigía a ellos pero un destello le hizo parpadear.
— [Destello divino]
El Holder fue empujado y mandado a volar, la autora de aquello fue Reiko. No se dio cuenta pero ella ya había desenfundado su espada. Al menos le tranquilizaba un poco saber que no era una cobarde, tampoco esperaba que ella tuviera la suficiente fuerza para mandar a volar a un Holder.
No dejo que ese sentimiento se apoderara de él, aún tenía que acabar con aquel vampiro o iban a estar en muchos más problemas. Aun ciego, el monstruo no era algo con lo que debías de descuidarte.
— [Hielo Fatuo].
Lanzo un segundo corte descendente y esta vez el vampiro no logro defenderse, aunque si logro alejarse, no logro partirlo a la mitad pero al menos lo ahuyento por el momento, esperando que eso no les mordiera los pies durante el resto de la batalla.
Dirigió su atención a los Holders, este segundo frente era más importante y le tomo demasiado tiempo encargarse del vampiro.
Las cosas no pudieron ir peor. Habían llamado demasiado la atención y tenían a diez Holders dirigiéndose contra ellos.
—Reiko ¡Aléjate!
Tomo a Reiko del brazo y la lanzo a un lugar seguro. La [Sub tecnica] que iba a usar la podría dañar a ella y lo último que quería era dejarla totalmente inútil.
—[Entorno frio]
La temperatura comenzó a bajar con violencia y justo antes de que los diez Holders se le lanzaran encima, hubo una pequeña explosión de hielo que los mando a volar, dejando sus alrededores congelados.
Al mirar con claridad, vio a Reiko Aun en el suelo, la tomo del brazo y la levanto con violencia.
—¡Corre!
Sin dejarla adaptarse a la situación, comenzó a arrastrarla de nuevo. Al menos les habia dejado una distracción para que les diera tiempo a tomar una distancia segura, fue entonces que corrieron tanto que logro ver otra marca. Otra marca de mensajeros. Estaban cerca de poder salir, casi estaban a salvo pero debían liberarse primero de aquellos Holders.
Empujo a Reiko a donde estaba la ruta segura, solo debía seguir en línea recta y entraría en el camino para regresar a la superficie.
— ¡Fuera! En la superficie te esperan.
Lo que estaba a punto de hacer era arriesgado, pero no se le había ocurrido nada más. Iba a dejar a muchos mensajeros... o más bien a recolectores atrapados, iba a dejar a muchos niños que pasan por la misma situación de pobreza por las que el paso atrapados, pero no tenía más opciones. Él sabía que si esos Holders llegaban a la ruta segura iba a ser peor para él y para los que usaban esa ruta para bajar al inframundo.
De su cinturón, tomo un cristal de color rojo y su cuchillo. Ese cristal rojo tenía el efecto de explotar cuando la activabas y la lanzabas a cierta zona, pero, había una forma de amplificar el efecto dañando el cristal. Clavarle un cuchillo era más que suficiente.
Clavo el cuchillo en el cristal y lo saco, una vez activada corrió por donde había venido, alejándose lo más posible de la salida a la ruta segura para no afectar a esta última y lanzo el cristal sin pensarlo. Este emitía un fuerte brillo de color rojo, Aidan corrió hacia la ruta normal buscando refugio de la explosión que iba a venir...
Entonces exploto. La cueva comenzó a derrumbarse y ahora los Holders no podían ir a la ruta segura. Una vez que el polvo se asentó, Aidan se aseguró de que no había salida alguna para los Holders, suspiro de alivio al saber que no sería responsable de que Holders fueran a la ruta normal.
Al darse media vuelta miro a Reiko en el suelo. Ella tenía cara de no vivir muchas emociones fuertes. Alcanzo a escuchar las pisadas de los Holders al otro lado del derrumbe, no podían pasar para su buena suerte. Era momento de irse de aquel lugar.
Ella estaba cansada, no estaba acostumbrada a aquello. Un extraño sentimiento se apodero de el, si bien aun la despreciaba, no podía evitar sentir pena por ella, quizá obtuvo un trauma del que tardaría meses o quizá años en sanar.
Le ayudo a levantarse.
—Esto es, algo rutinario —Le dijo mientras comenzaban a caminar de vuelta a la superficie.
Entonces sintió un escalofrió, miro hacia la cueva bloqueada. Las rocas estaban moviéndose, trago saliva porque sabía que estaba a punto de ocurrir... así que hizo lo que hace un mensajero: huir y que eso sea problema de otro, no había nadie mirando a excepción de Reiko, así que no podía decir que no lo intento.
—No estas lista para estar aquí. Tienes una madre que se ve que te ama, aprovecha que la tienes a lado para consolarte del trauma que acabas de adquirir.
La miro. Por una extraña razón, se vio a si mismo cuando el perdió a Martha, una mirada de derrota y resignación.
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